Servicio Jesuita a Refugiados: “No tengo más manos que las tuyas”
Mensaje de fin de año: “Tenemos el poder de crear un mundo nuevo y más compasivo en el 2021″”
“Desde su fundación por el P. Pedro Arrupe en 1980, el JRS ha tratado de ser las manos de Dios en el mundo, acompañando, sirviendo y defendiendo a los refugiados y otras personas desplazadas por la fuerza”
“Este año nos encontrábamos casi listos para conmemorar los 40 años de servicio a la cambiante realidad del desplazamiento forzado, cuando nuestra misión se encontró con otro importante desafío: la crisis del COVID-19”
“Gracias al generoso apoyo de nuestros donantes y al compromiso de nuestro equipo, hemos podido seguir caminando con aquellos a quienes servimos durante todo este año”
“Incluso en plena crisis del COVID-19, hay motivos para tener esperanza. Mantengámonos unidos como una comunidad global y cuidemos de los más vulnerables. Tenemos el poder de crear un mundo nuevo y más compasivo en el 2021”
| Thomas H. Smolich SJ
(JRS).- Mi primer destino sacerdotal fue en Cristo Rey, una parroquia de San Diego, California. Unos años antes, los feligreses habían recaudado dinero para colocar una estatua del Cristo Rey junto a la entrada de la iglesia. Poco después de instalarla, unos vándalos le rompieron las manos. Los feligreses la dejaron como quedó con una placa a los pies: No tengo más manos que las tuyas.
Desde su fundación por el P. Pedro Arrupe en 1980, el JRS ha tratado de ser las manos de Dios en el mundo, acompañando, sirviendo y defendiendo a los refugiados y otras personas desplazadas por la fuerza. Como ministerio jesuita, nuestro objetivo es estar con las personas: ayudarlas a sanar de sus heridas, a aprender y a determinar su propio futuro.
Este año nos encontrábamos casi listos para conmemorar los 40 años de servicio a la cambiante realidad del desplazamiento forzado, cuando nuestra misión se encontró con aún otro importante desafío: la crisis del COVID-19. Este nuevo desafío nos obligó a encontrar, como nunca, soluciones innovadoras, que permitieran adaptar el trabajo del JRS a la nueva realidad y prevenir que los más vulnerables se quedasen atrás.
Gracias al generoso apoyo de nuestros donantes y al compromiso de nuestro equipo, hemos podido seguir caminando con aquellos a quienes servimos durante todo este año.
Logramos continuar acompañando a los más vulnerables ofreciéndoles apoyo psicosocial y asesoramiento a través de plataformas telefónicas y de mensajería, así como llevando casos de asistencia legal y social. Distribuimos alimentos, suministros de emergencia y kits de higiene donde más se necesitaban. Durante los confinamientos, la mayoría de nuestros programas de educación y capacitación continuaron a distancia. En lugares con recursos limitados, la radio, los podcasts, los DVD y los paquetes pedagógicos también se han utilizado como medios efectivos para la formación continua en las comunidades marginadas.
Cuando todas las escuelas cerraron en Bamiyán, Afganistán, debido a la pandemia, los maestros y las maestras del JRS elaboraron nuevos materiales y comenzaron a transmitir las lecciones por radio para los alumnos y alumnas que vivían en regiones remotas con limitado acceso a Internet y a las redes de televisión.
En los campamentos de Dollo Ado, en Etiopía, el COVID ha acentuado el aislamiento y las tensiones entre los refugiados somalíes. Nuestro equipo de reconciliación logró resolver 148 de los 151 casos de conflicto en colaboración con los comités comunitarios y las asociaciones de mujeres y jóvenes.
En la comunidad de Bourj Hammoud, en Beirut, una zona gravemente dañada por la explosión del 4 de agosto, el JRS se mantuvo presente mediante el acompañamiento y servicios educativos. Gracias a la generosidad de quienes nos apoyan, pudimos brindar suministros de emergencia y asistencia psicosocial a los refugiados, y a nuestros equipos que igual lo necesitaban. Nuestro Centro Franz van der Lugt ha sido reparado y recientemente se invitó a los niños de preescolar a visitar sus aulas antes de comenzar con la educación a distancia.
Incluso en plena crisis del COVID-19, hay motivos para tener esperanza. Mantengámonos unidos como una comunidad global y cuidemos de los más vulnerables. Tenemos el poder de crear un mundo nuevo y más compasivo en el 2021.
Como nos recordó el Papa Francisco en su carta con motivo del 40 aniversario del JRS:
“De ustedes es la tarea vital de tender la mano de la amistad a quienes se encuentran solos, separados de sus familias, o incluso abandonados, acompañándolos y dándoles voz”.
No tenemos más manos que las suyas.
Sepan que les tengo en mis oraciones y que les deseo salud y esperanza para el nuevo año.
Paz
Fuente Religión Digital
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