Stephen Fry y Peter Tatchell instan a Boris Johnson a prohibir de una vez la terapia de conversión
Stephen Fry ha instado a Boris Johnson a que prohíba la terapia de conversión, calificando esta práctica nociva de “cruel” y “despreciable”.
La estrella de It’s a Sin ha unido sus fuerzas con el pionero activista de los derechos LGBT+ Peter Tatchell para pedir al gobierno del Reino Unido que deje de dar largas y prohíba esta aborrecible práctica.
Fry y Tatchell lanzaron el lunes (8 de febrero) la campaña “Stop Dithering“. Como parte de la nueva campaña, piden a los ciudadanos que firmen una petición que se entregará al gobierno en la que se pide que se prohíba este proceso pseudocientífico.
“Cualquier intento de cambiar la orientación sexual o la identidad de género de una persona no es ético”, dijo Fry en un comunicado. Les insto a que firmen esta petición y pidan al gobierno del Reino Unido que actúe rápidamente para cumplir su promesa de hacer ilegal esta práctica cruel, despectiva y perjudicial”, añadió.
Por su parte, Peter Tatchell afirmó que la terapia de conversión es “inmoral, ineficaz y perjudicial. A nadie se le debe decir que su orientación sexual o identidad de género es algo defectuoso y que requiere un cambio. La práctica se basa en la suposición intolerante de que ser lesbiana, gay, bisexual o trans es un defecto o una enfermedad que puede “curarse”. Los tratamientos de conversión LGBT+ son perjudiciales y están desacreditados. Han sido condenados por las principales organizaciones médicas, psicológicas y de asesoramiento del Reino Unido. Los intentos de avergonzar o presionar a una persona para que niegue una parte fundamental de lo que es pueden tener un impacto devastador en su salud mental y su bienestar.”
Stephen Fry y Peter Tathcell quieren que Boris Johnson prohíba la terapia de conversión de una vez por todas Tatchell quiere arremeter contra el gobierno por su incapacidad para prohibir esta práctica traumática, señalando que Alemania, algunos estados de EE.UU. y partes de Australia han conseguido introducir legislación para poner fin a la terapia de conversión. “Mientras Boris Johnson y Liz Truss procrastinan, la gente sigue sufriendo como resultado de esta práctica charlatana, que se ha relacionado con la ansiedad, la depresión y las autolesiones”.
El gobierno del Reino Unido se comprometió por primera vez a prohibir la terapia de conversión en julio de 2018 – pero más de dos años después, la práctica sigue siendo legal.
Truss, la ministra de Igualdad del gobierno, dijo que “presentaría planes” para prohibir la terapia de conversión en junio de 2020, y en julio, Johnson dijo que la práctica “no tiene lugar en una sociedad civilizada”. A pesar de ello, posteriormente afirmaron que el gobierno tendría que hacer más investigaciones antes de prohibir la terapia de conversión, y ésta sigue siendo legal en todo el Reino Unido.
Esta práctica ha sido condenada por diversos organismos sanitarios y psiquiátricos de todo el mundo, como la Asociación Americana de Psiquiatría, el Colegio Americano de Médicos y la Academia Americana de Psiquiatría Infantil y Adolescente.
Una encuesta realizada por la Fundación Ozanne en 2019 descubrió que uno de cada cinco supervivientes de la terapia de conversión en el Reino Unido intentó suicidarse más tarde, mientras que dos de cada cinco dijeron haber tenido pensamientos suicidas después de someterse a esta práctica dañina.
Por otra parte, menos de un tercio de los encuestados afirma haber pasado a “llevar una vida feliz y plena”.
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Las últimas noticias acerca de este esperpento de las falsas “terapias” fue que un arzobispo brasileño,fue acusado de abusar de seminaristas al intentar “curar” su homosexualidad. Mientras Cientos de líderes religiosos declaran que todas las personas LGBT + son “valiosas” en una llamada a la prohibición global de la terapia de conversión. Recordábamos como un obipo, José Ignacio Munilla, que se jactaba en la televisión vasca de haber “curado” homosexuales “cuenta con una especie de guardia de corps clerical, integrada por un puñado de curas ‘revertidos’, así llamados por sus compañeros de presbiterio, porque muchos de ellos se sometieron, al parecer con éxito, a las técnicas de reversión de la homosexualidad.” Un mes antes, la diputada ultraderechista de Vox, Macarena Olona, al negarse a apoyar en el Congreso de los Diputados de España la Ley presentada para prohibir las terapias de conversión para gays, lesbianas y bisexuales, y que se sancione drásticamente a cualquier persona u organismo que ofrezca «curarnos» de nuestra orientación sexual afirmó:“Cualquier persona, sea o no homosexual, tiene que acudir a un especialista a que le ayude a encontrar su identidad”. Antes, la Subsecretaria de DDHH de Chile Lorena Recabarren quería que la Ley Zamudio permitiese en ciertos casos las terapias para “curar” la homosexualidad o la transexualidad, lo que provocó las protestas del MOVILH. Antes, que la asociación española Abogados Cristianos se querella contra Ignacio Aguado por hacer pública la multa a la coach de terapias para personas LGTBI, y que, ante la protesta ciudadana, el Ministro de Educación de Israel se retractaba de su apoyo a las terapias de “curación” para gays. Y Canadá prohibirá las «terapias de conversión» a nivel nacional.
Una tendencia creciente a la prohibición
En Europa la pionera fue Malta, que aprobó una ley en 2016. Irlanda y el Reino Unido también están dando pasos en esta dirección. En España, mientras tanto, la prohibición de este tipo de intervenciones ha sido ya contemplada en varias normas autonómicas y es una de las disposiciones que prevé la prometida ley en favor de la igualdad y no discriminación de las personas LGTBI, que se discutió en el Congreso de los Diputados (aunque el PP intentó «colar»una proposición alternativa, en forma de enmienda a la totalidad, que no contemplaba este aspecto). Un proyecto que naufragó con la convocatoria de elecciones anticipadas.
En cualquier caso, conviene recordar que el Consejo General de la Psicología, órgano coordinador y representativo de los Colegios Oficiales de Psicólogos de toda España, emitió ya en 2017 un comunicado en el que recordaba que las intervenciones que prometen «curar» la homosexualidad carecen de fundamento. No es ninguna novedad, pero en estos momentos en los que la promoción de este tipo de intervenciones parece reverdecer en nuestro país (casos recientes como el de la “terapeuta” Elena Lorenzo o las charlas de Jokin de Irala o de Richard Cohen así parecen indicarlo) toda aclaración es bienvenida. Mientras, el año pasado sufrimos un seminario sobre “ayudar a cambiar sentimientos homosexuales”. En todos casos, nuestros amigos de HazteOir estuvieron ahí apoyando a los homófobos…
Mientras tanto, el Parlamento Europeo ha exigido la prohibición de estas terapias.
En EE.UU., gran aliado de Israel, California fue el primero en hacerlo en 2012, no sin controversia. Le siguieron el también estado de Nueva Jersey (varios meses después), Washington D.C. (cuyo Consejo legislativo aprobó la norma por unanimidad en 2014) y más tarde se sumaron los estados de Oregon, Illinois, Vermont, Nuevo México, Rhode Island, Nevada, Connecticut, Washington, Hawái, Maryland, Delaware y New Hampshire, Nueva York, Colorado y Massachusetts, cuyo texto entró en vigor el pasado 8 de abril tras la firma del gobernador republicano Charlie Baker.
En abril se les unía Puerto Rico, estado asociado a los Estados Unidos, aunque en este caso lo hacía mediante una orden ejecutiva firmada por su gobernador, Ricardo Roselló, después de que la Cámara de Representantes puertorriqueña rechazara tramitar un proyecto de ley aprobado por el Senado. Y el pasado 8 de mayo, la Cámara de Representantes de Maine aprobó el proyecto de ley 1025 por 91 votos a favor (de demócratas, independientes y cinco republicanos) frente a 46 en contra (todos ellos republicanos). Su tramitación continuó en el Senado, donde salió adelante el día 21 de mayo por 25 votos afirmativos (de los demócratas y cinco republicanos), frente a 9 contrarios (todos republicanos).
Hay además numerosos condados y ciudades que haciendo uso de sus competencias locales han promulgado normas similares. Denver, precisamente la capital de Colorado, lo aprobó por ejemplo el pasado enero por decisión unánime de sus concejales.
En abril se les unía Puerto Rico, estado asociado a los Estados Unidos, aunque en este caso lo hacía mediante una orden ejecutiva firmada por su gobernador, Ricardo Roselló, después de que la Cámara de Representantes puertorriqueña rechazara tramitar un proyecto de ley aprobado por el Senado. Hay además numerosos condados y ciudades que haciendo uso de sus competencias locales han promulgado normas similares. Denver, precisamente la capital de Colorado, lo aprobó por ejemplo el pasado enero por decisión unánime de sus concejales, así como el estado de Utah.
Y en julio, era Ciudad de México quien prohibía las «terapias» de conversión de la orientación sexual y la identidad de género. Y en octubre de 2020, en el Estado de México.
No” rotundo de los especialistas a las “terapias” reparadoras.
“Terapias” reparadoras: no solo inútiles, también peligrosas
La comunidad médica mundial en su inmensa mayoría condena estas prácticas y lucha para que los gobiernos las prohíban. Precisamente en marzo de 2016 tenía lugar un histórico pronunciamiento de la Asociación Mundial de Psiquiatría en contra de las “terapias” reparadoras, intervenciones que no solo se han mostrado ineficaces para cambiar la orientación sexual de una persona, sino que resultan muy peligrosas. Prácticas contra las que ya antes se habían pronunciado numerosas organizaciones profesionales. La Asociación Americana de Psicología, por ejemplo, hizo ya en 2009 un llamamiento a los psicólogos para que las abandonasen definitivamente tras revisar la evidencia científica disponible y concluir que ya no resulta posible sostener que un paciente puede cambiar su orientación sexual a través de terapia, mientras que los daños potenciales de tales intervenciones pueden ser graves, incluyendo depresión y tendencias suicidas. Otras organizaciones que han alertado contra los riesgos de estas intervenciones son la Asociación Médica Británica, las más importantes organizaciones de psicoterapeutas del Reino Unido o, en España, el Colegio de Psicólogos de Madrid. Los testimonios de algunas de las personas atrapadas por las redes que promueven este tipo de prácticas (“ex-gais”) y que años después han conseguido liberarse son un buen ejemplo del daño que pueden llegar a sufrir.
En definitiva, la aplicación o recomendación de este tipo de prácticas van, hoy en día, en contra del conocimiento médico actual y de la lex artis que obliga a todo profesional sanitario.
Respecto al reto que suponen aquellas personas adultas que movidas por su fe religiosa conservadora acuden por voluntad propia a las consultas para cambiar su orientación sexual, ya desde hace años la Asociación Americana de Psicología recomienda ser “honestos” con ellos respecto a su eficacia, considerando que el objetivo en estos casos debe ser favorecer, sin imposiciones, la aceptación de la propia realidad. Posibles estrategias que sugería Judith Glasshold, la presidenta del comité que en 2009 revisó la evidencia disponible hasta esa fecha, eran insistir en determinados aspectos de la fe religiosa, como la esperanza y el perdón, frente a la condena de la homosexualidad, sugerir el acercamiento a confesiones religiosas que sí aceptan la realidad LGTB o, los casos más recalcitrantes, valorar la adopción del celibato como estilo de vida sin pretender cambiar la orientación.
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