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Archivo para Jueves, 6 de enero de 2022

Abierto al mundo

Jueves, 6 de enero de 2022
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En el día de la Epifanía Dios se muestra al Mundo, a todas las personas, a todos los hombres y mujeres sin distinción de lugares, etnias, condiciones, religiones, ideologías, orientación sexual, invitándonos, como dice Francisco  a reconocer que “La humildad de Dios se esconde en el hermano y la hermana que sufren, en el pesebre, en la cruz“… Estemos atentos.

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“Estar abierto al mundo

es una peligrosa forma de vivir,

porque nos amenaza con la posibilidad

de aprender cosas

que siempre nos han enseñado a rechazar.”

*

Joan Chittister

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***

Habiendo nacido Jesús en Belén de Judea en tiempos del rey Herodes, unos magos de Oriente se presentaron en Jerusalén preguntando:

¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Porque hemos visto salir su estrella y venimos a adorarlo».

Al enterarse el rey Herodes, se sobresaltó, y todo Jerusalén con él; convocó a los sumos sacerdotes y a los escribas del país, y les preguntó dónde tenía que nacer el Mesías. Ellos le contestaron:

En Belén de Judea, porque así lo ha escrito el profeta: “Y tú, Belén, tierra de Judá, no eres ni mucho menos la última de las poblaciones de Judá, pues de ti saldrá un jefe que pastoreará a mi pueblo Israel”».

Entonces Herodes llamó en secreto a los magos para que le precisaran el tiempo en que había aparecido la estrella, y los mandó a Belén, diciéndoles:

«ld y averiguad cuidadosamente qué hay del niño y, cuando lo encontréis, avisadme, para ir yo también a adorarlo.»

Ellos, después de oír al rey, se pusieron en camino, y de pronto, la estrella que habían visto salir  comenzó a guiarlos hasta que vino a pararse encima de donde estaba el niño.

Al ver la estrella, se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa, vieron al niño con María, su madre, y cayendo de rodillas lo adoraron; después, abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra.

Y habiendo recibido en sueños un oráculo, para que no volvieran a Herodes, se marcharon a su tierra por otro camino.

*

Mateo 2, 1-12

***

*

Tú que estás por encima de nosotros,

Tú que eres uno de nosotros,

Tú que estás también en nosotros,

puedan todos verte también en mí,

pueda yo prepararte el camino,

pueda yo darte gracias por cuanto me sucede.

Pueda yo no olvidar en ello las necesidades de los otros.

Mantenme en tu amor

como quieres que todos vivan en el mío.

Que todo en mi ser se encamine a tu gloria

y que yo no desespere jamás.

Porque estoy en tus manos,

y en ti todo es fuerza y bondad.

Dame sentidos puros, para verte…

Dame sentidos humildes, para oírte…

Dame sentidos de amor, para servirte…

Dame sentidos de fe, para morar en ti…

*

Dag Hammarskjóld.

***

***

Bendición para el día de la Epifanía.

 Que vuestros anhelos y proyectos
tomen forma y se hagan realidad
en todos los caminos y puntos de encuentro
que recorráis siguiendo su estrella.

Que las palabras de todos los seres vivos
reposen serenamente, como rocío mañanero,
en vuestras cálidas y acogedoras entrañas,
y germinen, florezcan y den un fruto verdadero.

Que el diálogo sea herramienta de fraternidad
que os clarifique, serene y traiga la sabiduría;
que sepáis escuchar a sabios e ignorantes,
para no caer en las redes de los nuevos Herodes.

Que disfrutéis de la sinfonía de la creación entera,
de la música de las plantas y de toda la naturaleza,
del canto de las aves, insectos y demás animales,
y de la furia y el murmullo del mar y del viento.

Que gustéis el clamor de los que no tienen voz,
el silencio de quienes aprenden a no hablar,
la paz de quienes luchan por la justicia y hermandad
y la grandeza de las cosas gratuitas y pequeñas.

Que la palabra de Dios irrumpa en vuestra vida
como buena noticia, alegre y gratuita,
para que podáis escuchar, ver, percibir,
oler y gustar todo lo bueno que os rodea.

Y que el Dios que se ha manifestado
como Palabra, Voz, Silencio y Mensaje,
Prosa y Poesía, Canto, Música y Entrega,
os proteja y cuide hoy, y cada día.

*

Florentino Ulibarri

***

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“Seguir la estrella”. Epifanía del Señor – C (Mateo 2,1-12) 06 de enero 2021

Jueves, 6 de enero de 2022
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09_EPIFANIA-C_1487581Estamos demasiado acostumbrados al relato de los magos. Por otra parte, hoy apenas tenemos tiempo para detenernos a contemplar despacio las estrellas. Probablemente no es solo un asunto de tiempo. Pertenecemos a una época en la que es más fácil ver la oscuridad de la noche que los puntos luminosos que brillan en medio de cualquier tiniebla.

Sin embargo, no deja de ser conmovedor pensar en aquel escritor cristiano que, al elaborar el relato de los magos, los imaginó en medio de la noche, siguiendo la pequeña luz de una estrella. La narración respira la convicción profunda de los primeros creyentes después de la resurrección. En Jesús se han cumplido las palabras del profeta Isaías: «El pueblo que caminaba en tinieblas ha visto una luz grande. Habitaban en una tierra de sombras, y una luz ha brillado ante sus ojos» (Isaías 9,1).

Sería una ingenuidad pensar que nosotros estamos viviendo una hora especialmente oscura, trágica y angustiosa. ¿No es precisamente esta oscuridad, frustración e impotencia que captamos en estos momentos uno de los rasgos que acompañan casi siempre el caminar del ser humano a lo largo de los siglos?

Basta abrir las páginas de la historia. Sin duda encontramos momentos de luz en que se anuncian grandes liberaciones, se entrevén mundos nuevos, se abren horizontes más humanos. Y luego, ¿qué viene? Revoluciones que crean nuevas esclavitudes, logros que provocan nuevos problemas, ideales que terminan en «soluciones a medias», nobles luchas que acaban en «pactos mediocres». De nuevo las tinieblas.

No es extraño que se nos diga que «ser hombre es muchas veces una experiencia de frustración». Pero no es esa toda la verdad. A pesar de todos los fracasos y frustraciones, el hombre vuelve a recomponerse, vuelve a esperar, vuelve a ponerse en marcha en dirección a algo. Hay en el ser humano algo que lo llama una y otra vez a la vida y a la esperanza. Hay siempre una estrella que vuelve a encenderse.

Para los creyentes, esa estrella conduce siempre a Jesús. El cristiano no cree en cualquier mesianismo. Y por eso no cae tampoco en cualquier desencanto. El mundo no es «un caso desesperado». No está en completa tiniebla. El mundo está orientado hacia su salvación. Dios será un día el fin del exilio y las tinieblas. Luz total. Hoy solo lo vemos en una humilde estrella que nos guía hacia Belén.

José Antonio Pagola

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Fiesta de la Epifanía del Señor. 6 de enero de 2022

Jueves, 6 de enero de 2022
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epifania6-1024x785Leído en Koinonia:

Isaías 60, 1-6: La gloria del Señor amanece sobre ti. 
Salmo responsorial: 71: Se postrarán ante ti, Señor, todos los reyes de la tierra. 
Efesios 3, 2-6: Ahora ha sido revelado que también los gentiles son coherederos. 
Mateo 2, 1-12: Venimos de Oriente para dorar al Rey.

 La época en que se escribe esta parte del libro del profeta Isaías (Tercer Isaías) corresponde a la restauración, es decir, al regreso a Jerusalén de los exiliados en Babilonia, regreso a la gran ciudad de Dios. Cuando este grupo de exiliados llegó a Israel encontró sus ciudades destruidas, sus campos abandonados o apropiados por otras familias, las murallas derruidas y el templo, el lugar donde Yahvé habitaba, incendiado. Esta dramática realidad los desanimó completamente, centrando sus esperanzas y sus motivaciones únicamente en la reconstrucción de sus viviendas y sus campos, dejando de lado la restauración del templo y, con ello, la confianza en la venida gloriosa de Yahvé, quien traería para Israel la salvación plena en la misma historia. Isaías anima la fe de su pueblo, los invita a poner nuevamente su fe y su corazón en la fuerza salvífica de Yahvé, quien traerá la paz y la justicia a su pueblo, por ello Jerusalén será una ciudad radiante, llena de luz, en donde la presencia de Dios como rey hará de ella una nación grande, ante cuya presencia se postrarán todos los pueblos de la tierra. El profeta manifiesta con esta gran revelación que Dios es quien dará inicio a una nueva época para Israel, una época donde reinará la luz de Dios y serán destruidas todas las fuerzas del mal, pues Dios se hace presente en Israel y ya más nadie podrá hacerle daño.

Esta visión profética posee una comprensión muy reducida de la acción salvífica de Dios, ya que es asumida como una promesa que se cumplirá en beneficio única y exclusivamente del pueblo de Israel y no de toda la tierra. Pablo, a través de la carta a los Efesios, ampliará esa comprensión, afirmando que la salvación venida por Dios, a través de Jesús, es para “todos”, judíos y paganos. El plan de Dios, según Pablo, consiste en formar un solo pueblo, una sola comunidad creyente, un solo cuerpo, una sola Iglesia, un organismo vivo capaz de comunicar a toda la creación la vida y la salvación otorgada por Dios. La carta a los Efesios expresa que el misterio recibido por Pablo consiste en que la Buena Nueva de Cristo se hace efectiva también en los paganos, ellos son coherederos y miembros de ese mismo Cuerpo; esto significa que Dios se ha querido revelar a toda la humanidad, actúa en todos, salva a todos, reconcilia a todos sin excepción.

El evangelio que leemos hoy, en la Fiesta de la «Epi-fanía», confirma este carácter universal de la salvación de Dios. Mateo expresa, por medio de este relato simbólico, el origen divino de Jesús y su tarea salvífica como Mesías, como rey de Israel, heredero del trono de David; para ello el evangelista insiste en nombrar con exactitud el lugar donde nació Jesús y en confirmar, a través del Antiguo Testamento, que con su presencia en la historia se da cumplimiento a las palabras de los profetas. Por otro lado, el rechazo de este nacimiento por parte de las autoridades políticas (Herodes) y religiosas (sumos sacerdotes y escribas) del pueblo judío y el gozo infinito de los magos, venidos de Oriente, anuncian desde ya ese carácter universal de la misión de Jesús, la apertura del evangelio a los paganos y su vinculación a la comunidad cristiana. La Epifanía del Señor es la celebración precisa para confesar nuestra fe en un Dios que se manifiesta a toda la humanidad, que se hace presente en todas las culturas, que actúa en todos, y que invita a la comunidad creyente a abrir sus puertas a las necesidades y pluralidades del mundo actual.

En un tiempo como el que vivimos, marcado radicalmente por el pluralismo religioso, y marcado también, crecientemente, por la teología del pluralismo religioso, el sentido de lo «misionero» y de la «universalidad cristiana» han cambiado profundamente. Hasta ahora, en demasiados casos, lo misionero era sinónimo de proselitismo, de «convertir al cristianismo» a los «gentiles», y la «universalidad cristiana» era entendida desde la centralidad del cristianismo: éramos la religión central, la (única) querida por Dios, y por tanto, la religión-destino de la humanidad. Todos los pueblos (universalidad) estaban destinados a abandonar su religión ancestral y a hacerse cristianos… Tarde o temprano el mundo llegaría a su destino: a ser «un sólo rebaño, con un solo pastor»…

Hoy todo esto ha cambiado, aunque muchos cristianos (incluidos muchos de sus pastores) todavía siguen en la visión tradicional. Buen día hoy, pues, para presentar estos desafíos y para profundizarlos. No desaprovechemos la oportunidad para actualizar también personalmente nuestra visión en estos temas. En la RELaT (servicioskoinonia.org/relat) hay muchos materiales para estudiar el tema, así como para debatirlo en grupos de estudio o de catequesis.

En el Nuevo Testamento, además de Juan 7,42, encontramos referencias a Belén en las narraciones de Mateo 2 y Lucas 2 acerca del nacimiento del Salvador en la ciudad de David. La tradición de que el Mesías debía nacer en Belén tiene su base en el texto de Miqueas 5,2, donde se señala que de Belén Efrata debía salir quien gobernaría Israel y sería pastor del pueblo. Hoy ya sabemos que Jesús nació probablemente en Nazaret, y que la afirmación de que nació en Belén es una afirmación con intenció teológica.

El término “magos” procede del griego “magoi”, que significa matemático, astrónomo y astrólogo. Estas dos últimas disciplinas eran una misma en la antigüedad, por lo que con ambas se podía estudiar el destino y designio de las personas. Es decir, los «reyes magos» no fueron ni reyes ni magos en el sentido actual de estas palabras; habrían sido astrólogos o estudiosos del cielo. Fue el teólogo y abogado cartaginés Tertuliano (160-220 d.C.) quien aseguró que los magos serían reyes y que procederían de Oriente. En la visita de los magos a Jesús, los Padres de la Iglesia vieron simbolizadas la realeza (oro), la divinidad (incienso) y la pasión (mirra) de Cristo.

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Epifanía 1. Los magos y la estrella, con una nota de astro-nomía (-logía) bíblica

Jueves, 6 de enero de 2022
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adoracion-reyes-ravena--644x450Del blog de Xabier Pikaza:

Popularmente esta fiesta se llama de los Reyes. Pero la tradición y liturgia de la Iglesia la llama Epifanía, que significa “manifestación sagrada” o presencia de Dios, con el sentido de Teofanía. Se celebra desde antiguo, y es la fiesta primitiva de la Navidad (que una fiesta más tardía). Así la conservan todavía las Iglesias orientales. Trataré de ella en dos “postales”.

La primera (hoy, víspera de Reyes: 5.1.22) expone de un modo más popular y exigente la venida de los magos y la estrella, en búsqueda de Cristo, es decir, de la nueva humanidad, insistiendo en la astronomía-astrología sagrada.

La  segunda tratará de la Epifanía estrictamente dicha, como “fiesta” de la misión (manifestación) de Cristo y de su iglesia (esto es, de sus magos-ministros mediadores), y lo hará de un modo más teológico, evocando el tema de la nueva y más alta epifanía cristiana, en un mundo que parece quedarse sin luces de Dios, ni de Navidad.

1.LOS MAGOS Y LA ESTRELLA

Introducción.

Recogiendo tradiciones ancestrales, para situar la novedad del nacimiento de Jesús, Hijo de Dios,  el Evangelio de Mateo cuenta la historia de unos “magos” (expertos, adivinos, sabios) de Oriente que vinieron a Jerusalén buscando al Rey de los Judíos, para ofrecerle sus respetos y servirle Belén, donde se dice que vino a posarse su Estrella.

Habían visto la luz de su “estrella” e imaginaron la riqueza de su corte, y de esa forma, dejándolo todo vinieron, preguntaron, se cercioraron en sueños. No le hallaron donde le esperaban, en el templo de Gran Dios de la Ciudad, ni en el Pretorio del Emperador, ni en la escuela de Rabinos eruditos, sino que en una casa humilde Belén, con José y María, sus testigos. Así vienen ahora, miles y millones de “magos” de oriente y occidente, del norte y del sur, buscando a un Rey Justo que pueda protegerles, dándoles dignidad, y un salario suficiente, y una casa… No vienen en camellos, sino como polizontes, andando por bosques y desiertos, en barcos o trenes “piratas”.

Buscan a un Rey Justo, en el Vaticano de Roma o en el Palacio de Oriente de Madrid, en la Comunidad Europea  o en el Pentágono de USA, pero no le encuentran su ese lugar. Nadie les acoge… todos cierran las entradas con muros y soldados, matan a los niños y mayores que sobran… y así muchos mueren o tienen que marcharse de nuevo (como los magos de la historia), sin haber “adorado” al Nuevo Rey, que es un niño. Esa es la historia de fondo de esta fiesta de la Epifanía de Jesús, vulgarmente fiesta de los Magos, o incluso de los Reyes Magos (cuando el unido Rey del relato es el Niño al que orienta la Estrella, en brazos de su madre.

Nueva introducción

La fiesta del 6 de enero, día de Magos (llamados de ordinario Reyes), que vienen de Oriente para adorar al Niño se llama, litúrgicamente, Epifanía. Es la fiesta de la “revelación de Dios”, su manifestación suprema, en la vida de Jesús, un hombre que nace para “alumbrar” a otros hombres. Ha sido durante siglos la fiesta principal de la Navidad, mejor dicho, la Navidad en sí, como expresión de la Luz de Dios que alumbra a los hombres.

Es una fiesta de ilusión creadora, pues los “reyes” no son reyes, sino buscadores de Dios, hombres atentos a la voz de las estrellas. Tampoco son “magos” en sentido vulgar, sino visitantes que vienen de lejos queriendo encontrar (y compartir) la verdad… Ellos nos preguntan.  ¿Podemos, debemos responderles?.

Esta es una fiesta que se abre al conocimiento más hondo de la venida de Dios entre los hombres. Es una fiesta que se ha concretado en general en una ilusión de niños: la fiesta de la Cabalgata de los Magos de la Paz, que quieren que el Niño viva, que todos los niños vivan y tengan ilusiones y regalos, fantasía y gozo que inunda también a los varones. Quiere ser la fiesta en que los niños pueden ser los Reyes de la casa y la ciudad, día en que la vida es un regalo.

Es una fiesta en la que pueden hacerse reflexiones infinitas. Aquí me contentaré con presentar el texto de la Biblia, empezando por la “estrella”, para ofrecer una breve evocación de su sentido, precisando después el sentido de la estrella, con una reflexión más erudita de la astronomía-astrología de la Biblia.

Texto, Mt 2 (Historia de Jesús)

Jesús nació en Belén de Judá en tiempos del rey Herodes. Entonces, unos Magos de Oriente se presentaron en Jerusalén preguntando: – ¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Porque hemos visto salir su estrella y venimos a adorarlo. La enterarse el rey Herodes, se sobresaltó y todo Jerusalén con él; convocó a los sumos pontífices y a los letrados del país, y les preguntó dónde tenía que nacer el Mesías. Ellos le contestaron: – En Belén de Judá, porque así lo ha escrito el Profeta: “Y tú, Belén, tierra de Judá, no eres ni mucho menos la última de las ciudades de Judá; pues de ti saldrá un jefe que será pastor de mi pueblo Israel.” Entonces Herodes llamó en secreto a los Magos, para que les precisara el tiempo en que había aparecido la estrella, y los mandó a Belén diciéndoles: – Id y averiguad cuidadosamente qué hay del niño, y, cuando lo encontréis, avisadme, para ir yo también a adorarlo.

Ellos, después de oír al rey, se pusieron en camino, y de pronto la estrella que habían visto salir comenzó a guiarlos hasta que vino a pararse encima de donde estaba el niño. Al ver la estrella, se llenaron de inmensa alegría, entraron en la casa, vieron al niño con María, su madre, y, cayendo de rodillas, lo adoraron; después, abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra. Y habiendo recibido en sueños un oráculo para que no volvieran a Herodes se marcharon a su tierra por otro camino (Mt 2, 1-12).

(Explicaciónn en Historia de Jesús y Comentario Mateo)

Magos somos nosotros Esta es la fiesta del fin y sentido de la Navidad. Cuando parece que todo está definitivamente cerrado vienen unos Magos para abrir las puertas de la vida. Cuando parece que el cielo está negro, brilla una luz para aquellos que quieren seguir caminando. Herodes mata a los niños de Belén, asesina a los inocentes para seguir reinando (como nuestra cultura que mata a unos 40.000 mil niños cada día para seguir reinando…).

Pero queda uno, Jesús, que podrá reinar, para que nunca más mueran los niños inocentes. Y que, sobre todo, la certeza iluminada de que los magos somos (tenemos que ser) nosotros, encargados de ofrecer a los niños un mundo donde sea posible la vida, la ilusión de la vida. Debemos hacernos MagosNosotros, los mayores, tenemos que hacer de magos, para decir a los niños que hay estrellas que guían a la Navidad, en la ruta de la vida, que sigue abierta.

1. Nosotros, los mayores, somos responsables directos o indirectos de los 40.000 niños de Belén y sus alrededores (todo el mundo) que mueren de hambre cada día, asesinados por un sistema que sólo se busca a sí mismo. Nosotros, los magos, debemos crear un mundo donde ningún niño-Dios muera abandonado.

2. Nosotros, los magos, debemos enseñar a los niños (con nuestra presencia y testimonio) que la vida es un don,que el oro del mundo es un regalo, para todos los hombres y mujeres del mundo: que la economía de la tierra está al servicio de la vida y la ilusión de todos, desde China y África, la India y Persia (tierras de los magos) hasta el extremo del occidente. Que no nos mataremos por oro ni petróleo, sino que lo compartiremos, para bien de todos los niños

3. Nosotros, los magos, tenemos que decir a los niños que la vida es gozo y gloria, es incienso de admiración y de ternura, de intimidad orante y de cercanía, de amor mutuo, de encuentros infinitos. Tenemos que decirles que no buscaremos la gloria del poder, la victoria de la imposición, el incienso de la mentira, sino que buscaremos y compartiremos el incienso del amor que puede celebrarse en intimidad de familia. Les diremos que habrá siempre un perfume a su lado (a nuestro lado), al lado de todos los hombres y mujeres, que podrán comer y gozarse y soñar…

4. Nosotros los magos tendremos que enseñar a los niños que la vida está hecha también de mirra. La mirra es perfume de amor (de enamorados), pero también es bálsamo de muerte (se emplea para honrar a los cadáveres). La mirra es como una flor preciosa que nos puede acompañar en la vida, en el crecimiento de cada día, en la comunión de cada noviazgo, en la tristeza y esperanza de cada despedida… Que cada muerte sea tiempo de amor, esperanza de amor (y no fruto de violencia).

2.LA ESTRELLA DE LOS MAGOS. ASTRONOMÍA Y ASTROLOGÍA DE LA BIBLIA

(Diccionario Biblia: Entrada “astros”)

  1. La estrella de la Navidad de Jesús, el día de su nacimiento.

Carece de sentido preguntar a los astrónomos-científicos el día en que brilló la estrella de los magos (cf. Mt 2, 9-10)[1], pues al evangelio Mateo no le importan los astros externos, ni él mismo fue en persona a Belén o Nazaret, para investigar lo que pasó, sino que fue a la Biblia, para descubrir lo prometido, conforme a la experiencia de la Iglesia (hacia el 70/80 dC). No sabemos el día en que nació, aunque una tradición simbólica y celebrativa (apropiada para el hemisferio norte) dice que fue el 25 de diciembre. No sabemos ni siquiera el año (entre el 7 y el  4 a.C.)[2].

El texto dice, simbólicamente, que los magos vienen a Jerusalén porque han visto en oriente la estrella del Rey de los judíos… Ese tema nos sitúa en el centro de una extensa tradición astro-lógica (-nómica) que vincula al ser humano (y especialmente al hombre salvador) con un (=el) Astro del cielo. Así es la estrella de la Epifanía,  como luz en el firmamento y futuro de la historia. Por eso, allí donde ha nacido el Rey de los judíos ha debido encenderse una luz, se expande una esperanza de salvación sobre la tierra.

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Los reyes magos somos nosotros. Fiesta de la Epifanía.

Jueves, 6 de enero de 2022
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images21Del blog El Evangelio del Domingo, de José Luis Sicre sj:

El autor del primer evangelio (el de Mateo), que probablemente vive en Antioquía de Siria, lleva años viviendo una experiencia muy especial: aunque Jesús fue judío, la mayoría de los judíos no lo aceptan como Mesías, mientras que cada vez es mayor el número de paganos que se incorporan a la comunidad cristiana. Algunos podrían interpretar este extraño hecho de forma puramente humana: los paganos que se convierten son personas piadosas, muy vinculadas a la sinagoga judía, pero no se animan a dar el paso definitivo de la circuncisión; los cristianos, en cambio, no les exigen circuncidarse para incorporarse a la iglesia.

Mateo prefiere interpretar este hecho como una revelación de Dios a los paganos. Para expresarlo, se le ocurre una idea genial: anticipar esa revelación a la infancia de Jesús, usando un relato que no debemos interpretar históricamente, sino como el primer cuento de Navidad. Un cuento precioso y de gran hondura teológica. Y que nadie se escandalice de esto. Las parábolas del hijo pródigo y del buen samaritano son también cuentecitos, pero han cambiado más vidas que infinidad de historias reales.

La estrella

Los antiguos estaban convencidos de que el nacimiento de un gran personaje, o un cambio importante en el mundo, era anunciado por la aparición de una estrella. Orígenes escribía en el siglo III:

“Se ha podido observar que en los grandes acontecimientos y en los grandes cambios que han ocurrido sobre la tierra siempre han aparecido astros de este tipo que presagiaban revoluciones en el imperio, guerras u otros accidentes capaces de trastornar el mundo. Yo mismo he podido leer en el Tratado de los Cometas, del estoico Queremón, que han aparecido a veces en vísperas de algún aconteci­miento favorable; de lo que nos proporciona numerosos ejemplos” (Contra Celso I, 58ss).

Sin necesidad de recurrir a lo que pensasen otros pueblos, la Biblia anuncia que saldrá la estrella de Jacob como símbolo de su poder (Nm 24,17). Este pasaje era relacionado con la aparición del Mesías.

El bueno: los magos

De acuerdo con lo anterior, nadie en Israel se habría extrañado de que una estrella anunciase el nacimiento del Mesías. La originalidad de Mt radica en que la estrella que anuncia el nacimiento del Mesías se deja ver lejos de Judá. Pero la gente normal no se pasa las noches mirando al cielo, ni entiende mucho de astronomía. ¿Quién podrá distinguirla? Unos astrónomos de la época, los magos de oriente.

La palabra “mago” se aplicaba en el siglo I a personajes muy distin­tos: a los sacerdotes persas, a quienes tenían poderes sobrenaturales, a propagandis­tas de religiones nuevas, y a charlatanes. En nuestro texto se refiere a astrólogos de oriente, con conocimientos profundos de la historia judía. No son reyes. Este dato pertenece a la leyenda posterior, como luego veremos.

El malo: Herodes, los sumos sacerdotes y los escribas

La narración, muy sencilla, es una auténtica joya literaria. El arran­que, para un lector judío, resulta dramático. “Jesús nació en Belén de Judá en tiempos del rey Herodes”. Cuando Mt escribe su evangelio han pasado ya unos ochenta años desde la muerte de este rey. Pero sigue vivo en el recuerdo de los judíos por sus construcciones, su miedo y su crueldad. Es un caso patológico de apego al poder y miedo a perderlo, que le llevó incluso a asesi­nar a sus hijos y a su esposa Mariamme. Si se entera del nacimiento de Jesús, ¿cómo reaccionará ante este competidor? Si se entera, lo mata.

Un cortocircuito providencial

Y se va a enterar de la manera más inesperada, no por delación de la policía secreta, sino por unos personajes inocentes. Mt escribe con asombrosa habili­dad narrativa. No nos presenta a los magos cuando están en Oriente, observando el cielo y las estre­llas. Omite su descubrimiento y su largo viaje.

La estrella podría haberlos guiado directamente a Belén, pero entonces no se advertiría el contraste entre los magos y las autoridades políticas y religiosas judías. La solución es fácil. La estrella desaparece en el momento más inoportuno, cuando sólo faltan nueve kilómetros para llegar, y los magos se ven obligados a entrar en Jerusalén.

Nada más llegar formulan, con toda ingenuidad, la pregunta más compromete­do­ra: “¿Dónde está el rey de los judíos que ha nacido? Porque hemos visto su estrella y venimos a adorarlo”. Una bomba para Herodes.

El contraste

Y así nace la escena central, importantísima para Mt: el sobresalto de Herodes y la consulta a sacerdotes y escribas. La respuesta es inmediata: “En Belén, porque así lo anunció el profeta Miqueas”. Herodes informa a los magos y éstos parten. Pero van solos. Esto es lo que Mt quiere subrayar. Entre las autori­dades políticas y religiosas judías nadie se preocupa por rendir homenaje a Jesús. Conocen la Biblia, saben las respuestas a todos los proble­mas divinos, pero carecen de fe. Mientras los magos han realizado un largo e incómodo viaje, ellos son incapa­ces de dar un paseo de nueve kilómetros. El Mesías es rechazado desde el principio por su propio pueblo, anunciando lo que ocurrirá años más tarde.

Los magos no se extrañan ni desaniman. Emprenden el camino, y la reapari­ción de la estrella los llena de alegría. Llegan a la casa, rinden homenaje y ofrecen sus dones. Estos regalos se han interpretado desde antiguo de manera simbólica: realeza (oro), divinidad (incienso), sepultura (mirra). Es probable que Mt piense sólo en ofrendas de gran valor dentro del antiguo Oriente. Un sueño impide que caigan en la trampa de Herodes.

Los Reyes magos, somos nosotros

A alguno quizá le resulte una interpretación muy racionalista del episodio y puede sentirse como el niño que se entera de que los reyes magos no existen. Podemos sentir pena, pero hay que aceptar la realidad. De todos modos, quien lo desee puede interpretar el relato históricamente, con la condición de que no pierda de vista el sentido teológico de Mt. Desde el primer momento, el Mesías fue rechazado por gran parte de su pueblo y aceptado por los paganos. La comunidad no debe extrañarse de que las autoridades judías la sigan rechazando, mientras los paganos se convierten.

Nosotros somos los herederos de esos paganos convertidos. Y debemos preguntarnos hasta qué punto nos parecemos a ellos. No se trata de hacer un largo viaje de miles de kilómetros, ni de llevar regalos costosos. A Jesús lo tenemos muy cerca: en la iglesia, en el prójimo, en nosotros mismos. ¿Tenemos el mismo interés de los Magos en presentarnos ante él y adorarlo? Si buscamos en nuestro interior, encontraremos algo que ofrecerle.

La mitificación de la estrella

La estrella ha atraído siempre la atención, y sigue ocupando un puesto capital en nuestros naci­mientos. Mt, al principio, la presenta de forma muy sencilla, cuando los magos afirman: “hemos visto salir su estrella”. Sin embargo, ya en el siglo II, el Protoevangelio de Santiago la aumenta de tamaño y de capacidad lumínica: “Hemos visto la estrella de un resplandor tan vivo en medio de todos los astros que eclipsaba a todos hasta el punto de dejarlos invisibles”. Y el Libro armenio de la infancia dice que acompañó a los magos durante los nueve meses del viaje.

En tiempos modernos incluso se ha intentado explicarla por la conjunción de dos astros (Júpiter y Saturno, ocurrida tres veces en 7/6 a.C.), o la aparición de un cometa (detectado por los astrónomos chinos en 5/4 a.C.). Esto es absurdo e ingenuo. Basta advertir lo que hace la estrella. Se deja ver en oriente, y reaparece a la salida de Jerusalén hasta pararse encima de donde está el niño. Puesta a guiarlos, ¿por qué no lo hace todo el camino, como dice el Libro armenio de la infancia? ¿Y cómo va a pararse una estre­lla encima de una cuna? Para Dios «nada hay imposible», pero dentro de ciertos límites.

El número y nombre de los magos

En el Libro armenio de la infancia (de finales del siglo IV) se dice: “Al punto, un ángel del Señor se fue apresurada­mente al país de los persas a avisar a los reyes magos para que fueran a adorar al niño recién nacido. Y éstos, después de haber sido guiados por una estrella durante nueve meses, llegaron a su destino en el momento en que la Virgen daba a luz… Y los reyes magos eran tres hermanos: el primero Melkon (Melchor), que reinó sobre los persas; el segundo, Baltasar, que reinó sobre los indios, y el tercero, Gaspar, que tuvo en posesión los países de los árabes”. Para Mt, el dato esencial es que no son judíos, sino extranjeros.

            Según Justino proceden de Arabia. Luego se impone Persia. En cuanto al número, la iglesia siria habla de doce.

El contraste entre la primera lectura y el evangelio

La liturgia parece ver en el relato de los magos el cumplimiento de lo anunciado en el libro de Isaías (Is 60,1-6).

¡Levántate, brilla, Jerusalén, que llega tu luz;

la gloria del Señor amanece sobre ti!

Mira: las tinieblas cubren la tierra, y la oscuridad los pueblos,

pero sobre ti amanecerá el Señor, su gloria aparecerá sobre ti.

Y caminarán los pueblos a tu luz, los reyes al resplandor de tu aurora.

Levanta la vista en torno, mira: todos ésos se han reunido, vienen a ti;

tus hijos llegan de lejos, a tus hijas las traen en brazos.

Entonces lo verás, radiante de alegría;

tu corazón se asombrará, se ensanchará,

cuando vuelquen sobre ti los tesoros del mar

y te traigan las riquezas de los pueblos.

Te inundará una multitud de camellos,

de dromedarios de Madián y de Efá.

Vienen todos de Saba, trayendo incienso y oro,

y proclamando las alabanzas del Señor.

            Sin embargo, la relación es de contraste. En Isaías, la protagonista es Jerusalén, la gloria de Dios resplandece sobre ella y los pueblos paganos le traen a sus hijos, los judíos desterrados, la inundan con sus riquezas, su incienso y su oro. En el evangelio, Jerusalén no es la protagonista; la gloria de Dios, el Mesías, se revela en Belén, y es a ella adonde terminan encaminándose los magos. Jerusalén es simple lugar de paso, y lugar de residencia de la oposición al Mesías: de Herodes, que desea matarlo, y de los escribas y sacerdotes, que se desinteresan de él.

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06 Enero de 2022. Epifanía. Ciclo C

Jueves, 6 de enero de 2022
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“¿Dónde está el rey de los judíos que ha nacido?

Hemos visto salir en Oriente su estrella, y venimos a adorarle.”

(Mt 2,1-12)

Hoy recordamos la visita de unos sabios extranjeros a Jesús recién nacido. La historia es como un juego de reyes: en primer lugar, para entrar en el espíritu del Evangelio, podemos olvidarnos de todas las ideas sobre Melchor, Gaspar y Baltasar que pueblan nuestro imaginario. El segundo rey es Herodes, el rey de Judea. Y el tercer rey es Jesús, el Mesías judío que ya desde el comienzo atrae a gente de otras naciones.

En la escena, los sabios son quienes van de acá para allá. Vienen de lejos siguiendo una estrella que les ha de llevar hasta el rey de los judíos. Mirándoles sentimos el sabor que nos dejan las personas libres: lo que les guía es una estrella del cielo, están en movimiento, les llena la alegría. Van sin expectativas, prejuicios ni intereses, saben reconocer a Jesús. Y, lo más importante: lo adoran.

Esto es lo que la liturgia nos invita a hacer en este tiempo: como los sabios, ponernos delante de Jesús vacías de nosotras mismas, sin pedir, sin querer comprender, sin esperar nada. Solo permanecer en silencio.

La actitud de Herodes es completamente diferente. Quiere saber dónde está el Mesías, pero tiene miedo. Teme por su propio poder. Pretende encontrar a Jesús sin moverse de su palacio.

Y Jesús, tan pequeñín, ya mueve a tanta gente. Este tiempo nos ayuda tal vez a acercarnos a él con más sencillez, confianza, silencio. Cuando crece, a veces sentimos que no le comprendemos, que le pedimos demasiado y hacemos demasiado poco, que no tenemos ganas de acercarnos a él por miedo a que la vida se nos complique más de lo que ya está… Hoy se nos regala una buena ocasión para estar, para poner el corazón, sin más propósito, delante del Señor de nuestra vida.

Oración

Padre, que tu Santa Ruah nos vaya transformando en personas sabias y libres, capaces de cruzar oasis y desiertos buscando a tu Hijo en nuestro mundo


*

Fuente Monasterio de Monjas Trinitarias de Suesa

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Dios se está manifestando siempre en todo lo que es.

Jueves, 6 de enero de 2022
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EPIFANÍA (C)

Mt 2,1-12

Es una de las fiestas más antiguas, anterior a la Navidad. “Epifanía” significa en griego manifestación. Parece ser que en su primer significado hacía referencia a la primera luz que aparecía en Oriente y anunciaba el nuevo día. Hasta hace bien poco se conmemoraban este día tres ‘manifestaciones’ de Jesús: la adoración de los magos, la boda de Caná y el bautismo. Hoy celebramos en occidente la adoración de los magos, más conectada con la Navidad y como símbolo de la llamada de todos los pueblos a la salvación ofrecida por Dios en Jesús. En oriente se sigue celebrando hoy la Navidad.

El relato que hoy leemos del evangelio de Mateo, no hay la más mínima posibilidad de que sea histórico. Esto no nos debe preocupar en absoluto, porque lo que se intenta con esa “historia” es dar un mensaje teológico. Dios se está manifestando siempre. El que lo descubre tiene que convertirlo en imágenes para poder comunicarlo a los que no lo han descubierto. Si nos quedamos en los signos, no descubriremos la realidad. Dios se manifiesta siempre pero lo descubrimos solo en circunstancias muy concretas.

El concebir la acción de Dios como venida de fuera y haciendo o deshaciendo algo en el mundo material, sigue jugándonos muy malas pasadas. Muchas veces he intentado explicar cómo es la actuación de Dios, pero acepto que es muy difícil de comprender, mientras sigamos creyendo en un Dios todopoderoso, apto para hacer o deshacer cualquier entuerto. Pensemos, por ejemplo, en el comienzo de la mayoría de las oraciones de la liturgia: “Dios todopoderoso y eterno… para terminar pidiendo algo.”

Debemos superar la idea de Dios creador como hacedor de algo que deja ahí fuera. Dios no puede desentenderse de la criatura, como hacemos nosotros al ‘crear’ algo. Lo que llamamos creación es manifestación de Dios, que está ahí sosteniendo en el ser a su criatura. Imaginad que la creación es la figura que se refleja en el espejo. Si quitamos del medio la realidad reflejada, el espejo no podría reflejar ninguna imagen. Dios crea porque es amor y en la creación manifiesta su capacidad de unir. Al crear Dios solo puede buscar el bien de las criaturas, no puede esperar nada de ellas para Él.

La creación no falla nunca. Siempre está manifestando a su creador. En el Génesis se repite una y otra vez, que lo que iba haciendo Dios era “bueno”. Cuando llega a la creación del hombre, dice: era todo “muy bueno”. La idea de un Dios que tiene que estar haciendo chapuzas con la creación es mezquina. La idea de una salvación como reparación de una creación que le salió mal, es consecuencia de un maniqueísmo mal disimulado. Cada ser humano puede no ser consciente de lo que es y vivir como lo que no es, pero seguirá siendo manifestación de Dios y como tal único y perfecto.

Podemos seguir diciendo, que Dios actúa puntualmente en la historia, que se sigue manifestando en los acontecimientos, pero conscientes de que es una manera impropia de hablar. Con ello queremos indicar que el hombre, en un momento determinado, se da cuenta de la acción de Dios, y para él es como si en ese momento Dios hiciera algo. Como Dios está en toda criatura y en todos los acontecimientos, está ahí en todo momento. La manifestación de Dios es siempre la misma para todos, pero solo algunos, en circunstancias concretas, llegan a descubrir su teofanía.

La presencia de Dios nunca puede ser apodíctica, nunca se puede demostrar, porque no tiene consecuencias que se puedan percibir por los sentidos y por lo tanto no se puede obligar a nadie a admitir esa presencia. Es indemostrable. Tener esto claro equivaldría a desmontar todo el andamiaje de las acciones espectaculares como demostración de la presencia del poder de Dios. No digamos nada cuando ese poder se quiere poner al servicio de los “buenos”, e incluso, en contra de los “malos”. Pascal decía: “Toda religión que no confiese un Dios escondido, es falsa”.

Dios es el Dios que se revela siempre y el que siempre está escondido. La experiencia de los místicos les llevó a concluir que Dios es siempre el ausente. S. Juan de la Cruz lo dejó claro: “A donde te escondiste, Amado y me dejaste con gemido. Como el ciervo huiste, habiéndome herido. Salí tras ti clamando y eras ido.” Y el místico sufí persa Rumi dice: “Calla mi labio carnal. Habla en mi interior la calma, voz sonora de mi alma, que es el alma de otra Alma eterna y universal. ¿Dónde tu rostro reposa, Alma que a mi alma das vida? Nacen sin cesar las cosas, mil y mil veces ansiosas de ver Tu faz escondida”.

El relato de los Magos no hace referencia a personas sino a personajes. Ni eran reyes, ni eran magos, ni eran tres. Eran sabios que escudriñaban el cielo para entender la tierra. Porque estaban buscando, encontraron. Fijaros que lo descubren los que estaban lejos, pero no se enteraron de nada lo que estaban más cerca del niño. Para descubrir la Presencia lo único definitivo es la actitud. Al descubrir algo sorprendente, se pusieron en camino. No sabían hacia donde encaminarse, pero arriesgaron.

Otro mensaje importantísimo para los primeros cristianos, casi todos judíos, es que todos los seres humanos están llamados a la salvación. Para nosotros hoy esto es una verdad obvia, pero a ellos les costó Dios y ayuda salir de la conciencia de pueblo elegido. Pablo lo propone como un misterio que no había sido revelado en otro tiempo: “También los gentiles son coherederos, miembros del mismo cuerpo y partícipes de la promesa”. Lo definitivo no es pertenecer a un pueblo sino estar en búsqueda.

Preguntan por un Rey de los judíos, clara contraposición al rey Herodes. La ciudad se sobresaltó con él, es decir identificada con el rey en su tiranía. Es Herodes el que lo identifica con el Mesías. Los sacerdotes y escribas “sabían” donde tenía que nacer, pero no experimentan ninguna reacción ante acontecimiento tan significativo. Una vez más se demuestra que el conocimiento puramente teórico no sirve de nada.

En aquellas culturas, el signo de la presencia extraordinaria de Dios en una vida humana era la estrella. Se creía que el nacimiento de toda persona estaba precedido por la aparición de su estrella. El relato nos dice que la estrella de Jesús, solo la pudo ver el que está mirando al cielo. Solo los que esperan algo están en condiciones de aceptar esa novedad. Los magos insatisfechos siguen escudriñando el cielo y por eso pueden detectar la gran novedad de Jesús. En Jerusalén nadie la descubre.

Los dones que le ofrecen son símbolo de lo que significa aquel niño para los primeros cristianos después de haber interpretado su vida y su mensaje. El oro, el incienso y la mirra son símbolos místicos de lo que el niño va a ser: el oro era el símbolo de la realeza. El incienso se utilizaba en todos los cultos que solo se tributan a Dios; la mirra se utilizaba para desparasitar el cuerpo y para embalsamarlo, como hombre.

Meditación

¿Por qué no descubrimos a Dios? Muy sencillo:
O busco un dios que no existe.
O le busco donde no está.
O le busco con la razón y no con el corazón.
No hay que buscar a Dios
si no la luz que nos permita verlo en todas partes.

Fray Marcos

Fuente Fe Adulta

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Signos, certezas y sueños. Epifanía para el mundo de hoy.

Jueves, 6 de enero de 2022
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fichero_25918_20130104(Mt 2, 1-12)

Mt 2, 1-12*

Sabían de signos, de señales en el cielo estrellado. Leían. Estudiaban. Buscaban. Esperaban. Se les llama magos, sabios. Pero algo concluyó aquella noche al reconocer una estrella concreta que les puso en marcha en la dirección que les señalaba.

Quizás llegaron a Jerusalén pensando que el pueblo estaría de fiesta y preguntaron inocentemente: “¿Dónde está el rey de los judíos que ha nacido? Es que vimos una estrella en el Oriente y hemos venido a adorarlo; con la naturalidad de quienes dan por hecho que allí les darían datos del nacimiento del Mesías que el pueblo de Israel esperaba desde la antigüedad.

“El rey Herodes, al oírlo, se sobresaltó y con él toda Jerusalén”. ¡Es normal el sobresalto! Unos extranjeros preguntando por algo que, por mucho que supieran y esperaran algún día, no podría ser anunciado de esa manera. “Así que convocó a los sumos sacerdotes y escribas del pueblo y les preguntó dónde debía nacer el Cristo”. Ellos le respondieron: ‘En Belén de Judá, porque así lo dejó escrito el profeta’.

Por si no le quedaba claro a Herodes siguieron: “Y tú, Belén de Judá, no eres, no, la menor entre los principales clanes de Judá; porque de ti saldrá un caudillo que apacentará a mi pueblo Israel”.

Herodes conocía, sin duda, las palabras del profeta, habría sido instruido desde su juventud en la Ley, pero era rey, tenía poder y debió de ser costoso pensar en las repercusiones que podría tener para él la llegada del Mesías. Implicaría una pérdida de poder y toda la parafernalia que rodea a los poderes desde que el mundo es mundo.

“Llamó aparte a los magos y, gracias a sus datos, pudo precisar el tiempo de la aparición de la estrella. Después les envió a Belén con este encargo: ‘Id e indagad cuidadosamente sobre ese niño; y cuando lo encontréis, comunicádmelo, para ir también yo a adorarlo”. Aquí empieza la manipulación del poderoso intentando hacerse con toda la información para ejecutar un plan que ayudara a preservar su status. Más de lo mismo a lo largo de la historia de la humanidad y siempre generando víctimas inocentes. No fue muy original el villano Herodes. Todo un clásico.

“Ellos, confiados, se pusieron en camino. La estrella que habían visto en el Oriente iba delante de ellos, hasta que llegó y se detuvo encima del lugar donde estaba el niño”. Siempre aparecen signos en la historia de quien busca, si es que es una búsqueda sincera. Si parte de dentro de quien se ha de poner en camino. Hay signos pero no siempre los vemos. Sucede a veces que, aun viéndolos los rechazamos porque la prepotencia no deja espacio y ni valora nada que no pueda ser tocado, medido y pesado. Así los signos se difuminan, se esfuman… y los buscadores se mueven perdidos por bosques desconocidos.

“Al ver la estrella, se llenaron de una inmensa alegría”. La estrella como signo, y su confiada certeza les llevó hasta la meta deseada: “Al entrar en la casa, vieron al niño con María, su madre. Entonces se postraron y lo adoraron; abrieron luego sus cofres y le ofrecieron dones de oro, incienso y mirra.” Símbolos para honrar a quien esperaban y encontraron.

Sigue el relato (Mt 2, 16*): “Avisados en sueños que no volvieran a Herodes, regresaron a su país por otro camino”. Parece que también hacían caso a los sueños. Con sensatez y sin más explicaciones “regresaron a su país por otro camino”. Como decimos ahora, ningunearon al sobresaltado y manipulador rey Herodes, que “al ver que había sido burlado por los magos, se enfureció terriblemente y mandó matar a todos los niños de Belén y de su comarca, menores de dos años”. Orgía de muerte contra inocentes. En nuestro tiempo lo llaman “daños colaterales”.

Epifanía es manifestación. Sí, Dios se manifiesta. Luego habrá que abrir el corazón de a esa manifestación que viene en forma de signos, certezas y sueños. ¿Una estrella? Sí, porqué no. ¿Una intuición? Sí, porque “la intuición sin miedo es fecunda y creativa” esto me dijo en una ocasión un sabio monje.

Para mí, a estas alturas de vida, unos pequeños personajes me provocan de continuo; me hacen estar especialmente atenta a lo que dicen casi sin ser conscientes de lo que están diciendo. Me despiertan de la dormidera, la rutina, el aburrimiento de los adultos resabiados (¡pobres!) que queremos darles lecciones y acabamos domesticándoles. Son los niños y niñas pequeños que tengo alrededor. Ellos no miran signos, ni sueños… no lo necesitan. Ellos son epifanía de la Epifanía que celebramos el 6 de enero, son la certeza de que Dios se manifiesta en cada uno de nosotros, pero ellos aún lo llevan a flor de piel. Translucen.

Estemos atentos a nuestros pequeños maestros, cuidémoslos. Queda bien claro en la escritura lo que dijo, el que nació en Belén de Judá, cuando se puso a contarlo.

Mari Paz López Santos

pazsantos@pazsantos.com

FEADULTA 6 enero 2022

(*) Los textos en cursiva son de la Biblia de Jerusalén

Fuente Fe Adulta

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La estrella y el camino de la verdad. Fiesta de Epifanía.

Jueves, 6 de enero de 2022
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Mt 2, 1-12

Parece claro que el presente texto es una construcción del evangelista, que le sirve para mostrar la dimensión universal del nacimiento de Jesús, como apertura o “epifanía” (manifestación) a todos los humanos, personificados en los “magos de Oriente”.

Con ello prepara el próximo relato –debido a la persecución de Herodes, los padres del niño huirán con él a Egipto–, en el que se hace presente la intención de Mateo de presentar a Jesús como el “nuevo Moisés” que vendrá de Egipto para liberar a su pueblo.

Más allá de la intencionalidad del evangelista, el texto encierra un profundo simbolismo, cargado de sabiduría.

Todo empieza con una “estrella”. Es la luz interior (intuición, insight) la que desencadena el proceso de búsqueda y nos pone en camino. Puede aparecer de manera inesperada en cualquier momento y, con frecuencia, suele surgir en una situación de crisis que, al remover nuestros hábitos, hace que nos abramos a una dimensión más profunda.

En cualquier caso, se trata siempre de la voz del anhelo que nos habita, y que no es otra cosa que expresión de nuestra verdadera identidad que nos llama para “volver a casa”.

La estrella no tiene otra finalidad que la de conducirnos a “casa”. Pero apenas iniciamos el camino aparecen las dificultades: los apegos que no estamos dispuestos a soltar, las formas de funcionar que se nos han hecho habituales, el miedo a la incomodidad que supone todo cambio, el susto ante lo desconocido… y, en último término, la ignorancia básica que nos hace tomarnos por lo que no somos y nos mantiene en esa noria de insatisfacción que empieza y acaba en el yo.

El relato dice que los magos llevaron oro, incienso y mirra. La meta a la que apunta la voz del anhelo requiere desapego y desprendimiento de nuestros “tesoros”. Y eso solo es posible cuando comprendemos que aquello a lo que nos habíamos aferrado palidece ante la verdad de lo que somos.

En efecto, el camino en el que nos introduce el anhelo es el camino de la verdad: la estrella siempre conduce a la verdad. Y sabemos o intuimos que la verdad nos va a desnudar de todo aquello que habíamos absolutizado. Por ese motivo es importante que nos preguntemos si realmente buscamos la verdad… o nos conformamos con cualquier sucedáneo.

Puede ser que afirmemos alegremente que deseamos la verdad y, sin embargo, nos embarquemos en el llamado “camino espiritual” buscando sencillamente bienestar, tranquilidad o seguridad, es decir, una situación que podamos controlar. Si es así, no será extraño que nos veamos zarandeados por la Vida y, antes o después, confrontados con la motivación real que mueve nuestra búsqueda.

¿Busco la verdad por encima de cualquier otra cosa o busco que se puedan realizar mis expectativas?

Enrique Martínez Lozano

Boletín Semanal

 

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Búsquedas y caminos

Jueves, 6 de enero de 2022
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índice

Del blog de Tomás Muro La Verdad es Libre:

01. Epifanía.

    La fiesta de la Epifanía (manifestación) es un canto a la luz y a la alegría. “Al ver la estrella se llenaron de inmensa alegría”.

El relato de los Magos es crítico y alentador a un tiempo.

Crítico con una concepción estrecha y fanática de Pueblo de Dios; alentador de una visión universal y generosa de Pueblo de Dios.

Crítico

Ninguno de los que pertenecen al ámbito judío ha visto nada. Herodes, lo mismo que los sacerdotes y los maestros de la ley, y toda Jerusalén con él se llevan un susto de muerte al hablar del “rey de los judíos nacido en Belén”. (El poder siempre tiene miedo),

Alentador

Y es alentador porque quien ve la luz, la estrella son unos magos extranjeros, paganos, unos que no pertenecen al “partido oficial”, “a la iglesia”.

¿Habrá que estar en la periferia como dice el papa Francisco (con los pobres / pastores / magos) o en camino (los magos) para ver la luz?

Dios nos libre de quien cree poseer la verdad y no la busca como los magos.

02.- Hemos visto salir su estrella.

El relato tiene un doble movimiento y enfrentado:

02.1 Universalismo

Los magos -extranjeros- han visto salir la luz de la estrella en la noche de la vida. Los magos son gente extranjera: como los emigrantes, los que no son de nuestra nación, de nuestra cultura.

Por otra parte están los judíos, los “nacionales y autóctonos”, quienes que pretenden tener toda la verdad y todos los derechos.

    ¿Sigo la estela de la estrella?

02.2 El rey Herodes y el rey de los judíos.

    El rey Herodes está donde suelen estar los reyes y poderosos: en su palacio, en el poder.

    El rey de los judíos de momento está en un pesebre, al final de su vida Jesús le dirá a “otro rey”, Pilato, que Él es rey y el título de rey estará colgado en la cruz, en el calvario.

    En mi vida ¿de qué lado estoy? ¿de los poderosos, de los fuertes o de los pobres del evangelio?

03.- ¿Dónde está?

Los magos y Herodes buscan al niño.

Dos veces aparece en el evangelio de hoy la pregunta ¿Dónde está?¿Dónde está el rey de los judíos? /

La pregunta no es meramente local como cuando preguntamos dónde está tal persona o determinada calle.

Hay preguntas que tienen un calado más hondo.

  • Cuando unos padres un día hablan con su hijo adolescente despistado y le preguntan ¿dónde estás?, es evidente que no se trata de una cuestión geográfica.
  • Cuando uno mismo se pregunta en determinados momentos de la vida ¿dónde estoy? No es un asunto local.
  • Tras el asesinato de Aldo Moro en 1978, Pablo VI pronunció aquella oración en la que interpelaba a Dios: ¿Dónde estabas mientras asesinaban a este hombre?

En los mitos del origen, (Génesis) aparece ya está densa pregunta:

  •  Tras el mal uso de la libertad, Dios le pregunta a Adán ¿Dónde estás), (Gn 3,9).
  •  Cuando Caín mata a Abel, Dios le pregunta ¿Dónde está tu hermano? (Gn 4,9).
  • Job en su desgracia se encara con Dios con una pregunta semejante a la del evangelio de los Magos: ¿dónde está Dios), (Job 20,7)
  • Job se pregunta: el hombre dónde estará a su muerte? (Job 17,15)
  • Ojalá si pudiera saber dónde hallar a Dios (Job 23,3 / 35,1).

¿Dónde me encuentro en la vida?, ¿dónde está Dios? Son cuestiones de hondo calado para la existencia humana.

    Quien busca en la vida la verdad, la libertad, la justicia, está en camino, tal vez es ya un creyente, quizás un cristiano anónimo que diría Rahner.

    La misma pregunta se puede hacer honesta o deshonestamente. Los magos y Herodes se hacen la misma pregunta, pero por motivos diversos y encontrados.

    El “hacia dónde” del ser humano es Dios.

03.1 Las estrellas.

estrella-belenAbraham vivió hacia el año 1950 a.C. Era un nómada, “era un arameo errante” (Dt 26,5): iba de aquí para allá con sus rebaños de ovejas, su familia, su gente. No tenía un sitio fijo para vivir. Por eso no tenían templo, ni casa, ni lugar estable. Dios estaba en el cielo, en las estrellas: Mira las estrellas… (Gn 15,5).

    Hay situaciones y etapas en la vida en las que un creyente ha de mirar al cielo, a las estrellas para encontrar a Dios, porque no parece estar en las instituciones socio-político-eclesiásticas. Tal vez es la actitud en la que hemos de vivir muchos de nosotros la Epifanía de este año: elevar nuestra mirada por encima de las mediaciones eclesiásticas para tratar de encontrarnos con Dios en las estrellas, en el seguimiento de la estrella, de la propia conciencia. En ocasiones es difícil intuir a Dios entre la cordillera de mitras…

    ¿Busco a Dios en el horizonte, en la transcendencia?

03.2 Encontraron al niño en un pesebre

    Claro que también podemos encontrar al Señor acostado en un pesebre o en una patera, o con su madre dormitando en unos cartones o cajeros automáticos.

Los magos no encontraron al rey de los judíos en Jerusalén. Allí estaba el rey Herodes, los sacerdotes, los fariseos y abogados, etc. Cristo está con toda seguridad en los pobres y débiles de la tierra. Dar limosna es una ofrenda al Señor, ayudar a un emigrante, a un enfermo es adorar al niño. ¿Veo a Dios en la debilidad, en los pobres y marginados?

En resumidas cuentas: puedo pasarme la vida criticando todo y a todos, pero ¿busco a Dios y sigo la estrella?

0.3.2.1. Vieron al niño: se llenaron de inmensa alegría

    La búsqueda de la verdad es siempre un camino, una preocupación, ¿qué he de hacer, por dónde tirar, cuál será la solución? Cuando tras una reflexión o un tiempo de discernimiento, de estudio; tras una conversación con un médico, con la familia, con un sacerdote, un psicólogo, un buen amigo uno halla la luz, al menos una dosis razonable de verdad, uno descansa, se llena de paz, de alegría.

03.2.2.- Volvamos a casa por otros caminos

    Los magos recibieron noticia en sueños de volverse a su casa por otro camino.

Herodes fue un rey, y todos llevamos un Herodes dentro de nosotros mismos, podemos tener temores de que nos quiten nuestra cota de poder.

    Cuando uno escucha a Dios se da cuenta de que los caminos de Herodes: del poder, del anquilosamiento y de no caminar, producen muerte (inocentes).

Como los magos:

  • Levántate y volvamos a casa por otro camino

 

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