No es lo mismo la llamada de los eclesiásticos que la llamada del Señor
Del blog de Tomás Muro, La Verdad es libre:
- Llamadas (vocaciones) en la vida.
Dios le llama al pequeño Samuel. Jesús les pregunta a los que serán sus primeros compañeros-discípulos: ¿Qué buscáis?
¿Qué busco y pretendo yo en la vida?
Es curiosa la primera lectura que hemos escuchado hoy: la llamada a Samuel. El pequeño Samuel, siendo niño, vivía en el Templo con el sumo sacerdote Elí. Cuando Samuel escucha la llamada, cree que le llama Elí, el sacerdote mayor. Elí se da cuenta de que quien llama a Samuel es el Señor y honrada y elegantemente le dice a Samuel que él, Elí, no le ha llamado, y que quien le llama es el Señor. El sacerdote Elí le dice al pequeño Samuel: Si oyes una llamada responde: Habla, Señor, que tu siervo escucha.
Esto tiene mucha retranca para los eclesiásticos, que creen que poseen la palabra y la llamada de Dios. Lo que dicen y exigen los curas y obispos, aunque ellos piensen que sí, no es la llamada de Dios.
La existencia nos llama de diversos modos y hacia diversas metas o realidades. Calderón de la Barca en su auto.sacramental: El gran teatro del mundo escenifica algunas de las posibilidades o llamadas en la vida: la llamada del poder, del dinero, la llamada del placer, la envidia, la venganza,,,
También podemos tener llamadas positivas: llamadas del amor, de la amistad, llamadas al trabajo, a la cultura, a construir -siquiera un poco- una sociedad más justa, solidaria, más igual…
También podemos percibir la llamada desde lo que habitualmente hemos entendido por vocación: hay una vocación al matrimonio, a la vida religiosa, al ministerio en la Iglesia, a la misión.
Hay vocaciones (y profesiones), que dependen de las cualidades personales y sociológicas: llamada o vocación para la enseñanza, para la medicina, para la asistencia social, para escoger unos estudios u otros, etc. (Hay profesiones que no son un mero puesto de trabajo, sino que requieren un plus de vocación. Así, la medicina, El magisterio, la docencia, el ministerio eclesial, la vida religiosa…).
También hay una llamada de la vida, de nuestras propias cualidades y limitaciones: cuando sentimos nostalgia y quizás nos rebelamos ante las guerras, ante la muerte de tantas personas, ante la pandemia, cuando vemos la injusticia para con los más débiles, estamos escuchando la voz de la conciencia, que clama ante Dios.
También cuando contemplamos la creación, obra de Dios, o cuando nos adentramos en la cultura, obra de los seres humanos, estamos escuchando la llamada de Dios. En ocasiones la llamada de Dios surgirá de nuestro propio interior, de nuestra conciencia y reflexión, de nuestras búsquedas en la vida.
En la profundidad de la vida, todos tenemos una pregunta de fondo: ¿qué buscamos en la vida? ¿Qué pedimos, qué pretendemos en la vida?
- Hemos soñado en la vida.
No hay sueño sin sueños. Hemos escuchado la preciosa llamada de Samuel.
El sueño es una situación un poco extraña, pero necesaria. A veces soñamos dormidos y otras veces soñamos despiertos. Las culturas han tratado de interpretar siempre los sueños, que tienen muchas explicaciones, (S. Freud), pero podríamos decir que soñamos, al menos despiertos, con un mundo mejor, con una familia, una sociedad, una iglesia casi perfectas. Esos sueños son también como una llamada.
En la Biblia hay infinidad de alusiones a los sueños: la mujer nace del costado de Adán, estando éste en sueños. José recibe en sueños la noticia del nacimiento de Jesús. Abraham, el rey David, Daniel, reciben noticias (revelación) en sueños, ¿dormidos o despiertos?
- Búsquedas – Fijarse en la vida – Venid y lo veréis.
Podríamos decir que en el fragmento evangélico de hoy hay como un escalonamiento: buscar en la vida, fijarse en algo o en alguien y seguir esa llamada: venid y lo veréis. Hasta que finalmente llegan a la fe en el Mesías.
Búsqueda
En principio, todos buscamos algo en la vida. La búsqueda está incrustada en la condición humana.
Vivir atentos y en búsqueda es sano. Lo malo es el estancamiento, la instalación, la seguridad. Cuando una persona o institución “han arrojado la toalla”, es síntoma de esclerosis, de obstrucción. Las aguas estancadas no son buenas…
Fijarse en la vida.
Juan Bta se fijó en JesuCristo. Ante las muchas llamadas hay que fijarse en las que valen la pena y en lo que vale la pena definitivamente. San Pablo dirá: probadlo todo y quedaos con lo mejor (Flp 1,10).
A la hora de emprender y seguir un camino es razonable pensar hacia dónde me lleva. Cuando elegimos una carrera, una profesión, un estilo de vida, conviene no equivocarse de criterios y saber hacia dónde nos lleva.
Nos podemos preguntar cuáles son los criterios y valores en los que me fijo para tomar una decisión, para educar a las nuevas generaciones. ¿Qué tomo en consideración para organizar mi vida?
Juan Bta se fija en que Xto es el que quita los pecados del mundo. El sacerdote Leví se da cuenta de quien llama a Samuel no es él, Elí, sino que dice a Samuel que es el Señor quien le llama. Esto nos ha de hace pensar a todos, pero la alusión a los más jóvenes es más urgente: ¿Qué criterios ofrecemos, qué discernimiento hacemos y hacen los más jóvenes a la hora de escoger una carrera universitaria, un estilo de vida? ¿En qué nos fijamos en la vida? Muchas veces nos quedamos en la opción que nos garantice un puñado de euros, un puesto político o eclesiástico, una vida cómoda, etc. Lo estamos viendo en la vida política o en el carrerismo que le trae a mal traer al papa Francisco.
Jesús caminaba
En la Biblia -y en la vida- se camina siempre. Abraham, Éxodo, los Magos, Emaús, Jesús no tenía dónde reposar la cabeza.
Cuando las aguas se estancan, se corrompen. También el papa Francisco, viene a decir que prefiere una iglesia que pueda sufrir un accidente a una iglesia estancada
- Hemos encontrado al Mesías.
El que camina, termina por encontrar
A la pregunta ¿Dónde vives? Jesús les responde: “Venid y lo veréis” No se trata de pedirle a Jesús el domicilio, dónde vives. La casa del ser humano no es un redil o una guarida donde se refugia, sino que le están preguntando a Jesús: ¿Tú quién eres? Aquellos primeros seguidores e Jesús terminan por llegar al acto de fe: Hemos encontrado al Mesías
Todo encuentro supone una relación personal. Seguir la llamada de Cristo es haberse encontrado con Él y ser conscientes de que solamente Él es el Mesías. Samuel -en la primera lectura-, tras escuchar al Señor responde: Aquí estoy.
Los ministros y maestros del cristianismo) no os llamamos al cristianismo, sino más bien al Nuevo Ser (JesuCristo), del cual el cristianismo debe ser testigo y nada más, sin confundirse jamás con ese Nuevo Ser (JesuCristo). Cuando oigáis la llamada de Jesús, olvidad todas las doctrinas cristianas, olvidad vuestras propias voluntades y vuestras dudas particulares. Si alguna vez Le seguís, olvidad toda la moral cristiana, vuestros logros y vuestras dudas particulares. Nada se os pide –ninguna idea de Dios, ninguna bondad especial propia, ni que seáis religiosos, ni que seáis cristianos, ni siquiera que seáis sabios, ni que os atengáis a una moral. Lo que se os pide es tan sólo que os abráis a lo que se os da y que queráis aceptarlo: el Nuevo Ser, el ser de amor, de justicia y de verdad que se manifiesta en Aquel cuyo yugo es llevadero y cuya carga es ligera. (Tillich)
Aquí estoy, Señor, para hacer tu Voluntad
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