¡Cuánto deseo que ardáis!
¡Que pocas hogueras!
Fuegos débiles,
llamas tenues,
rescoldos sin fuerza
que son ya solo ceniza.
No se oye el crepitar,
ni se siente el calor,
ni se ilumina la oscuridad,
ni se acrisolan los tesoros
con este fuego que llevamos dentro.
Pero yo sigo soñando que tu fuego prenda
en nuestros corazones,
en los pueblos,
en las iglesias,
y en la creación entera.
Porque para eso has venido
a nuestro mundo
y te has desvivido,
día a día, entregándote
y comunicando la buena noticia.
¡No me atraen los que se encierran,
los que no se exponen al viento,
los que , por temor, huyen
o se protegen cuando vienes
y soplas suave o fuerte.
Yo anhelo tu fuego
para que este mundo arda,
se acrisole e ilumine.
Deseo que tu fuego nos sorprenda
y que prenda en nuestro corazones
*
Florentino Ulibarri
Fe Adulta
***
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