Enseñaba con autoridad.
Uno no sabe lo que sabe hasta que puede enseñar a otro (Aristóteles)
Marcos 1, 21b-28
Al llegar el sábado a Cafarnaúm entró en la sinagoga y se puso a enseñar, y quedaban asombrados de su doctrina, porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas.
Había precisamente en su sinagoga un hombre poseído por un espíritu inmundo, que se puso a gritar: “¿Qué tenemos nosotros contigo, Jesús de Nazaret? ¿Has venido a destruirnos? Sé quién eres tú: el Santo de Dios”.
Jesús, entonces, le conminó diciendo: “Cállate y sal de él”, agitándole violentamente, el espíritu inmundo, dio un fuerte grito y salió de él.
Todos quedaron pasmados de tal manera que se preguntaban unos a otros: “¿Qué es esto? ¡Una doctrina nueva, expuesta con autoridad! Manda hasta a los espíritus inmundos y le obedecen”, y bien pronto su fama se extendió por todas partes, en toda la región de Galilea.
Al describir cómo fue el inicio de la actividad de Jesús, Marcos indicaba qué debían hacer para anunciar la Buena Nueva; Marcos hace catequesis contando a las comunidades los acontecimientos de la vida de Jesús y enseñando con autoridad, pues sé muy bien que, si no se domina algo, es prácticamente imposible enseñarlo a los demás.
El Maestro de Nazaret enseña con autoridad, diversamente de los escribas, y la primera cosa que los demás perciben es que enseña de manera diferente, pues lo que impresiona no es tanto lo relativo al contenido sino la forma de enseñar.
No se trata sólo de pasar el conocimiento que se tiene, no es únicamente transmitir un saber sino ayudar a quien aprende, ávido de conocimiento y con muchas preguntas. Que aprenda por él mismo, pues más que transmitir información, se trata de contagiar el amor por el conocimiento, de motivar y guiar.
Jesús crea una conciencia crítica en la gente con relación a las autoridades religiosas de la época, que en aquella época enseñaban citando autoridades. Jesús no cita ninguna autoridad, sino que habla a partir de su experiencia de Dios y de la vida. Su palabra tiene raíz en el corazón.
En Marcos, el primer milagro es la expulsión de un demonio. Jesús combate y expulsa el poder del mal que se apoderaba de las personas y las alienaba de sí mismas. El individuo poseído gritaba: “¡Yo te he reconocido, tú eres el Santo de Dios!” El hombre repetía la enseñanza oficial que representaba al Mesías como “Santo de Dios”, esto es, como un Sumo Sacerdote, o como rey, juez, doctor o general. Hoy también, mucha gente vive alienada de sí, engañada por el poder de los medios de comunicación, de la propaganda del comercio. Muchos piensan que su vida no es como debería ser.
De mi libro En Hierro y en Palabras. Prometeo también sabía enseñar:
PROMETEO ENCADENADO
Tú que a los hombres diste Prometeo,
el fuego robado de los dioses
y ciegas esperanzas,
-maldito caso el que te hicieron-
tu gran delito fue
la Filantropía.
Tú que les enseñaste
los números, la escritura,
el modo de interpretar los sueños.
A predecir el movimiento de los astros
y hacer señales con el fuego
-maldito caso el que te hicieron-
Tu gran error, adelantarte
al Tiempo.
Redentor que como casi todos terminaste
con los brazos en cruz,
de hierros bien ceñido
o de clavos fajado en pies y manos.
Un águila en el Cáucaso
devora tus entrañas.
Se mofan en el Gólgota
de un rostro ensangrentado.
Y en Europa y el mundo
se extirpa el útero a cuantos
parir pudieran
“heréticos” profetas.
Vicente Martínez
Fuente Fe Adulta
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