J. L. Sicre, Evangelio de Marcos, libro de Navidad para el 2021
José Luis Sicre, uno de los pocos clásicos vivos del estudio de la Biblia en lengua castellana, ha publicado una guía de lectura y comentario del Evangelio de Marcos, para el próximo 2021.
Marcos no incluye un relato de Navidad, pero ofrece el punto de partida y la clave de comprensión no sólo del nacimiento, sino de la vida y presencia de Jesús a lo largo de los siglos. Este libro de Sicre, maestro de exegetas y guía de estudiosos de la Biblia, será para muchos el mejor testimonio de la Navidad a lo largo del 2021.
Gracias, José Luis, por acudir nuevamente a la cita de los que queremos recorrer, como tú y contigo, el camino de la Biblia y de la vida de la Iglesia, desde esta Navidad 2020. Felicidades a Verbo Divino por publicar esta obra.
Exegeta y teólogo, de la Compañía de Jesús. Nació en Cádiz, estudió en el Instituto Bíblico de Roma y ha enseñado en la Facultad de Teología de Granada, de San Miguel de Buenos Aires y en el Instituto Bíblico de Roma. Ha colaborado con L. Alonso Schökel en la elaboración de un comentario básico a los Profetas I-II (Madrid 1980); cf. también sus grandes comentarios a Job (con L. Alonso, Madrid 1983) y Josué(Estella 2002).
Se ha especializado en el estudio de la tradición profética y mesiánica de Israel, ofreciendo una aportación muy significativa en la visión de Dios y la riqueza-pobreza en la Biblia, y en el mensaje de transformación personal, social y religiosa de los profetas, como muestran: Los dioses olvidados (Madrid 1979); Con los pobres de la tierra: la justicia social en los profetas… (Madrid 1985).
Ha ofrecido también una visión de la historia y contenido de la Biblia: Introducción al Antiguo Testamento (Estella 2011); Las tradiciones del Pentateuco en la época del exilio (Estella 1999); De David a Moisés (Estella 1995).
Su obra más significativa en perspectiva de narración didáctica es quizáEl Cuadrante, que consta de cuatro volúmenes: (I. La búsqueda. II. La apuesta. III. El encuentro. IV. Memoria de Andrónico. Parte novelada del El Cuadrante (Estella 1999/2000). En ella, de la mano de Andrónico, personaje de ficción, Sicre va ofreciendo un panorama certero y hermoso de la historia de las comunidades en donde se mantuvo la tradición de la historia de Jesús y de donde surgieron los sinópticos.
Publicó hace un año el Comentario y guía del evangelio de Mateo (Estella 2019), como introducción a las lecturas del año litúrgico (ciclo A). Fielmente, publica ahora, con mano de maestro, la introducción y comentario a las lecturas del ciclo B, para el año 2021.
La obra
Quien quiera conocer el índice del libro, con la introducción donde presenta sus temas principales puede acudir a la extensa y valiosa presentación editorial del libro, que culmina con una bibliografía básica, de la que recojo únicamente su referencia a los Comentarios científicos: Además del clásico de J. Gnilka, El evangelio según san Marcos l (2 vols.; Salamanca: Sígueme, 1986-1987), tenemos tres grandes comentarios:
- Marcus, El evangelio según Marcos (2 vols.; Salamanca: Sígueme, 2011);
- Mateos y F. Camacho, El evangelio de Marcos. Análisis lingüístico y comentario exegético (3 vols.; Córdoba-Barcelona: El Almendro-Herder, 1993-2016);
- Pikaza, X., El evangelio de Marcos. La Introducción al evangelio de Marcos, 37 Buena Noticia de Jesús (Estella: Verbo Divino, 2012).
Véanse también:
- Carrillo Alday, S., El evangelio según san Marcos (Estella: Verbo Divino, 2008);
- Castro Sánchez, S., El sorprendente Jesús de Marcos (Madrid: UP Comillas, 2005);
- Navarro, Marcos (Estella: Verbo Divino, 2006).
El momento de Marcos
Marcos supo trazar en su evangelio la biografía pascual de Jesús Nazareno, el Crucificado (16, 6), y lo hizo de un modo tan intenso que su obra fue y sigue siendo clave todavía para entender el cristianismo.
Cuando parecía que la división de visiones del Cristo y de prácticas sociales de las comunidades podía conducir al surgimiento de iglesias totalmente distintas, cuando la caída de Jerusalén, destino y meta del proyecto de Jesús, parecía implicar el derrumbamiento de todo el cristianismo, Marcos supo volver a la raíz y elevarse de nivel, situando en el centro de todos los posibles cristianismos la figura (biografía) humana de Jesús, reinterpretada desde una perspectiva de pascua, pues, a su juicio, en la recta comprensión de la vida y muerte de Cristo se encuentra la respuesta a todos los problemas de la vida humana (y en especial de la Iglesia). En esa línea, el evangelio de Marcos podría titularse: “Para renacer en Cristo: Muerte y vida del resucitado como Navidad mesiánica”.
No les faltaba entonces (hacia el año 70) ni nos falta hoy (2020/2021) a los cristianos buena reflexión de fondo. Pablo había trazado ya en sus cartas la novedad del evangelio; Pedro y Santiago, hermano del Señor, habían desplegado también sus visiones del Cristo (aunque no las escribieron o no conservemos sus escritos). Hubo otros grandes pensadores como Apolo (cf. Hech 18, 24; 1 Cor 3, 4-6). Había buenas teologías. Pero Marcos fue el primero que, asumiendo y recreando tradiciones anteriores, trazó (narró) la historia pascual de Jesús, al que presentó como centro del cristianismo, cuando todo parecía derrumbarse, tras el 70 d.C., cuando muchos suponían que no había solución (cayó Jerusalén, su templo; no había venido Jesús como esperaban los cristianos primeros).
Pues bien, en ese momento, Marcos pensó que la respuesta era contar la historia “real” (esto es, pascual) de Jesús, el mesías galileo a quien habían matado en Jerusalén, según ley, porque anunciaba y preparaba la llegada del Reino de Dios. Esa historia suponía una vuelta atrás, pues en vez de mirar al futuro y mostrar lo que había de venir, Marcos insistió en la vida de aquel que había muerto, centrando así en Jesús (profeta campesino de Galilea) la verdad del evangelio y trazando desde Galilea (no de Jerusalén) un camino apasionante de vida y esperanza. La historia que Marcos contó de esa manera fue y sigue siendo un prodigio literario, teológico y humano: Es el relato (narración fundante) del “fracaso mesiánico” (esto es, salvador) de Jesús Nazareno, que anunció la llegada del Reino de Dios en Galilea y que fue asesinado en Jerusalén, para volver a extender su mensaje desde Galilea, como Cristo y Señor resucitado, Hijo de Dios, a través de sus seguidores.
Jesús no fue Cristo por haber “levantado en armas” al pueblo de Jerusalén, y haber vencido en la guerra final, sino por haber muerto, por fidelidad al mensaje de Dios, siendo asesinado precisamente en Jerusalén. Pues bien, mirados desde esa perspectiva, los terribles acontecimientos del 70 d.C. podían y debían entenderse como elementos de una historia salvadora, y así, en la línea de los viejos profetas de Israel (como Jeremías), Marcos pudo afirmar que la misma ruina del templo de Jerusalén formaba parte de la historia de salvación, querida por Dios, que los seguidores del Cristo retomaban desde Galilea.
Marcos no es una “historia de puros hechos” (una crónica) de Jesús, sino un evangelio, es decir, una biografía mesiánica y eclesial, filtrada e interpretada (actualizada) a lo largo de cuarenta años de vida eclesial, en una línea paralela a la de Pablo, reflejando así las carestías y las aportaciones de los grupos cristianos en los años decisivos del surgimiento y consolidación de las comunidades, desde la muerte de Jesús (30 d.C.) hasta los años 70 en que Marcos escribe su libro.
Ciertamente, Marcos quiso escribir sobre Jesús, pero no sobre el puro Jesús del pasado (en la línea de aquello que Pablo llama el Cristo de la carne: 2 Cor 5, 16), sino sobre Jesús el Cristo (Jesucristo, Hijo de Dios; Mc 1, 1), cuya memoria se ha conservado e interpretado en las comunidades, a pesar de que parecieran más urgentes otros temas (la muerte/resurrección de Jesús y su venida final). De esa forma, desarrollando rasgos y momentos que quedaban velados en Pablo (que se centra en el Hijo de Dios, que el Cristo resucitado), Marcos ha querido recuperar (sin duda, desde la fe pascual), las obras y el destino del Jesús-Mesías, Hijo de Dios, que no ha sido ni es héroe mítico, ni figura angélica, ni “hipóstasis” de Dios, pero tampoco un mesías davídico fracasado (como parece suponer Rom 1, 34), sino un profeta mesiánico, mensajero del Reino de Dios, que murió crucificado precisamente por aquello que hacía y decía. Por eso es importante la historia humana (mesiánica) de Jesús resucitado.
Esa historia humana de Jesús, que en un sentido (a juicio de Pablo) ha sido un pretendiente mesiánico crucificado, viene a mostrarse para Marcos, en un nivel más alto, como presencia y revelación salvadora del mismo Hijo de Dios. Marcos vuelve así a Jesús como personaje histórico, recogiendo en su evangelio algunos rasgos esenciales de su biografía, situándonos de nuevo (y para siempre) ante la Navidad pascual de Jesús.
Algunos datos básicos de esa vida de Jesús (que era judío, que murió crucificado por Poncio Pilato, que sus discípulos afirmaron que había resucitado…) los conocemos en parte por otras fuentes cristianas (especialmente por Pablo, de quien hemos hablado) y no cristianas (como Flavio Josefo). Pero ha sido Marcos quien los ha recogido y reinterpretado desde su misma experiencia eclesial, con los ojos de la fe, que le permiten descubrir y presentar a Jesús como revelación definitiva de Dios. En una línea, podemos afirmar que Jesús ha sido un mesías “fracasado” de Israel (como decía Pablo, persiguiendo a los cristianos de Damasco); pero, en otra línea, en perspectiva de fe, descubrimos con Marcos que ese mismo Jesús, crucificado y maldito (cf. Gal 3, 10.13), ha sido en su historia y sigue siendo, por la pascua, el salvador de Dios para Israel y para todas las naciones.
Marcos ha escrito, según eso, la historia mesiánica (pascual) de Jesús, de manera que nos sitúa ante su verdadero nacimiento en la vida de los hombres, en la Iglesia.Esto es lo que J. L. Sicre ha querido poner de relieve esta guía de lectura y comentario litúrgico del evangelio para el año 2021. Marcos escribe, pues, desde la fe (desde eso que se suele llamar el Cristo de la fe), pero lo hace de un modo histórico, recuperando, organizando y reformulando en su perspectiva creyente los datos más significativos de la vida y mensaje de Jesús. Escribe desde la fe, pero de un modo históricamente fiable (pues la misma fe se lo exige), ofreciendo así, con sus “seguidores sinópticos” (Mateo y Lucas, y en otro nivel con Juan Evangelista) una biografía “verdadera” de Jesús.
Escribe desde la fe, pero no puede “inventar” porque son muchos los que todavía, en su tiempo, en torno al año 70, pueden recordar de un modo directo o indirecto la línea básica de la historia de Jesús, que sucedió cuarenta años atrás (sobre todo, si pensamos que él escribió su evangelio en una zona no muy lejana de Galilea, como puede ser Damasco). Eso significa que Marcos podía (y debía) perfilar e interpretar los datos de la vida de Jesús, pero no inventarlos, pues en su comunidad existía ya una “figura” de Jesús, bastante bien perfilada.
En ese sentido, podemos afirmar que (como hace J. L. Sicre a lo largo de este comentario) que Marcos nos ha ofrecido a un Jesús recordado y actualizado. (a) Es un Jesús recordado, no sólo en las narraciones o relatos que se contaban entre los cristianos, sino también, y de un modo especial, en la liturgia y en la predicación, en la oración y en la forma de vida de las comunidades cristianas. (b)Es, al mismo tiempo, un Jesús actualizado y reinterpretado por el mismo Marcos, en la línea de lo que hemos puesto de relieve en el apartado anterior, al hablar de Pablo. (c) Es, finalmente, un Jesús que nosotros, cristianos del siglo XXI, en momento de gran crisis personal y social, en medio de las diversas pandemias que nos azotan, podemos y debemos recrear, con la ayuda de J L. Sicre.
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