Del blog de Tomás Muro La verdad es Libre:
El texto evangélico de hoy es un pequeño entramado de sentencias y consejos de Jesús para la vida, consejos casi de sentido común.
01.- Un ciego no puede guiar a otro ciego
Es evidente que un ciego no puede guiar a otro ciego, ni es normal que lo intente.
Jesús se refiere y se dirige a los guías ciegos del pueblo (a los fariseos de su tiempo): a aquellos que no ven y pretenden hablar y enseñar como si fuesen “portavoces” de Dios.
- En la vida, en la sociedad hay muchos “guías” –ciegos o no- que rigen los caminos y la orientación de las personas.
- Los padres son guías de sus hijos.
- Los maestros orientan a sus alumnos.
- Los políticos trazan los caminos y rutas del pueblo.
- Los médicos sanan y educan a sus pacientes.
- Los obispos, los sacerdotes, catequistas pretenden guiar al pueblo.
- Los medios de comunicación, los periodistas iluminan o ciegan al pueblo.
Gracias a Dios hay muchos hombres y mujeres de buena voluntad que tratan de iluminar el camino de la vida.
Pero: Cuánto ciego en nuestro mundo pretende conducir a la humanidad, ofuscados por el propio egoísmo e interés del partido / ideología política, personal o nacional; cegados por la técnica, por la ciencia mal interpretada o por la propia valía; cegados por el dios construido a la medida de su mediocridad…
Un ciego no puede guiar a otro ciego
02.- La “mota” y la “viga”:
Fácil y frecuentemente nos permitimos criticar el defecto ajeno y no somos capaces de ver nuestras grandes limitaciones.
Muchas veces nos creemos en posesión de la verdad (cuando no del poder) y pretendemos imponer nuestro criterio a los demás, como si nosotros tuviésemos la totalidad de la verdad y de la razón.
Por otra parte, usamos dos medidas al interpretar las propias acciones y las del prójimo: una es la medida que usamos para nosotros mismos y otra muy distinta es la vara de medir a los demás.
Estamos siempre dispuestos a ver los fallos de los demás y a no ver los nuestros y somos violentos y frívolos al juzgar a los demás, especialmente en el orden moral.
Por otra parte ¿Quiénes somos nosotros para juzgar a nadie? ¿Qué sabemos nosotros de las personas, de sus recorridos, de su historia, de sus dificultades, de sus fracasos, de sus sufrimientos? Solamente Dios es juez y sabemos desde Jesucristo, que es un Dios siempre dispuesto al perdón y a acogernos. Mejor haríamos, viene a decir, el Señor en mirar nuestras propias debilidades, pecado y miseria, que seguramente tendremos bastante tarea con ello. Seamos conscientes y humildes en nuestro propio pecado, en nuestros defectos y limitaciones.
03.- Amar la verdad es salir todos los a buscarla.
Vivir en la luz, vivir en verdad es vivir caminando hacia ella, hacia Dios…
En medio de tanta ceguera cultural, política y eclesiástica; y en medio de tanto fanatismo también cultural, político y eclesiástico, seamos humildes reflejos de luz: comuniquemos algo de luz, de la luz del Señor.
Amemos la luz de la Verdad, aprendamos a vivir en referencia, en Éxodo, en camino hacia la verdad. Seamos reflejo de la verdad: llevemos a nuestros hermanos hacia la luz.
Escribía Antonio Machado:
¿Tú verdad? no, la verdad;
y ven conmigo a buscarla.
La tuya guárdatela.
Hoy en día los eclesiásticos barajan enseguida el concepto de relativismo: la sociedad, la cultura actual relativista.
La verdad no es un fósil que se escribió hace 50, 500 años o los que fueren. Las posturas intransigentes y ultraconservadoras creen que la verdad se conserva en formol. Pero la verdad es algo vivo, que ha de llegar a las personas de cada hoy de la historia. La verdad está dicha en palabras, en lenguajes humanos limitados.
Todo lo que nosotros digamos es finito, pero no falso. Para quien ama la verdad un sencillo apunte, un fragmento de luz y de verdad es enormemente valioso: sabiendo que no es absoluto, ni definitivo, pero podemos reflejar un poco la verdad de Dios, la luz del Señor.
A veces para permanecer en la verdad, hay que cambiar su formulación.
Algo de esto es lo que hizo el concilio Vaticano II: cambió, vertió a moldes nuevos el cristianismo, la liturgia, la comprensión de la Biblia, el cómo entender y vivir la Iglesia, la moral, etc.
Por otra parte, tampoco caigamos en el escepticismo de quien ya no busca ni ama la verdad, porque le parece que es imposible lograrla; ni caigamos tampoco en el fanatismo violento que se ama únicamente a sí mismo, pero no la verdad ni a los demás. Para el fanatismo quien no piensa como ellos lo único que merece la excomunión.
04.- La luz es la bondad de Dios.
El cristiano sabe que su vida está iluminada por la bondad y el eterno perdón de Dios.
Que de nuestro corazón salgo la luz de la bondad que ilumine la ceguera que causa el odio.
Salgamos todos los días a la plaza pública de la vida tratar de buscar un fragmentos de verdad.
Biblia, Espiritualidad
8º Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo C, Ciegos, Evangelio, Jesús, Tiempo Ordinario
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