20 Diciembre. Cuarto Domingo de Adviento, ciclo B.
“-No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás y darás a luz un hijo y le pondrás por nombre Jesús”.
Ahora que la Navidad ya se asoma la liturgia nos regala este texto de la anunciación. Nos colocamos en la intimidad de uno de los momentos más importantes de la vida de María, y también más decisivo.
María, una mujer joven de Nazaret, escucha la voz de Dios en su vida y recibe una misión: ser la Madre de Jesús. Es el encuentro de dos libertades. La libertad de Dios que quiere depender, que elige necesitar de su criatura. Y la libertad de María que se abre a la promesa de Dios sin seguridades.
La escena es bonita, la hemos visto representada de mucha maneras. Hay muchos cuadros, esculturas, películas y representaciones sencillas que recrean aquel idílico momento en el que, digámoslo, todo parece fácil.
El ángel le dice: “concebirás a y darás a luz un hijo y le pondrás por nombre Jesús”. Suena sencillo, parece que ya está todo pensado y solucionado. Pero cuando María se queda sola, cuando el ángel la deja, empiezan a emerger las dificultades. Un embarazo fuera de la vida de pareja todavía hoy es un problema, pero en el caso de María podía suponer la pena de muerte.
La misión de María fue difícil y arriesgada, llena de libertad y de compromiso. No fue una vida apacible y despreocupada, no hizo lo que quería sino que tuvo que salir al paso de lo que iba llegando.
Ahora que vamos a comenzar el Tiempo de Navidad podemos contemplar la valentía y la fortaleza de María, la mujer valiente de Nazaret.
Oración
Gracias, Trinidad Santa, por regalarnos a María como Madre y como compañera de camino
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Fuente Monasterio de Monjas Trinitarias de Suesa
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