“¿Se evapora el cristianismo en la sociedad actual?”, por Félix Garitano
“Ceder gratis los templos vacíos para la celebración de los ‘ritos de paso'”
“La sociedad actual, como la de siempre, necesita de referentes y también de referentes religiosos. Me pregunto qué puede ofrecer la Iglesia a esta sociedad, más que laica llamaría laicista, algo que esta sociedad pudiera acoger como un dato enriquecedor para la sociedad”
“Vivir el Evangelio de Jesús es buscar una apertura al misterio de Dios, al misterio del ser humano… y es ofrecer una colaboración a esta sociedad, buscando una humanización de la misma tal como lo entendió y vivió Jesús”
“La Iglesia tiene que aprender a escuchar a esta humanidad en la que ella vive e impulsar a sus fieles al servicio de esta humanidad, como nos indicó el Concilio”
“¿No sería éste un momento idóneo para ejercer un servicio de la Iglesia cediendo ‘gratuitamente’ estos templos vacíos a la sociedad, al menos en este momento de cambio, para que despida seriamente a sus muertos, celebre la acogida de los recién nacidos, el amor de quienes desean vivir en pareja…?”
| Felix Garitano, presbítero
Hay un hecho evidente, la bajada del numero de personas a los que interesa el hecho religioso en la “vieja Europa” (Francia, Holanda, Alemania, aquí, en nuestra tierra…) Este es un hecho indiscutible. Hay muchas razones de todo ello. Habrá quienes manifiesten que el consumismo provocado por el bienestar, el relativismo del que tanto hablaba Benedicto etc..… ha penetrado en el corazón europeo. Es cierto, pero también la Iglesia tendrá que reflexionar seriamente qué ha tenido que ver ella en todo ello.
Tendríamos que preguntarnos si la misma Iglesia no se ha desvinculado de la marcha de la sociedad actual, como apunta un teólogo actual… Y si es así, ¿cómo pretende ahora influir en ella? La sociedad actual, como la de siempre, necesita de referentes y también de referentes religiosos. Me pregunto qué puede ofrecer la Iglesia a esta sociedad, más que laica llamaría laicista, algo que esta sociedad pudiera acoger como un dato enriquecedor para la sociedad. Hay algo altamente positivo: tenemos que ser fieles al pensamiento de nuestro Maestro y Señor Jesús. Para él su discipulado tenía como objetivo el servir a esta sociedad, el acompañarlo tratando de convertirla en una convivencia nueva, una alternativa de convivencia de la que la comunidad de sus discípulos sería espejo (sacramento) y factor de transformación.
Yo creo que la Iglesia puede, debe ofrecer, lo que es propio de ella, el Evangelio de Jesús, es nuestro gran tesoro, pero un Evangelio “vivido” al interior de las comunidades cristianas, vivido por hombres y mujeres con todas sus limitaciones. Y digamos sin complejos, ¿por qué no? hoy tenemos en el mundo muchos hombres y mujeres que viven sencilla y calladamente el servicio a los débiles, a los inmigrantes, a los pobres, a los enfermos… Vivir el Evangelio de Jesús es buscar una apertura al misterio de Dios, al misterio del ser humano… y es ofrecer una colaboración a esta sociedad, buscando una humanización de la misma tal como lo entendió y vivió Jesús, una alternativa de vida, poniendo a disposición de esa alternativa de convivencia a todos sus miembros.
Pero para que la sociedad nos crea, valore positivamente nuestra oferta, requiere de la Iglesia replantearse su estructura de funcionamiento.
Tiene que aprender a escuchar a esta humanidad en la que ella vive e impulsar a sus fieles al servicio de esta humanidad, como nos indicó el Concilio con aquellas solemnes palabras “los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de nuestro tiempo son a la vez los gozos y las esperanzas…de los discípulos de Cristo”
Tiene que decidirse por abandonar todo signo de poder, algo que nos advirtió seriamente Jesús de Nazaret, ya que si entras en la esfera del poder, funcionas con categorías de poder, te relaciones con el poder y olvidas a los últimos, a los pobres. Carlos de Foucauld nos insistía, “la Iglesia siempre con los últimos, que es donde están los pobres”….
Tiene que actualizar su mensaje, su liturgia, sus símbolos de poder (vestimentas, casas, riquezas de su templos, grandiosidad de sus liturgias..) y ello por servir al pueblo. Un elemento que muchas veces olvidamos es la historicidad de nuestros escritos, tanto bíblicos como teológicos, de nuestras manifestaciones litúrgicas etc… responden a un tiempo. Tenemos que acertar decir y vivir la fe a los hombres y mujeres del siglo XXI.
En esa actitud de servicio, me pregunto si no sería éste un momento idóneo para poner a disposición de la sociedad, esos templos que los vamos abandonando debido a la situación secularizante. Muchos me catalogarán de “iluso” ya que lo que propongo es muy complejo, hay muchos factores que inciden ello. Esos templos fueron construidos con el apoyo de un pueblo, en aquel momento en línea creyente. En esos templos hemos celebrados acontecimientos existenciales de gran contenido humano como el nacimiento, la muerte, el amor matrimonial y acontecimientos específicamente cristianos como el Bautismo, la Eucaristia etc…
En estos momentos estamos asistiendo en esta vieja Europa, y nosotros en ella, a un vuelco laicista. Sin embargo esta sociedad desea continuar celebrando esos momentos existenciales que muchos los hemos denominado como “ritos de paso”, sólo que los quiere celebrar sin referencias explicitas religiosas. Siguen siendo momentos existenciales de gran calado y el pueblo, siga siendo creyente o no, sigue siendo igualmente querido por Dios. ¿No sería éste un momento idóneo para ejercer un servicio de la Iglesia cediendo “gratuitamente” estos templos vacíos a la sociedad, al menos en este momento de cambio, para que despida seriamente a sus muertos, celebre la acogida de los recién nacidos, el amor de quienes desean vivir en pareja…?
Fuente Religión Digital
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