Tercer domingo después de Epifanía, por el pastor Rubén Bernal Pavón
El programa liberador de Jesús
Comentario del San Lucas 4:14-21
Comenzamos el pasaje del discurso programático (o el manifiesto) de Jesús en la sinagoga de Nazaret. La porción emplea el método derásico (derash) como modalidad exegética y pedagógica para presentar a Jesús como quien cumple las expectativas anunciadas del Antiguo Testamento.1
Los versículos que veremos aquí corresponden a la primera parte, mientras que el pasaje completo termina en el v. 30. Hay varios aspectos homiléticos muy interesantes en esta primera sección (vv. 14-21).
En el texto lucano, el Espíritu es el motor que mueve las acciones de Jesús. Le vemos en su concepción (1:35), en la bendición de Simeón cuando es presentado en el Templo (2:25-35), descendiendo sobre él en el bautismo (3:22), impulsándole a ir al desierto donde luego es tentado (4:1), y ahora, llenándole de poder, le trae a Galilea (4:14), donde Jesús leerá que este mismo Espíritu “está” sobre él (v. 18).
Por tanto, siguiendo el modelo de Jesús, que es el modelo de la iglesia (que como cuerpo de Cristo actúa en su nombre), hemos de invitar en nuestro sermón a vivir también en el Espíritu, a vivir bajo su sensibilidad y discernimiento. Ese Espíritu acampa ahora en nosotros (1 Co 3:16; 1Co 6:19), y ha de impulsarnos a vivir el mismo proyecto vital de Jesús.
Como veremos en el texto, el programa de Jesús, tomado de Is 61:1-2 (cf. Is 35:5-6) y de Is 58:6 (para la última frase), contrasta vigorosamente con la narración anterior de las tentaciones, donde el diablo le presenta un seductor y triunfalista programa mesiánico que Jesús rechaza. Por tanto, en el discurso sinagogal tenemos el modelo mesiánico que Jesús va a tomar para sí. Este no va a ser un modelo triunfalista, al contrario, veremos que su propuesta, vivida hasta las últimas consecuencias, obtendrá mucho rechazo como comprobamos de inmediato en Lc 4:29. Es decir, una vez sufridas las tentaciones triunfalistas de poder, riqueza y milagrería, el proyecto de Jesús es perfilado con claridad: toca transitar un camino peligroso donde tendrá que ir a la contra del poder religioso, político, militar y económico.2
Según la narración, Jesús toma en la sinagoga el libro de Isaías y realiza una lectura profética denominada haftará. Desde ella anuncia el cumplimiento del tiempo escatológico definitivo: el año de la liberación (el jubileo cf. Lv 25:8-22), lo que implicaba el perdón colectivo3 y la restauración de la situación originaria de justicia y equidad deseada por Dios. Por tanto, según el pasaje, Jesús se presenta como mesías, pero también como el profeta escatológico que inaugura el nuevo tiempo de la gracia divina.4
El programa liberador se irá reflejando tanto en su ministerio como en sus signos (cf. Hch 10:38), tomando postura contra la pobreza, contra el miedo, la opresión y las situaciones de vulnerabilidad. Todo ello, a su vez, conforma junto con el anuncio evangélico, el programa de la iglesia en el mundo5 y debe verse reflejado en nuestra predicación.
Es importante tener en cuenta que Jesús, en este programa liberador, apunta hacia realidades materiales y miserias muy concretas. Por lo tanto, no deberíamos espiritualizar de manera abstracta estas palabras.6 Desde el Espíritu, estamos llamados a actuar en las necesidades de los pobres con toda la dimensión integral del evangelio, a sanar (tanto a nivel interior como físico) dentro de nuestras posibilidades, a liberar cautivos y oprimidos, y a dar vista a quienes no ven. Los resultados positivos de nuestra misión serán solo mérito del Espíritu Santo que nos capacita y actúa en nosotros/as.
Ahora bien, queda un aspecto importante. En su lectura, Jesús no lee las últimas frases del texto de Isaías. Estas frases hacen referencia al castigo de Dios, pero Jesús los omite. Un ejemplo similar tenemos en Mt 11:5 (par. Lc 7:22) donde Jesús pasa por alto la venganza y reconoce (Mt 11:6 y par. Lc 7:23) que esto puede ser un escándalo y un tropiezo a quienes le oyen.7 Quizá, a los oyentes de la sinagoga, esta omisión pudo parecerles una novedad sacrílega.8
En cuanto a la iglesia de hoy, proclamadora del reino de Dios, de su justicia y su paz, nos sigue correspondiendo trasmitir esperanza, anunciar buenas noticias, ejercer la liberación y sanar heridas, aunque siempre tendremos que sufrir la dura oposición de quienes quieren que proclamemos ira y venganza en nombre de Dios, e incluso que la implantemos por derecho, cosa que no nos corresponde (cf. Ro 12:19). El púlpito es para anunciar, sobre la realidad de una existencia alienada en la que nos encontramos, la buena noticia de la gracia de Dios, y no es un espacio para pregonar condenación (a excepción de las correspondientes denuncias proféticas contra las mismas realidades alienantes).
Exhortemos a desarrollar nuestra sensibilidad pastoral, incluyendo la restauración e inclusión de las personas dentro de una eclesiología justa en defensa de los excluidos y necesitados. Caminemos diariamente en el Espíritu llevando la buena noticia, siguiendo el ejemplo de Jesús quien se dio enteramente hasta las últimas consecuencias por una humanidad sufriente a la que ama.
Notas:
- A. DEL AGUA, “El cumplimiento del Reino de Dios en la misión de Jesús: programa del evangelio de Lucas (Lc 4,14-44)”, Estudios Bíblicos 38 (1979-1980), 269-293. A. PIÑERO – J. PELÁEZ, El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos (Córdoba: El Almendro, 1995), 283. A. RODRIGUEZ CARMONA, “La obra de Lucas (Lc-Hch),” en: R. AGUIRRE y A. RODRIGUEZ, Evangelios sinópticos y Hechos de los Apóstoles. Nueva edición actualizada y ampliada (Estella: Verbo Divino, 2012), 397.
- B. PÉREZ ANDREO, La revolución de Jesús. El proyecto del Reino de Dios (Madrid: PPC, 2018) 56. Cf. 71ss.
- N. LOHFINK, “Reino de Dios y economía en la Biblia,” en: Communio (1986), 118. N. T. WRIGHT, Sencillamente Jesús. Una nueva visión de quién era, qué hizo y por qué es importante. 2ª ed. (Madrid: PPC, 2018). 98.
- E. SCHILLEBEECKX, Jesús. La historia de un viviente (Madrid: Trotta, 2002). 443 I. H. MARSHALL, Luke: Historian and theologian (Exeter: Paternoster, 1970), 125-128.
- L. W. HURTADO, Señor Jesucristo. La devoción a Jesús en el cristianismo primitivo (Salamanca: Sígueme, 2008), 395.
- J. SOBRINO, Jesucristo liberador. Lectura histórico-teológica de Jesús de Nazaret, 2ª ed. (Madrid: Trotta, 1993), 120.
- J. JEREMIAS, Teología del Nuevo Testamento I, 7ª ed. (Salamanca: Sígueme, 2001), 242.
- J. L. RUÍZ DE LA PEÑA, La Pascua de la Creación. Escatología (Madrid: BAC, 1996), 227.
Muchas gracias, Ruben, por tu comentario bíblico y reflexión espiritual. ¡¡¡Un abrazo y feliz domingo!!!