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Víctor Codina: “Harto de la hipocresía y contradicción de la Navidad, Jesús ha salido del pesebre”

Lunes, 28 de diciembre de 2020

34-01_A2“¿Dónde está Jesús?, les preguntamos a los ángeles de Belén”

“¿Dónde está Jesús?, les preguntamos a los ángeles de Belén y nos dirán lo mismo que los ángeles dijeron a las mujeres que en la mañana de Pascua iban al sepulcro: en Galilea”

“¿Dónde está Galilea hoy?, ¿dónde está Jesús en estas Navidades? En los hospitales, en los médicos, enfermeras y sanitarios que cuidan los enfermos con riesgo de su propia vida, en quienes buscan vacunas, está en los enfermos y los que mueren solos”

“Jesús está también en los lejanos migrantes que atraviesan el Mediterráneo, en aquel niño que muere ahogado en el mar mientras su madre grita angustiada pidiendo que alguien lo salve”

“Soñemos juntos en construir un mundo diferente, un futuro mejor, de fraternidad y sororidad, cuidado de nuestra casa común y entonces, Jesús regresará de nuevo al pesebre”

La pandemia afecta a la Navidad: limitaciones de encuentros y de viajes, toque de queda, sin Misa del gallo a las 12, sin cabalgata de Reyes, muchos comercios y restaurantes cerrados, sin abrazos.

Humoristas dibujan a José y María con mascarillas, anuncian que los pastores estarán en fila, a metro y medio de distancia y con gel, que los Reyes Magos necesitarán PCR y permiso para viajar a otro país.

 Pero lo más nuevo de este año es que el pesebre estará vacío y los ángeles de Belén nos dirán lo mismo que los ángeles dijeron a las mujeres que iban al sepulcro de Jesús con aromas: No está aquí.

Jesús, harto de la hipocresía y contradicción de la Navidad, convertida en fiesta de consumo, iluminaciones, apariencia, superficialidad, Papa Noel y solsticio de invierno, lo más opuesto a su nacimiento, ha salido del pesebre. Navidad se ha desbordado. ¿Dónde está Jesús?

Jesús no está en las fábricas de armamentos, ni en los narcotraficantes, ni en Wall Street, ni en Davos, ni en las multinacionales que destruyen la Amazonía y el Congo, ni en los dirigentes que cierran sus puertas y sus puertos a los emigrantes, ni en los bancos que urgen los desahucios de gente vulnerable, ni en los que, como buitres, se aprovechan de la pandemia para sus intereses económicos o políticos, ni en los que esconden su dinero en paraísos fiscales, ni en los que silencian y agreden a mujeres, ni en los policías que asfixian a negros, ni en los terroristas que matan, ni en los que marginan a los homosexuales y al LGTB, ni en los dirigentes que juegan al golf mientras sus súbditos mueren de coronavirus.

¿Dónde está Jesús?, les preguntamos a los ángeles de Belén y nos dirán lo mismo que los ángeles dijeron a las mujeres que en la mañana de Pascua iban al sepulcro: en Galilea. Galilea era un lugar sencillo, pobre, desconocido y despreciado, donde estaban María y Jesús, donde Jesús vivió la mayor parte de su vida y comenzó a predicar el evangelio.

¿Dónde está Galilea hoy?, ¿dónde está Jesús en estas Navidades? En los hospitales, en los médicos, enfermeras y sanitarios que cuidan los enfermos con riesgo de su propia vida, en quienes buscan vacunas, está en los enfermos y los que mueren solos, en los que acompañan el duelo, en las residencias de gente anciana, en las familias que viven encerradas durante meses en pisos extremadamente pequeños, en las familias desahuciadas, en los aprisionados en los CIEs y en las cárceles.

Pero Jesús está también en los lejanos migrantes que atraviesan el Mediterráneo, en aquel niño que muere ahogado en el mar mientras su madre grita angustiada pidiendo que alguien lo salve. Jesús está en Lampedusa, Lesbos y Canarias, en los palestinos sin estado, en los rohinyas refugiados en Bangladesh, en los armenios que lloran sus muertos, en jóvenes que luchan por la libertad y democracia en Hong Kong o Bielorrusia, en quienes defienden los derechos de las mujeres y la ecología.

Jesús está en las maestras y maestros que se desviven para que los niños y jóvenes puedan estudiar, en el voluntariado que reparte comida, en quienes trabajan en comercios, transportes y limpieza para que no se colapse la sociedad, en los sin trabajo, techo ni futuro, en los sacerdotes, laicos y religiosas que a través de la radio, TV, You Tube o Zoom, animan la fe, anuncian la Palabra, rezan, consuelan, infunden esperanza.

Quizás este año no podamos cantar juntos el Fum, Fum, Fum, ni Noche de paz, ni Singing Bells, ni Campana sobre campana…pero sí podremos recordar y vivir que “Donde hay caridad y amor, allí está Dios”.

Soñemos juntos en construir un mundo diferente, un futuro mejor, de fraternidad y sororidad, cuidado de nuestra casa común y entonces, Jesús regresará de nuevo al pesebre.

Fuente Religión Digital

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