IV Domingo de Pascua. 08 mayo, 2022
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“Yo y el Padre somos uno.”
Oímos a Jesús continuamente repetir: “El Padre está en mí y yo en el Padre” (Jn 10, 38). “Yo estoy en el Padre y el Padre en mí” (Jn 14, 11).
Nos está llamando a participar en la experiencia de ser Uno con el Padre. En el yo de Jesús estamos todos. Jesús al encarnarse participa de nuestra naturaleza humana, y nos enseña que lo divino se ha manifestado en lo humano y que en lo humano se reconoce lo divino.
En Jesús no cabe el individualismo. Es el Hijo, segunda persona de la Santísima Trinidad. Jesús, con su muerte, nos abre el camino de la totalidad. Nuestra forma humana es la individuación, nuestro proceso para ser uno con Jesús y el Padre, es vaciarnos de nosotras. A medida que crecemos y caminamos hacia el hondón, hacia ese centro que somos, nos encontramos con quien nos habita y descubrimos la pluralidad como manera de ser y vivir.
Nosotras, personas cuyo ejemplo es la Trinidad, estamos llamadas a vivir en la comunión, desalojando todo ego y abriendo espacios y tiempos para los demás. Pluralidad, diversidad en la totalidad. Jesús y el Padre son uno, porque el Padre se vacía en el Hijo y el Hijo, en el Padre.
“Que todos sean uno como, como Tú Padre estás en mí y yo en Ti, que también ellos en nosotros sean uno” (Jn 17, 21.22.23)
No solo nos habla de comunión entre los humanos, que seamos uno, sino que seamos uno como ellos. Nos envía a beber a la fuente, a Dios, donde él bebe continuamente. Nos habla de participar del ser mismo de Dios.
Oración
“Unifica nuestro ser disperso,
para que podamos ser Uno en Ti y con toda la humanidad,
para que las diferencias nos unan
y Tú lo seas Todo en Todos.”
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Fuente: Monasterio Monjas Trinitarias de Suesa
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