Así comienza el evangelio. Después de haber presentado (Jn 1) el origen “divino/humano” de Jesús y su relación con Juan Bautista y con unos cuantos amigos y los que les invitó a que le siguieran, Jesús viene a Cana para ofrecer vino de reino en unas bodas y sube después a Jerusalén, para echar del templo a unos sacerdotes que habían abandonado la fiesta de Dios y se dedicaban a su “dinero religioso”.
Como dije ayer, el lema y proyecto de Jesús era “convertir el agua en vino”, inaugurando así laverdadera “fiesta de la vida”. Y para ello no tuvo más remedio que subir al templo de Jerusalén con el látigo. Éste es un tema sobre el que vengo pensando desde que, en el 2003, tuve que dejar la enseñanza oficial de teología en una Universidad de la Iglesia. Si Dios me da salud,la Covid 19 lo impide y Mabel sigue acompañando, un comentario al evangelio de Juan. Tengo para ello bastantes materiales, tanto en un libro titulado Fiesta del Pan, fiesta del vino, como en el Diccionario de la Biblia.
Comprenderá el lector amigo que no es momento ni lugar para presentar aquí esos materiales. Me limitaré a evocar algunos de sus elementos centrales. No hará falta decir que el vino no sólo es un simple licor producido a partir de la uva, sino un signo de la fiesta de la vida, de la vida de la Iglesia.
El pan es necesario para vivir (se puede vivir a pan y agua, sin fiesta). El vino, en cambio es la fiesta. A no ser que seamos capaces de crear una fiesta mejor de vino y esperanza, de gozo y gratuidad, de enamoramiento y bodas (si nos quedamos en los novios tristes de Jn 2, 1-12, a puro pan y agua, y en los sacerdotes y políticos avaros de Jn 2, 14-17), de puro negocio económico y opresores) la vida humana se seca y muere en unas pocas generaciones. Esto se nos va. Se nos va la religión, al estilo antiguo, pocos años le queda. Se nos va le economía y la política, sólo le quedan algunos decenios…
Esto de animar la “fiesta de la vida”, en gozo y esperanza, en gratuidad y enamoramiento… esto que llamo “vino” es la verdad y futuro de la vida humana. En esa línea he querido resumir aquí algunas reflexiones (recogiendo algunos apuntes) que he venido publicando en los dos libros arriba indicados y en algunos otros. Buen día de vino para todos.
1.APUNTES SOBRE EL ANTIGUO TESTAMENTO
Con el pan y (y el aceite) el signo básico de la sacralidad y abundancia de la tierra es el vino. Tiene un carácter ambiguo: está vinculado al riesgo de embriaguez, pero se utiliza, de un modo especial, en las fiestas y ofrendas del templo. El vino se menciona frecuentemente en las listas de ofrendas que se presentaban a las divinidades en los sepulcros o en los templos del oriente y aparece en los cultos de los dioses del entorno, de Attis o Mitra , lo mismo que de Dionisio. La famosa «confesión de fe» de Sal 16, 3-4 está vinculada al rechazo de las libaciones paganas: «No ofreceré sus libaciones con mis manos, ni mis labios pronunciarán sus nombres» (el nombre de los dioses a quienes se consagra el vino).
Fiesta del vino. El libro de los Jubileos.
Los israelitas celebraban una fiesta del vino, vinculada a los → Tabernáculos; pero los textos actuales de la Biblia parecen haberla silenciado, quizá para evitar malos entendidos dionisíacos (de embriaguez). Por eso, los grandes catálogos legales (Ex 23, 14-19; 34, 18-23; Dt 16, 1-16; Lev 23) no han transmitido o legislado nada sobre ella. Por otra parte, el relato donde podía haberse trasmitido el origen de la fiesta del vino (Gen 9, 20-27) está dedicado en la Biblia actual a la embriaguez de Noé y al comportamiento de sus hijos. Pero lo que no ha conservado la Biblia oficial o canónica, lo han conservado algunos apócrifos, como el libro de los Jubileos, que tenía un gran influjo en tiempos de Jesús y que cuenta la instauración de la fiesta del vino:
«En el séptimo septenario de este jubileo, en su primer año, plantó Noé una viña en el monte donde se había posado el arca… Dio fruto al cuarto año, la vendimió ese año, en el mes séptimo guardó su fruto. Hizo así mosto, lo puso en una vasija y lo conservó hasta el quinto año, hasta el primer día del primer mes. Celebró ese día la Fiesta con regocijo e hizo un holocausto al Señor… Colocó toda la grasa en el altar en el que ofrecía el holocausto al Señor y añadió la carne de la ternera, el carnero y las ovejas. Puso encima masa (de harina) con aceite, luego derramó vino en el fuego que había encendido sobre el altar y echó incienso encima, levantando un buen aroma agradable al Señor, su Dios. Se regocijó y bebió de este vino él y sus hijos con gozo» (Jub 7, 1-6).
Este pasaje del libro de los Jubileos, que los judíos del tiempo de Jesús conocían de memoria, recoge el nacimiento de la cultura humana tras el diluvio. Este pasaje conserva la tradición más antigua de Israel en la que Noe aparece como figura paradigmática: patriarca de nueva humanidad, iniciador de las fiestas de Israel, una de las cuales estaba dedicada a la elaboración y bebida del vino nuevo. Aquí se dice que Noé ha elaborado el vino para Dios y así lo derrama cuidadosamente sobre el altar donde, con la grasa de los animales sacrificados y la masa de harina amasada en aceite, se iba consumiendo la carne de los sacrificios.
La libación de vino va unida al incienso aromático y el humo de la combustión se eleva hacia la altura, siendo recibido por Dios. Sólo después de haber sacralizado las primicias del vino, Noé y sus hijos consumen regocijados el resto, en fiesta de gozo. Por eso, toman ritualmente la bebida que el mismo Dios ha recibido y sacralizado, inaugurando el tiempo del vino, que se repite y actualiza cada año, el primer día del mes primero.
La cultura antigua ha nacido y se ha desarrollado a partir de la fiesta y gozo del vino, con los grandes valores (y los grandes riesgos) que ello ha supuesto. Podemos dejar aquí a un lado otros elementos de la fiesta del vino en al AT y en el judaísmo, tato en los grupos un poco “heterodoxos” (los de Qumrán) como en los más ortodoxos que desembocan en la Misná, con el judaísmo rabínico. De todos ellos he tratado con cierta detención en mi libro Fiesta del pan, fiesta del vino. No es momento de repetir lo allí dicho.
2.ANOTACIONS SOBRE JESUS
A Jesús le han acusado de comilón y borracho, amigo de publicanos y pecadores(Mt 11, 19; Lc 7, 34). Evidentemente, ha sabido disfrutar del vino y lo ha bebido, en solidaridad con los marginados de su pueblo, ofreciéndoles la promesa y garantía del reino de que podrán terminar celebrando la fiesta del vino en el Reino de Dios. Así lo ha recogido, con toda precisión uno de los más significativos (¡y más históricos) de los evangelios, donde Jesús (tras subir a Jerusalén para su obra final) jura y promete a sus amigos diciendo:
- «En verdad os digo,
- ya no volveré a beber del fruto de la vid hasta el día aquel en que lo beba nuevo
- en el reino de Dios» (Mc 14, 25 par).
Éste ha sido el último brindis de Jesús, el brindis de la última cena, el compromiso final de su vida. Ha prometido un “reino de vino” para todos, no un reino de ayuno y penitencia, no un reino de ley, con muchos mandamientos…. Les ha prometido una fiesta de bodas. Les ha dicho “no ayunéis”. Les ha dicho: Vestid vuestras mejores vestiduras, vivid de bodas, pues la vida de los creyentes es una boda de amor… No ayunéis, amaos y compartir la vida en amor unos con otros (Mc 2, 18-22).
Éste es uno de los pasajes más enigmáticos y fuerte de Jesús, el más arriesgado de todos. Ha echado del templo a los compradores y vendedores, se ha liberado de todos los “legalistas religiosos” que han convertido la vida en ayuno de ley (al servicio del poder de algunos), y les ha dicho a todos que aprendan a gozar, viviendo de bodas compartidas, abiertas a todos los hombres y mujeres del mundo.
En esa línea se mantienen y culminan las palabras de la última cena. En un sentido “Jesús ha fracasado”; los “grandes” de su tiempo, centuriones de legión y sacerdotes de templo no han creído en su mensaje, no han aceptado su camino de fiesta universal, y han decidido meterle, porque la vida de los hombres y mujeres no es fiesta de amor abierto a todos, sino ley de sometimiento religioso, político y económico. Y por eso han decidido matarle.
Pero él, sabiendo que iban a matarle, dejó en herencia, dejó como testamento la fiesta del Pan y del Vino. La fiesta del pan: (A) Creer en él, en el Dios de su reino, es compartir entre todos el pan, el pan de cada día (Padrenuestro), con el perdón de las deudas…Comer juntos, compartir el pan, esa es la fe del Dios de Jesús, ese es el comienzo de la fiesta de la vida de Jesús.
Pero él no ha querido que sus amigos se limiten a comer… Ha querido que beban juntos, que compartan la fiesta del vino, del gozo y la belleza de la vida. Desde aquí se entiende su “testamento” de vino:
(a) Tomó una copa (potêrion)…La copa de vino compartido es la señal más honda de amistad, de compromiso de fiesta y comunión de vida, como decía el Sal 116, 5: «Dios es mi Copa de vino”, Dios es nuestra fiesta. Así bebe Jesús la última copa, con sus amigos. No les dejav abandonados, perdidos, sobre un mundo adverso. El mismo vino que bebe con ellos, fruto de la tierra y del trabajo humano, producto de fermentación de la uva, es signo del cuidado de Dios, expresión del valor de la vida, camino de esperanza de amor, de futuro.
(b) Jesús no les ofrece una sesión de ayuno, hierbas amargas, en plano de sudores, sino el más gozoso y bello producto de la tierra mediterránea: el vino. El vino no es bebida diaria de los pobres, sino que implica riqueza y alegría. En ese sentido, Jesús quiere que sus discípulos puedan vivir en alegría y riqueza, bebiendo ya en este mundo el vino prometido para el Reino (cf. Mc 14, 25).
(c)Y bebieron todos de ella, de la copa, en gesto muy preciso de participación. Por un lado se dice que bebieron todos, por otro que bebieron de la misma copa, compartiendo de esa forma el mismo vino En esta fiesta emerge la más honda exigencia de solidaridad y justicia humana. En sentido estricto, las palabras interpretativas: «esta es la Sangre de mi alianza» (Marcos y Mateo), «es la nueva Alianza en mi Sangre» (Pablo y Lucas), no eran necesarias, pues el gesto en sí resulta elocuente: Jesús, un perseguido, mensajero del reino, amenazado de muerte, ofrece a sus amigos una copa de vino, en signo de solidaridad y esperanza escatológica (como ha destacado Mc 14, 25). Pero ayudan a entender el gesto. Para los israelitas, la sangre es el mayor de todos los tesoros, la sangre es la vida (como dice el libro del Levítico). Jesús les da su propia “invitándoles a vivir” por él y como él, superando así los pecados y egoísmos del mundo.
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