Muy recientes las solemnes ceremonias de la celebración de la Eucaristía con ocasión de la beatificación de los 16 nuevos mártires “por odio a la fe”, pertenecientes a la archidiócesis de Granada, durante la “Cruzada Española”, considero sacrosanto deber del informador -comentarista religioso, apuntar, entre otras, estas sugerencias, con el presentimiento de que a algunos puedan parecerles ominosas, a la vez que laudatorias a otros .
El grupo de los 16 nuevos beatos está compuesto mayoritariamente por sacerdotes diocesanos, un seminarista y un seglar, miembro de la Acción Católica. El grupo es litúrgicamente conocido como el de “Cayetano Giménez y otros quince”.
En la historia de la catedral granadina pocas celebraciones podrían superar a la referida. Con la presidencia del Eminentísimo Cardenal Marcello Semeraro, Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, asistieron y participaron en tan televisada ceremonia el arzobispo de Granada, otros de las diócesis cercanas y el Nuncio de SS. en España , sacerdotes, seminaristas y autoridades autonómicas, provinciales y municipales civiles y militares, junto con familiares y amigos de los beatificados, además del pueblo fiel.
El ”Christus vincit, Christus regnat” y otros himnos triunfales tachonaron de loas y alabanzas los episodios litúrgicos . Algunos de los asistentes, para sus adentros, llegarían a preguntarse el por qué Pablo VI no facilitara, sino todo lo contrario, los procesos de beatifiación-canonización de los “mártires” de la “Cruzada Española”. A otros les causó extrañeza que en el grupo no se haga referencia a ninguna mujer, pese a que tantas pertenecieran entonces también a organizaciones y cofradías religiosas, frecuentando más que los hombres los actos de piedad y de culto.
Pocos dudan que los nuevos beatos granadinos llegaran a serlo sin respetar todos y cada uno de los requisitos canónicos exigidos en la elaboración de sus respectivos procesos, con exactas referencias a los episodios de sus “vidas y milagros”, pudiendo ser presentados públicamente como ejemplos y como mediadores ante Dios. Por tanto, acuerdo unánime, canónico y devoto por parte de la mayoría de feligreses y de feligresas.
Pero donde pudo no haber coincidencia fue y es en la interpretación de los porqués, todos los miembros del grupo beatificado pertenecieron a la “Iglesia de derechas” y ninguno a la ”Iglesia de izquierdas” , en la que por cierto también se registraron casos similares o exactamente idénticos.
DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS
En Granada, en la misma fecha y “cruzada”, mártir de la misma, por citar un caso, es considerado y venerado Federico García-Lorca , a quien pudiera y debiera habérsele acondicionado en el retablo de la catedral un hueco u hornacina.
¿Méritos para ello? Digamos que, al menos, los mismos, y así nos comportaríamos y ejerceremos como cristianos y como personas de verdad, al proponerlos omo “mártires”, es decir, testigos y testimonios de ejemplos de vida para el resto de la colectividad.
Federico fue poeta. Poeta excepcional. Místico. En perseverante estado de común-unión con el pueblo y la divinidad, por medio del amor. Fiel cultivador de la vida espiritual y del conocimiento y dirección del espíritu, con claras y nítidas referencias a Fray Luís de León, a santa Teresa de Ávila y a san Juan de la Cruz. Místico y asceta. Y además, en grupo, es decir, en común- unión.
Comprometido con la naturaleza. Amante de la libertad para sí y para los demás. La libertad es palabra, actitud, actividad y ministerio que destaca y define su obra, comprometido con los más vulnerables, como los pobres, los gitanos y los perseguidos y perseguidas por razones de “sexo” . Novio de la belleza y del arte. Educador de una y otra disciplina en la rica pluralidad de versiones. Respetuoso en todo y con todos. Con gestos y palabras sublimes e intransferibles. Todo arte y todo poesía. Todo drama. Con su muerte se nos frustró, al menos un “Premio Nobel”. Siempre en las periferias. Menos en las del alma, en la que residía en su Plaza Central. Permanentemente niño. Palabra de honor. Buena parte de su obra poética y de su vida es palabra y parábola del santo Evangelio.
Federico rehuiría las canonizaciones oficiales al uso, que a no pocas de ellas idearon, planificaron, fraguaron y pagaron el poder y el dinero de una Iglesia y la jerarquía, que sustituyera el Evangelio por cánones y bendiciones al servicio de las clases sociales más poderosas y ricas.
Las balas que mataron a Federico, idénticas a las que acabaron con la vida terrenal de los nuevos mártires, como él granadinos, carecían de alma. A unas y a otras les sobraban armas y armamentos, con lo que parte importante del “odio a la fe” canónico, tendría que suplirse por el “¡ordeno y mando¡” de la autoridad, exceso de envidia y, en ocasiones, hasta por el hambre que definía a los mineros, a la fuerza alistados en los pelotones de ejecución.
La figura de Federico y de tantos bautizados con otros nombres, se echa de menos en el martirologio de la Iglesia en los tiempos de la llamada “Cruzada Española”. Su improrrogable revisión-reforma corregirá algún día defectos tan notables e irreligiosos.
Algunos de los datos eminentemente “católicos, apostólicos y romanos” de la vida social y familiar de Federico, son estos:
El nombre de ”Federico“ significa “ gobernador pacífico o pacificador”, con el añadido en este caso de “Federico del Sagrado Corazón de Jesús”, tal y consta en su partida bautismal. El posible día de su santo sería el de su fusilamiento, el 18 de agosto de 1936. Repetidamente Federico manifestó en declaraciones públicas “ser y pertenecer al partido de quienes no tienen nada”. Entre los alegatos que justificarían su sentencia de muerte está el ”pecado” de su homosexualidad . Fue devoto de la Semana Santa popular en la que alguna vez participó en Sitges acompañando a su buen amigo Salvador Dalí. Fue fervoroso promotor de “La Barraca Ambulante”, fuente de difusión de la cultura popular, con especial atención para los niños, con obras como “Los títeres de Cachiporras”, “Amor de Don Perlimplín”,” Doña Rosita la Soltera o el Lenguaje de las Flores”.
El “cante jondo” popular, enseñado y difundido por Federico, forma parte importante del repertorio de los villancicos, desde que el poeta universal granadino se avecindara en los cielos.
Fuente Religión Digital
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