La toma del poder por parte de los talibanes en Afganistán situa de nuevo a este movimiento islámico en el foco mediático y plantea interrogantes, todavía no suficientemente bien resueltos, sobre el modo en que ciertos grupos del denominado islam político interpretan el Corán, su libro sagrado. Profesora emérita de estudios árabes e islámicos en la Universidad de Barcelona y autora de El islam hoy (Fragmenta, 2019), Dolors Bramon (Banyoles, 1943) es una de las voces más autorizadas para deshacer los tópicos que circulan sobre el islam entre los musulmanes y entre los que no lo son. Tras una larga etapa como catedrática, su labor principal consiste desde hace unos años en “hacer que los medios de comunicación hablen del islam como Dios manda,” reconoce Bramon por teléfono desde su Banyoles natal.
Parece que los medios de comunicación solo recurrimos a personas a usted cuando el islam ocupa el debate público y casi siempre por motivos poco afortunados. ¿Le han llamado mucho en estos días para hablar de Afganistán?
Naturalmente. Esto forma parte de mi trabajo. A menudo veo que se confunden términos, palabras, conceptos y por tanto en estas situaciones es donde puedo aportar mis conocimientos. A veces digo que los españoles y los catalanes hemos estado muy mal educados en islam, quizás porque 800 años de dominio islámico nos hacen ver como algo negativo la influencia de esta religión.
¿Cómo está viviendo lo que pasa en Afganistán en estos días?
La llegada de los talibanes al poder es un tema muy importante del que quizás los medios no hablarán dentro de un mes, pero la sociedad afgana pronto empezará a sufrir las consecuencias con mucha intensidad. Por lo tanto, lo vivo con gran preocupación. Hace unos días me llamaron de una radio y me preguntaron si me creía lo que dijeron los talibanes en su primera rueda de prensa en Kabul tras la toma del poder, cuando aseguraron que las mujeres afganas serían felices bajo las reglas de la Sharía. Mi respuesta fue un no rotundo: no me lo creo en absoluto.
En los últimos días, musulmanes de España y otras partes del mundo han criticado a los talibanes por su desviación del islam.
El movimiento talibán es una gran desviación del islam llevada al terreno político. La de Arabia Saudita es una desviación también muy peligrosa porque tienen mucho dinero. Son corrientes que se extienden, y en el caso de los talibanes, contarán seguro con ayudas internacionales de los países del Golfo que les darán poder; y si tienen poder se envalentonarán y harán más daño.
Habla usted del pluralismo en el islam político. Y en este sentido, equipara movimientos como el de los talibanes con la doctrina wahabí o la organización de los Hermanos Musulmanes de Egipto o Estado Islámico, entre otros. Todas estas visiones del islam, ¿respetan el espíritu del Coran?
Depende del grado de desviación con respecto al islam que se produzca, si es más grande o más pequeño. Pero en general, todos estos islamismos se caracterizan por discrepar, en algunos puntos, de la doctrina del Corán. Y esto es muy grave, porque ellos dicen que el Corán les ha sido dictado por Dios, creen en Dios y por tanto, lo menos que pueden hacer es hacerle caso.
Resulta bastante cuestionable que crean en Dios.
Yo lo cuestiono. De hecho he insistido mucho para que no se acepte la terminología de ‘Estado Islámico’ porque no es un proyecto que siga en absoluto las doctrinas del islam; por tanto, no merece ese nombre. He intentado que se les llame ‘pretendido Estado Islámico’, o ‘mal llamado Estado Islámico’, pero no es una fórmula que resulte cómoda a los medios de comunicación. Ahora volveremos a oír hablar de él, desgraciadamente.
¿Por qué?
Tradicionalmente, este movimiento no se ha entendido bien con los talibanes, pero tampoco son enemigos. Es posible que ‘Estado Islámico’ aproveche el desorden actual para atentar. EEUU ya ha advertido una amenaza potencial. Con las aglomeraciones que están habiendo en el aeropuerto de Kabul, sería fácil organizar un acto terrorista.
¿El Islam es patriarcal o machista? ¿Justifica esta religión las prácticas abusivas que se dan contra las mujeres por el mero hecho de serlo?
No las justifica, pero el islam, como todas las religiones monoteístas, es patriarcalista. Y si no, pregúntele a muchas mujeres católicas que querrían acceder al sacerdocio y no pueden. El monoteísmo, como establece una gradación creador-criaturas, naturalmente las criaturas también sufren de esta gradación y las mujeres están por debajo de los hombres. Es innato, es inconsciente a veces, pero siempre es propio de cualquier religión monoteísta.
¿Qué cree que va a pasar a partir de ahora con los 19 millones de mujeres y niñas en Afganistán? El panorama, por el momento, no parece muy esperanzador.
No es esperanzador en absoluto. Además, desde el primer momento, los medios han caído en una trampa al hacerse eco de las afirmaciones de los talibanes, que aseguran que respetarán los derechos de las mujeres según la Ley Islámica. Ahora ya dicen que respetarán sus derechos de acuerdo con la Sharía. De ese modo, hemos hecho un paso más hacia la ignorancia: dicen algunos musulmanes que la Sharía es la ley islámica y yo lo niego: lo que dicen que es Sharía en Arabia Saudí no lo es en Marruecos o Nueva York. Es decir, una ley que no sea general no puede ser ley islámica: será la ley de los talibanes, la ley de Irán o la que sea, pero no nos la pueden vender como una ley general del islam.
El islam es una cosa muy seria, y si tuviera una ley general, la tendría escrita tal como lo está nuestro Aranzadi. La Sharía varía en función de quién tiene el poder político o religioso y cómo decide qué es Sharía y qué no. Por ejemplo: en Afganistán, durante la época talibán, las mujeres no tenían acceso a los estudios ni a la medicina. En Marruecos o en Turquía, en cambio, sí lo tienen. Por tanto, podemos decir que en este caso los talibanes se inventan la Sharía a su conveniencia. Cada cual se desvía como le da la gana y, si tiene poder, consigue imponerse.
En estos días, algunos medios han intentado explicar qué es la Sharía. ¿Cómo la define usted?
Sharía es una palabra ambigua que solo sale una vez en el Corán e indica el camino que lleva hacia el abrevadero, es decir, el lugar donde se encuentra el agua. Se ha interpretado, por tanto, como “el camino que lleva hacia una buena conducta”. Digo que es un concepto ambiguo porque una persona puede decidir que el camino es ofrecer caridad a los pobres y otro decir que es hacer desaparecer de la tierra todo objeto de pecado. En este sentido, si tienes poder político, religioso o social, puedes decir que es Sharía lo que te dé la gana. Y no. El mundo musulmán ha de guiarse por lo que dice el Corán, no por lo que dice el jefe de Estado de cada país o lo que los líderes religiosos piden a este.
Sostiene en su libro que el islam no es una religión monolítica. No se vive igual en Marruecos, que en Turquía o Baréin.
Cada musulmán tiene su islam, a diferencia del catolicismo, que tiene un Papa que define doctrina, actuación o norma. En el Corán, cada musulmán está invitado a pensar y razonar, y cada cual lo hace en la medida de lo que es capaz. Lo que pasa es que hay imanes y autoridades religiosas que pueden hacer mucho mal o mucho bien en función de cómo interpretan y dan a conocer la palabra de Dios.
El Corán impreso en Arabia Saudí y distribuido en el resto del mundo es un texto que tiene un impacto muy negativo mundialmente en el sentido que expande una visión retrógrada del islam.
Efectivamente, pero yo no hablaría en singular. Los países del Golfo imprimen traducciones del Corán perfectamente redactadas en multitud de idiomas porque el dinero les sale por las orejas. No son traducciones exactas: he hecho muchas pruebas con mis alumnos y tengo clarísimo que se trata de traducciones tergiversadas que no reflejan lo que dicen que Dios les dijo. A pesar de que traducir a Dios es muy difícil, se pueden hacer traducciones más o menos fieles. Y estos ejemplares del Corán editados en el Golfo y regalados por todo el mundo son muy peligrosos. Siempre que puedo, advierto a las bibliotecas de que no deben incorporarlos a su catálogo.
Fuente Religión Digital
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