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Dom 15.11.20. 33 TO. Parábola de los talentos (Mt 25, 14-30): Para qué producir, para quién

Domingo, 15 de noviembre de 2020

23559859_887681394742387_3958786061188678572_nDel blog de Xabier Pikaza:

Este ciclo litúrgico A, centrado en el evangelio de Mateo, termina con las tres parábolas finales que condensan todo su mensaje:

El primer domingo (8 del 11) ha sido el de las diez vírgenes (Mt 25, 1-13), que representan la historia de la humanidad (y la esencia de la iglesia) como amor (o falta de amor: luz de boda),

El segundo (15 del 11) representa la misma historia humanidad desde la perspectiva de tres hombres a quienes un amo entrega sus talentos para que negocien con ellos. Las 10 vírgenes se convierten así en varones depositarios de un tesoro, que ellos deben hacer que fructifiquen (Mt 25, 14-30).

El tercero (22 del 11) nos situará ante el tema del juicio, que es igual  para hombres y mujeres: dar de comer  y beber a los pobres, acoger a extranjeros y desnudos,visitar a encacelados y enfermos   (Mt 25, 14-30).

  Toca, pues, este domingo el tema de los talentos,  que quiero exponer desde mi comentario de Mateo. El dinero de la vida (todos los talentos) están al servicio del amor entre los hombres y mujeres, los ricos y los pobres, en solidaridad de vida.  Ésta es una parábola inquietante y luminosa, que nos sitúa en Dios, que es amor en gratuidad, y Mammón que es un tipo de dinero/talento al servicio de la muerte.

 Texto

25 14 Porque es como un hombre que, yendo de viaje, llamó a sus esclavos y los dejó encargados de sus bienes: 15 y a uno le dejó cinco talentos de plata, a otro dos, a otro uno; a cada cual según su capacidad; luego se marchó. En seguida, 16 el que recibió cinco talentos fue a negociar con ellos y ganó otros cinco. 17 El que recibió dos hizo lo mismo y ganó otros dos. 18 En cambio, el que recibió uno hizo un hoyo en la tierra y escondió el dinero de su señor.

19 Al cabo de mucho tiempo volvió el señor de aquellos esclavos y se puso a ajustar las cuentas con ellos. 20 Se acercó el que había recibido cinco talentos y le presentó otros cinco, diciendo: Señor, cinco talentos me dejaste; mira, he ganado otros cinco. 21 Su señor le dijo: Muy bien. Eres un esclavo fiel y cumplidor; como has sido fiel en lo poco, te daré un cargo de mucho; pasa al banquete de tu señor.

22 Se acercó luego el que había recibido dos talentos y dijo: Señor, dos talentos me dejaste; mira, he ganado otros dos. 23 Su señor le dijo: Muy bien. Eres un esclavo fiel y cumplidor; como has sido fiel en lo poco, te daré un cargo importante; entre en la alegría de tu señor.

244 Vino, en fin, el que había recibido un talento y dijo: Señor, sabía que eres exigente, que siegas donde no siembras y recoges donde no esparces; 25 tuve miedo y fui a esconder mi talento bajo tierra. Aquí tienes lo tuyo. 26 El señor le respondió: Eres un esclavo negligente y holgazán. ¿Conque sabías que siego donde no siembro y recojo donde no esparzo? 27 Por eso te convenía haber puesto mi dinero en el banco, para que, al volver yo, pudiera recoger lo mío con los intereses. 28 Quitadle el talento y dádselo al que tiene diez.

29 Porque al que tiene se le dará y le sobrará, pero al que no tiene, se le quitará hasta lo que tiene. 30 Y a ese esclavo inútil echadlo fuera, a las tinieblas; allí será el llanto y el rechinar de dientes.

INTERPRETACIÓN BÁSICA.

Ésta es una parábola, no un texto de doctrina sobre la responsabilidad humana, un relato simbólico para pensar y comprometerse, aceptando y cultivando la vida como un “don” que debemos recibir agradecidos, a fin de que produzca fruto, sin miedo al riesgo necesario, asumiendo así la tarea de nuestra libertad responsable. El dueño no es Dios (como lo muestra su actuación final, cuando castiga duramente al holgazán), pero hay algo de Dios en el relato, que así aparece como espejo de la vida, tiempo de tarea, desde el Poder más alto a quien descubrimos no sólo como esposo (parábola anterior), sino como señor que nos ha confiado una tarea.

  • ‒ Parábola justa. Conforme al conjunto de Mateo, la vida es un don que no puede compararse con el manejo de dinero. Por eso, tomada en sí misma, esta parábola de administradores monetarios, con la exigencia de producir grandes beneficios, parece ir en contra (¡va en contra!) del mensaje que Jesús dirige a los pobres, un mensaje de vida amorosa, de puro regalo. Ciertamente, la vida es don, no comercio, pero hay en ella un elemento que también puede compararse al comercio, entendido como intercambio y producción de bienes. Se nos ha dado todo aquello que tenemos, de forma que somos una especie de “inversión” de Dios, que se arriesga al crearnos, y así quiere que produzcamos buenos frutos (cf. 3, 8; 7, 16-20; 13, 8. 23-26; 21, 34-43). En esa línea podemos afirmar que todo en la vida es nuestro, pues Dios nos lo ha dado, sin pedirnos intereses, por pura bondad, sin exigir que le reconozcamos o paguemos con algún tipo de talión, como ha dejado claro el Sermón de la Montaña (5, 38-48). Pero siendo gratuidad, Dios quiere que respondamos con amor, no sólo por él, sino por nosotros, para que así la vida que hemos recibido fructifique y produzca para bien de los demás, sabiendo que somos para el Reino (es decir, para los otros). Leída así, ésta es una parábola abierta a la “creatividad”, al don positivo de la entrega de aquello que somos, en gesto activo y creador, al servicio de la obra de Dios.
  • ‒ Parábola injusta. Pero, en otro sentido, parece que esta parábola ha sido proclamada para gente fuerte, con duras responsabilidades, hombres y mujeres que se sienten y son capaces de producir, rindiendo así para el dueño. Se ha llegado a decir que esta parábola es un texto para ejecutivos, llenos de agresividad, gentes que, en general, suelen aplicar unos métodos poco caritativos (e incluso injustos) para amasar dinero. Algunos han añadido que es una parábola para banqueros y dirigentes de multinacionales, personas sin conciencia moral, sin más finalidad que la pura ganancia, aunque se hundan países enteros, con sus pobres (como está sucediendo ahora, año 2017). Leída así, esta parábola no se puede aplicar a los más débiles, a la mayoría de los hombres y los pueblos, aplastados por otros, exigiéndoles que produzcan, y midiendo la producción en términos utilitarios. No es una parábola para deprimidos, enfermos mentales, simples prostitutas, sencillos publicanos que no alcanzan a cobrar los impuestos que les piden los amos. Entendida desde la perspectiva de la pura producción externa, esta parábola va en contra de otros rasgos del evangelio.
  • ‒ Por eso se podría pensar en una anti-parábola. El tesoro que importa al Jesús de Mateo (los talentos verdaderos de la vida, el aceite de las vírgenes, el gesto de aquellos que buscan tesoros en el cielo y se oponen a la mamona: cf. 6, 19-34) no es algo que se mida en términos monetarios, pues el valor del hombre (el ser humano), su talento, es la misma vida, la capacidad de amor, de ofrecer y compartir lo que tenemos. En este sentido, producir es simplemente ser, dejarse amar, viviendo así en amor. Por eso, en un momento dado, deberíamos protestar contra la formulación externa de esta parábola, sabiendo que ella va en contra de lo que Jesús vino a decir y realizar hasta su muerte, pues él no quiere que produzcamos para un tipo de dueño egoísta y austero que responde con dureza el tercer “siervo” de la parábola. El verdadero Dios de Jesús no es egoísta, sino principio generoso de gracia que ofrece y comparte todo, pidiendo de esa forma que seamos y que despleguemos vida, por el placer de ser y de dar, por el gozo de compartir lo que hemos recibido con los demás. Por eso, en un momento dado, debemos protestar contra la parábola.
  • Pues bien, a pesar de eso, en otro plano, entendida en su verdad, esta parábola tiene una función provocativa, que consiste en movilizar los impulsos y exigencias del evangelio, sin miedo a fracasar, sin enterrar el talento en la tierra, como hace el tercer protagonista. Tomada externamente, ésta es una parábola de miedo, pues el amo que vuelve a pedir cuentas es cruel, no tiene piedad del miedoso y su conducta no es ejemplo de misericordia, como pide Jesús (9, 13; 12, 7; 23, 23), sino todo lo contrario. Pero, en un sentido más profundo, ella nos pide que seamos generosos, que trabajemos sin miedo al fracaso, por gratuidad, como el Señor que nos ha confiado gratuitamente todo.
  • En esa línea, incluso este hombre duro, que se parece a los reyes herodianos (ejemplo de avaricia monetaria y violencia asesina), puede servir de referencia para los servidores del evangelio, no para trabajar por miedo al castigo (aunque el miedo puede cumplir una función positiva, como en el caso del siervo/doulos de 24, 45), sino por agradecimiento al Señor que nos ha mostrado su confianza y nos ha dado lo que somos y tenemos. En un nivel, parece que los siervos de aquel dueño deben trabajar por egoísmo y miedo, obligados a lograr el máximo beneficio de aquello que les ha confiado el amo, en un mundo donde se busca ante todo el rendimiento. Pero los servidores de Jesús han de trabajar por un motivo más alto, aunque sin olvidar la exigencia del servicio mutuo, de la responsabilidad por el evangelio, el amor generoso. 2.
  • Parábola para repensar… Las parábolas no son para leerlas de un modo cerrado, sino para entenderlas desde la situación de cada uno, desde la situación del mismo mundo… En esa línea, partiendo del evangelio y de nuestro propio tiempo, en este día mundial de los pobres, la parábola sólo se puede entender así: a) Dios ha dejado en nuestras manos los talentos… más o menos b) Cada uno ha de poner sus talentos al servicio del Reino… Es decir, al servicio de los más pobres, de la paz y la justicia en el mundo. c) El problema no es sólo el “no producir”, sino que hay un problema aún mayor: El producir para destruir, el producir para oprimir a los demás, por puro egoísmo. d) El problema actual (2020) no es el “no producir”, sino el producir de un modo egoísta, al servicio del sistema, pasando por encima del hambre de los pobres y destruyendo las fuentes de vida de la tierra.

SITUACIÓN. ESTA PARÁBOLA  ENTRE LAS PARÁBOLAS ORIGINALES DE JESÚS

 Es bueno situar esta parábola a la luz de la cuatro que según algunos críticos actuales, como J. P. Meir (Un judío marginal, tomo V) son las originarias de Jesús:

  1. Grano de mostaza (Mc 4:30-32/Mt 13:31-32/Lc 13:18-19/Tomás 20) Jesús presentó su Reino como siembra de vida” (la parábola de la siembra de Mc 4 par. desarrolla este motivo, pero en un contexto que parece posterior…). El Reino de Dios es palabra sembrada, como la más pequeña de las semillas… No necesita un templo grande como el Jerusalén, ni legiones como Roma. Pero tiene y es lo más grandes: la Palabra creadora de Dios (cf. Gen 1) en forma de semilla.
  2. Invitación personal, la Cena de Dios (Mt 22,2-14 || Lc 14,16-24//Tomás 64). El Reino de Dios no es sólo semilla/principio, sino también llamada final, invitación de Dios que nos convoca al banquete de su vida. Esta parábola recoge la invitación de Jesús al Reino, entendido como banquete final de bodas. Dios no exige, Dios no impone su mandato por la fuerza, sino que habla a los hombres por dentro y les llama.
  3. Talentos, un tesoro de Reino (Mt 25:14-30/Lc 19:12-27/ cf. Tomás 41). Esta parábola se conserva no sólo en el Q, sino en el fondo especial de Mateo y Lucas (que acabamos de citar: M y L, con el evangelio de Tomas, y evoca la gracia de Dios, que nos ha dado su “talento” (talento de Reino) pero también su exigencia, es decir, la tarea de escuchar esa llamada, de aceptar ese “talento”, respondiendo así con nuestra propia vida
  4.  Viñadores homicidas (Mc 12:1-11/Mt 21:33-44/Lc 20:9-18/Tom 65). Ésta  parábola recoge la historia de la vida y palabra de Jesús, pues resulta prácticamente imposible haya sido compuesta después de la “experiencia” pascual de la Iglesia (que habría contado las cosas de otra forma, aludiendo de algún modo a la resurrección). En su origen está la versión de Mc 12, 1-8, que no ofrece ninguna “respuesta” de los oyentes, dejando así abierto el despliegue de la vida de Jesús, hijo de Dios asesinado, mientras los asesinos se apoderan de la viña. Con esta parábola termina la vida de Jesús, a quien pueden asesinar los que se creen dueños de la viña (soldados imperiales, sacerdotes del templo). ¿Qué pasará en caso de que lo hagan? ¿Dónde estará Dios en ese caso, cómo responderá?

REFLEXIONES PARA SEGUIR PENSANDO:

  1. Ésta es una parábola… no un texto de teoría, una doctrina.Es una parábola para pensar y comprometerse, para descubrir la vida como una fuerte tarea, o como un “don” que debemos recibir agradecidos, queriendo que “produzca fruto”, sin miedo. . En un primer momento, podemos pensar que el amo no es Dios (sobre todo por el final, cuando “castiga” al siervo holgazán de una forma extrema). Repito, el texto es una parábola, un espejo de la vida… Y para situarnos ante la tarea de nuestra “administración”, Jesús acude a la imagen de un “rico” (aspirante a reyezuelo) que deja su tesoro en manos de administradores, para que le produzcan más dinero.
  2. La vida es un don… que no puede compararse con dinero… Por eso, la parábola en sí parece ir en contra de todo el mensaje de Jesús, dirigido a los pobres, mensaje de vida amorosa, de puro regalo. Pero hay en la vida un elemento que también puede compararse al dinero: Nos han dado lo que somos y tenemos, de manera que es nuestro, siendo del “amo” (¿de otros hombres? ¿de Dios?) de manera que debemos administrarlo, administrar la vida, para que produzca, sin miedo… En ese sentido, podemos decir que todo es nuestro, pero es nustro para que lo desarrollemos, al servicio de los demás. Ésta es una parábola abierta a la “creatividad”, al gesto positivo de la entrega, al servicio de la vida, sin miedo, sin segundas intenciones.
  3. Esta parábola no se puede aplicar a los más débiles, a la mayoría de los que están aplastados en el mundo,exigiéndoles que produzcan, y midiendo la producción en términos utilitarios. No es una parábola para gente triste, para enfermos mentales, para pobres prostitutas de segunda, para publicanos que no llegan a fin de mes. No es parábola para depresivos, es decir, para gran parte de nosotros…Entendida desde la perspectiva de la pura producción externa esta parábola en contra de otros rasgos del evangelio.
  4. Entender esta parábola significa invertirla.El tesoro (los talentos verdaderos de la vida, el “aceite” de las buenas muchachas, los millones de alma de los que dan de comer y beber a los otros…) no son algo que se mide en términos pecuniarios. El valor del hombre (el ser humano), su talento, es la vida como tal, la capacidad de recibir amor y de ofrecerlo y compartirlo. En este sentido, producir es simplemente ser, dejarse amar, producir es simplemente vivir en amor. Es evidente que Jesús nos estaría guiñando el ojos y nos diría que no se trata de “producir” talentos de dinero, sino el talento más hondo de la vida, el “tesoro” del cielo, al que él solía aludir, que es tesoro en amigos, en humanidad (como el evangelio de Lucas ha puesto de relieve en el entorno de esta parábola).
  5. Por eso, en un sentido, hay que protestar contra la parábola. Producir “talentos” no significa ganar dinero, tener poder, triunfan en la vida, sino ser con amor. ¿Para quién se produce? Jesús no quiere que produzcamos para el amo egoísta y austero en el que piensa el tercer “siervo” de la parábola. Dios no es austero ni egoísta. Dios es “don” que se ofrece, se comparte… Dios nos pide que seamos y despleguemos vida, por el placer de ser y de dar… Y por el gozo de compartir lo que hemos recibido con los demás. Por eso, tenemos que protestar contra la parábola.
  6. Pero, al fin, la parábola tiene un elemento positivo… Ella nos anima a ser lo que somos, a no enterrar el talento del amor, a no dejarnos vencer por el miedo… Ésta es la parábola de un Jesús que nos dice, en medio de la tormenta, que “no temamos”, la parábola de un Jesús que nos dice que nos ha dado millones de cielo… y que debemos ser no sólo agradecidos, sino generosos, por nosotros mismos, por los otros… No, no tenemos sólo unos cientos de quilos de plata… Tenemos miles y millones de vida, la vida de Dios, en el fondo del alma, en el corazón, en los ojos y en las manos. Que vivamos sin miedo, eso quiera la parábola
  7.  Pasar de los talentos (el oro del aspirante real o del Estado… en general administrados de un modo egoísta) al Talento (que es la buena inteligencia), y en especial al talento del Corazón (talento del Reino), al servicio de la “humanidad de Dios”.Jesús ha debido explicar y aplicar esta parábola en claves de talento del corazón, es decir, de riqueza suprema del Reino… haciendo que sus oyentes reflexiones sobre el uso de los talentos que reciben los siervos de los grandes reyes del mundo, para negociar con ellos, al servicio del rico sistema monetario.

PREGUNTAS ABIERTAS

 La vida no está hecha para producir dinero y tener, sino para ser en amor y compartir.  En esa línea, quizá más que de producir y de ganar se podría hablar de ser y darse, de una forma humana, sin agobio material, pero sin miedo y sin holgazanería, para así mejorar la vida de todos, en gratuidad, en confianza, no por ley, sino por gracia, sabiendo que al fin el Reino de Dios (y la vida entera) es un don.

a) Importa producir, pero sobre todo hacerlo en gratuidad para servicio universal: Que los hambrientos coman y los extranjeros encuentren patria (en la línea del texto siguiente de Mt 25, 31-46).

b) Hay que producir en forma de transformación personal, con los recursos de la más honda sabiduría, sabiendo que la “ganancia mayor” no es de tipo solamente material sino de oración, de madurez interior, educación, de acompañamiento mutuo, de acogida, de cuidado de los pobres y extranjeros, sin enterrar los talentos, de manera que la humanidad sea un lugar de gozo y concordia para todos.

c) En esa línea, los más grandes productores de humanidad son orantes, los contemplativos, aquellos que convierten toda su vida en don ante Dios, para los otros, en la línea del amor que canta el Cantar de los Cantares de la Biblia o el Cántico Espiritual de Juan de la Cruz.

d. La responsabilidad no es igual para todos… sino que es mayor para los que tienen (han recibido, a veces “robado”) más. Se trata de una responsabilidad social y personal

e. En este contexto, la humanidad se está jugando su propio futuro… Una humanidad que no “gana” (no produce) al servicio de aquellos que no tiene, en gratuidad. está corriendo el riesgo de destruirse a sí misma.

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