Ain Karem,
Ain Karem, Señor,
aunque sea pequeño
y con poca historia,
es uno de esos lugares
tatuados en las entrañas
y presente, siempre,
en el corazón
y en la memoria.
Lugar fértil, Señor,
con jardines y viñas;
aldea escondida
del ruido y de las intrigas
de la gran ciudad
que era y es toda Jerusalén
que tiene sueños de grandeza
y mata a los profetas.
Ain Karem, Señor,
es para nosotros
la fuente de la viña,
fuente generosa
que mana paz y alegría,
que descansa y da vida,
que plenifica y ennoblece
a todo el que se acerca a ella.
Y es también, Señor,
desde aquel día de primavera
que narran y cantan
las crónicas evangélicas,
lugar de gozo y fiesta,
por aquella visita de María
y aquel encuentro
entre dos visitadas tuyas.
Ain Karem, Señor,
es ese lugar apropiado
para todos los que soñamos
con embarazos de vida
y no queremos encerrarnos
en nuestras miserias
aunque seamos personas estériles,
ancianas o muy niñas.
Ain Karem, Señor, es tu regalo
para que tengamos vida
y aprendamos a cuidarla
cantándote a ti, Dios de vida,
presente en nuestra historia y tierra.
*
Florentino Ulibarri
Fe Adulta
***
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