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¿Finita la commedia o la vida tiene sentido?

Domingo, 14 de noviembre de 2021

índiceDel blog de Tomás Muro, La Verdad es Libre:

Domingo XXXIII per annum

  1. Nota previa sobre la apocalíptica / Apocalipsis

         La apocalíptica no es una narración histórica de cómo van a suceder las cosas  al final. La apocalíptica es un género literario que habla como la traca final de fuegos artificiales: saca la caja de los truenos, pero no para amenazarnos, sino para llamar la atención.

La apocalíptica no trata de infundir pánico, ni tampoco es un “parte de guerra” de lo que sucederá al final de los tiempos. El libro de Daniel, el cp. 13 de Marcos del que hemos escuchado un párrafo, son apocalípticos y la apocalíptica es una llamada a la esperanza, característica principal de toda esta literatura.

Estamos terminando el año litúrgico y las lecturas apocalípticas de hoy nos hablan de vivir en profundidad y serenidad cada día.

Lo que se nos dice es que “esto”, esta historia nuestra, termina bienporque terminamos en Dios.

1.- El final del mundo.

         El final del mundo en cuanto cronología y cosmología tiene poco interés humanista y cristiano. Que el fin del mundo acontezca mañana o dentro de un millón de años, no tiene mayor interés. La tierra, el sistema solar, el universo o los universos son finitos y tienden por evolución a un final. Esta es una cuestión científica, astronómica, evolutiva, quizás con influjo de la ecología: cambios climáticos, energía nuclear, etc.

         Toda intromisión de la fe en estas cuestiones no pasa de ser eso, una intromisión probablemente ilegítima.

         Lo decisivo es cómo terminamos nosotros, las personas, si bien también importan “los cielos nuevos y la tierra nueva”.

         En otro lenguaje, de lo que se trata es si la vida, la existencia humana y la historia tienen sentido

2.- ¿Finita la commedia?

         Lo decisivo no es que el mundo termine, sino que quien termina es el ser humano. ¿Cuál será nuestro final? La Opera “Pagliaci-Payasos” de Leoncavallo termina con un terrible e irónico: finita la comedia: la comedia ha terminado. Cuando morimos: ¿finita la commedia?

         El problema no es que la tierra concluya, sino ¿cómo termino yo? ¿Cómo terminamos los seres humanos? Y en ello va implícita la cuestión del sentido de la vida. ¿La vida tiene sentido? No sea que terminemos con aquella greguería un tanto cínica de Groucho Marx: Tras arduos esfuerzos, hemos conseguido llegar a las cotas más altas de la nada.

         Viktor Frankl (prisionero finalmente liberado de Auschwitz) escribía:

El hombre es un ser empeñado en la búsqueda de sentido, del logos, y, ayudar al hombre a encontrar ese sentido, es un deber de la psicoterapia y es el  deber de la logoterapia.[1]

(Hemos de tener en cuenta que, cuando V. Frankl habla de logos (logoterapia), entiende por logos: sentido de la vida).

El pensamiento científico, las ciencias descartan la  cuestión sobre el sentido, probablemente porque la respuesta no entra en sus parámetros y el sentido de la vida no es un asunto científico. Sin embargo la cuestión “está ahí”, en el corazón del ser humano. Aunque no tenga una respuesta científica, la cuestión del sentido de la vida y otras muchas cuestiones de la vida, están siempre presentes en la existencia humana.

El ser humano desea averiguar el porqué y el para qué de cuanto hace y cuanto le rodea, sin que la ciencia pueda hacer que desaparezca ese deseo…

Tal vez la gran cuestión del ser humano es ¿qué sentido tiene la vida?[2]

Decía V. Frank con gracia e ironía que: El médico difiere del veterinario en una sola cosa: en la clientela.[3] Los pacientes acudimos al médico cargados -además de los males físicos-, con la cuestión del sentido de la vida. Decía Jean Paul Sartre que: Todo lo que existe nace sin razón, se prolonga por debilidad, y muere por casualidad”

¿La vida es un juego del destino? La sola formulación de esta cuestión habla ya de la dignidad y de la inteligencia de la persona humana. De su respuesta dependerá todo el planteamiento de la existencia humana, el tono de las opciones morales, del estilo de vida, de la cualidad de las relaciones, de la serenidad en la vida, de la fe, del horizonte transcendente.

3.- ¿Proyectos o sentido?

El sentido de la existencia no son los objetivos y proyectos que podamos tener en la vida, que seguramente serán valiosos, sino que por sentido de la existencia hemos de entender algo muy radical; se trata de si existe algo por lo que merece la pena que yo sigo existiendo, algo a lo que me puedo entregar y por lo que vale la pena vivir.

Sentido de la vida y fin de la vida, designan lo mismo. ¿Esta vida nuestra tiene una finalización llena de sentido? Quien se pregunta o quien se deja interpelar por el sentido de la vida, se está preguntando por la meta de la vida; es decir, se pregunta para qué se vive.

4.- La esperanza: un paso más allá de la ciencia.

Ante el futuro absoluto y ante el sentido de la vida,  la razón se nos queda corta y no hay nada más duro para el ser humano que trabajar y vivir sin esperanza.

El animal puede seguir caminando a oscuras hacia el futuro infranqueable o hacia el abismo. El hombre se resiste a caminar si no presiente una puerta abierta al futuro, (Teilhard de Chardin)

El hombre es un animal que espera: somos esperantes. (Laín Entralgo). El corazón humano es un ser limitado con un ansia ilimitada. Vivir humanamente es esperar.

Es sano vivir en esperanza, porque pertenece a nuestra misma naturaleza esperar. El ser humano espera por naturaleza algo que no está en nuestra naturaleza.

5.- Mis palabras no pasarán.

¿Qué palabras son éstas?

La misma Palabra creadora que “estaba” en el comienzo: “en el principio estaba la Palabra”, atraviesa toda la historia de la humanidad y es la Palabra salvífica que pone punto y final a la historia, a la creación y a la humanidad.

Ante el abismo y caos de la nada, el cristiano confía en el ser.

No es lo mismo saber que esperar. Los conocimientos más valiosos no son los científicos, sino los humanos: el sentido de la vida no es un saber científico, pero sí humano.

No sabemos cómo será el final y las cuestiones finales, pero confiamos en que terminamos en Dios y con Dios.

         Nuestro final es Dios, el tiempo desemboca en la eternidad, el ser humano –la humanidad- termina en Dios.

Cuando ya no sabemos más, confiamos y esperamos en que:

mis palabras no pasarán.

[1] V. Frankl, La voluntad de sentido, Barcelona, Ed Herder, 1988, 10.

[2] J. García Rojo, J. El sentido de la vida, 239.

[3] V. Frankl, El hombre doliente, 23.

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