La primera mañana
(Foto Damián Siqueiros)
Los primeros gorjeos de las aves diurnas que despiertan
marcan el point vierge del amanecer
bajo un cielo aún como sin luz auténtica,
un momento de respeto e inocencia inexpresable,
cuando el Padre abre sus ojos en perfecto silencio.
Ellos empiezan a hablarle, no con un canto fluido,
sino con una pregunta que despierta, que es su estado auroral,
su estado en el point vierge.
Su situación pregunta si es hora de que «existan».
Él responde: “Sí”.
Luego despiertan uno a uno y se vuelven aves.
Se manifiestan como aves, empezando a cantar.
Al fin, son del todo ellos mismos, e incluso vuelan.
Mientras tanto, el momento más prodigioso del día
es cuando la creación, en su inocencia,
pide permiso para «existir» una vez más,
como en la primera mañana en que empezó a existir.
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Thomas Merton
El libro de las horas
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