Kigali (AFP) – Cuando el popular cantante ruandés Albert Nabonibo reveló su homosexualidad, perdió todo de un día para otro: trabajo, amigos, familia… Rechazado por su parroquia, encontró una acogida inesperada en una iglesia evangélica de Kigali.
Desde hace varios años, la Iglesia de Dios en África de Ruanda (IDAR) anuncia públicamente su apertura a las personas LGTB (lesbianas, gays, trans, bisexuales), ignorando el conservadurismo que impera a su alrededor.
Aunque la homosexualidad no está prohibida en Ruanda, las personas LGTB son a menudo víctimas de discriminación: despedidos de empleos, renegados por sus familiares, privados de atención médica o incluso agredidos.
Albert Nabonibo vivió una amarga experiencia cuando declaró en una entrevista de 2019 que era gay.
“Antes me invitaban a cantar en los conciertos cristianos, a cantar en la iglesia. A mucha gente le gustaba mi música, pero cuando hice mi ‘coming out’, todo cambió”, contó el músico de góspel, de 38 años.
De repente, desaparecieron las ofertas de trabajo. Su iglesia pentecostal le hizo saber que ya no sería bienvenido a menos que se “arrepintiera”.
“Perdí a todos mis amigos (…) La mayor parte de mi familia ya no me habla”, agregó.
Fue entonces cuando descubrió la iglesia IDAR y a su pastor, Jean de Dieu Uwiragiye.
“Me sorprendió, era diferente de la forma en que yo había sido tratado por otros cristianos, mi familia y mis amigos“, destacó.
Demonio y abominación
Defensor de larga data de la causa LGTB en Ruanda, Jean de Dieu Uwiragiye decidió abrir la iglesia hace cuatro años.
“Yo tenía la convicción de que había que romper las opiniones conservadoras de la iglesia y atraer a los miembros LGTB porque yo sabía que muchos de ellos sufrían y que las iglesias los rechazan“, explicó el religioso, de 45 años.
Su decisión provocó un sismo en su iglesia.
En unas semanas, numerosos fieles dejaron la iglesia, considerando que su decisión constituía una abominación.
Para los pastores de otras iglesias, Uwiragiye estaba poseído por el demonio. En poco tiempo, el pastor comenzó a recibir insultos homófobos de fieles y desconocidos.
IDAR tiene actualmente dos pastores homosexuales y una comunidad de 200 feligreses que en su mayoría se identifican como heterosexuales.
“Yo he sido maltratado y rechazado por otros pastores ruandeses porque ellos temen lo que yo represento, pero es mi vocación“, explicó Seleman Nizeyimana, uno de los pastores homosexuales.
“Ellos deformaron la Biblia para dar la impresión de que Dios nos detesta. ¿Pero por qué Dios va a detestar su propia creación“, cuestionó.
En un reciente oficio en la iglesia, el primero desde la pandemia del covid-19, el coro cantaba con energía y llamaba a los fieles a levantarse.
Miembros del coro de la Iglesia de Dios en África en Ruanda, Kigali el 14 de noviembre de 2021
“Esta iglesia me ofreció algo que nadie más me ofreció: aceptación y comprensión”, declaró Cadette, una transgénero de 23 años e integrante del coro.
“Me encanta cantar, pero otras iglesias te juzgan y no le ofrecen a una persona como yo la oportunidad de servir a Dios. Aquí tengo la oportunidad y encuentro a otras personas como yo”, agregó.
Más tolerancia
Ruanda es uno de los pocos países africanos signatarios de una declaración conjunta de 2011 de la ONU que condena la violencia contra personas LGTB.
Pero los abusos y la estigmatización son recurrentes en el país.
La Iniciativa por el Desarrollo de la Salud (HDI, por sus siglas en inglés), una oenegé con sede en Kigali, registró 36 casos de supuestas violaciones de los derechos humanos contra personas LGTB en 2019 en la capital.
Las víctimas raramente presentan quejas a la policía porque temen ser denigradas y piensan que “es poco probable que le den seguimiento a sus demandas”, explicó Aflodis Kagaba, director de HDI.
La HDI y una coalición de oenegés presionan al gobierno para que instaure leyes que protejan a la población LGTB de las detenciones arbitrarias.
Por su parte, Uwiragiye organizó una formación antidiscriminación dirigida a otros responsables de iglesias, así como médicos y enfermeras. El pastor no pierde el optimismo.
La gente “necesita tiempo para modificar sus creencias”, afirmó. “Yo los veo volverse más tolerantes, lentamente”.
Para Albert Nabonibo, el hecho mismo de que esta iglesia exista ya es motivo de esperanza.
“Ninguna iglesia de Ruanda permite que los homosexuales se casen, pero uno puede esperar que en el futuro las cosas cambien“, expresó.
Fuente Agencias/RFI
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