Eco de Dios
Una mujer muy militante cristiana me preguntaba el otro día cómo se hace eso de evangelizar. Yo le comentaba que sobre todo escuchando. Escuchar es mucho más que oír, es acoger, penetrar en las personas y en su vivencia, contactar con el Dios que vibra en cada corazón. Llegar al fondo de sus vivencias de fe.
Hoy quiero añadirle otra pista: dialogando, resonando… Después de escuchar, ya empezamos a descubrir, a hablar, a anunciar… A prestar oído al eco de la presencia divina en todas las personas y realidades. Oír esa resonancia. Ahí nos habla Dios.
Se trata de contemplar primero la realidad de la vida, los hechos. Pero contemplar a fondo, saboreando la presencia de Dios en nuestra realidad, escuchando lo profundo de los asuntos.
“Todos somos misioneros de todos. Misión ya no es proselitismo, sino reciprocidad. Es dejarte permeabilizar por el otro tanto como tú compartes lo tuyo con él. La misión es irradiación gratuita de lo que a ti te da vida. Compartir tu luz, pero dejando que el otro también irradie la suya. El proselitismo, por el contrario, es una devoración del otro”. X. Melloni
Necesito entrar en diálogo con los demás: con sus pensamientos, sugerencias, ideas… y experimentar a Dios Palabra. Irradiar su ser sin anular el ser del prójimo, sino compartiendo.
Por eso, para anunciar, para evangelizar, me evangelizo yo, contrasto en fe vivencial con otras personas. No les doy mis pensamientos, mis mensajes, sino que soy capaz de poner en diálogo permanente lo mío y lo de los demás. Dios se hace ahí actuante.
Vengo de participar en una eucaristía donde el predicador nos ha dicho que Jesús es la LUZ y que nosotros tenemos que ser luz. “Por eso hay que luchar para defenderla”. Así que ha hablado contra el aborto y la eutanasia… Era imposición, enseñar, adoctrinar.
Me hubiese gustado más el ofrecer: “¿mi verdad?, no, ¿tu verdad?, no”. Encontrémosla juntos.
Muchas veces me encuentro dando ideas, mensaje, doctrina. Y serán necesarios, pero sobre todo se trata de transmitir que soy seguidor de Jesús y escuchar el sentir del otro para poder empezar un diálogo.
No podemos entender literalmente todos los textos de las celebraciones de Navidad. Son mucho más. Son la descripción de una epifanía que me llega, no a la cabeza, sino a mi persona entera, para evocar su mensaje en mi corazón. Igual que María que pasaba estas cosas “meditándolas en su corazón”.
Gerardo Villar
Fuente Fe Adulta
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