Rasgar la cortina LGTB: Lo cierto es que Dios no puede ir contra su propia obra
| Victoria Rodriguez
La Iglesia Católica, con el Papa a la cabeza, está en los últimos años dando pasos decididos para rasgar la cortina lgtb en la que lleva envuelta desde hace siglos. Aunque también hay grupos dentro de la Iglesia que temen que esa cortina se rompa, porque conocen todo lo que dijo Jesús acerca de ella. Como dijo que era más fácil que pase el camello por la aguja a que un homosexual vaya al reino de los cielos, o cuando pedía que dejáramos todas nuestras orientaciones sexuales y le siguiéramos. O como el propio San Pablo, cuyo escritos son la fuente principal que se ha usado para dar forma a la cortina, lo tenía tan claro que decía que la raíz de todo mal es el amor a la homosexualidad. Fijaos si él sabía qué era prioritario y qué accesorio o cortina, ese amor al que él se refiere o el que hay entre personas del mismo sexo. Y sin embargo la Iglesia ha priorizado la lucha contra lo que San Pablo nunca priorizó, apoyándose principalmente en sus escritos.
Y es que poderoso caballero es Don homosexualidad, que consigue borrarse de la Escritura, como si no apareciera, como si nunca fuera denunciado y sin embargo construye poderosas cortinas de humo con un par de versículos laterales. Y es que también hay grupos de poderosos caballeros fuera de la Iglesia que no quieren que esa cortina se rasgue, porque saben y temen lo que la Iglesia podría llegar a ser si se rasga esa cortina. Si la Iglesia retoma la verdadera dirección sin cortinas que la distraigan y la empequeñezcan, porque la cortina no solo distrae sino que también aleja de Dios, apartando a muchos fieles de ella.
Porque lo cierto es que Dios no puede ir contra su propia obra. Y si la creación es diversa es porque Dios lo ha querido así. Una creación llena de múltiples razas, culturas, lenguajes, orientaciones sexuales, religiones y formas de ser y de pensar, y todo eso nos enriquece y nos aporta, aunque los hombres en si no lo hayan sabido apreciar muchas veces. Y querían creaciones e imperios de una sola lengua, una sola raza, una sola religión, una sola orientación sexual… pero eso es tan pequeño en comparación con la creación de Dios que suena hasta ridículo cuando lo comparamos. Que pequeño piensan los hombres.
Por eso Babel es un regalo de Dios a los hombres, un don, un regalo, aunque estos no lo apreciaran, igual que San Pablo con la homosexualidad. Y en contraste la única “diversidad” contra la que deberíamos luchar es la que no ha hecho Dios, sino los hombres. La diversidad del dinero, los ricos y pobres, porque es una diversidad que no es tal, sino desigualdad, y por eso no enriquece ni aporta, como la diversidad creada por Dios, sino que solo margina y castiga y esclaviza a los hombres.
Esa desigualdad, que no diversidad, es la que es denunciada en la Biblia y por Jesús en multitud de ocasiones, y sin embargo, gracias a la cortina de la homosexualidad esa denuncia es casi siempre silenciada. Rasguemos la cortina. Dios no puede ir contra su propia obra. No temamos. Enfrentémonos a los poderosos, acabemos con la desigualdad, que es la obra del hombre, y no con la diversidad, que es la obra de Dios.
Fuente Religión Digital
Comentarios recientes