Transfiguración.
Batanero,
sumérgeme en tus corrientes;
límpiame,
blanquéame
y dame solidez
para seguirte.
Trabájame,
como sólo tú sabes,
por dentro y fuera,
el cuerpo y el espíritu
para que resplandezca,
en mí, tu gloria.
Hazme ser
lo que soñaste al crearme;
atraviésame
para que no me rompa ni encorsete,
y manifieste la dignidad y grandeza
de ser hijo siempre.
Batanero,
devuélveme el fulgor primero
para que no dude,
en este camino
que he elegido
para ser discípulo tuyo,
aunque todo se ponga en contracorriente.
*
Florentino Ulibarri
Fe Adulta
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