Dios escondido e inefable
Te revelaste, Señor, como invisible; eres un Dios escondido e inefable. Pero te haces visible en cada ser: la criatura es la flor de tu mirada. Tu mirada confiere el ser, Dios mío, tú te haces visible en la criatura.
Soy incapaz de darte un nombre, estás más allá del límite de toda definición humana. Socorre a los hijos de los hombres: ellos te veneran en figuras diferentes y eres para ellos causa de guerras religiosas. Sin embargo, ellos te desean, Bien único, oh Inefable y Sin Nombre.
No sigas oculto aún, manifiesta tu rostro: así seremos salvos. Responde a nuestra oración: desaparecerán la espada y el odio, encontraremos la unidad en la diversidad. Aplácate, Señor, tu justicia es misericordia: ten piedad de nosotros, frágiles criaturas.
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Nicolás de Cusa,
cit. en G. Vannucci,
1/ libro della preghiera universale,
Florencia, 1985, p. 367.
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