Cuando Dios va a castigar: PERDONA.
Del blog de Tomás Muro La Verdad es Libre:
01.- Yo soy el que soy.
La primera lectura constituye un texto clave para la fe de Israel y para nuestra fe.
Moisés le pregunta a Dios: ¿quién digo que eres Tú? Dios le responde: Yo soy el que soy.
Esta expresión tiene un cierto tono filosófico: Dios es significa que Dios es quien existe desde siempre y, al mismo tiempo, existe –está- con su pueblo.
Quizás en este nihilismo (nihil significa “nada”) en el que nos hallamos insertos, nos hará bien volver a descansar en el ser: Yo soy. El cimiento de la existencia no es el vacío, la nada, sino el ser: la roca, la piedra angular es el ser.
La expresión “Yo soy el que soy” la recogerá el evangelio de San Juan y se la aplicará a Jesús: Yo soy la luz, yo soy el pan de vida, yo soy el agua, el camino, la verdad y la vida, yo soy el buen pastor, yo soy la resurrección, etc…
En Jesús Dios es y está con nosotros. No nos hallamos “arrojados” al vacío y la nada de la existencia, sino que estamos cimentados en el ser de quien es.
02.- Cuando Dios castiga, perdona.
Jesús se entera de una gran represalia del Procurador romano Pilato contra un grupo de galileos (v.1). Pilato provocó un baño de sangre en el templo asesinando a un grupo de galileos que estaban ofreciendo sacrificios. Podría ser en las fiestas de la Pascua. Por otra parte, los galileos tenían fama de revolucionarios, y es posible que Pilato quisiera dar un castigo ejemplarizante ante la multitud que se congregaba en el templo de Jerusalén para ofrecer sacrificios.
Según la mentalidad judía aquellos galileos que Pilatos había mandado matar, habían recibido el castigo que sus pecados merecían. La culpa termina en castigo. (Algunas culturas primitivas también piensan así)
En la mentalidad judía, las enfermedades, los males que sobrevienen al ser humano son consecuencia del pecado. Son un castigo de Dios.
A nosotros también se nos “ha colado” algo de esta mentalidad cuando frívolamente decimos que tal desgracia es “castigo de Dios”, “Dios te va a castigar”, etc…
La actitud de Jesús y la actitud del Dios de Jesús es otra. Jesús rechaza la relación entre culpa y castigo. Cuando Dios “castiga”: perdona. Cuando Dios hace justicia, lo que hace es querernos más.
De ti procede el perdón, y así infundes respeto, dice el Salmo 129,4.
El castigo de Dios no es el infierno, sino el perdón.
03.- Paciencia histórica.
En la segunda parte del evangelio de hoy, Jesús nos propone la parábola de la higuera estéril.
Tanto la viña como la higuera son figura del Reino, del pueblo de Israel, de la comunidad de Jesús y de la nueva humanidad que se incorpora a ella por la fe en Jesús.
Pero ni la viña ni la higuera daban fruto.
Lo “razonable” sería cortar la higuera y que no ocupe sitio, ni “desgaste” la tierra.
El viñador toma una decisión sensata: vamos a esperar: tengamos paciencia histórica.
El viñador sugiere un aplazamiento para la higuera, comprometiéndose a poner los medios necesarios para que esta dé fruto.
La parábola queda abierta. Queda clara la paciencia de Dios y la llamada a dar frutos.
En nuestra propia vida tengamos paciencia con nosotros mismos y con los demás. Dios tiene paciencia con nosotros, con todos
Esta parábola invita a reflexionar sobre el tiempo de misericordia y de gracia que Dios tiene para con nosotros, que a duras penas damos frutos buenos.
El transcurrir de la vida, los acontecimientos de la misma pueden sumirnos en un gran pesimismo y puede que tengamos la tentación caer en la impaciencia, si no en la desesperanza.
A lo largo de nuestra vida podemos dar poco fruto, podemos vivir como la “higuera estéril”, como viña que no da fruto o campos en barbecho.
Dios tiene una paciencia infinita con la humanidad y sabe soportar nuestras continuas infidelidades. Incluso cuando en nuestro campo se entremezcla la cizaña y el trigo, Dios tienen una infinita paciencia con nosotros.
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