La Luz
Del blog Nova Bella:
La luz,
siempre la luz,
ese abrazo infinito
*
José Cereijo,
La luz pensativa
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Del blog Nova Bella:
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José Cereijo,
La luz pensativa
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De su blog Punto de Encuentro:
18.12.2021
Es costumbre litúrgica convocar a la feligresía a una celebración penitencial en los tiempos fuertes de Adviento y Cuaresma. Lo cierto es que esta práctica se ha enfriado ante la pérdida de importancia que ha sufrido el perdón como mensaje troncal del Evangelio, e incluso como actitud esencial humana. Recordemos las iniciativas habidas entre algunos presos de ETA y sus víctimas, y lo difícil que ha sido aceptarlo por una buena parte de la sociedad. La película sobre la actitud de Maixabel Lasa deja bien claras ambas cosas: lo transformador de esta práctica y su dificultad. Y eso que pedir perdón sincero ¡y aceptárselo al victimario! es una ejercicio sanador de primer orden hacia uno mismo y hacia la otra persona, que requiere de coraje, humildad y entereza; pedir perdón y aceptarlo son dos caras de la misma moneda.
Yo sé que no es fácil perdonar, pero qué sano es recordar sin que duela, con paz. Porque si guardamos rencores por lo que nos hicieron, lo único que logramos es que la tensión y los disgustos alcancen niveles psicosomáticos. Pocos dudan de lo medicinal y liberador que resulta hacer las paces, aunque la tendencia es hacia el otro lado.
Debemos insistir en que perdonando de verdad a alguien hacemos las paces con la vida misma y ello se refleja en un estado de calma proporcional a la indulgencia gane al resentimiento y al orgullo acechantes en nuestro corazón y que pueden derivar en la sed de venganza.
Decidamos acercarnos a Dios para encontrar ese consuelo que tanto requerimos cuando estamos ofendidos. Al perdonar, el rencor se esfuma. Por eso, cuando el otro no se arrepiente es cuando es más necesario perdonar. En esto, el Evangelio es radical ya que sus enseñanzas son exigentes en la medida de nuestra necesidad de sanar nuestra íntima mismidad.
Si el perdón es necesario humanamente hablando, qué no decir como cristianos, cuando el perdón está enraizado en el corazón de la Buena Noticia. Dios nos perdona siempre. De hecho, todo el mensaje cristiano gira alrededor del perdón de Dios Amor y nos impele a nosotros, como discípulos suyos, a ofrecerlo allí donde sea necesario. Forma parte tanto de la madurez humana como de la cristiana. De ahí la importancia de hacernos humildes buscando la reconciliación en el sacramento del perdón.
Aunque la reconciliación no sea posible siempre, hay algo que el cristiano puede y debe hacer: perdonar. Es cierto que no siempre se logra restaurar una relación rota. A veces no depende de nosotros, es cosa de al menos dos. Pero Jesús en ningún momento regateó esfuerzos por amar a todos de verdad hasta el último suspiro en aquella cruz torturadora. Su perdón no lo condicionó a la reacción de los demás, fue incondicional, más allá de la imposible restauración de la relación. Su ejemplo es el que nos marca la pauta, no la lógica de la víscera humana.
La práctica del perdónsupone un deseo de no hacerle más daño a alguien. Pero no es algo fácil porque su poder transformador es tan profundo como costoso, que parte de la decisión libre de perdonar o de aceptar el perdón por la ofensa recibida. Alguien dijo que el perdón es la mejor manera de librarse de los enemigos. Esta es exactamente la idea de Pablo en Rom. 12, 20-21.
No podremos borrar los recuerdos de nuestra mente, pero sí podemos quitar el veneno de esos recuerdos. Incluso puede ser positivo porque nos evita repetir los mismos errores o faltas. El problema de perdonar, pero no olvidar, es que se mantienen los deseos de venganza y el resentimiento en su corazón. Dios es el único que puede perdonar y al mismo tiempo olvidar (Is. 43, 25). Por eso tenemos el sacramento de la penitencia que ha decaído en su práctica porque nos hemos quedado con la hojarasca sin valorar lo esencial. La intensidad de los pasajes maravillosos del hijo pródigo o la adúltera, debieran estimularnos a acercarnos a recibir el Amor en forma de perdón. Porque somos nosotros los que nos alejamos de la Fuente que permanece inalterable en su Alianza.
El problema nace cuando no nos ejercitamos en la humildad hasta no ser conscientes del daño causado; pensemos que no tenemos que perdonar, o que no es tan importante; o que el ofendido no se lo merece. Pero ya no podemos engañarnos ante la evidencia mostrada por la ciencia psicológica del poder terapéutico que atesora esta actitud.
Tomar consciencia de nuestras propias debilidades ayuda mucho a perdonar cuando nos decidimos a mirar en los oscuros rincones de nuestra conducta inconsecuente y el egoísmo en nuestras motivaciones. Y aceptar el perdón de Dios y experimentar lo sanador de esta frase: aquel a quien se le perdona mucho, resulta un acicate para amar mejor a los demás.
Es cierto que el perdón no es patrimonio exclusivo de los cristianos; Hannah Harendt ya se refirió a él desde el campo del pensamiento resumiendo su valor así: “El juzgar y el perdonar son dos caras de la misma moneda”. Pero el creyente con la experiencia de saberse perdonado por Dios tiene ese plus de la gozosa experiencia de la reconciliación. Es tiempo de recuperar la importancia del sacramento del perdón para entrar renovados en la aurora de la Navidad y el Año Nuevo, reconciliados con Dios y el prójimo. Deberíamos, en fin, vivir el sacramento del perdón como en aquella fiesta tan especial que preparó el Padre, celebrada en honor de su hijo pródigo… que tanto disgustó al hermano “bueno”.
Uno de los significados de la palabra confesar según la RAE es: «Expresar voluntariamente los actos, ideas o sentimientos». Siguiendo esta acepción, podríamos decir que la confesión ha sido una de las herramientas más importantes que hemos tenido las personas LGTBIQ para transformar nuestros entornos. Explicar con experiencias vividas el daño que nos ha producido la LGTBIQfobia ha cambiado más nuestro mundo que cualquier reflexión teórica de académicos y académicas queer. Y no estoy infravalorando estas reflexiones, todo lo contrario, porque nos han proporcionado un marco teórico para comprendernos; lo que pretendo decir es que sin confesión, estaríamos todavía en el mismo pozo donde nos lanzó la LGTBIQfobia.
Puede haber salida del armario sin confesión, puedo gritarle a todo mi mundo que soy marica, pero no explicarles lo que esa palabra puesta en su boca ha significado para mí. Puedo decirle a mi familia que soy bollera como si les estuviera diciendo que he decidido hacerme vegetariana. Puedo pedirle a mi hermano que me llame Rosa en vez de Juan, como cuando le pido que no me llame Juanito porque tengo treinta años y ya no soy un niño. Es cierto que esto no suele ser así, y salvo excepciones, hemos confesado claramente que hemos sufrido, y que hemos necesitado tiempo para armarnos de valor para poder hacer dicha confesión. Sin embargo, percibo cada vez más que, en aras de construir una imagen política de la persona LGTBIQ positiva, se quiere pasar por alto su confesión.
En muchas comunidades cristianas, o en grupos de apoyo, hay espacio para dar testimonio, es decir para confesar experiencias vividas al resto de la comunidad. Eso mismo hemos hecho las personas LGTBIQ, comprobado tanto los beneficios personales como los sociales. A nosotras, a nivel personal, nos ha ayudado el poder hablar, el poder confesar cosas que teníamos calladas y nos quemaban por dentro. También escuchar, porque las experiencias de otras nos han armado de valor para dar pasos de liberación. La confesión empodera, personal y comunitariamente, de eso no hay duda. Pero la confesión ha cambiado además la percepción de personas fuera de nuestro colectivo que se han dado cuenta de las consecuencias que tienen sus prejuicios y comportamientos en la vida de las personas LGTBIQ. Evidentemente no de todas, el camino es todavía largo, y es difícil cambiar solo con testimonio a personas e instituciones sin corazón. Para quienes lo importante es la norma y la ley, el testimonio es prácticamente inútil, y únicamente pueden ser cambiados con educación, normas y leyes.
Otro de los significados de la palabra confesar según la RAE es «Declarar los pecados que se han cometido». Lo de pecados suena religioso, podría substituirse por injusticias, por ejemplo, para que todo el mundo lo entienda. Y es esta acepción de confesar en la que creo que todavía hay mucho camino por recorrer cuando hablamos de LGTBIQfobia. Y lo digo porque he leído muchas experiencias, he visto diversas películas, he asistido a un sinfín de conferencias y mesas redondas donde personas LGTBIQ confiesan lo que han vivido, donde relatan el valor y las estrategias que han tenido que desarrollar para sobrevivir, para poder casarse, para vestirse como ellas consideran, para poder operarse, ser miembro de una iglesia, tener hijos, para cobrar una herencia, para trabajar, etc. Pero en muy pocas ocasiones, las puedo contar con los dedos de la mano, he leído o escuchado la confesión de las personas que ejercieron sobre nosotras su LGTBIQfobia. No sé, algunas veces parece que nos lo hemos intentado todo, que la LGTBIQfobia era un aire que solo respirábamos nosotras. O un látigo con el que nos encanta flagelarnos.
Creo que nos faltan artículos de personas que confiesen la transfobia que ejercieron sobre su hijo, las consecuencias que eso le supuso, y que pidan perdón por ello. Faltan sermones de hermanos que confiesen como su homofobia destruyó su familia, y pidan disculpas por ello. Faltan experiencias de profesoras que confiesen como ejercían bifobia sobre alumnas y alumnos, y entonen el mea culpa. Faltan declaraciones de iglesias que confiesen las prácticas LGTBIQfóbicas con las que hicieron daño a tantas personas, y les pidan perdón. Faltan mesas redondas de amigos, tías, primos, compañeras de trabajo, hijos, abuelas, pastores, doctoras, ancianos, teólogas, obispos, etc., en las que confiesen las estrategias que utilizaron contra las personas LGTBIQ, muestren su arrepentimiento, y pidan perdón.
Personalmente, no pongo el énfasis en la demanda de perdón, sino en la confesión. Pero aquí hay un matiz que hemos aprendido todas en nuestra infancia: cuando la ofensa es pública, la demanda de perdón debería también serlo. Creo que la confesión puede suponer una liberación personal y comunitaria, pero lo que es más importante, puede ayudar a que otras personas e instituciones tomen conciencia de su LGTBIQfobia. La confesión, como he dicho antes, no nos cambia solo a nosotras, también tiene un impacto en nuestro entorno. Todas tenemos responsabilidad en su erradicación, quienes la hemos padecido y quienes la hemos ejercido (no pocas veces se ha estado en los dos lados). Están perfectas las reflexiones teóricas de tantas y tantos aliados, pero sin confesión, suenan a veces huecas. Por eso, a partir de ahora, he decidido que cada vez que alguien me pregunte como me afectó la LGTBIQfobia, le pediré que confiese su experiencia ejerciéndola. No para culpabilizarlo, sino porque la liberación debe darse en ambos lados. Incluso lo voy a hacer sin que me pregunten nada, porque nos faltan esas confesiones, porque les hace falta también a ellas y ellos confesarse. Así que aprovecho mis dos últimas palabras para preguntarte: ¿Te confiesas?
Carlos Osma
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¡Gracias, Presidente y Enhorabuena. Se puede vencer al Fascismo!
Así lo señalo en su primer discurso, tras ser electo. Boric propone un programa nacional para mermar o erradicar las desigualdades que afectan a LGBTIAQ+ en salud, educación y trabajo, garantizando un cupo laboral de 1% para personas trans en el sistema público. El Movilh felicitó al presidente electo.
Gabriel Boric hizo historia ayer al transformarse en el presidente electo más joven de Chile. A sus 35 años ganó la segunda vuelta con el 55,87% de los votos, equivalente a 4.620.671 sufragios, la más alta adhesión alcanzada por un aspirante en La Moneda en la historia del país.
En su primer discurso como presidente electo, Boric agradeció ayer a las “disidencias y diversidades, que han sido larga, largamente discriminadas en esta campaña y vieron amenazados los pocos logros que han tenido. En nuestro gobierno, quiero que sepan que la no discriminación, y detener la violencia contra las diversidades y las mujeres, junto a las organizaciones feministas, va a ser fundamental”.
El Movimiento de Integración y Liberación Homosexual (Movilh) felicitó al presidente electo y se puso a su disposición para colaborar en la implementación de los componentes LGBTIQA+ de su programa
El encargado de Derechos Humanos del Movilh, Ramón Gómez, resaltó que “ha triunfado Boric y el plan transformador que encabeza para erradicar las diversas desigualdades estructurales que afectan a tantos grupos humanos en Chile, como son las personas LGBTIQA+. Confiamos en que Boric llevará a la Moneda una nueva forma de hacer política, una más empática, más respetuosa y cordial. Una que trate en igualdad de condiciones a todos los movimientos sociales y valore y rescate los aportes de las fuerzas independientes”.
Añadió que “felicitamos al presidente Boric, quien trae esperanzas de mejores condiciones de vida y ha sabido, con perseverancias y propuestas, derrotar a un contendor fascista, que era un peligro para los derechos humanos de mujeres, migrantes y personas LGBTIQ+. Nos ponemos a disposición del futuro nuevo Gobierno para contribuir a la implementación de toda iniciativa que prevenga o erradique la discriminación por orientación sexual, identidad de género o expresión de género”
Los derechos LGBTIQA+ en el Programa de Boric
En su programa, Boric promete un “Plan Nacional de Derechos Sociales LGBTIAQ+” que busca erradicar la discriminación o desigualdades por orientación sexual o identidad de género en los campos de la salud, la educación y el trabajo
“La población LGBTIAQ+ enfrenta desigualdades en los ámbitos de la salud, la educación, el trabajo o los cuidados. Consideramos que la dignidad se construye garantizando la provisión pública de derechos, por ello impulsaremos un plan que garantice la protección y promoción de los derechos sociales de las diversidades y disidencias sexogenéricas. Será la primera etapa de una política de largo alcance y constituye un abordaje de puntos prioritarios que deberán ampliarse posteriormente”, señala el Plan.
El tal sentido, el Plan resalta que “fomentaremos acciones afirmativas que garanticen el derecho al empleo, trayectorias laborales de calidad y frenar el acoso laboral de personas LGBTIAQ+ a través de programas de formación y capacitación laboral. Desde el Estado desarrollaremos protocolos y circulares que garanticen las políticas de no discriminación e impulsaremos el Cupo Laboral Trans, garantizando su empleabilidad en al menos un 1% en sector público”.
A la par, añade el plan, “impulsaremos una ley integral trans que garantice el fin de las exclusiones, discriminaciones e injusticias históricas de las que han sido víctimas las personas trans” y “promoveremos la participación de la población LGBTIAQ+ en las instancias de representación sindical, incluyendo negociaciones colectivas, independientemente del régimen laboral”.
Junto a ello, explica el Plan, “resguardaremos una educación no sexista e inclusiva. Fomentaremos programas de escuelas libres de discriminación para la diversidad sexual. Se contará con datos oficiales de violencia hacia personas LGBTIAQ+ en comunidades escolares y se acompañará a aquellas con peores indicadores”
Para tales efectos, “se promoverá una ley de educación no sexista, innovación curricular y formación en diversidad sexual a profesionales de la educación. También se incorporará un enfoque de garantía de derechos de la diversidad sexual en la formación inicial y continua de docentes y de quienes asuman funciones directivas en los centros educativos”.
En paralelo, “reformularemos la circular sobre niñez trans en espacios educativos, exigiendo protocolos de no discriminación y de integración” y “promoveremos una transición hacia establecimientos escolares integrados en términos de las identidades de género de sus estudiantes”, apunta el Plan.
Del mismo modo, el futuro Gobierno de Boric impulsará “políticas que garanticen discriminación cero en el acceso a la salud”
Para ello, “incorporaremos una canasta de prestaciones trans-no binaries como garantía explícita en salud, desde la perspectiva del cuidado, que contemple atención de especialistas, cirugías, fármacos y atención psicológica”, “se desarrollarán campañas de visibilización de atención inclusiva en centros de salud y se impulsarán acciones formativas del personal” y se enfatizará el cumplimiento de las circulares 18, 21 y 34 del Minsal subre derechos trans.
También “se garantizará el cumplimiento de la circular 18” del Minsal de manera que se mantenga la prohibición de someter a cirugías a recién nacidos intersex, “se incorporará un enfoque transversal de género e inclusión de personas LGBTIAQ+ en el currículum de las carreras de la salud” y “se promoverá la investigación con un enfoque biopsicosocial en la atención en salud para la comunidad LGBTIAQ+, en especial personas trans y no binarias”.
Fuente MOVILH
La investigación de Presentes revela que en Argentina existen organizaciones que ofertan técnicas para “orientar” la identidad sexual.
“Dios me mostró que la próxima vez que te alejes te va a agarrar sida y te vas a morir”.
Leonel estaba por salir de la iglesia, ya cerca de la puerta, cuando escuchó que el pastor Cristian Méndez lo llamaba. Entonces, el pastor le dijo que dejara de “jugar con estar con un pie en el mundo y un pie en el camino de dios”. Y entonces lanzó esa frase, que parecía más una amenaza, o un mal augurio. Leonel tenía 15 años, hacía unos meses que había llegado al Centro Cristiano Dios es Amor. Quedó quieto, helado. Y pensó que era cierto, que debía cambiar.
Por unas semanas había dejado de ir a la iglesia por una “recaída”. “Te hacían sentir culpa si estabas con un chabón”, cuenta ahora, después de casi doce años. El pastor Méndez es evangélico pentecostal y aún dirige esa iglesia junto a la pastora Jorgelina Montero. En el último tiempo ganaron tantos adeptos que se mudaron a un lugar más grande, un predio que antes era un boliche bailable: Rodríguez 887, pleno centro de Tandil, una ciudad turística de las sierras en la provincia de Buenos Aires.
Lo primero que se ve al entrar en el edificio es un hall enorme, dos escaleras a los costados, arriba una especie de bandeja que ocupa la mitad del salón. En cada esquina, hay personal de seguridad vigilando que nadie se acerque al pastor y a los sitios vedados al público. La otra mitad de arriba está descubierta para que se pueda ver el escenario, donde ocurre la prédica, los gritos, los “exorcismos”.
Era 2011. Leonel tenía problemas en su casa, en la escuela, con su pareja. Buscaba refugio. Una amiga le dijo que ahí pasaban cosas raras, que tenía que ir. Lo recibieron con abrazos y mucha alegría, hasta que supieron más de él. Un día llevó a su novio ante el pastor, a una consejería, a solas. Quería ver si podía orar por ellos.
“Esta relación no es de dios”
El pastor Cristian Méndez y Jorgelina Montero
“Le comenté mi situación: ‘Él es mi pareja, estamos mal’. Yo de pendejito ingenuo e inocente, como lo había visto muy paz y amor, muy gente buena que aceptaba todo, me pensé que me iba a decir: ‘Bueno, está todo bien, voy a orar por ustedes, los voy a aconsejar’. Y no, el tipo agarró, abrió la biblia y dijo: ‘Esta relación no es de dios’, la biblia habla esto, esto y esto de la homosexualidad. Y le empezó a preguntar al que era mi pareja en ese momento si él había sido abusado de chico, cómo era su relación con su padre. Todas cosas que el pastor creía que podrían haber sido motivo de que él terminara siendo homosexual”.
Ese día se terminó la relación. Leonel les creyó: “Hacían exorcismo. Todo con imposición de manos. A los gritos. Lejos de dudarlo, me creí todo. Yo lo veía en las películas. Pensaba: él no quiere cambiar, no quiere dejar de ser gay. Le corté. Estuve semanas llorando, deprimido. Estaba haciendo el duelo para matar esa parte de mí, mis deseos, el volver a estar con un chico. Ellos le llaman morir a los deseos de la carne y el yo. Así que básicamente acepté lo que ellos me dijeron y entré en ese proceso”.
Tenía que dejar de mirar y hablar con chicos, alejarse de “las juntas”, de sus amistades, de su familia. Dejar de escuchar música que el pastor decía “mundana” (Arjona, Evanescence, The Rasmus). Entonces, alejado de todo, le quedaba muchísimo tiempo para servir en la iglesia. Empezó a manejar los micrófonos, y llegó hasta las redes sociales del pastor. También juntó cartón con otros chicos y se quedó jornadas enteras pintando el nuevo edificio. Sin ningún tipo de retribución económica.
Leonel lo supo nueve años después, cuando logró salir: en ese momento, siendo menor de edad, fue víctima de las “terapias de conversión”.
“Una “terapia de conversión” es cualquier esfuerzo sostenido en el tiempo que procure modificar la orientación sexual o la identidad de género de una persona, con un fin predeterminado: siempre ir de la no heterosexualidad a la heterosexualidad. O impedir que una persona transicione, o si ya transicionó que detransicione”, explicó a Presentes Lucas Mendos, abogado, docente e investigador, especializado en derecho internacional de los derechos humanos y diversidad sexual y de género.
Presentes pudo confirmar que en Argentina siguen existiendo estas terapias que buscan “convertir” a gays, lesbianas, bisexuales y transexuales. Sin embargo, ni el Estado nacional ni ninguna organización de derechos humanos ha sistematizado aún cuántas organizaciones las ejercen, cómo y a cuántas personas ya afectaron.
“Es muy poco lo que se sabe en la Argentina y lo que está documentado. Hay una cierta naturalización de esas cuestiones que pueden ser muy sutiles”, explicó a Presentes Ricardo Vallarino, Director Ejecutivo de la organización 100% Diversidad y Derechos.
Las llamadas terapias fueron nombradas por el relator LGBT de la ONU como Esfuerzos de Cambio de la Orientación Sexual e Identidad de Género (ECOSIEG).
Pablo Salum es el fundador de la Red Libre Mentes, y acompaña a víctimas y familiares de lo que llama organizaciones coercitivas (lo que comúnmente se conoce como “sectas”). Él mismo fue víctima de una. Según lo investigado por Salum, es muy variada la gama de camuflajes en que se esconden estas “terapias de conversión”: aparecen detrás de actividades populares como cultos, organizaciones o fundaciones, yoga, filosofía, seminarios multi-nivel, coaching, cursos de liderazgo, retiros espirituales, centros de artes marciales, culturales, terapéuticos para adicciones, ufología u ovnilogía y terapias alternativas, entre otras.
En la mayoría de los casos, dejan secuelas, perjuicios, trastornos, tanto físicos como psicológicos a sus adeptos, en distintos grados. A medida que fueron pasando los años, y las organizaciones LGBTIQ+ ganaron lugar, las personas y grupos que llevaban adelante estas terapias les fueron cambiando los nombres, y ya no se muestran abiertamente como “curadores de la homosexualidad”, sino que hablan, por ejemplo, de que te ayudan a “abandonar el estilo de vida degradado”.
La Ley de Salud Mental
Las leyes que regulan los servicios de salud mental en Argentina indican que una persona no puede ser diagnosticada en su salud mental exclusivamente sobre la base de su orientación sexual o identidad de género. Pero no son leyes que prohíban explícitamente las terapias de conversión. La Ley de Salud Mental fue sancionada y promulgada en el año 2010.
“Esto hace que a nivel institucional esté bastante difundido que no está legitimado cuestionar o asociar la identidad u orientación sexual o la expresión de género a una enfermedad, y por lo tanto no es susceptible de tratamiento”, explicó a Presentes, Ricardo Vallarino, Director Ejecutivo de la organización 100% Diversidad y Derechos.
Sin embargo, de acuerdo con el informe “Poniéndole límites al engaño. Estudio jurídico mundial sobre la regulación legal de las mal llamadas “terapias de conversión”, de ILGA Mundo: “Se puede argumentar que el hecho de que las “terapias de conversión” no se nombren explícitamente disminuye el efecto simbólico de la ley, ya que no hay un mensaje claro que condene estas prácticas”.
La muerte de Federico Gómez
Federico Gómez murió el 19 de enero de 2021 en la ciudad de Puerto Rico, provincia de Misiones. Su familia aseguró que había sido perseguido, hostigado y discriminado por miembros de los Testigos de Jehová donde él asistía, y que lo habían citado a una “audiencia judicial” para tratar su “conducta descarada”.
En marzo de 2021, 100% Diversidad y Derechos intervino en la causa judicial. Le pidió al juez Leonardo Manuel Balanda Gómez que “contemple como hipótesis de la investigación el prejuicio a su orientación sexual como elemento central del posible sometimiento a una terapia de conversión y la consecuente instigación al suicidio de la que podría haber sido víctima”.
También, le solicitaron que pida asistencia técnica a la Unidad Fiscal Especializada de Violencia contra las Mujeres y personas LGBTI+ (UFEM) para coadyuvar en la instrucción de la causa.
“En Misiones salimos a denunciar. Estaba claro que había habido un hostigamiento por parte de su comunidad, lo habían citado por su llamado ‘estilo de vida’. Era un chico gay. Ellos eran Testigos de Jehová en el NEA”, contó Vallarino a Presentes.
En ese momento, el activista Jorge Víctor Ríos expresó en una nota publicada por 100% Diversidad y Derechos que “la muerte de Federico generó una conmoción en la comunidad LGBTI+ de esa provincia porque existe la posibilidad de que esté relacionada a su orientación sexual, ya que se dio en el marco de una denuncia de hostigamiento por su orientación sexual por parte de grupos religiosos”.
Otras situaciones que conocen desde la organización ocurren en ciertas comunidades evangelistas en la provincia de Chaco, que promueven abiertamente el estigma hacia las personas LGBT. La forma sutil de indicarlo es: “amar al pecador, pero no al pecado”.
“En muchos lugares continúa esta aproximación a decir: no al hostigamiento o violencia abierta, pero sí decir que las personas están equivocadas y la cura es el amor. Este es el discurso público que se ve, no se esconde. Dan a entender que hay algo erróneo. No dicen que es una enfermedad abiertamente, pero de alguna manera lo indican como una desviación moral o pecaminosa”, explicó Vallarino.
En esas comunidades, de acuerdo a lo registrado por 100% Diversidad y Derechos, es muy extendida la práctica de presionar: existen testimonios de parejas de lesbianas que fueron presionadas a separarse.
General, Homofobia/ Transfobia., Iglesias Evangélicas, Iglesias Pentecostales
La noche ya había caído en Alacant (Alicante). Así, en plena oscuridad, empezó todo. Primero aparecieron muchos policías. Luego llegaron los gritos, las carreras… y la homofobia institucional de una dictadura franquista que creía que las personas homosexuales eran tan delincuentes como enfermas, y que las transexuales no eran más que la manifestación de una “homosexualidad extrema” a la que había que “convertir” con cárcel, marginación y “reeducación”.
El 30 de abril de 1968 en Alacant tuvo lugar una de las tantísimas redadas que el régimen lanzaba contra la “gente de conducta inmoral” y de “mal vivir”, tipología que valía tanto para “homosexuales, prostitutas y atracadores de menor cuantía”. Según contó la agencia Logos, propiedad de Editorial Católica, aquella noche hubo, en total, 39 detenidos.
“El régimen no tenía asumido el concepto de transexualidad, sino que considera a las mujeres trans como homosexuales extremos”, señala a Público Víctor M. Ramírez, investigador de temas relacionados con la memoria LGTBI. “De ser condenadas por escándalo público o posteriormente por peligrosidad social, iban a un centro penitenciario masculino. Si tenían el pelo largo se les cortaba y se les vestía como hombres”, añade este experto.
El olvido rima con el silencio. De eso sabe bastante Guillermo Portilla Contreras, catedrático de Derecho Penal de la Universidad de Jaén y autor de una detallada investigación sobre “derecho penal franquista y represión de la homosexualidad como estado peligroso” que publicó el Ministerio de Justicia en 2019.
Según destaca Portilla, la imposibilidad legal de acceder a archivos oficiales hasta después de pasados 50 años contribuye, precisamente, a ese silencio. “Son muchos los límites que tenemos para poder investigar lo que pasó. Por un lado, están los límites temporales; por otro, tenemos la Ley de Secretos Oficiales de la dictadura que aún sigue vigente”, explicó.
La clave de lo que plantea Portilla está en la Ley de Peligrosidad Social que el franquismo instauró en enero de 1970 en sustitución de la Ley de Vagos y Maleantes. La nueva norma establecía concretamente la creación de centros de “reeducación” para “homosexuales, prostitutas y menores“.
Esa misma ley definía a las personas homosexuales como “peligrosos sociales”, revistiendo así la represión homófoba de un supuesto barniz “legal”. De hecho, la mecánica represiva tenía varios componentes dirigidos a castigar, aislar e incluso, “curar”, como si se tratase de una enfermedad. “La curación era a través de electrodos y supuestos tratamientos psiquiátricos”, detalla Portilla.
De hecho, este investigador logró demostrar que hubo jueces como Antonio Sabater Tomás que “sustituían las medidas de internamiento en una cárcel por el ingreso en institutos frenopáticos de Barcelona”. En cartas escritas por los responsables de dichos institutos, “se reconocía que estaban aplicando terapias aversivas, y además se vanagloriaban de que la mayoría de los homosexuales se convertían en heterosexuales gracias a esos métodos”.
El sistema de castigo tenía varias patas. Por un lado, la consideración de “peligrosos sociales” permitía que las personas homosexuales –y también las transexuales– recibiesen condenas “con una sanción privativa de libertad de uno a cinco años que se cumplía en campos de concentración como los de Miranda de Ebro y Nanclares de Oca, en colonias agrícolas como la que existía en Fuerteventura y en prisiones comunes”.
En estos casos, recuperar la libertad no significaba, ni de cerca, ser auténticamente libres. “Una vez que cumplían la privación de libertad se les desterraba durante unos dos años de la ciudad en la que vivían”, relata Portilla, quien destaca que el final del destierro tampoco implicaría el cese del castigo y la humillación.
Cuando volvían a sus respectivas localidades se les aplicaba la libertad vigilada, de tal forma que la persona era perseguida por dos delegados de la dictadura “allá donde iba”, sobre todo cuando trataba de conseguir un empleo. “Por ejemplo, si buscaba trabajo en un comercio, los delegados se encargaban de decirle al comerciante que se trataba de un pederasta, término que utilizaban para denominar a los homosexuales”, señala el investigador.
La condena se volvía entonces eterna y abarcaba todos los aspectos posibles. “Había una confluencia de la medicina, la psiquiatría, el derecho penal y la Iglesia franquista”, continúa Portilla, quien a continuación establece cada uno de esos nexos. “La medicina –subraya– les veía como enfermos, la psiquiatría como una perversión, el derecho penal como un estado peligroso y la Iglesia como un pecado”.
A nivel de los tribunales, la persecución recaía en unos jueces franquistas que luego, con Franco muerto y España en transición democrática, continuaron impartiendo justicia. “Hasta que no murieron, esos jueces siguieron dictando sentencias”, resume Portilla.
Uno de los magistrados del Tribunal Supremo que persiguió a personas homosexuales y transexuales fue Federico Castejón, quien mostraba en sus sentencias una rabia incontenida. Tal como pudo recopilar el profesor de la Universidad de Jaén durante su investigación, ese mismo juez escribió de puño y letra un anteproyecto falangista de Código Penal “donde se prohibía el matrimonio entre un español y una persona de raza inferior”.
El juez Luis Vivas Marzal fue otro de los jueces homófobos con los que contó el régimen, y también la incipiente democracia. Según determinó Portilla, “este señor decía que la homosexualidad era un delito y un pecado contra el espíritu santo. Siguió condenando a homosexuales hasta 1980, incluso cuando la Ley de Peligrosidad ya había desaparecido”. El odio, en cambio, continuaba.
Fuente Público
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