“La ‘agenda queer’ no existe, es el miedo a la diversidad”, por Mariano Beltrán
Orgullo 2022. Europa Press News via Getty Images
Un interesante y necesario artículo que publicamos con la autorización de su autor, al que agradecemos vivamente su generosidad
El lenguaje configura los parámetros con los que interpretamos nuestro universo, nuestra realidad. Cuando pretendemos deformar o reformar la realidad, el lenguaje se convierte entonces en la principal herramienta para dicha empresa: el lenguaje penetra en nuestro proceder, modela nuestras atribuciones, limita o expande nuestras expectativas.
Desde un tiempo a esta parte, el feminismo cultural y la extrema derecha han acuñado un nuevo término: agenda queer. Un término que recuerda a la infamia de ‘ideología de género’: el primero pretende señalar al colectivo LGTBI (y no solo) como enemigo del feminismo, el segundo pretende señalar la lucha feminista como perniciosa para la sociedad. Ambos términos pretenden presentarnos una realidad quimérica y problemática que debemos combatir; por eso se hace necesario señalar estos intentos de deformación de la realidad como falaces y peligrosos para los cuerpos y las vidas de las personas a las que señala.
Para el feminismo cultural, la supuesta agenda queer defiende los siguientes postulados, sin matices y en bloque: trabajo sexual, gestación por sustitución, pornografía, identidades trans. La fascinación que tienen los dogmas por asumir que los de enfrente defienden otro dogma nunca dejará de sorprenderme. Conozco a personas que defienden la despenalización del trabajo sexual pero no apoyan la gestación por sustitución —y al contrario—; conozco a personas con diferentes puntos de vista sobre la hormonación en —menores— trans, y conozco a personas con diferentes enfoques sobre pornografía, BDSM y tantas otras cosas. Y todas ellas entrarían dentro del paraguas de personas queer —que diría el feminismo cultural—.
Agenda queer es un intento —poco elaborado— de señalar los cuerpos y las vidas de las personas LGTBI (y no solo) como enemigas del feminismo. El primer paso para deshumanizar esas vidas es insinuar que tienen un plan, una agenda oculta con la que pretenden reforzar, en este caso, al patriarcado. Teorías de la conspiración aparte, ¿alguien nota como la historia de la infamia a lo largo de los tiempos utiliza idénticas herramientas? Señalar como sospechosos y enemigos de ‘lo ético’ a uno —o varios— grupos humanos, homogeneizando su pensamiento o los repetidos intentos de ridiculización —¿nos acordamos de la frase de Alicia Miyares de “digo que las mujeres trans son tíos porque son tíos” y las risas subsiguientes en la Escuela Rosario Acuña?— son estrategias que la historia de la infamia aplica con diligencia para finalmente, ejercer sobre esos grupos violencia verbal y/o física explícita.
A veces, el feminismo cultural señala lo queer como un invento neoliberal que sirve a los intereses del patriarcado, otras veces dicen que lo queer es una identidad, otras que el queerismo es una ideología contraria al feminismo. No consiguen acertar en su diagnóstico: a veces es identidad, otras es ideología, otras es una pata accesoria del patriarcado, otras es el elemento que más desestabiliza la lucha feminista. Múltiples intentos para opacar el verdadero diagnóstico: les molesta el disenso, los cuerpos no normativos, las vidas que no encajan en su cosmovisión de ‘lo-que-debería-ser-el-sexo’. Y pretenden imponer esa ‘agenda del feminismo cultural’ utilizando las herramientas del amo: la violencia, el señalamiento y la ridiculización.
No me cansaré de repetir que todas las vidas importan y que las estrategias de señalamiento, ridiculización y censura en los debates no son estrategias feministas, más bien al contrario, son las herramientas clásicas que el androcentrismo ha utilizado para reforzarse a lo largo de la historia. Si para defender tus posiciones necesitas aplastar las vidas de otras y tus alianzas se tejen con la extrema derecha, revisa tu marco teórico.
A modo de conclusión, algunas píldoras sobre epistemología popular: Los Reyes (o Santa Claus) no existen, son los padres; la ideología de género no existe, es la ultraderecha y la ‘agenda queer’ no existe, es el miedo a la diversidad.
Comentarios recientes