La democracia en los parlamentos es valiosa. La comunidad eclesial vive la paz de la comunión en la fe, no del poder
Del blog de Tomás Muro la verdad es libre:
01.- Nostalgia de paz.
Este año recordamos y evocamos la paz en plena guerra Rusia / Ucrania y otras guerras larvadas en Oriente Medio, en África, Latinoamérica, etc.
Por otra parte añoramos la paz también en la Iglesia por las viejas rupturas históricas, por el enfrentamiento entre diversos sectores en el seno de la misma Iglesia católica.
También sentimos nostalgia de paz en nuestras propias familias, en lo más íntimo de nuestra propia persona.
02.- Y qué es la paz.
La paz os dejo, mi paz os doy…
La paz no es la mera ausencia de guerra. La guerra conduce a la paz. La guerra no conduce a la victoria o a la derrota, pero ni una ni otra son paz.
El poder, todo poder (incluido el eclesiástico) puede generar opresión, orden público “manu militari”, pero eso tampoco es paz.
La mera resignación y aceptación estoica de una situación tampoco es paz. Pensar: “es lo que hay o lo que toca”, no es paz.
No es fácil definir lo que sea la paz. Podríamos aproximarnos al concepto de paz si la entendemos como la integración de las dimensiones del ser humano que nos hace vivir en armonía interior y también hacia el exterior.
En hebreo (en el mundo bíblico) para hablar y desear la paz emplean la palabra Shalom. Esta expresión hebrea significa estar sano, íntegro. Y con esta expresión se quiere desear la armonía personal y comunitaria que viene de la bendición de Dios.
Con este término, Shalom, se desea la paz en todos los aspectos de la vida: la salud corporal, que la vida transcurra en paz, se trabaja en paz, se celebra en paz, se duerme en paz, se muere en paz.
La paz no es ni proviene meramente de las instituciones políticas y militares. ¿Enviando armas a Ucrania se construye la paz? Para vivir en paz hace falta algo más y mejor que misiles y tanques. Y hace falta algún pensamiento más noble y sano(shalom) que la nación, la economía y el poder.
La paz no proviene de la economía, ni de la tecnología. Por mucho que progresen la técnica y la economía, no podrá haber en el mundo justicia ni paz en tanto los hombres no reconozcan la gran dignidad que hay en ellos como criaturas e hijos de Dios (Juan XXIII / Mater et Magistra, 215).
Toda la tecnología y el bienestar social, etc. no dan síntomas de sensibilidad de paz y pacificación ante las pateras, los refugiados, ante el problema de Rusia y Ucrania, ante el Islam. La respuesta no está siendo precisamente de paz, sino más bien bélica.
Ni tan siquiera la paz surgirá de la seguridad jurídico política de acuerdos y pactos que no cambian mentalidades y corazones. Las grandes instituciones: Bruselas, Estrasburgo, la onu, la otan, etc. pueden y tienen que llegar a acuerdos y pactos ecologistas, bélicos, quizás atómicos, étnicos, religiosos, etc., pero la paz brotará siempre de una conciencia más profunda, de un ethos, que hoy por hoy están muy ausente en nuestro mundo, al menos en nuestras sociedades occidentales y en nuestros planes de educación.
¿Tal vez las ideologías políticas, económicas y nacionales no son “sanas” en el sentido de shalom?
Pablo VI decía que la paz es necesaria para la madurez de la conciencia moderna, desde la evolución progresiva de los pueblos, desde la necesidad intrínseca de la civilización moderna (Jornada de la Paz, 1 de enero de 1975).
03.- La paz interior, personal.
Conflictos, problemas, pecado profundo, crisis interiores los vamos a tener en la vida. Y ello nos va a quitar la paz interior con el peligro de que –según qué momento religioso nos pille- la cosa derive en angustia y escrúpulos patológicos.
En el ámbito de la persona, la paz es la integración armónica de las diversas fuerzas y capacidades del ser humano. La paz personal, interior, proviene -en la medida de lo posible- de una sana integración de las diversas dimensiones humanas: las diversas áreas de nuestra psicología, la afectividad, la salud y la enfermedad, el pecado, la dimensión religiosa, etc.
La falta de paz personal puede fomentar o derivar en miedo, angustia o en otras actitudes negativas: odios, venganzas, obsesiones.
La persona cristiana adulta, -y adulta en la fe-, no pierde la confianza ni la paz cuando se encuentra con Dios en la profundidad de la vida. Cuando en su interior uno asume su propia debilidad, miseria o fracaso y lo pone en manos del Señor, eso produce una profunda paz, que el mundo no puede dar.
04.- Paz y comunión eclesial no es dominación
Para nosotros resuena: la paz os dejo, mi paz os doy.no os la doy yo como la da el mundo. Que no tiemble vuestro corazón ni se acobarde.
En la Iglesia se habla mucho de comunión eclesial, pero se realiza poco esa comunión.
En un parlamento conviven y trabajan diversas ideologías que llegan, más o menos, a consensos y acuerdos. Eso es bueno, está bien y se llama democracia. Pero la democracia no es comunión.
En la comunidad eclesial nos une la comunión en la misma fe en el Señor resucitado. La comunión está en la fe en el Señor, no en las órdenes y disciplina. La comunión eclesial no se produce por el sometimiento y dominación de los obispos y el clero, sino porque todos creemos –fe- en el mismo Señor JesuCristo.
La comunión no viene por la uniformidad de los ritos, de la liturgia, o de las formulaciones teológicas, etc., que pueden ser –son- muy diversas y No impongamos cargas que no son necesarias.
La comunión eclesial viene de la fe en el Señor Jesús.
La paz os dejo mi paz os doy.
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