“¿Tiene solución el desinterés por la Iglesia? Sólo en la medida en que se ponga al día”, por José María Castillo
De su blog Teología sin censura:
“Lo que se nos dice en el Evangelio es que Jesús dedicó su vida y su predicación a resolver los problemas y las carencias más apremiantes que tenía la gente de la sociedad en que vivió el mismo Jesús”
“Lo que hizo Jesús fue centrar su vida y su actividad, no en mantener la Religión, sino en resolver los problemas de la gente: el sufrimiento de los enfermos y el hambre de los pobres”
“Si el Evangelio no es determinante en nuestra vida, comprenderemos perfectamente por qué hay tanta gente a la que la interesa menos cada día lo que ven en la Religión”
“El papa Francisco representa una esperanza. Por su alejamiento de la Religión tradicional. Y por su creciente acercamiento a la humanidad y la bondad que distinguió a Jesús el Señor”
| José María Castillo teólogo
Es un hecho que la Religión y la Iglesia interesan cada día menos a gran parte de la sociedad, sobre todo a las generaciones jóvenes. Si este desinterés sigue al ritmo que va, se puede pensar que, dentro de treinta o cuarenta años, de la Religión y de la Iglesia van a quedar algunos festejos y poco más. ¿Tiene esto solución?
La tendrá, sin duda alguna. Pero la tendrá en la medida en que la Iglesia se ponga al día. Es decir, en la medida en que tengamos una Iglesia que sea fiel, no sólo a las tradiciones del pasado, sino sobre todo a las necesidades del presente.
Me explico. El concilio Vaticano II dijo que la Iglesia tiene su fundamento en el Señor Jesús cuando anunció el Reino de Dios (Lumen Gentium, nº 5). Es decir, la Iglesia nació del Evangelio. Pero, como bien sabemos, el Evangelio no se limitó a renovar la Religión de Israel. Lo que se nos dice en el Evangelio es que Jesús dedicó su vida y su predicación a resolver los problemas y las carencias más apremiantes que tenía la gente de la sociedad en que vivió el mismo Jesús.
Ahora bien, está sobradamente demostrado que los dos problemas más apremiantes, que tenían los habitantes de Judea, Samaria y Galilea, en tiempo de Jesús, eran el problema de la salud y el problema de la economía. Había cantidad de enfermos, que no encontraban solución a sus males. Y había también un desequilibrio económico atroz y escandaloso (cf. J. Jeremías, Jerusalén en tiempos de Jesús). Dos problemas que la Religión (con sus sacerdotes, doctores de la Ley y sus fieles fariseos) no resolvían, sino que más bien lo que hacía aquel tinglado religioso era agravar la situación.
Así las cosas, lo que hizo Jesús fue centrar su vida y su actividad, no en mantener la Religión, sino en resolver los problemas de la gente: el sufrimiento de los enfermos y el hambre de los pobres. Además, hizo esto presentando a Dios como un Padre que acoge a todos los que sufren, ya fuera por sus enfermedades o por su pobreza.
¿Se preocupó Jesús por mantener y mejorar las ceremonias del Templo, el dinero que ganaban los sacerdotes, la exactitud de las enseñanzas de los doctores de la Ley, exigirle a la gente la exacta observancia de los ritos religiosos o la solemnidad de los ceremoniales del Templo?
Ante esta pregunta y la única respuesta, que se le puede dar, lo que me viene a la cabeza es que nuestra Iglesia, en no pocas cosas que vemos en ella, se parece más a lo que cumplían y celebraban los sacerdotes del Templo, que a lo que se entregó Jesús entre las pobres gentes de Galilea, sus enfermos y mendigos.
Por supuesto, es correcto preocuparse por la rectitud en la teología y la debida corrección en la liturgia. Pero, si el Evangelio no es determinante en nuestra vida, comprenderemos perfectamente por qué hay tanta gente a la que la interesa menos cada día lo que ven en la Religión.
Termino diciendo que, tal como están las cosas, el papa Francisco representa una esperanza. Por su alejamiento de la Religión tradicional. Y por su creciente acercamiento a la humanidad y la bondad que distinguió a Jesús el Señor.
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