Un tribunal suizo condena a once años de prisión a un hombre de origen iraquí que intentó degollar a su hija trans.
Un hombre de 54 años ha sido condenado por un tribunal suizo a once años de prisión por intentar asesinar a su hija trans cuando esta tenía 17 años. Ocurrió antes de que esta saliera del armario como mujer trans, cuando su padre, de origen iraquí, pensaba que era un chico gay. La víctima, a la que su padre intentó degollar, tiene varias cicatrices en cuello y tórax como resultado del ataque.
La brutal agresión se produjo en mayo de 2019 en Langnau, en el cantón de Berna. En aquel momento, la prensa suiza lo recogió como un ataque homófobo de un padre que no aceptaba la homosexualidad de su hijo, y de hecho la víctima hizo entonces declaraciones en ese sentido. Sin embargo, según recoge ahora el medio especializado E-llico, la joven, una vez liberada del yugo paterno, se ha visibilizado públicamente como mujer trans.
Por lo que se refiere a los hechos, estos no admiten duda para el tribunal regional de Burgdorf, que recientemente ha juzgado los hechos. El padre, de origen iraquí y musulmán, pensaba que su hija era un chico gay, algo inaceptable para él, y mientras dormía la atacó con un cuchillo de cocina de 27 centímetros. Por fortuna, los cortes en cuello y zona superior del tórax, aunque profundos, no llegaron a seccionar la arteria carótida, y la joven pudo escapar a través de un balcón y ser auxiliada por unos vecinos. El agresor argumentó durante el juicio que era su hija la que se había causado los cortes al intentar quitarse la vida
El padre, cuyo abogado ya ha anunciado su intención de recurrir la sentencia, ha sido por lo pronto condenado a once años de cárcel y a abonar a su hija una indemnización de 18.500 euros. Una vez que haya cumplido su pena, además, será expulsado de Suiza. Su hija, mientras tanto, ha cumplido ya los 18 años, ha iniciado una nueva vida y está recibiendo soporte psicológico, aunque las cicatrices en su cuello permanecen como un recuerdo de la barbarie que tuvo que sufrir. «Cada día, cuando me lavo la cara y me miro al espejo, veo las cicatrices y me siento horrible», ha llegado a declarar.
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