María decidida y con prisa.
Ilustración: Maximino Cerezo Barredo, cmf
(Lc 1, 39-56)
Hay tiempo para alzar la vista con mirada lánguida al horizonte y que se tope en los edificios de doce pisos de la ciudad. Hay tiempo para deleitarse lanzando la mirada hacia el horizonte de un mar en calma. Y hay tiempo para levantarse a destiempo como le pasó a María, que se puso en marcha deprisa hacia la montaña, con la alegría que le crecía notablemente en el vientre.
Cuando la palabra no tiene capacidad de expresarse, el silencio se explica en las huellas del camino de quien ha comprendido que es hora de compartir.
Encontré en el Diario del hno. Christophe de Tibhirine (1), dentro del texto que escribió el 8 de febrero de 1995, una cita de George Bernanos (2), que me produjo primero impresión y luego serenidad: “La oración es la única rebelión que se mantiene en pie”.
Rebelión de los libres. Rebelión de los que no pierden la esperanza. Rebelión de los rebeldes con causas. La única rebelión que se mantiene erguida ante el poder y la injusticia… y es silenciosa.
María se puso en pie como mujer libre que dio su palabra y que alimentó su vida con esa única rebelión que se mantiene en pie, según Bernanos, en un mundo que no sabe detectar este tipo de rebeldía silenciosa de rebeldes con causas.
Muchas horas de oración silenciosa tuvo que vivir María desde el momento de la aceptación de la misión hasta que se levantó aquel día decidida y con risa y corrió hacia la montaña.
En el encuentro de aquellas dos mujeres, María e Isabel, sólo cabía proclamar, que es mucho más que concretar, hacer un discurso o expresar un momento grato. Es un manifiesto que quedó proclamado en el Magníficat, oración para todos los tiempos, también el que vivimos ahora.
“MAGNIFICAT” para el SIGLO XXI (3)
Proclama mi alma la grandeza del Señor
Se alegra mi espíritu en Dios, mi Salvador,
mi Padre, mi Todo.
porque ha mirado la humildad y obediencia
de su hija, su criatura.
Desde que acepté su palabra,
me felicitan todas las generaciones
– antiguas y venideras-
porque he dejado que Él, que todo lo puede,
haga obras grandes a través de mí;
su nombre es santo
y su misericordia llega a los que le son fieles
y, a través de ellos, a los que no le conocen,
así, día tras día,
de generación en generación,
su amor se expande de corazón en corazón.
El Señor es fuerte:
confunde y desconcierta a los engreídos,
deja caer a los que ostentan el poder,
sostiene y pone como ejemplo a los humildes,
a los que tienen hambre de pan y amor los sacia
y a los que acaparan y no comparten
los despide vacíos.
Auxilia al mundo, su hijo pródigo,
porque no olvida la promesa de misericordia
hecha a Abraham, a los Apóstoles
y a las mujeres y hombres creyentes
de todos los tiempos.
María se quedó en casa de Isabel unos tres meses y volvió a su casa. Me gusta imaginar cómo lo pasarían las dos compartiendo vida y oración, alegres y expectantes y, quizás provocando muchas interrogaciones alrededor, pues hay veces que lo que se vive por dentro no tiene que ser necesariamente entendido por fuera.
Feadulta 15 agosto 2022
Mari Paz López Santos
(1) “El soplo del don – Diario del hno.Christophe de Tibhirine, Ed. Monte Carmelo, pág.172
(2) George Bernanos (París, 20 de febrero de 1888 – Neuilly-sur-Seine, 5 de julio de 1948) fue un novelista, ensayista y dramaturgo francés. (Fuente: Wikipedia)
(3) “¿Qué quiere Dios que yo quiera?”, Mari Paz López Santos, pág. 55-56
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