‘Jesus Saves’: los lobbies ultrarreligiosos, al asalto del Capitolio: Viganò, Munilla, Trump, Bolsonaro… vuelve la espiral del odio.
Ultracatólicos y evangélicos fundamentalstas se odian entre ellos, pero se unen contra los avances, los Derechos Humanos y la Libertad… Tres artículos de Religión Digital u nos ayudan a entenderlo…
Entre los detenidos, activistas religiosos y personas portando biblias y mensajes de Cristo junto a fusiles
El Vaticano lamentó el “día dramático” en Washington que mostró una “democracia herida“
“La transición pacífica del poder es uno de los sellos que caracterizan a esta gran nación. En este momento preocupante, debemos volver a comprometernos con los valores y principios de nuestra democracia y unirnos como una nación bajo Dios”, afirma monseñor Gómez
El cardenal de Washington, Wilton Gregory, denunció “el tono divisorio que ha dominado recientemente nuestras conversaciones nacionales”, y pidió que “aquellos que recurren a la retórica incendiaria deben aceptar alguna responsabilidad por incitar a la creciente violencia en nuestra nación”.
Ha utilizado, hasta la saciedad, una visión de la Biblia y del cristianismo que fomenta el odio y el desencuentro. Ha contribuido a partir en dos la sociedad norteamericana. Y, de aquellos polvos, vinieron estos lodos. El escandaloso asalto al Capitolio de Estados Unidos en plena sesión que había de refrendar a Joe Biden como nuevo presidente, justo después del mítin de Donald Trump, en el mismo Washington, azuzando a las masas, ha vuelto a poner de manifiesto el impacto de una falsa visión del Evangelio en buena parte del pueblo de los Estados Unidos.
What has been unfolding at the Capitol today should shock the conscience of any patriotic American and any faithful Catholic. The eyes of the world look on in horror as we suffer this national disgrace.
— Cardinal Cupich (@CardinalBCupich) January 7, 2021
Y es que, junto a banderas nazis o confederadas, tipos disfrazados de trogloditas o con pieles, armados, entrando en la sede de la democracia americana, se pudieron ver muchas, demasiadas banderas e insignias con el famoso ‘Jesus Saves’ que los seguidores ultrarreligiosos han utilizado en muchas de sus concentraciones en apoyo a Trump.
Al más puro estilo HazteOir en España (la estrategia, comunicativa y de impacto mediático, es exactamente la misma), y después de que Viganò y Steve Bannon acusaran a Biden, y al Papa Francisco, de maniobrar en las sombras para acabar con el actual presidente de los Estados Unidos, muchos creyentes (en Estados Unidos los hay, y muy ‘comprometidos’, rollo ‘In God We Trust’) se lanzaron a las famosas escalinatas donde Martin Luther King pronunció su famoso ‘I have a dream’. Lo de ayer fue una pesadilla, y un ataque contra la democracia. En nombre de Dios. De su Dios, claro.
No el de la mayoría, por fortuna. Poco después del toque de queda en Washington, el presidente de la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos, José H. Gómez, quiso “condenar la violencia de hoy en el Capitolio de Estados Unidos. Esto no es lo que somos los estadounidenses.Oro por los miembros del Congreso, el personal del Capitolio, por la policía y todos los que trabajan para restaurar el orden y la seguridad pública”, afirmó el arzobispo de Los Ángeles, quien señaló que “la transición pacífica del poder es uno de los sellos que caracterizan a esta gran nación. En este momento preocupante, debemos volver a comprometernos con los valores y principios de nuestra democracia y unirnos como una nación bajo Dios. Encomiendo a todos al corazón de la Santísima Virgen María, que ella nos guíe por los caminos de la paz y nos brinde la sabiduría y la gracia de un verdadero patriotismo y amor a la patria”, finalizó.
.@ArchbishopGomez, #USCCB President, Condemns Violent Protests and Prays for Safety as Chaos Threatens U.S. Capitol: https://t.co/NKwCpFUIVM
— U.S. Conference of Catholic Bishops (@USCCB) January 7, 2021
Del mismo modo, el cardenal Wilton Gregory, arzobispo de Washington, emitió una declaración en la que subrayó que “nuestro Capitolio es tierra sagrada y un lugar donde la gente en los últimos siglos se ha manifestado correctamente, representando una amplia variedad de opiniones. Los americanos debemos honrar el lugar donde las leyes y políticas de nuestra nación se debaten y deciden. Deberíamos sentirnos violados cuando el legado de libertad consagrado en ese edificio es irrespetado y profanado”, lamentó. “Rezo por la seguridad – de nuestros funcionarios electos, personal, trabajadores, manifestantes, personal de la ley y vecinos del Capitolio de los Estados Unidos. Hay lesiones y daños tremendos, incluyendo informes sobre la pérdida de vidas”, incidió Gregory, quien añadió que “juntos, debemos pausar intencionalmente y rezar por la paz en este momento crítico”.
En una clara alusión a Trump, el nuevo cardenal norteamericano denunció “el tono divisorio que ha dominado recientemente nuestras conversaciones nacionales”, y pidió que “aquellos que recurren a la retórica incendiaria deben aceptar alguna responsabilidad por incitar a la creciente violencia en nuestra nación. Estamos llamados a ser un pueblo de valores democráticos que respeta las opiniones de los demás, incluso cuando no estamos de acuerdo con ellas. Como personas de fe que buscan traer a nuestro Señor a este mundo por la forma en que vivimos, debemos reconocer la dignidad humana de aquellos con los que no estamos de acuerdo y tratar de trabajar con ellos para asegurar el bien común para todos”, finalizó.
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Viganò acusa al Papa de liderar “una infame traición a la Iglesia de Cristo”
El ex nuncio concede una entrevista a Steve Bannon, ideólogo del ‘trumpismo’
Existe una “religión universal deseada por la ideología globalista, cuyo líder espiritual es Bergoglio” y que está auspiciada por poderes secretos… y por China, que también estuvo detrás de la dimisión de Benedicto XVI. La trama de la novela es ‘palabra’ de monseñor Viganò, el ex nuncio defenestrado por Francisco y que se ha convertido en una suerte de ‘capellán’ de la internacional del odio instaurada, entre otros, por Trump, Salvini o Bolsonaro. Y, en España, por Vox.
En una entrevista con el ideólogo de este movimiento, Steve Bannon, publicada por The National Pulse, Viganò denuncia “una infame traición a la misión de la Iglesia de Cristo”, que se visibiliza en el acuerdo para la designación de obispos en China y cuyo principal culpable es el Papa Francisco. Al que, por cierto, Viganò siempre llama ‘Bergoglio’.
“Bergoglio es el líder espiritual de una religión universal, querida por la ideología globalista para cancelar las diferentes religiones, principalmente el catolicismo”, sostiene
“La sumisión de Bergoglio a la agenda globalista es evidente, así como su apoyo activo a la elección de Joe Biden”, denuncia Viganò, quien señala “la hostilidad y los repetidos ataques” del Papa al presidente saliente, Donald Trump. “Es evidente que Bergoglio considera a Trump como su principal adversario, el obstáculo que debe ser eliminado, para que el Gran Reajuste pueda ser puesto en marcha”.
Y es que Bergoglio, junto a Biden, están “subordinados a la ideología globalista y su perversa, inhumana, anticristiana e infernal agenda”, destaca el religioso, que acusa al Papa de estar detrás del “proyecto masón-globalista” y reclama a los católicos estadounidenses que no se queden quietos y apoyen a Trump para frenar lo que califica de “chantaje” a los valores cristianos.
Porque, añade Viganò, “todos los líderes del mundo, incluyendo a Bergoglio, hablan con impunidad del Nuevo Orden Mundial”. “La conspiración existe”, asegura.
Los “conspiradores de la primavera”
Sobre el ex cardenal McCarrick, a quien Viganò no supo, o no quiso, parar, el ex nuncio sostiene que “actuó en nombre de la ‘Iglesia profunda’, pero no solo”, sino a través de “una estructura organizativa muy eficiente”. Viganò va más allá, y vincula la renuncia de Benedicto XVI con la denominada “mafia de san Gallo”, que “trabajó para lograr la ‘primavera de la Iglesia’” de Bergoglio.
“Hay un grupo de conspiradores que han trabajado y siguen trabajando en el corazón de la Iglesia para los intereses de la élite”, acusa Viganò, que advierte que “no dudarán en obligar a Bergoglio a dimitir también, como a Ratzinger, si no obedece sus órdenes”. “Quieren transformar el Vaticano en una casa de retiro para papas eméritos, demoliendo el papado y asegurando el poder: exactamente lo mismo que sucede en el estado profundo, donde, como ya he dicho, Biden es el equivalente de Bergoglio”, finaliza el ex nuncio.
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“Caminamos hacia una estadolatría”, denuncia el obispo de San Sebastián
“Alucino con cómo se está aprovechando la pandemia para introducir una agenda ideológica de forma exprés, con nocturnidad, confinamiento y bajo anestesia colectiva… Y lo más grave es que esté ocurriendo con muy poca resistencia moral, mientras nos entretienen con un debate sobre la hora del toque de queda… “. El obispo de San Sebastián, José Ignacio Munilla, arranca el 2021 con fuerza, denunciando cómo “caminamos hacia una estadolatría” en España.
En una entrevista hagiográfica para El Confidencial Digital, Munilla (junto con Jesús Sanz, los más críticos contra la actuación del Ejecutivo durante la pandemia mundial) arremete contra el “procedimiento exprés” con el que se están aprobando algunas leyes, en referencia a la de la eutanasia o la reforma educativa, que cree que “responde a la estrategia de quien necesita mantener el motor revolucionado para continuar en el poder”.
Crece la intromisión del Estado
En lo tocante a la ley Celaá, Munilla insiste en que “no es verdad que no se haya podido conseguir un consenso en materia educativa. Lo cierto es que no se ha intentado”. “Caminamos hacia una estadolatría, hacia una intromisión del Estado en la vida de la familia cada vez mayor, pasando por encima del principio de subsidiariedad”, insiste.
Utilizando los mismos postulados que el ex nuncio Viganò en su entrevista con Steve Bannon, José Ignacio Munilla da por hecho la implantación del anticlericalismo en España. “Basta asomarse a Twitter para comprobarlo”. “Es un fenómeno muy español, pero que se está globalizando. Baste recordar las recientes imágenes de iglesias chilenas en llamas, o las estatuas derribadas de Fray Junípero Serra, Isabel la Católica, etc…”, concluye.
“Tenemos un presidente con claros síntomas de psicopatía, tolerado vergonzosamente por aquellas autoridades que podrían y deberían denunciarlo por delitos de responsabilidad social, hacerlo dimitir o someterlo democráticamente a un impeachment jurídico”
Hay un sinnúmero de excelentes análisis del anti-fenómeno Jair Messias Bolsonaro, predominando los de tipo sociológico, histórico y económico. Creo que debemos cavar más a fondo para captar la irrupción de este Negativo en nuestra historia, una verdadera situación de barbarie.
La reflexión occidental, debido a los límites culturales de nuestro arraigado individualismo, apenas ha desarrollado categorías analíticas para analizar totalidades históricas. La Filosofía de la Historia de Hegel está llena de prejuicios, incluso sobre Brasil, y tiene pocas categorías aprovechables. Arnold Toynbee, en sus 10 volúmenes sobre la historia del mundo, trabaja con un esquema fértil pero limitado: desafío y respuesta (challenge and response), con el inconveniente de no dar relevancia a los conflictos de todo tipo inherentes a la historia. La Escuela Francesa de los Annales, en sus variaciones (Lefbre, Braudel, Le Goff) incluía varias ciencias pero no nos ofreció una lectura de la historia en su conjunto. No dejan de ser inspiradoras las categorías desarrolladas por Ortega y Gasset en su famoso estudio sobre los Esquemas de las crisis y otros ensayos (1942).
Tenemos que tratar de pensar por nosotros mismos y preguntarnos con una actitud filosofante, es decir, que busca causas más profundas que las meramente analíticas de los científicos: ¿por qué en Brasil ha llegado a jefe de Estado este siniestro personaje histórico, que desafía cualquier comprensión psicológica, ética y política?
Debemos decir de antemano que todo lo que existe no es fortuito, porque es el fruto de algo preexistente, de larga duración, que cabe a la razón dilucidar. Además, hay que pensar siempre de forma dialéctica: junto a lo negativo y las sombras, acompañan siempre como acólitos las dimensiones positivas y portadoras de alguna luz. No se nos concede tener sólo luz o tinieblas. Todas las realidades son crepusculares, mezclando luces y sombras. Pero nuestro enfoque en esta reflexión está en las sombras, porque son las que nos causan problemas.
Voy a echar mano de algunas categorías: las sombras reprimidas, la teoría del caos destructivo y generativo, la comprensión transpersonal del karma en el diálogo entre Toynbee y el filósofo japonés Daisaku Ikeda, y los principios de thanatos y eros, asociados a la condición humana desapiens y simultáneamente demens.
Las cuatro sombras reprimidas por la conciencia colectiva
La conciencia brasileña está dominada por cuatro sombras que nunca hasta hoy han sido reconocidas e integradas. Entiendo la categoría “sombra” en el sentido psicoanalítico de la escuela de C.G.Jung y sus discípulos, que la convirtieron en una categoría ampliamente aceptada por otras escuelas. La sombra sería los contenidos oscuros y negativos que una cultura con su consciente/inconsciente colectivo se niega a asimilar y por lo tanto reprime y se esfuerza por alejarlos de la memoria colectiva. Esa represión impide un proceso coherente y sostenido de individuación nacional.
La primera que aparece es la sombra del genocidio indígena. Según Darcy Ribeiro, habría inicialmente una población de unos 5-6 millones de indígenas con cientos de lenguas, hecho único en la historia del mundo. Fueron prácticamente diezmados. Quedan los actuales 900.000. Recordemos las masacres de Mem de Sá del 31 de mayo de 1580, que liquidó a los Tupiniquim de la Capitanía de Ilhéus. Durante un kilómetro y medio a lo largo de la playa a pocos metros de distancia unos de otros yacían cientos de cuerpos de indígenas asesinados, relatados como gloria al rey de Portugal.
Peor aún fue la guerra declarada oficialmente por D. João VI, apenas llegado a Brasil huyendo de las tropas de Napoleón, que diezmó a los Botocudos (Krenak) en el valle del Río Doce, porque pensó que eran incivilizables e incatequizables. Esta guerra oficial manchará para siempre la memoria nacional. Ailton Krenak, cuyos ancestros sobrevivieron, nos recuerda esta vergonzosa guerra oficial de un emperador despiadado, considerado bueno.
El gobierno actual, de una ignorancia supina en antropología, considera a los pueblos indígenas originales como subhumanos, que deben ser forzados a entrar en nuestros códigos culturales para ser humanos y civilizados. El descuido que ha mostrado ante sus reservas invadidas y su abandono ante la Covid-19 roza el genocidio, y es susceptible de ser llevado a la Corte Penal Internacional por crímenes contra la humanidad.
La segunda sombra es nuestro pasado colonial. No hubo un descubrimiento de Brasil sino una invasión pura y simple, destruyendo el idilio pacífico inicial descrito por Pero Vaz de Caminha. Se produjo un encuentro profundamente desigual de civilizaciones. Pronto comenzó el proceso de ocupación y violencia debido a las riquezas de aquí. Todo proceso colonialista es violento. Implica invadir tierras, someter a los pueblos, obligarlos a hablar el idioma del invasor, incorporar sus formas de organización social y la completa sumisión deshumanizadora de los dominados. De este proceso de sumisión surgió el complejo del mestizo, pensando que sólo es bueno lo que viene de afuera o de arriba, inclinar siempre la cabeza y abandonar cualquier veleidad de autonomía y de proyecto propio.
La mentalidad de muchos de los estratos dirigentes todavía se considera en cierta forma coloniales, por mimetizar los estilos de vida y asumir los valores de sus patronos, que han ido variando a lo largo de nuestra historia. Hoy es una expresión humillante para toda la nación que el actual jefe de Estado haga un viaje especial a los Estados Unidos, salude a la bandera norteamericana y preste un rito explícito de vasallaje al presidente Donald Trump, extravagante, egocéntrico y considerado por notables analistas estadounidenses como el más estúpido de la historia política de ese país.
La tercera sombra, la más perversa de todas, es la de la esclavitud, nuestra verdadera barbarie El escritor e historiador Laurentino Gomes en sus dos volúmenes sobre La Esclavitud (2019/2020) nos cuenta el infierno de este proceso de inhumanidad. Brasil fue campeón de la esclavitud. Sólo él importó, a partir de 1538, unos 4,9 millones de africanos que fueron esclavizados aquí. De los 36 mil viajes transatlánticos, 14.910 fueron destinados a puertos brasileños.
Estas personas esclavizadas eran tratadas como mercancía y llamadas “piezas”. Lo primero que hacía el comprador para “domesticarlos y disciplinarlos” era castigarlos, “que haya azotes, que haya cadenas y grilletes”. La historia de la esclavitud ha sido escrita por la mano blanca, presentándola como blanda, cuando en realidad fue crudelísima y se prolonga hoy en día contra la población negra, mulata (54,4% de la población) y pobre, como ha demostrado irrefutablemente Jessé Souza en La élite del atraso: de la esclavitud a Bolsonaro (2020). Una vez que la esclavitud fue abolida en 1888, no se les dio ninguna compensación, fueron dejados al dios-dará y hoy en día constituyen la mayoría de las favelas. Nunca se les reconoció la más mínima humanidad. La clase dominante transfirió a ellos su odio hacia los esclavos, se acostumbró a humillarlos, a ofenderlos hasta que perdieron su sentido de dignidad.
Esa sombra pesa enormemente en la conciencia colectiva y es la más reprimida, con la afirmación mentirosa de que aquí no hay racismo ni discriminación. En el gobierno eso ha sido desenmascarado por la violencia sistemática contra esta población, estimulada por el propio jefe de Estado que ha mantenido una política necrófila. Esta sombra por su inhumanidad inspiró a personas sensibles, como el poeta Castro Alvez. Resonarán para siempre sus versos en Vozes d’Africa:
“Oh Dios, ¿dónde estás que no respondes? ¿En qué mundo, en qué estrella te escondes/ Embozado en los cielos? Hace dos mil años te mandé mi grito/ Que en balde, desde entonces, recorre el infinito… /¿Dónde estás, Señor Dios?” Este grito sigue siendo hoy tan lancinante como entonces.
Jessé Souza, en su obra ya mencionada, mostró de manera convincente cómo la clase dominante, para impedir cualquier avance de las mayorías marginalizadas, proyectó sobre ellas toda la carga de negatividades que acumuló frente a los esclavos, esa “massa damnata”: exclusión, discriminación y verdadero odio que nos asombra y revela niveles increíbles de deshumanización.
La cuarta sombra es la constitución de un Brasil solo para pocos. Raymundo Faoro (Los dueños del poder) y el historiador y académico José Honório Rodrigues (Conciliação e reforma no Brasil, 1982) nos han hablado de la violencia con la que se trataba al pueblo para establecer un orden, fruto de la conciliación entre las clases opulentas, siempre con exclusión intencionada del pueblo.
José Honório Rodrigues escribe: «La mayoría dominante siempre ha sido alienada, antiprogresista, antinacional y no contemporánea. El liderazgo nunca se reconcilió con el pueblo; le negó sus derechos, destruyó sus vidas, y tan pronto como le vio crecer le negó poco a poco su aprobación, conspiró para volverlos a poner en la periferia, el lugar que cree que les pertenece» (Reconciliação e Reforma o Brasil, 1982, p.16). ¿No es eso exactamente lo que la mayoría dominante y sus aliados hicieron con Dilma Rousseff primero y después con el candidato Lula? Cambian las estrategias pero nunca sus propósitos de un Brasil sólo para ellos.
Nunca ha habido un proyecto nacional que incluyese a todos. Se proyectó siempre un Brasil para pocos. Los demás que se fastidien. Así surgió no una nación, sino que, como mostró detalladamente Luiz Gonzaga de Souza Lima en un libro que seguramente será un clásico, A Refundação do Brasil: rumo a uma civilização biocentrada (2011), fue fundada la Gran Empresa Brasil, internacionalizada desde sus inicios, en función de atender a los mercados mundiales desde ayer hasta los tiempos actuales. Así tenemos un Brasil profundamente escindido entre unos pocos ricos y las grandes mayorías pobres, uno de los países más desiguales del mundo, lo que significa, un país violento y lleno de injusticias sociales. Machado de Assis ya había observado que hay dos Brasiles, el oficial (este de pocos) y el real (de las grandes mayorías excluidas).
Una sociedad montada sobre una bifurcación, sobre una injusticia social perversa, nunca creará una cohesión interna que le permita saltar hacia formas de convivencia más civilizadas. Aquí siempre imperó un capitalismo salvaje que nunca consiguió ser civilizado. Y cuando los hijos e hijas de la pobreza pudieron acumular una fuerza política básica suficiente para alcanzar el poder central y satisfacer las demandas básicas de las poblaciones humilladas y ofendidas, pronto los descendientes de la Casa Grande y la nueva burguesía nacional se organizaron para hacer imposible este tipo de gobierno de inclusión social. Le dieron un golpe vergonzoso, parlamentario, mediático y jurídico, para así garantizar los niveles de acumulación considerados entre los más altos del mundo y mantener a los pobres en el lugar que les corresponde, en la periferia y en la marginalidad pobre y miserable.
El escritor Luiz Fernando Veríssimo en un twitter del 6 de septiembre de 2020 lo resumió bien: “El odio está en el DNA de la clase dominante brasileira, que históricamente derriba, por las armas si fuera necesario, cualquier amenaza a su dominio, sea cual sea su sigla”. Esta clase de ricos, que ni elite es porque esta supone cierto cultivo de humanidad y de cultura, sustenta al actual gobierno ultraderechista y fascistoide porque no les amenaza su forma abusiva de acumulación; por el contrario, el ministro de Hacienda, Guedes, discípulo de la escuela de Viena y de Chicago comparece como el gran demoledor de la soberanía nacional. El presidente no sabe ni entiende nada de lo que puede ser soberanía nacional.
El caos destructivo y generativo
Otra categoría que podría ayudarnos a entender mejor nuestra actual situación sombría es la del caos en su doble función destructiva y constructiva.
Todo comenzó con la observación de fenómenos aleatorios como la formación de nubes y particularmente de lo que se vino a llamar el efecto mariposa (pequeñas modificaciones iniciales, como el batir de alas de una mariposa en Brasil que puede, al final, provocar una tempestad en Nueva York debido a la interdependencia de todos los factores). Además de esto se tuvo la constatación de la creciente complejidad que hay en la raíz de la emergencia de formas de vida cada vez más altas (cf. J.Gleick Caos: criação de uma nova ciência,1989). El universo se originó de un tremendo caos inicial, el big bang. La evolución se hizo y se hace para poner orden en este caos.
El sentido originario es el siguiente: el caos posee una dimensión destructiva; pone fin a un cierto tipo de orden que llegó a su clímax. Pero por detrás del caos destructivo se esconden dimensiones constructivas de un nuevo orden. Y viceversa, por detrás del orden se esconden dimensiones de caos de tal forma que la realidad es dinámica y fluctuante siempre en busca de un equilibrio. Ilya Progrine (1917-2993), premio Nobel de Química en 1977, estudió particularmente las condiciones que permiten la emergencia de la vida. Según este gran científico, siempre que existe un sistema abierto, siempre que hay una situación de caos (lejos del equilibrio) y hay una no-linealidad de los factores, la conectividad entre las partes genera un nuevo orden (cf. Order out of Chaos,1984). En este contexto irrumpió la vida como un imperativo cósmico.
Innegablemente en Brasil estamos viviendo una situación de gravísimo caos. En el contexto de la Covid-19 que está destruyendo casi 200 mil vidas, tenemos un Presidente totalmente inoperante y sin preocupación con el destino cruel de su pueblo, un negacionista con una estupidez y arrogancia propias de personas autoritarias con señales de insania mental. Un jefe de Estado debe ser una persona de síntesis (sim-bólico) y no de división (dia-bólico) y vivir personalmente las virtudes éticas y cívicas que quiere ver en los ciudadanos. Este hace exactamente lo contrario, incentiva odios, miente descaradamente y pierde totalmente el sentido de la dignidad del cargo que ocupa.
Las autoridades que tienen poder, como el Congreso Nacional, el MPF, el STF y otras, se revelan negligentes, asistiendo inertes e irresponsables al genocidio que está ocurriendo. Creo que la historia será implacable con las omisiones de estas autoridades que muestran tanto desinterés con el destino de millones de familias que lloran a sus muertos. El presidente actual cometió tantos actos de grave irresponsabilidad que merecería jurídica y éticamente un impeachment o una pura y simple destitución por un acuerdo de líderes apoyados por multitudes en las calles.
Nos consuela el hecho de que dentro de ese caos humanitario hay un orden más alto y mejor. ¿Quién va a desentrañarlo y hacer que se supere el caos?
Necesitamos conformar un frente amplio de fuerza progresistas y opuestas a las privatizaciones y a la neocolonización del país para desentrañar el nuevo orden, oculto en el caos actual, que quiere nacer. Tenemos que hacer ese parto aunque sea doloroso. En caso contrario, continuaremos siendo rehenes y víctimas de aquellos que siempre han pensado corporativamente sólo en sí, de espaldas y, como ahora, contra el pueblo.
La interpretación occidental del Karma transpersonal
Finalmente voy a valerme de una categoría oriunda del Oriente, que releída a la luz de las nuevas ciencias de la Tierra y de la vida nos puede aportar elementos esclarecedores. Se trata de la categoría del Karma, objeto de un largo diálogo de tres días entre el historiador Arnold Toynbee y el filósofo japonés Daisaku Ikeda (cf. Elige la vida, Emecé. Buenos Aires, 2005).
Karma es un término sánscrito que originalmente significa fuerza y movimiento, concentrado en la palabra “acción” que provoca su correspondiente “re-acción”. Una interpretación transpersonal parece importante, porque, como ya dije antes, en Occidente no disponemos de categorías conceptuales que expliquen un sentido de devenir histórico de toda una comunidad y de sus instituciones en sus dimensiones positivas y negativas.
Cada persona está marcada por las acciones que ha practicado en vida. Esta acción no está restringida a la persona sino que connota a todo su ambiente. Es una especie de cuenta corriente ética cuyo saldo cambia constantemente según las buenas o malas acciones realizadas, es decir, los “créditos y débitos”. Incluso después de la muerte, la persona, en la creencia budista, lleva esta cuenta en los renacimientos que pueda tener, hasta conseguir que la cuenta negativa se ponga a cero.
El gran historiador y pensador Toynbee da otra versión, en el marco del paradigma occidental, que me parece esclarecedora y nos ayuda a entender un poco también nuestra historia. La historia se compone de redes relacionales en las que se insertacada persona, ligada a las que le precedieron y con las que están presentes. Hay un funcionamiento kármico en la historia de un pueblo y sus instituciones según los niveles de bondad y justicia o de maldad e injusticia que han producido a lo largo del tiempo. Así reflexionó Toynbee.
Esto sería una especie de campo mórfico que permanecería impregnando todo. La hipótesis de muchos renacimientos no es necesaria, como presupone la tradición oriental, porque la red de vínculos garantiza la continuidad del destino de un pueblo (p.384). Las realidades kármicas impregnan las instituciones, los paisajes, configuran a las personas y dejan sus huellas en la cultura de un pueblo. Esta fuerza kármica actúa en los procesos socio-históricos, marcando los eventos benéficos o maléficos. C.G.Jung en su psicología arquetípica había notado de alguna manera este hecho
Apliquemos esta ley kármica a nuestra situación bajo la nefasta regencia de Bolsonaro. No será difícil reconocer que tenemos un karma muy pesado, a gran escala, derivado del genocidio indígena, de la sobreexplotación de la fuerza del trabajo esclavo, de la colonización depredadora, de las injusticias perpetradas contra gran parte de la población, negra, mestiza y pobre a causa de la burguesía adinerada e insensible, arrojada en la periferia, con familias destruidas y erosionadas por el hambre y las enfermedades.
Tanto Toynbee como Ikeda concuerdan en esto: «la sociedad moderna (nosotros incluidos) sólo puede ser curada de su carga kármica a través de una revolución espiritual en el corazón y en la mente (p.159), en la línea de la justicia compensatoria y de políticas sanadoras con instituciones justas, como viene pregonando insistentemente el Papa Francisco en sus encíclicas sociales y ecológicas, Laudato Si y Fratelli tutti. Sin esta justicia mínima la carga kármica no se deshará.
Pero ella sola no es suficiente. Es necesario el amor, la solidaridad y una compasión universal, especialmente con las víctimas. Es la propuesta central y paradigmática de la Fratelli tutti del Papa Francisco. El amor será el motor más eficaz porque, en el fondo, él “es la última realidad” (p.387). Una sociedad incapaz de amar efectivamente y de ser menos malvada, jamás deconstruirá una historia tan marcada por el karma negativo e inhumano, realizado extrañamente dentro de una cultura acuñada por el cristianismo, día a día traicionado. Este es el desafío que la actual crisis sistémica nos suscita.
No predicaron otra cosa los maestros de la humanidad, como Jesús, Buda, Isaías, San Francisco, el Dalai Lama, Gandhi, Luther King Jr y el Papa Francisco. Sólo el karma del bien redime la realidad de la fuerza kármica del mal. Y si Brasil no hace esta reversión kármica permanecerá de crisis en crisis, destruyendo su propio futuro como lo está haciendo, entre mentiras, fake news, ironía y burla del necrófilo e insano presidente de este país.
La función esclarecedora de los principios thanatos y demens
Estas son expresiones bien conocidas en Occidente y no se necesita mayor explicación. Vale la pena recordar que estos son principios y no simplemente dimensiones accidentales. El principio es lo que hace que todos los seres lo sean, o sin los cuales los seres no irrumpen en la realidad. Así es como Sigmund Freud desarrolló el principio del thanatos que acompaña al de eros que conviven en todo ser humano. El thanatos emerge como esa pulsión que lleva a la violencia, la destrucción y, al final, a la muerte. Tenemos lo Negativo en la condición humana al lado de lo Positivo y lo Luminoso, estos creemos que finalmente triunfarán.
El intercambio de cartas entre Freud y Einstein desde 1932 sobre la posibilidad de superar la violencia y la guerra es bien conocido. Freud respondió que es imposible superar directamente el thánatos, solo reforzando el principio del eros a través de lazos emocionales y el trabajo humanizador de la cultura. (cf. Obras completas III:3,215). Pero termina con una frase desoladora: “hambrientos pensamos en el molino que muele tan lentamente que podemos morir de hambre antes de recibir la harina”.
Ambos principios para Freud tienen algo eterno y deja en abierto qué principio escribirá la última página de la vida. Pero el principio del thanatos puede a veces en la historia impregnar a todo un pueblo e inundar la conciencia de sus líderes produciendo tragedias político-sociales.
Estos comportamientos muestran igualmente el principio demens presente junto con el sapiens en el ser humano. Vivimos en una civilización globalizada que está bajo el dominio de lo demens. Basta recordar los 200 millones de muertos en las guerras de los dos últimos siglos y el principio de autodestrucción ya montado con armas nucleares, químicas y biológicas, capaces de acabar con la vida humana y con nuestra civilización, armas que la Covid-19 ha evidenciado como bastante ridículas.
Este principio de demencia se muestra claramente en los asesinatos intencionados de negros, pobres, personas con otra opción sexual y en un feminicidio perverso. Todo ello respaldado por un presidente con claros síntomas de psicopatía, tolerado vergonzosamente por aquellas autoridades que podrían y deberían denunciarlo por delitos de responsabilidad social, hacerlo dimitir o someterlo democráticamente a un impeachment jurídico. Quizás ellos mismos ya estén infectados con el virus de lo demens, lo que explicaría su indulgencia y omisión culposa.
Conclusión: lo oculto y lo reprimido salieron de los sótanos y se encendió una luz
El sentido de nuestra disquisición tiene este significado: todo lo que estaba escondido y reprimido en nuestra sociedad ha salido de los sótanos donde ha estado escondido durante siglos en el vano intento de negarlo o de hacerlo socialmente aceptable, incluso de pintarlo color de rosa, como también lo hacen varios ministros indignos que ven incluso ganancia en la esclavitud y el estado colonial. Pero basta un poco de luz para deshacer esta densa oscuridad. Ahora se ha vuelto visible y luminosa. Ya no hay forma de ocultarla.
Somos una sociedad contradictoria donde encontramos, al mismo tiempo, brillantez en la ciencia, en la literatura, en las artes visuales, en la música y en la riquísima cultura popular, hecha generalmente a contracorriente pesar de toda la opresión, y en tantos otros campos. Al mismo tiempo, somos una sociedad que ha internalizado al opresor, se ha hecho eco de la voz de los dueños, conservadora y hasta atrasada en comparación con países similares al nuestro. En cierto sentido somos crueles y despiadados con nuestros semejantes afectados por las maldades perpetradas por los estratos ultrarricos, sin ningún sentido de compasión por los millones que caen en el camino sin que ningún samaritano se compadezca de ellos. Pasan sin verlos y lo que es peor, despreciándolos, como si no fueran de la misma nación o de la misma familia humana.
Y todavía se confiesan cristianos sin tener nada que ver con el mensaje del Maestro de Nazaret. Los ateos éticos y humanitarios están más cerca del Dios de Jesús, de la ternura del humilde y defensor de los humillados y ofendidos, que estos cristianos meramente culturales que usan el nombre de Dios para defender sus nefastas políticas individualistas o corporativas, de un Brasil solo para ellos. Están lejos de Dios por negar a los hijos e hijas de Dios, llamados por el Juez Supremo “mis hermanos y hermanas menores” en quienes el mismo Jesús se esconde.
Hay mucha verdad en lo que escribió la filósofa Marilena Chaui: «La sociedad brasileña es una sociedad autoritaria, una sociedad violenta, tiene una economía depredadora de los recursos humanos y naturales, convive naturalmente con la injusticia, la desigualdad y la ausencia de libertad y con los índices espantosos de las diversas formas institucionales -formales e informales- de exterminio físico y psíquico y de exclusión social y cultural” (500 años – cultura y política en Brasil n.38 p.32-33). El idílico sueño de Darcy Ribeiro de que Brasil se convierta en la Roma tardía y tropical se desvanece en las “densas sombras”, como dice el Papa Francisco en Fratelli tutti (cap. I). Celso Furtado, entristecido, al final de su vida escribió todo un libro: Brasil: la construcción interrumpida (1993).
Todas estas nubes oscuras se han condensado en los últimos años y han conseguido sus sacerdotes y acólitos que las asumen conscientemente, queriendo llevar a Brasil a tiempos premodernos. Si por lo menos lo llevasen a la Edad Media, que tuvo su grandeza desde las majestuosas catedrales hasta las grandes sumas teológicas. El Brasil de este proyecto atrasado e irrealizable se ha convertido en una farsa grotesca y en irrisión internacional.
El conjunto de estas vastas sombras y el dominio de lo Negativo se ha vuelto más denso en la figura del actual jefe de Estado y el gobierno asociado a su proyecto. Es la consecuencia de esta antihistoria y su encarnación más perversa. Representa lo peor que ha pasado en nuestra historia y conscientemente o inconscientemente intenta llevarla a su término final. Pero no lo logrará porque en la historia los mecanismos de la muerte y el odio nunca han logrado realizar su propósito; ni siquiera Hitler con todo su poder militar y científico consiguió sentar las bases de un Reino de Mil Años como soñaba.
Los procesos históricos no son ciegos y sin rumbo. Guardan un Logos secreto que marca el camino de las cosas en consonancia con el proceso de la cosmogénesis y genera, a partir del caos, órdenes superiores con nuevas posibilidades y horizontes insospechados. ¿Cuál será nuestro lugar, como pueblo y como nación, en todos estos procesos? Ellos marcan la dirección pero todos tenemos que recorrerla y construirla. No nos es permitido pisar perezosamente sobre las huellas ya hechas, tenemos que imprimir nuestras huellas. Tampoco podemos llegar demasiado tarde, porque esta vez el camino no tiene vuelta.
Ojalá estemos atentos a lo que la historia nos exigirá, a pesar del reaccionarismo y protofascismo de Bolsonaro y sus seguidores. Como dijo una vez Platón, “todas las grandes cosas surgen del caos”. Las nuestras pueden tener el mismo origen.
*Leonardo Boff, filósofo, teólogo y escritor, ha escrito Brasil: concluir a refundação ou prolongar a dependência, Vozes 2018. Covid-19 A Mãe Terra contra ataca a humanidade, Vozes 2020.
Traducción de M.ª José Gavito Milano
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