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“Las teologías queer y los movimientos LGTBI+”, por Victorino Pérez Prieto

Martes, 23 de agosto de 2022

Fueron noticia hace unas semanas las movilizaciones de las personas LGTBI+ reivindicando su legítimo derecho a existir, a ser como son y a manifestarlo públicamente; su derecho a amar y ser amadas en su condición, como todos los seres humanos. Al mismo tiempo, estas movilizacionesfueron la ocasión de mostrar públicamente las contradicciones de una sociedad que cree que sólo es “normal”, y aún legítima, la vida afectiva privada y social de las personas heterosexuales o binarias, en base al viejo perjuicio de “los hombre son hombres y las mujeres son mujeres”. Cuando la realidad sexual/afectiva de los humanos es un mundo de diversidad y riqueza, como son las culturas, las leguas y las mismas religiones: la unidad en la diversidad. Estas personas tienen derecho a manifestarse como son, sobre todo por la historia de represión que han arrastrado por siglos. Una represión que aún existe y que a las religiones les cuesta aceptar y curar, especialmente a las monoteístas, con la imagen patriarcal que tienen de Dios, una ideología dominante perversa desde hace siglos. La teoría queer cuestiona esta imagen, y, ligada a ella, ha nacido hace años una “teología queer, que ya cuenta con décadas de existencia.

 ¿Qué es lo queer? Queer es una palabra inglesa que habla de algo “extraño”, y podría traducirse como raro y aún “torcido”. Se relaciona con una identidad de género que no se corresponde con las normas establecidas de la heterosexualidad. Más allá de esta palabra que tienen un origen peyorativo, un insulto para los/as diferentes, fue siendo reivindicada desde las últimas décadas del pasado siglo como una identidad: la del derecho a la disidencia de gays, lesbianas, trans, etc. la teoría queer busca eliminar las etiquetas sociales y culturales de hombre-mujer.

Hay numerosos grupos de estudios queer, incluso de carácter académico. Beatriz Suárez Briones, profesora de la Universidad de Vigo que se identifica como queer, es además especialista en el tema y lidera un “Grupo de estudios Queer”. En una entrevista reciente para un Diario decía algo que me llamó poderosamente la atención: “Queer es la revolución de como pensamos lo humano”. Yendo más allá de la dimensión puramente sexual/afectiva, dice: “Es un pensamiento antiesencialista que no cree en la idea de que los humanos somos algo  inmanente, innato, acabado; piensa que estamos en curso” (Nós. Diario, 15/03/2022). Siempre que no niegue las identidades legítimamente sumidas, aquí está lo que considero más valioso de la propuesta.

¿Qué es queer?

52244975104_a81d8fb264_w No es nada fácil definir lo queer. La misma Beatriz Suárez dice en uno de sus trabajos académicos: “Definir queer no es nada fácil, e incluso puede considerarse lo más antiqueer que existe. Aunque, ante posibles ambigüedades, enseguida precisa: “No es gay ni lesbiana, pero no hay queer sin pensamiento o consciencia radical sobre el sexo, el género, la sexualidad” (Galicia 21, Issue J ‘20).

En otro de sus trabajos escribe algo sumamente interesante: “Feministas lesbianas queers de toda clase y condición, somos la herencia de una tradición de movimientos contraculturales de liberación surgidos a partir de la mitad del siglo XX: pacifismo, antirracismo, anticolonialismo, movimiento feminista y LGTBI… El programa fundamental de estos últimos fue hacer de las mujeres, lesbianas y gays sujetos políticos” (“Feminismos lesbianos queer: ¿utopía o distopía feminista?”. Añadiendo: “El mundo al que aspiramos no solo no está ciego a las diferencias –ni las prolonga como un instrumento de opresión– sino que se construye desde las diferencias… Queer es su lenguaje. Pensamos queer. Hacemos queer” (Investigaciones feministas, 10-1, 2019, 9-26).

De este modo, queer está vinculado en primer lugar a cuestiones de género, como crítica radical a una única identidad “legítima”: la heterosexual dual, que afirma que esa es la única “buena” (normal, sana, natural, deseable…) y una “mala” (anormal, patológica, desviada, aberrante, repulsiva…); y como derecho a tener y vivir una sexualidad/afectividad diferente de la establecida, e incluso impuesta violentamente, poder ser homo, hétero, o lo que sea. Particularmente, queer es una dura crítica a los privilegios de género de las culturas patriarcales  con sus preferencias sexuales exclusivas. Pero, además, queer tiene que ver con un pensamiento y un lenguaje que afirma la diferencia, que se construye desde las diferencias.

En realidad, los seres humanos somos diferentes; las múltiples diferencias sexuales, culturales e incluso religiosa o no-religiosas, nos enriquecen, siempre que se sitúen en el respeto del otro/a y se posicionen pacífica y tolerantemente ante él/ella. Somos iguales y somos diferentes a un tiempo. La realidad sólo es uniforme en los cuarteles, en los que los soldados están uniformados y sometidos a un mando y una jerarquía indiscutible. Y eso por una causa muy discutible para los que buscamos la paz: porque los ejércitos son más eficaces para ganar las guerras si los bandos están uniformados y son ciegamente obedientes a las órdenes y tácticas de sus mandos. Sin embargo, el mundo no es un cuartele, aunque algunos lo pretendan para gobernarlo mejor

Teologías queer

Concilium_383A la gente muy laica/arreligiosa, que está fuera de los espacios religiosos, puede parecerle increíble que pueda existir una teología así. ¿Cómo puede la teología, esa cosa tan del pasado, acercarse a algo tan novedoso como la teoría queer? ¿Cómo pude llegar a hacerse teología desde los homosexuales y lesbianas, después de haberlos condenado durante siglos? Y, por la contra, gente muy religiosa y tradicionalista o enmarcada en las estructuras eclesiásticas, puede pensar ¿Cómo es posible hacer algo tan excelso como la teología a partir de un pensamiento tan degenerado?

Sin embargo, existe desde hace años una “teología queer”. Así lo refleja un número monográfico de la prestigiosa revista internacional de teología Concilium; volumen titulado “Teologías queer: devenir el cuerpo queer de Cristo” (nº 383, 2019), con estudios académicos sobre la teología las teologías queer (judía, musulmana, africana, asiática…) y experiencias.

Y hay ya bastantes más libros y trabajos sobre el tema; la mayoría publicados en inglés, desde el teólogo exjesuita Robert Goss, el primero usar el término teología queer en su Jesus Acted Up: A Gay and Lesbian Manifesto (1993) o G.D. Comstock-S. Heningg (eds.), Que(e)ring Religion. A Critical Anthology (1999); a otros textos posteriores como G. Loughlin, Queer Theology. Rethinking the Western Body (2009); P. Cheng, Radical Love. An Introduction to Queer Theology (2011);S. Cornwall, Controversies in Queer Theology(2011), etc. Pero también tenemos traducidos al castellano algunos textos fundamentales: Marcella Althaus-Reid, Teología indecente. Perversiones teológicas en sexo, género y política, Barcelona 2005 (original inglés Indecent Theology 2000), que tiene otra obra importante no traducida The Queer God.Sexuality and Liberation Theology (2003); Elizabeth Suart, Teologías gay y lesbiana, repeticiones con diferencia critica (los dos últimos capítulos con más de 40 pp tratan nuestro tema), Barcelona 2005. También hay ya textos publicados por teólogos y teólogas en español: Ricardo Lamas, Teoria torcida. Prejuicios y discursos en torno a la homosexualidad (Madrid, 19989 o Teresa Forcades, ¡Somos todxs diferentes! Por una teología queer, Argentina 2016, curiosamente publicado fuera de España…

Para las teologías queer, la opresión que han padecido y padecen las personas LGTBI+ en las iglesias y la sociedad es un grave pecado, un escándalo que urge superar; más aún, la experiencia de estas personas y sus colectivos tiene una influencia performativa que desafía a ambas a un cambio profundo. Esta teologías cuestionan radicalmente la función que han tenido la religión y la teología en apoyo de esas estructuras de opresión, basadas en categorías binarias como sexo, género o raza, expresión de una violencia, un clasismo, un racismo y un patriarcado que se oponen a la Buena Nueva del Reino de Dios que anunció y vivió Jesús de Nazaret.

La teología busca la verdad de Dios y, sobre todo, una verdad como salvación/liberación que Él supone para el ser humano y el mundo; esta salvación histórica, siempre en devenir, aunque alcanza en Jesús de Nazaret el Cristo su plenitud. Esta perspectiva de devenir, coincide con el pensamiento queer; un pensamiento creativo que se opone a un pensamiento estático, esencialista e inmóvil, siempre en proceso de hacerse. Por eso, una de sus raíces está en las teologías de la liberación; estas, como el queer, fueron críticas y trasgresoras con el sistema establecido, por lo que sufrieron la persecución de éste; aunque en sus comienzos aquellas olvidaran la perspectiva feminista, tal como se le echan en cara hoy.

 Las teologías queer, como sus predecesoras las teologías gay y lesbianas, quieren “desbaratar la suposición de que sólo las vidas heterosexuales son lícitas, sitios legítimos de gracia, bendición y revelación divina” (Susannah Cornwall, “Perspectivas teológicas constructivas. ¿Qué es la teología queer?”, en el vol. cit. de Concilium). Pero son más que eso, una forma de subvertir identidades y posiciones políticas desde una perspectiva liberacionista; creyendo que la homofobia y el sexismo, como el racismo, son distorsiones del verdadero mensaje cristiano. Y aún que la verdadera de imagen de Dios tiene mucho que ver con queer; más allá de la imagen de Dios como padre y señor superpoderoso, superar no solo la imagen patriarcal, sino masculina: Dios no tiene género, supera todos los géneros; es la expresión de la armonía en la diversidad a la que están llamados cada ser humano y toda la sociedad, pero está preferentemente con los excluidos.

Según indica Susannah Cornwall, hay dos grandes corrientes en las teologías queer: La liberacionista, que se centra en la “normalidad” y no patología de la vidas queer, reivindicando el reconocimiento de los matrimonios del mismo sexo y la aceptación de clérigos homosexuales y demás. “Esta es la naturaleza de la teología queer: la liberación”, dice Elizabeth Suart (Teologías gay y lesbiana); o Patrick Cheng, que articula toda su propuesta teológica desde la noción de “amor radical” político (An Introduction to Queer Theology. Radical Love). Estos teólogos tienden a recuperar textos bíblicos usados para oprimir a las personas no heterosexuales, y descubrir textos, tradiciones  y personajes “protoqueer” en la Biblia y la historia cristiana: p. e. David y Jonatán, Rut y Noemí, que manifiestan el fuerte amor/amistad entre personas del mismo sexo, o los eunucos del evangelio. Y hay otra corriente que está más influida específicamente por la teoría queer y está menos interesada en la apologética que en la subversión y resistencia, señalando el daño que pueden hacer concepciones tradicionales del matrimonio y la familia.

52243717722_33d8544f4e_wLa teóloga argentina luego catedrática en la Universidad de Edimburgo, Marcella Althaus-Reid, con su “teología indecente” elaborada desde una perspectiva liberacionista (Teología indecente), es una de las reflexiones más radicales y sugerentes de esta teología: “Dios es queer; un Dios en el exilio, que está con los excluidos, más allá del sistema establecido. Lo realmente escandaloso no es –dice Marcella Althaus- la “desviación” sexual, sino la exclusión de los “desviados” por las autoridades religiosas o civiles. La teología debe aprender a vivir en la incertidumbre y la fluidez, e ir más allá de su obsesión por delimitar lo que está dentro y lo que está fuera.

Consecuente con el rechazo general que han las teologías queer de las distinciones binarias, hablan no sólo de varón-mujer sino también de humano-divino. Por eso “han sugerido a veces que Cristo mismo, en cuanto poseer en un solo cuerpo de la humanidad y la divinidad, podría entender como profundamente queer” (Susannah Cornwall, art. cit.); es el caso de la especialista en patrística Virginia Burrus. Decir “Cristo es queer no es una afirmación sobre la orientación sexual o la identidad de Jesús, sino sobre su “trastrocamiento de las normas esperadas y su solidaridad con las personas queer” (ibid. Cf. también la obra citada de Elizabeth Suart, pp 141ss).

De este modo, las teologías queer están elaborando una nueva doctrina sobre Dios (incluidas las teologías trinitarias), una nueva Cristología (con un acercamiento nuevo a la persona y la obra de Jesús de Nazaret, el Cristo), una nueva eclesiología (una nueva reflexión sobre la Iglesia) e incluso una nueva escatología.

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