¿Y qué es lo que Dios ha unido?
Del blog de Tomás Muro La Verdad es libre:
- Afectividad – sexualidad.
Todos los humanos, hombres y mujeres, casados y célibes, quedamos emplazados en la vida ante estas cuestiones del amor, afectividad, sexualidad, amistad, familia, etc. Todos vivimos obligados a tomar decisiones ante la experiencia fundamental del amor-afectividad. Esta cuestión es de tal calado que de ella depende el equilibrio, la madurez y la felicidad de cada persona.
El amor es el campo donde más se sufre, se goza, se fracasa y también se realiza la persona humana.
- Ha cambiado mucho la sociología de la sexualidad y del matrimonio.
En 2019 se celebraron 165.578 bodas en toda España. 129.240 fueron civiles.
El 80 % de los matrimonios celebrados en España son civiles. (En el País Vasco el número de matrimonios civiles alcanza el 87,4%) Por tanto, solamente el 20% de los matrimonios son canónicos.
Por otra parte, en el plano de la sexualidad, afectividad, etc. estamos viviendo notables cambios culturales y sociológicos que -según me parece- no están del todo resueltos:
- o El gran movimiento feminista está haciendo que el papel de la mujer haya cambiado y mejorado notablemente en la sociedad: en cuanto a respeto hacia su dignidad, trabajos y competencias fuera del hogar, fuente de economía. Esto planteará otros problemas, como cuál sea el·”rol” de hombre y mujer, ¿quién cuida los hijos? (¿terminarán en casa de ó con los abuelos?)
- o La familia era amplia en la sociedad rural: en el caserío, en el pueblo rural las familias tenían muchos miembros, hijos, nietos, algunos tíos que quedaban “descolgados”. Hoy la familia es “mínima”, los pisos no tienen ni la amplitud del caserío, ni la vida más sencilla del mundo rural. El consumismo tampoco permite tener muchos hijos.
- o La concepción de la sexualidad hoy en día es muy diversa a la que tradicionalmente hemos conocido: homosexualidad, transexualidad, etc. / LGBT es la sigla compuesta por las iniciales de las palabras Lesbianas, Gays, Bisexuales y Transgénero. Esta visión de la swexualidad “está ahí” en la sociedad, no sé si bien o mal resueltas.
- Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre.
Recojamos las palabras de Jesús: Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre.
Bueno pero ¿qué es lo que Dios ha unido? Entendemos que Dios ha unido en amor a dos personas que se quieren.
Pero, ¿Qué hacer cuando -por las razones que fueren- desaparece el amor y no se quieren? No quedan sino los papeles, “papel mojado” decimos en castellano. Y Dios no mantiene una unión, que ya no es unión. Dios no pretende una unión meramente legal, unos papeles firmados, una “unión” que en muchos casos es un infierno. Dios no quiere infiernos para nadie.
Infidelidades profundas, desavenencias, enfermedades ocultas, conflictos, interferencias familiares, etc. pueden hacer que un matrimonio sea ya inviable.
Al menos la Iglesia debiera mostrarse comprensiva y bondadosa con quienes han visto fracasar su amor.
- Tras un accidente, todo el mundo tiene derecho a curarse.
Tras un fracaso, tras una ruptura matrimonial, todo el mundo tiene derecho a recomponer y reestructurar su vida. Los separados / divorciados también. Y en el plano eclesial pastoral los divorciados / separados merecen un trato, un tratamiento mejor que el que la Iglesia les da.
El papa Francisco es muy consciente de ello:
“A veces la separación puede incluso ser moralmente necesaria cuando se intenta proteger al cónyuge más débil o a los hijos más pequeños de las heridas causadas por la prepotencia, la violencia, la humillación, la extrañeza y la indiferencia”. (24.06.2015)
Pero no se han dado más pasos. Francisco lo tiene muy difícil para reformar esta y otras cuestiones
En todo caso, no seamos legalista ni en esto ni en nada y tengamos siempre misericordia con quien se ha divorciado o ha fracaso en su vida afectiva, matrimonial.
- Frivolidad y fidelidad.
Los criterios y esquemas de vida con los que funcionamos tampoco ayudan mucho a pensar y preparar matrimonios y familias.
La confusión entre placer y felicidad, entre erotismo y amor, el desajuste entre eros y ágape, el deseo de una vida cómoda, rápida, etc. no contribuyen a una madurez personal y convivencial.
No todo en la vida es de color de rosa, ni es todo sencillo y feliz. La vida tiene momentos y etapas de esfuerzo y sufrientes. La convivencia es hermosa y dura al mismo tiempo. ¿Dónde y en qué pueblo, familia, comunidad, parroquia, etc. no hay discrepancias, conflictos y sufrimiento?
La vida es placer y muerte: eros y thanatos, decía Freud.
En una sociedad tan erotizada, que vive o propone como “paraíso terrenal” casi exclusivamente el eros, es muy difícil ¿imposible? que se pueda vivir una madurez afectiva.
Por otra parte quizás hemos olvidado la fidelidad, la lealtad a los compromisos adquiridos en la vida con nosotros mismos y con las personas: compromisos de matrimonio, de vocación, de responsabilidades, de fidelidad a los talentos que Dios nos ha dado.
El ágape, el amor la entrega y la donación personal enmarca bien la amistad y el eros.
Los divorcios y separaciones quizás disminuyan en la medida que el amor (ágape) forme parte también de la vida.
Permanezcamos en el amor
y que lo que Dios ha unido que no lo separe el hombre.
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