Viernes Santo: Mirarán -miremos- al que transpasaron
Del blog de Tomás Muro La Verdad es libre:
01.- Al pie de la cruz. Mirarán al que transpasaron: Contemplar.
Ante el crucificado tal vez lo más humano y cristiano sea guardar un silencio interior para Mirar al que transpasaron.
Jesús no triunfó en los entresijos y estructuras de este mundo: no fue un gran líder religioso del Templo, ni de la política, no fue un ganador en economía, más bien fue llevado como cordero al matadero.
“Mirarán al que atravesaron”
(Jn 19,37)
Ante una enfermedad incurable, ante una muerte, ante la muerte de Jesús probablemente la actitud más humana es contemplar y recordar (kardias).
Contemplar al que traspasaron tiene un contenido y un valor absolutos para el creyente: redención y perdón, que son causa de una paz interior infinita.
Nuestra culpa-pecado, nuestra angustia, nuestra muerte encuentra sentido y descansa en el crucificado.
Para un creyente cristiano no va a ocurrir nada más importante en la historia que descansar en la muerte del Señor.
Jesús ya le había anunciado a los fariseos: Cuando hayáis levantado al Hijo del hombre, entonces sabréis que Yo Soy. (Jn 8,25-28).
Hay que llegar hasta el final para darnos cuenta, para creer que Él es: Yo soy. Y lo es en la cruz.
Contemplemos al que transpasaron.
02.- Al pie de la cruz: la madre y el discípulo amado.
De la cruz poco se puede esperar que descienda.
Los discípulos de Jesús han ido quedando de lado: Judas quizás por el dinero, Pedro por el poder, otros discípulos decepcionados de Jesús.
Hay realidades que solamente se entienden desde el amor y la vida. Solamente la madre, fuente de la vida y todo cristiano que se siente amado por el Señor, comprenden lo que supone el Viernes Santo.
Paradójicamente desde la muerte de Jesús, las cuestiones decisivas de la vida encuentran luz y horizonte. La culpa, la angustia y la muerte quedan transfiguradas por el que es solamente amor y vida: por Cristo.
Del costado de Cristo desciende su espíritu: inclinando la cabeza, nos entregó su espíritu, simbolizado en el agua (bautismo) y la sangre (Espíritu).
La Iglesia nace al pie de la cruz, desde el espíritu del crucificado acogido por la Madre y los creyentes que se sienten amados por Jesús.
O3.- Consummatum est. Todo está consumado.
En las bodas de Caná no había llegado la hora. Todo el Evangelio de Juan es un caminar hacia la hora en que se consumará el designio salvífico de Dios para con los hombres.
También a nosotros nos llegará la hora de la consumación de nuestra existencia. La consumación no es el apagamiento de la vida, la consumación no es el decepción total, sino la plenitud de nuestra existencia.
Estamos redimidos, justificados de nuestros fracasos, pobrezas y nuestro vacío existencial está lleno del Espíritu de vida de JesuCristo.
La muerte en el Señor no es fracaso, sino el tránsito hacia la vida, hacia el ser.
Cuando el Hijo del Hombre sea elevado, sabréis que “yo soy”, (Jn 8,28).
Bonhoeffer vivía, más que decía, que la “salida” al problema de la muerte no está en la resurrección, sino en la confianza en Dios. Vivimos en la confianza del perdón y justificación, morimos en la confianza de que nuestra vida, nuestra historia están en manos de Dios y no del absurdo y del vacío, nuestra vida y nuestra muerte en manos de Dios. Lo mismo que hizo con Jesús, hará con nosotros.
Jesús crucificado es la razón última de la esperanza cristiana, para superar el aparente absurdo del mal y de la muerte,
Contemplemos al que transpasaron
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