Cristo ha resucitado. Verdaderamente ha resucitado. ¡Exultemos de Alegría en esta mañana de Pascua!
Del blog de la Communion Béthanie:
Con María Magdalena, Simón Pedro y Juan
Corramos, corramos para anunciar y para testimoniar el amor sin límite de Dios para todos los hombres
Con Cristo resucitamos a una vida nueva. Nos libera definitivamente del mal. Nos reúne allí dónde estamos.
Vida que renace cada mañana,
Vida renovada si confiamos en la palabra de los discípulos del Cristo que vieron sólo una tumba vacía,,
Vida renovada si dejamos a Cristo rodar cada mañana la piedra de nuestras tumbas para que brote en nosotros la esperanza del que nos abre el camino, el que nos envía hacia los demás..
Vida renovada que nos lleva a seguir a Cristo siendo los testigos de su resurrección.
Vida renovada que nos hace próximos y atentos a aquéllos que sufren abrumados por la desesperación, la enfermedad, la muerte.
Dejemosnos habitar por esta alegría pascual que nos iluminará hasta el día de Pentecostes donde llenos del Espíritu Santo, fuerza y alegría nos serán todavía renovadas para caminar humildemente con nuestro Dios, él que nos asegura su presencia todos los días de nuestra vida hasta el final de los tiempos.
¡Feliz Fiesta de Pascua!
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Anne-Marie,
Sœur de la Communion Béthanie
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En el fluir confuso de los acontecimientos hemos descubierto un centro, hemos descubierto un punto de apoyo: ¡Cristo ha resucitado!
Existe una sola verdad: ¡Cristo ha resucitado! Existe una sola verdad dirigida a todos: ¡Cristo ha resucitado!
Si el Dios-Hombre no hubiera resucitado, entonces todo el mundo se habría vuelto completamente absurdo y Pilato hubiera tenido razón cuando preguntó con desdén: «¿Qué es la verdad?». Si el Dios-Hombre no hubiera resucitado, todas las cosas más preciosas se habrían vuelto indefectiblemente cenizas, la belleza se habría marchitado de manera irrevocable. Si el Dios-Hombre no hubiera resucitado, el puente entre la tierra y el cielo se habría hundido para siempre. Y nosotros habríamos perdido la una y el otro, porque no habríamos conocido el cielo, ni habríamos podido defendernos de la aniquilación de la tierra. Pero ha resucitado aquel ante el que somos eternamente culpables, y Pilato y Caifas se han visto cubiertos de infamia.
Un estremecimiento de júbilo desconcierta a la criatura, que exulta de pura alegría porque Cristo ha resucitado y llama junto a él a su Esposa: «¡Levántate, amiga mía, hermosa mía, y ven!».
Llega a su cumplimiento el gran misterio de la salvación. Crece la semilla de la vida y renueva de manera misteriosa el corazón de la criatura. La Esposa y el Espíritu dicen al Cordero: «¡Ven!». La Esposa, gloriosa y esplendente de su belleza primordial, encontrará al Cordero.
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P. Florenskij,
cuore cherubico,
Cásale Monferrato 1999, pp. 172-174, passim).
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