Del blog de Xabier Pikaza:
El evangelio de hoy (Lc 10 1-12) recoge y expande el motivo de la primera misión del evangelio en Galilea. Esta misión, anunciada en Mc 16, 1-8 constituye el primero y más profundo (el más actual) de los programas de evangelización del NT y de toda la historia de la Iglesia, hasta el día de hoy (año 2022). Sin volver a ese principio carecen de sentido todos los intentos de renovación eclesial del Vaticano II y del Papa Francisco.
Ese programa ha sido expuesto en dos textos paralelos: Mc 6, 7-11 y Lc 10, 4-10 (con unmotivo básico del documento Q).
El evangelio de Mateo (Mt 10, 1-15) recoge. condensa unifica (agrupa) ambos textos (Mc y Q), para exponer así la misión primitiva de la Iglesia en Galilea, y presentar después (en Mt 29,16-20) la misión universal, desde Galilea a todos los pueblos, después de la pascua.
El evangelio de Lucas mantiene en cambio ambos motivos separados, situándolos en el tiempo de Jesús : (a) Lc 9, 1-4 recoge y expone la misión según Marcos, realizada por los doce apóstoles a las 12 tribus de Israel. Por el contrario, Lc 10,4-10 recoge el tema del Q, con la misión realizada por 72 discípulos y dirigida a todos los pueblos del mundo. En sentido estricto, está segunda misión ha sido realizada por la Iglesia posterior, tal como Lucas dice en Hechos.
02.07.2022 | X Pikaza Ibarrondo
Texto Lc 10, 1-12
En aquel tiempo, designó el Señor otros setenta y dos y los mandó por delante, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares adonde pensaba ir él. Y les decía: “La mies es abundante y los obreros pocos; rogad, pues, al dueño de la mies que mande obreros a su mies. ¡Poneos en camino! Mirad que os mando como corderos en medio de lobos. No llevéis talega, ni alforja, ni sandalias; y no os detengáis a saludar a nadie por el camino.
Cuando entréis en una casa, decid primero: “Paz a esta casa.” Y si allí hay gente de paz, descansará sobre ellos vuestra paz; si no, volverá a vosotros. Quedaos en la misma casa, comed y bebed de lo que tengan, porque el obrero merece su salario. No andéis cambiando de casa. Si entráis en un pueblo y os reciben bien, comed lo que os pongan, curad a los enfermos que haya, y decid: “Está cerca el Reino de Dios…).
Introducción. La misión de Galilea [1].
De todas formas, al tratar de las comunidades galileas, preferimos prescindir de los Doce y de Pedro (que pueden haber hecho un camino especial, más vinculado a Jerusalén) para ocuparnos de aquellos que han sido “específicamente” galileos, es decir, de aquellos que han continuado realizando las obras de Jesús y repitiendo sus palabras anteriores, como portadores y adelantados del Reino de Dios en su patria. Ciertamente, ellos han podido tener una experiencia pascual (de resurrección de Jesús), pero no parece haber sido igual que la de aquellos que se han instalado en Jerusalén, para esperar sin más la venida de Jesús.
Los primeros cristianos de Galilea no se han limitado a esperar a Jesús, sino que han seguido viviendo como él (hablando y actuando), como si su obra no hubiera llegado a su fin y fueran ellos los que debieran culminarla. Más que testigos de una experiencia pascual que ha cambiado todo su pasado (como el de las mujeres y el de los Doce de Jerusalén), ellos parecen testigos y continuadores del comienzo de la obra de Jesús en su propia tierra, insistiendo así más en lo que ha sido su etapa galilea.
Ciertamente, conocen la muerte de Jesús y mantienen su conexión con los cristianos pascuales de Jerusalén, aceptando de algún modo su experiencia (Jesús resucitado). Pero todo nos permite suponer que, para ellos, la forma de anunciar y expandir la presencia de Jesús es seguir curando como él curaba y proclamando su Reino, como había hecho Jesús Nazoreo, cuyo camino y empeño asumen como propio.
Se suele afirmar que estos continuadores galileosde Jesús no han formado iglesias pascuales de tipo más jerárquico y patriarcal, como las que surgirán a partir de Jerusalén (con Santiago y con los helenistas).
Estos galileos saben, sin duda, que Jesús ha muerto por fidelidad a su mensaje, en Jerusalén, y están convencidos de que ese mensaje y proyecto sigue siendo válido, pues ha sido ratificado por la muerte del mismo Jesús, a quien ellos veneran como mártir o testigo de Dios. Saben que Jesús es importante, pero a su juicio lo que importa de verdad es su mensaje de Reino, que ellos siguen anunciando y expresando con su vida, hasta que venga el Hijo de hombre de la tradición apocalíptica judía (y quizá del mensaje de Jesús), un Hijo de Hombre a quien ellos empiezan a identificar con el mismo Jesús Nazoreo que anunciaba su venida.
Ellos piensan, por tanto, que Jesús y su obra no han terminado, sino que su Reino vendrá, pues Jesús se ha convertido por la muerte en Hijo de hombre (cf. Pikaza, Historia de Jesús, cap. 13), dando así un sentido nuevo no sólo al Reino, sino a la misma figura del Hijo del Hombre. Parece que estos galileos no han formulado relatos de experiencias pascuales directas, como las de Pablo en 1 Cor 15. Pero en el fondo de su actividad late una experiencia mesiánica intensa (cf. también Historia de Jesús, cap.6) [2].
El evangelio de Marcos constituye un testimonio importante de la existencia de estos cristianos galileos, pues no sólo conserva parte de sus tradiciones (de milagros), sino que pide, de un modo programático, a las mujeres y discípulos (con Pedro) que «vayan a Galilea» (Mc 16, 7-8), para redescubrir la tarea básica de Jesús y recrear su movimiento. En una línea convergente se sitúa el documento Q. Esos dos testimonios (Mc y Q) no ofrecen una visión aproximada de los cristianos galileos [3], que así aparecen como sanadores, exorcista y sabios, es decir, como misioneros itinerantes y pobres, al servició de la nuevas casas cristianas [4].
Entendido así, el cristianismo no es una religión de recreación social, esto es, de formación casas o comunidades mesiánicas transformación interior, sino de recreación social. Los cristianos itinerantes (misioneros, exorcistas, sanadores, sabios…) realizan su misión con la finalidad de crear (recrear) comunidades sedentarias de cristianos, que se reúnen en casas y/o comunidades cristianas que superan las normas de vida de este mundo (fundadas en el poder y el dinero) compartiendo casa, trabajo, familia y posesiones, como han puesto de relieve los textos del ciento por uno (cf. Mc 10, 28-31 par).
Tanto lo misioneros o itinerantes de Marcos como los del Q (especialmente los del trasmitirían, el testimonio de Jesús en forma de «palabras de sabiduría», interpretándole (e interpretándose a sí mismos como portadores privilegiado de una experiencia vital, conforme a la visión que ofrecimos en la Historia de Jesús. Ciertamente, estos «cristianos Q» aparecerían también como sanadores (exorcistas), pero ellos se presentarían sobre todo, como «agrupaciones de sabios», es decir, como testigos y trasmisores de una tradición de conocimiento profundo que, en principio, resulta independiente (o, al menos, distinta) de la experiencia pascual de la comunidad de Jerusalén y especialmente de los helenistas y de Pablo, que han destacado más la importancia de la muerte y de la resurrección de Jesús.
Estos “sabios mesiánicos” de Galilea conservarían las «palabras» de Jesús (y reasumirían su ejemplo misionero, anunciando la llegada del Reino de Dios), pero no se ocuparían propiamente de la historia de Jesús, pues su vida personal les parecería menos importante, igual que su destino de muerte y resurrección (aunque esperaban de algún modo que Jesús volvería como Hijo de Hombre). Ellos tenderían pronto a desarrollar, partiendo de las palabras de Jesús, un tipo de sabiduría moral y existencial, en la línea de otros maestros y hombres espirituales de aquel tiempo.
Esta visión «sapiencial» y esta enseñanza de los nazoreos de Galilea tiende a convertir el movimiento de Jesús en una «escuela de sabiduría popular», una escuela de sanación, de expulsión de los demonios y de comunicación de bienes, dirigida básicamente a los campesinos y pobres de Galilea, más que a a los estratos superiores de la población. Lógicamente, en ese contexto no se podría hablar de iglesias establecidas, sino de comunidades o agrupaciones de carismáticos sabios, que conocen y actualizan la lucha de Jesús contra Satán (como muestra Lc 4, 1-13), pero manteniéndose dentro del judaísmo ambiental.
Los seguidores galileos de Jesús siguieron manteniendo su anuncio de Reino, realizando sus signos y esperando la venida del Hijo del Hombre (al que identificaban ya con el mismo Jesús). Ciertamente, ellos recogieron y repitieron muchas palabras de Jesús, pero no para convertirlas en manual de sabiduría interior (como harán los gnósticos posteriores, en una línea ya iniciada en Ev. Tomás, del que hablaremos en La Gran Iglesia), sino para integrarlas en el contexto del Jesús histórico, que proclamó la llegada del Reino de Dios, aquí mismo, en Galilea. Ciertamente, en general, ellos creían en la resurrección de los muertos, al fin de los tiempos (y podían creer en un tipo de cielo superior), pero esperaban, anunciaban y preparaban la llegada del Reino de Dios en esta misma tierra, en Galilea, como lo había esperado Jesús (al que identificaban ya con el Hijo del Hombre).
Ellos tuvieron que mantener y extender el movimiento de Jesús en tiempos turbulentos, marcados por el intento «idólatra» de Calígula, que quiso erigir su estatua en Jerusalén, identificando así el Reino de Dios con el imperio del César (el año 41 d.C.) y, sobre todo, en tiempos posteriores, marcados por el despliegue del movimiento nacionalista violento de los celotas, que culminará en la guerra del 67-70 d.C. Externamente hablando, parece que ellos no triunfaron, porque el conjunto de los galileos no se hicieron cristianos y porque al fin se extendió por Galilea la lógica de la guerra, con la respuesta de la represión de Roma. Pero en otra línea profunda ellos ofrecieron un testimonio muy profundo de fidelidad al mensaje de Jesús y a su camino de Reino, como seguiremos indicando [5].
Itinerantes con autoridad
Los misioneros «cristianos de Mc 6y del Q» fueron sabios y apocalípticos, siendo al mismo tiempo exorcistas, como lo había sido su maestro. En ese sentido, como he destacado en cap. 4, su sacramento particular habría sido el exorcismo. Las comunidades de cristianos galileos permanecieron más cerca del proyecto mesiánico más antiguo de Jesús, como mensajero al servicio del Reino. Éstos serían sus rasgos distintivos:
Movimiento mesiánico. Como vengo indicando, antes de la iglesia pascual plenamente establecida de Jerusalén, y luego al lado de ella, ha existido en Galilea un movimiento mesiánico del Reino de Dios, vinculado a Jesús (quizá al lado de otros movimientos mesiánico-apocalípticos, relacionados con otras figuras y signos judíos, como podían los de Henoc o Esdras). Muchos siguieron a Jesús mientras vivía y luego, tras su muerte, algunos mantuvieron su forma de vida y su mensaje de Reino, relacionado con el Hijo del Hombre a quien identificaron pronto con el mismo Jesús (que ha de volver). Por eso, más que la presencia actual (gloriosa) de Jesús resucitado ponían de relieve su venida y le esperaban como portador del Reino, realizando mientras tanto su misma tarea, como sabios (pero también como exorcistas y sanadores) creando familias ampliadas o comunidades abiertas a la gran transformación de Dios. Leer más…
Biblia, Espiritualidad
Ciclo C, Dios, Evangelio, Jesús, Tiempo Ordinario
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