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Las tentaciones de Jesús y de la Iglesia según Benedicto XVI

Domingo, 6 de marzo de 2022

benedicto-helicopteroDel blog de Xabier Pikaza:

Como he dicho en la postal anterior (2.3.22), la Iglesia  recuerda y actualiza este Domingo 6.3.22 las “tentaciones” de Jesús, recogidas por Mt 4 y Lc 4. Benedicto XVI ha pensado reiteradamente en ellas, como teólogo, Presidente de la Congregación para la Doctrina de la fe y Papa.

Retoma para ello motivos de la historia de la humanidad y de la Iglesia, con matices tomados de Dostoievski, en un momento crucial de su vida, entre su rechazo de “zarismo” y su pre-visión de un totalitarismo inhumano, representado por el Gran Inquisidor social de la nueva historia.

Benedicto XV ha situado el tema en el contexto de su “dramática” vida, entre el terror nazi y un tipo de “nuevo” terror que él ha vinculado al “marxismo real” y a un tipo de nuevo inhumanismo ateo. Su visión aparece en varios libros, en muchos discursos papales recogidos en Vatican-va y sobre todo en su primer tomo de Jesús de Nazaret. Sobre la visión de Dostoievski he tratado en mi Historia de Jesús

 1ª TENTACIÓN: CONVIERTE ESTAS PIEDRAS EN PAN (MARXISMO)

Tema:«La prueba de la existencia de Dios que el tentador propone en la primera tentación consiste en convertir las piedras del desierto en pan. En principio se trata del hambre de Jesús mismo; así lo ve Lucas: «Dile a esta piedra que se convierta en pan» (Lc 4, 3). Pero Mateo interpreta la tentación de un modo más amplio, tal como se le presentó ya en la vida terrena de Jesús y, después, se le proponía y propone constantemente a lo largo de toda la historia. ¿Qué es más trágico, qué se opone más a la fe en un Dios bueno y a la fe en un redentor de los hombres que el hambre de la humanidad? El primer criterio para identificar al redentor ante el mundo y por el mundo, ¿no debe ser que le dé pan y acabe con el hambre de todos? Cuando el pueblo de Israel vagaba por el desierto, Dios lo alimentó con el pan del cielo, el maná. Se creía poder reconocer en eso una imagen del tiempo mesiánico: ¿no debería y debe el salvador del mundo demostrar su identidad dando de comer a todos? ¿No es el problema de la alimentación del mundo y, más general, los problemas sociales, el primero y más auténtico criterio con el cual debe confrontarse la redención? ¿Puede llamarse redentor alguien que no responde a este criterio? “ (Benedicto XVI, Jesús de Nazaret I, 55).

Respuesta falsa. Marxismo.«El marxismo ha hecho precisamente de este ideal —muy comprensiblemente— el centro de su promesa de salvación: habría hecho que toda hambre fuera saciada y que «el desierto se convirtiera en pan». «Si eres Hijo de Dios…»: ¡qué desafío! ¿No se deberá decir lo mismo a la Iglesia? Si quieres ser la Iglesia de Dios, preocúpate ante todo del pan para el mundo, lo demás viene después» (Ibid. 56).

Más allá del pan (y del marxismo). Benedicto XVI cita unas palabras del teólogo Alfred Delp, ejecutado por los nazis: «El pan es importante, la libertad es más importante, pero lo más importante de todo es la fidelidad constante y la adoración jamás traicionada». «Cuando a Dios se le da una importancia secundaria, que se puede dejar de lado temporal o permanentemente en nombre de asuntos más importantes, entonces fracasan precisamente estas cosas presuntamente más importantes. No sólo lo demuestra el fracaso de la experiencia marxista» (Ibid 57‒58).

Ciertamente, la respuesta de Benedicto XVI es honda y certera, en la línea de la aplicación histórica del tema de las tentaciones de Jesús. Haremos bien en recordarla, interpretarla y aplicarla. Pero no es la única. Algunas cosas han cambiado además desde los tiempos de su juventud, tras el nazismo, cuando el marxismo germano-soviético aparecía como amenaza central con la libertad y la pas de millones y millones de personas.

2ª TENTACIÓN: ÉCHATE DEL TEMPLO (FALSA IDEOLOGÍA Y TEOLOGÍA)

            Benedicto XVI sabía mucho del tema, no sólo cómo teólogo  significativo, sino como Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la fe y después como Papa. El diablo de las tentaciones de Jesús aparece ante todo como “teólogo”, es decir, como intérprete de la Biblia y como ideólogo. Es normal que XVI haya identificado a este Segundo Diablo (Diablo de la 2ª tentación) con un tipo de teólogos (escrituristas) que manipulan la Palabra de Dios y esclavizan a los fieles. El diablo “escriturista” (teólogo). Para fundar su interpretación, Benedicto XVI apela (quizá de un modo algo sesgado) a un pensador ruso llamado V. Soloviev (en la línea de Dostoievski): 

 «Vladimir Soloviev toma este motivo en su Breve relato del Anticristo: el Anticristo recibe el doctorado honoris causa en teología por la Universidad de Tubinga; es un gran experto en la Biblia. Soloviev expresa drásticamente con este relato su escepticismo frente a un cierto tipo de erudición exegética de su época. No se trata de un “no” a la interpretación científica de la Biblia como tal, sino de una advertencia sumamente útil y necesaria ante sus posibles extravíos. La interpretación de la Biblia puede convertirse, de hecho, en un instrumento del Anticristo. No lo dice solamente Soloviev, es lo que afirma implícitamente el relato mismo de la tentación. A partir de resultados aparentes de la exégesis científica se han escrito los peores y más destructivos libros de la figura de Jesús, que desmantelan la fe.

Hoy en día se somete la Biblia a la norma de la denominada visión moderna del mundo, cuyo dogma fundamental es que Dios no puede actuar en la historia y, que, por tanto, todo lo que hace referencia a Dios debe estar circunscrito al ámbito de lo subjetivo. Entonces la Biblia ya no habla de Dios, del Dios vivo, sino que hablamos sólo nosotros mismos y decidimos lo que Dios puede hacer y lo que nosotros queremos o debemos hacer. Y el Anticristo nos dice entonces, con gran erudición, que una exégesis que lee la Biblia en la perspectiva de la fe en el Dios vivo y, al hacerlo, le escucha, es fundamentalismo; sólo su exégesis,  la exégesis considerada auténticamente científica, en la que Dios mismo no dice nada ni tiene nada que decir, está a la altura de los tiempos.

El debate teológico entre Jesús y el diablo es una disputa válida en todos los tiempos y versa sobre la correcta interpretación bíblica, cuya cuestión hermenéutica fundamental es la pregunta por la imagen de Dios. El debate acerca de la interpretación es, al fin y al cabo, un debate  sobre quién es Dios. Esta discusión sobre la imagen de Dios en que consiste  la disputa sobre la interpretación correcta de la Escritura se decide de un modo concreto en la imagen de Cristo: Él, que se ha quedado sin poder mundano, ¿es realmente el Hijo del Dios vivo?

Así, el interrogante sobre la estructura del curioso diálogo escriturístico entre Cristo y el tentador lleva directamente al centro de la cuestión del contenido. ¿De qué se trata?  Se ha relacionado esta tentación con la máxima del panem et circenses: después del pan hay que ofrecer algo sensacional. Dado que, evidentemente, al hombre no le basta la mera satisfacción del hambre corporal, quien no quiere dejar entrar a Dios en el mundo y en los hombres tiene que ofrecer el placer de emociones excitantes cuya intensidad suplante y acalle la conmoción religiosa. Pero no se habla de esto en este pasaje, puesto que, al parecer, en la tentación no se presupone la existencia de espectadores» (Benedicto XVI, Jesús de Nazaret I, 60-61).

Una condena quizá menos matizada Las palabras anteriores constituyen el alegato más fuerte de Benedicto XVI en contra los malos escrituristas (=exegetas, teólogos) que serían el Segundo Diablo (la segunda tentación) a la que alude el relato de Jesús. Esos “malos” teólogos con su interpretación torcida de la Biblia, aparecen de algún modo como agentes satánicos, una gran tentación para los fieles. Da la impresión de que Benedicto XVI echa la culpa de parte de la crisis de la Iglesia actual) a los malos teólogos (que serían como una especie de encarnación del Diablo).

Ciertamente, Jesús no se sometió a ellos, sino que supo responderles bien y vencerles, con una famosa cita de la Biblia que dice “no tentarás a Dios” (Mt 4, 7), pero, a su juicio, cierta parte de la Iglesia moderna ha podido caer en manos de esta segunda tentación del Diablo. El tema es acuciante y nos convida a todos (especialmente a los que nos sentimos “teólogos” a no dejarnos arrastrar por una interpretación satánica de la Biblia y de la vida humana (especialmente de la Iglesia).

3ª TENTACIÓN: “TIBI DABO”: TODO ESTO TE DARÉ (UN TIPO DE TEOLOGÍA “POLÍTICA” DE LA LIBERACIÓN)

Tema, relato bíblico. El Diablo lleva a Jesús a una montaña altísima y le dice “todo esto te lo daré, si es que me adoras…”. El evangelio supone así que para alcanzar cierto poder hay que someterse al Diablo.

El evangelio está hablando de la “tentación mesiánica”, es decir, de Jesús y de su Iglesia. Sus problemas no son según eso los “políticos externos” (romanos antiguos, con rusos, americanos o chinos modernos).

Según Benedicto XV el tema está centrado en la figura de Barrabás, a quien toma como dirigente de un grupo de revolucionarios  que planean la toma del poder social y militar (o tiempos de Roma o en la actualidad, a principio del siglo XXI). Ell Papa no cita directamente a la “teología de la liberación”, pero todo nos lleva a suponer que está pensando en ella. Éste es su tema clave”: 

“La fusión entre fe y poder político siempre tiene un precio: La fe se pone al servicio del poder y debe doblegarse a sus criterios.La alternativa que aquí se plantea adquiere una forma provocadora en el relato de la pasión del Señor. En el punto culminante del proceso, Pilato plantea la elección entre Jesús y Barrabás. Uno de los dos será liberado. Pero, ¿quién era Barrabás? Normalmente pensamos sólo en las palabras del Evangelio de Juan: «Barrabás era un bandido» (18, 40). Pero la palabra griega que corresponde a «bandido» podía tener un significado específico en la situación política de entonces en Palestina. Quería decir algo así como «combatiente de la resistencia».

Barrabás había participado en un levantamiento (cf. Mt 15, 7) y —en ese contexto— había sido acusado además de asesinato (cf. Lc 23, 19.25). Cuando Mateo dice que Barrabás era un «preso famoso», demuestra que fue uno de los más destacados combatientes de la resistencia, probablemente el verdadero líder de ese levantamiento (cf. 27, 16). En otras palabras, Barrabás era una figura mesiánica.

La elección entre Jesús y Barrabás no es casual: dos figuras mesiánicas, dos formas de mesianismo frente a frente. Ello resulta más evidente si consideramos que «Bar-Abbas» significa «hijo del padre»: una denominación típicamente mesiánica, el nombre religioso de un destacado líder del movimiento mesiánico. La última gran guerra mesiánica de los judíos en el año 132 fue acaudillada por Bar-Kokebá,  «hijo de la estrella». Es la misma composición nominal; representa la misma intención (Ibid 65‒66).

Benedicto XVI se opone según eso a un tipo de guerrilla social y/o religiosa, rechazando así a un tipo de “cristianos de la liberación”, que estarían dispuestos a tomar el poder con violencia y a ejercerla después (a su juicio) de un modo violento.

Benedicto XVI identifica a un tipo de teología de la liberación con Barrabás (quien a su juicio tendría que haber sido ejecutado por los romanos, no Jesús)… Dando un paso en esa línea, Benedicto XVI identifica al nuevo Barrabás con el Imperio de la Ilustración sin Dios, con un mundo donde el hombre es ya todo, todo en sí mismo, sin necesidad de Dios.

Frente a ese Barrabás (que sería la religión convertida en Imperio universal), Benedicto XVI sitúa a Jesús, que es el testigo del amor y de la gratuidad, aquel que es capaz de morir por los demás. En esa línea termina su interpretación de las tentaciones de Jesús en la actualidad:

“El tentador no es tan burdo como para proponernos directamente adorar al diablo. Sólo nos propone decidirnos por lo racional, preferir un mundo planificado y organizado, en el que Dios puede ocupar un lugar, pero como asunto privado, sin interferir en nuestros propósitos esenciales” (Ibid 66‒67). 

    Quien está al tanto de mi blog y de mi teología sabe que mi propuesta cristiana ha sido y sigue siendo siempre  respetuosa respecto de la de Benedicto XVI. Acepto algunas de sus propuestas. Incluso  he traducido algunas de sus obras en la edición oficial de Obras completas II (BAC, Madrid 2011, págs, 489-604). Pero pienso que su interpretación de las tentaciones de Jesús puede ser todavía matizada y repensada. Así lo he hecho alguna vez en este mismo blog. Así lo seguiré haciendo, Dios mediante, en las dos próximas postales, a la luz del Papa Francisco y de la nueva llamada a la misión cristianas, sin perder de vista las orientaciones de Benedicto XI, pero sin quedarnos sin más en ellas.  Buen domingo a todos. 

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