Déjame llorar por ti.
Déjame llorar por ti, hermano.
Déjame abrazarte, hermana mía,
tu corazón dolorido latiendo al ritmo del mío,
nuestras lágrimas mezclándose,
nuestra vieja ira acumulada roja alrededor de nuestros pies.
Y cuando nuestros corazones se sequen y nuestras lágrimas disminuyan,
que podamos ver los unos en los ojos de los otros
todas las verdades del amor y el dolor
grabadas en nuestros corazones rotos
y escritas en un lenguaje común,
no de dioses, sino de nuestro amor.
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Gretta Vosper
www.grettavosper.ca
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vía, blog de José Arregi, Umbrales de luz
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