“La paciencia desde Job”, por Gabriel Mª Otalora
De su blog Punto de encuentro:
| Gabriel Mª Otalora
La semana pasada me refería a la paciencia en este Punto de encuentro. Entonces recordaba que la Escritura está llena de exhortaciones a la perseverancia con 16 menciones directas al término “paciencia”. Ser paciente es vivir el presente con confianza, como Jesús, en estado de espera que nos mantiene firmes en nuestra fe, en la vida, en los prójimos y en Dios. Pero faltaba alguna referencia al texto por excelencia: el libro de Job y su protagonista.
En estos tiempos marcados por las prisas, los creyentes tenemos una lección para recordar y sobre todo que vivir con la paciencia -como virtud activa– ante la experiencia del sufrimiento: ¿Dios mío, dónde estás?, se pregunta el inocente que sufre. Deberíamos leer y releer el libro de Job. Yo apunto aquí algunas claves que pueden ayudar a vivir en sana y santa paciencia.
- Es importante destacar que el sufrimiento narrado es extremo para que nadie se sienta ajeno a la realidad dolorosísima que puede ocurrirnos en la vida y en varias modalidades: muertes de seres queridos, graves pérdidas materiales e incluso el grave deterioro de la salud. Y por si fuera poco, la permanente tentación que llega desde sus amigos con razones teológicas para que reniegue y maldiga a Dios.
- La historia de Job es desconcertante porque, en justicia, él no merecía nada de lo que le estaba pasando; muy al contrario, lo que merecía según su religión era la bendición y prosperidad que vienen de la mano de Dios: a los buenos les va bien, a los malos, mal tal y como se entendía.
- El relato plantea una cuestión crucial: si el ser humano puede creer en Dios de forma desinteresada frente a la concepción mercantil (do ut des) de la religión que defienden los amigo de Job, pero que es utilitaria sin que se produzca un verdadero encuentro con Dios. Está en juego la retribución y la gratuidad con Dios en medio de la realidad sufriente. Job no requiere del bienestar para confiar en Dios, a quien no enjuicia.
- Job espera en Dios desde su honradez sin relacionar su fe con su mala suerte. Llega a maldecir el día en que nació: “Que Dios acabe de una vez”, tal era su sufrimiento. Pero no habla mal de Dios y no se desespera aunque no comprende su calamidad que le ha convertido en un apestado social hasta el punto de que es recriminado ¡incluso por sus amigos que fueron a consolarle! por su actitud de fe verdadera.
- Protestar contra el dolor que Job entiende de buena fe como injusto, puede ser un testimonio de fe mayor que el de quienes se acostumbran sin esperanza a la injusticia e incluso la justifican para que no lleguen males mayores.
- Ninguno, cuando sea probado, diga que es Dios quien me prueba porque Dios no prueba a nadie (Santiago 1, 13). En todo caso, Dios permite que pasen cosas en el devenir de nuestra vida, en aras a la libertad, para mostrarnos cosas mejores y hacernos mejores: Dios hace concurrir todas las cosas para el bien de los que le aman.
- Todo no tiene explicación en este mundo, mas todo tiene un propósito. Hay dos preguntas que son recurrentes en el sufrimiento: ¿por qué? y ¿para qué? Pero este tipo de preguntas no suelen tener respuesta. Si acaso, a posteriori desde la experiencia de fe como les pasó a los discípulos, que no entendieron nada de lo que le venía encima a Jesús y se acobardaron llenos de angustia. Si Job finalmente logra su restauración y es colmado de explicaciones es para que no olvidemos que Dios es más fuerte que el mal y que u lógica, desconocida para nosotros, es mucho más justa que la nuestra.
- Confiar en el amor de Dios.La historia de Job termina en que Dios restaura y mejora la vida que había tenido antes de sobrevenirle las desgracias. Job forma una nueva familia, mucho más fecunda que la primera, prospera económicamente más que antes y su fama como hombre bendecido se extiende por todas partes lleno de salud. El autor bíblico quiere expresar que todo es gracia y a Dios nadie le gana en amor misericordioso.
- En la Biblia, la queja y la esperanza van de la mano. Lo vemos sobre todo en Job y en muchos salmos. No es posible encontrar una explicación racional del sufrimiento. Pero la fe nos saca de la resignación para lograr una actitud de humildad esperanzada, de aceptación ante el sufrimiento injusto o inevitable y de lucha por mejorar aquello que todavía es posible.
- Con Dios es necesaria la confianza que necesita de la paciencia, ya que sus tiempos no son nuestros tiempos. Pero sus promesas se cumplen y son mucho más generosas que nuestros deseos. La respuesta de Dios a Job me confronta a mí también, sabiendo que su propósito es más elevado que mi entendimiento. Y que lo mejor es confiar en Él. Hoy no es siempre. En definitiva, liberación y acción de gracias acaban siendo lenguaje divino.
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