Inicio > Biblia, Espiritualidad > 4.10.20 DOM27 TO (La gran parábola: Mt 21, 33-43). Les matamos y quedamos así con la herencia. Terror económico, político y religioso

4.10.20 DOM27 TO (La gran parábola: Mt 21, 33-43). Les matamos y quedamos así con la herencia. Terror económico, político y religioso

Domingo, 4 de octubre de 2020

455px-Brooklyn_Museum_-_The_Son_of_the_Vineyard_(Le_fils_de_la_vigne)_-_James_TissotDel blog de Xabier Pikaza:

Ésta no es “una” más, es “la” parábola, la historia presente y futura, entendida en forma teológica (el amo es Dios) y antropológica (dueños, renteros, sacerdotes/senadores y asesinados somos nosotros). Es la parábola del terror de la cruz: Matar torturando, para retener la herencia de todos.

Normalmente, condenamos a los sanedritas judíos con los soldados romanos, como si ellos fueran los únicos asesinos terrorista, y nosotros los inocentes. Pero la parábola no “es” ellos, somos todos los que de modo indirecto o directo matamos (nos aprovechamos de aquellos que matan).

Ésta es la parábola-bomba, de los que dicen o piensan “que maten, y la viña será nuestra”. Es la parábola de todos los que mueren para “ventaja” de otros, en este caso, sacerdotes y senadores (políticos, jueces y ricos…).

Esta parábola es la “bomba” del evangelio, y Dios quiere (deja) que estalle, como palabra de amenaza… y salvación más alta: Fuego he venido a traer a la tierra ¿Qué puedo querer sino que arda? (Mt 10, 34-36; Lc 12, 49-53). Es la bomba de Dios, que puede convertir el asesinato terrorista en principio de salvación, desde las víctimas crucificadas.

Parábola, la historia humana

En aquel tiempo, dijo Jesús a los sumos sacerdotes y a los senadores del pueblo: “Escuchad otra parábola: Había un propietario que plantó una viña, la rodeó con una cerca, cavó en ella un lagar, construyó la casa del guarda, la arrendó a unos labradores y se marchó de viaje. Llegado el tiempo de la vendimia, envió sus criados a los labradores, para percibir los frutos que le correspondían. Pero los labradores, agarrando a los criados, apalearon a uno, mataron a otro, y a otro lo apedrearon. Envió de nuevo otros criados, más que la primera vez, e hicieron con ellos lo mismo. Por último les mandó a su hijo, diciéndose: “Tendrán respeto a mi hijo.” Pero los labradores, al ver al hijo, se dijeron: “Éste es el heredero: venid, lo matamos y nos quedamos con su herencia.” Y, agarrándolo, lo empujaron fuera de la viña y lo mataron. Y ahora, cuando vuelva el dueño de la viña, ¿qué hará con aquellos labradores?” Le contestaron: “Hará morir de mala muerte a esos malvados y arrendará la viña a otros labradores, que le entreguen los frutos a sus tiempos.” Y Jesús les dice: “¿No habéis leído nunca en la Escritura: “La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular. Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente”? Por eso os digo que se os quitará a vosotros el reino de Dios y se dará a un pueblo que produzca sus frutos (Mt 21, 33-43)

 Sentido general

1524376515_archive___Puede_estallar_una_guerra_nuclear__Que_esta_pasando_entre_Estados_Unidos_y_Corea_del_Norte_Esta parábola, que Mateo ha tomado de Marcos 12, 1-12 (cf. Lc 20, 9-19), retocándola en algún punto, describe la historia de Israel y de la Iglesia cristiana, la historia de la humanidad como lucha a muerte por la herencia, con terroristas grandes y pequeños, de guante blanco y guante negro, que siguen matando para apoderarse de la herencia de la tierra

En esta parábola “los terroristas que dicen matemos para quedar con la herencia” son los grandes gurús y benefactores de la historia oficial, los sacerdotes del Gran Templo, los “senadores” de la gran ciudad y del imperio… Ciertament, hay otros terroristas que han dicho y que dicen “matemos” para heredar… Terroristas políticos-militares, económicos y sociales (dueños de negocios de droga y tráfico de personas…). Pero aquí, en esta parábola, los terroristas (los que dicen matemos) son sacerdotes y “senadores”, los dueños legales de la historia, con Jerusalén  y Roma al fondo.

Los sacerdotes y “senadores”, poder religioso y civil de Israel y de la Iglesia, de las naciones-estado y de las multinacionales, se han apoderado dela “herencia”, y están dispuestos a matar por ella al Hijo-Heredero (que son los pobres de Jesús y con Jesús, los expulsados de las iglesias y naciones, de las multinacionaes). De esa forma actúan unos poderes que viven matando a otros, a diferencia de los publicanos y las prostitutas que han optado por el Reino (cf. Mt 23, 31).

 Ésta parábola condena a los renteros que se han adueñado de la viña de Dios, que es de todos, de manera que al final (en el fondo) se les conmina a sacerdotes y “senadores ricos” (dueños de naciones y multinaciones): “Se os quitará el Reino y se dará a otro pueblo que reparta (comparta) los frutos” [1].

 1_422-1579034_20200817123304Ésta es una palabra de juicio y condena contra los que gobiernan matando, esclavizando, asesinando… y una llamada de esperanza para los asesinados y explotados, porque “Dios” quitará el Reino a los asesinos y se lo dará a ellos.

El propietario de la viña es un oikodespotês, es decir, el verdadero Dueño de la casa, que debía ser una gran familia, en la línea de Mt 19, 29-20. Pues bien, en este contexto de disputa con las autoridades de Jerusalén, Jesús pone de relieve el hecho de que el Señor de la casa les ha confiado el cuidado de la herencia para servicio de todos (a ellos, sacerdotes, y con ellos a los “señores” de este mundo). Pero ellos ellos han querido adueñarse, y lo están haciendo, de un modo egoísta, violento, homicida. Esto dice el texto. Por comodidad divido el texto en tres secciones: Parábola (21, 33-39); interpretaciones (21, 40-42); conclusión (21. 43-45).

  La viña es la vida humana. Tres lecturas

La viña es Israel o, quizá mejor, la obra de Dios en su sentido extenso, el mundo entero, y los “viñadores” aparecen así como encargados de una tarea superior, es decir, de la obra y tarea de Dios, al servicio de todos los hombres. Así entendida, esta parábola se encuentra entrelazada no sólo con la historia de Israel, sino con la vida y destino de Jesús, de manera que ella puede interpretarse en tres planos:

  1. Es la parábola biográfica de Jesús, el heredero, representante de todos los hombres… Esta parábola cuenta la historia de Jesús, heredero oficial, representante de los pobres, que viene a pedir en nombre de ellos la herencia del mundo
  2. Es, al mismo tiempo, la parábola de la la religión, representada por Israel y por la Iglesia.  La iglesia de Israel  y la iglesia cristiana son la conciencia del mundo y así tienen que decir con su vida y con su obra que los herederos de “Dios” son los pobres, tienen que estar dispuestos a que les maten por ello… Ellos también (los eclesiásticos judíos, cristianos etc. corren el riesgo de apoderarse de la herencia, de matar al heredero, a los pobres.
  3. Esta es la parábola de la historia humana… y puede y debe contarse sin apelar directamente a Dios. Es la historia representada por sacerdotes y senadores (gobernantes, militares, dueños del dinero…) que se apoderan de la herencia de todos, matando a los pobres…. Es la historia de una humanidad que se destruye a sí misma

Es la parábola de la vida de Jesús, como signo y compendio de la historia del mundo 

 Esta es una parábola para los administradores de la viña, que, mirados en perspectiva bíblica, eran en tiempos de Jesús los sacerdotes y ancianos (senadores) del pueblo, que aparecerán después como sacerdotes y fariseos (21, 44). La parábola se eleva así en contra de los dirigentes de Jerusalén, en sentido religioso, social y económico, es decir, contra aquellos que triunfan matando a los siervos de Dios, y viven a costa de la herencia de los otros, es decir, de todos.

Es una parábola que les recuerda (y nos recuerda) que no son (no somos) dueños  de la viña (de un sacerdocio, rabinato o propiedad sagrada), sinoadministradores al servicio del cultivo de la tierra de Dios, cuyos frutos han de ser para los pobres, los necesitados[3].

La parábola supone que el dueño (Dios, amigo de los pobres) ha enviado a sus siervos para que recuerden a los agricultores, que no son propietarios de la viña, que no pueden hacer lo que ellos quieran con su finca (su dinero, su vino, su imperio…), que son renteros y, por tanto, servidores de una tarea y de una tierra para bien de todos, y en especial de los más pobres. Mc 12, 2-5 contaba la historia de esos enviados de manera más libre y literaria (un siervo, otro siervo, otro siervo…:). Mateo lo hace aquí de manera más monótona, hablando de dos tandas de siervos (24, 34-36), a quienes los renteros hieren, matan y apedrean, como se decía en la historia deuteronomista[4].

El dueño de casa envió al fin a su hijo, diciendo: “respetarán a mi hijo” (21, 37). Los relatos de este tipo suelen hablar de un tercer intento ya eficaz, para alcanzar lo pretendido. En esa línea, el dueño (Dios) tendría que haber enviado a unos siervos más fuertes que los anteriores, con grandes poderes, para conseguir el objetivo. Pero, de pronto, cuando esperamos que vengan y desplieguen su fuerza, descubrimos que el amo no responde con violencia a los violentos, sino con una debilidad aún más grande, con un gesto radical de no violencia, enviando desarmado a su mismo hijo. Ésta era la última oportunidad, tanto para el dueño como para los arrendatarios, y así lo muestra el mismo texto: hysteron, por fin, envío a su hijo[5].

 Matamos al heredero, la viña será nuestra

El asesinato del Hijo aparece como un hecho temido (¡el mismo Padre dice como vacilando: respetarán a mi hijo!), pero, en un primer momento, esta parábola se sitúa en la línea de una tradición de violencia, reflejada, de formas diversas en la historia de Israel, en el relato de la vida y muerte de Jesús, en la historia como asesinato de los pobres… Cuando Jesús cuenta esta parábola el final de la historia de Israel y del mundo queda aún pendiente…. Todavía no ha culminado el gran asesinato… ¿Matarán de verdad los grandes amos al heredero de la historia, a todos los pobres del mundo..? La parábola termina en principio con dos preguntas:

  1. ¿Matarán de verdad al heredero? ¿Destruirán a todos los pobres? ¿Cerrarán el círculo del mal y quedarán sólo ellos, los grandes sacerdotes y “senadores”, tras haber matado a todos.
  2. ¿Qué hará el amo, es decir, qué será de la historia? ¿Morirán los matadores… se destruirá la historia?

 Es posible que en un primer momento, la parábola hubiera terminado aquí, con la propuesta de este envío del Hijo (21, 37), dejando la respuesta y solución en manos de los oyentes/actores (como en Lc 15, 32, donde ignoramos si el hermano mayor acogerá o rechazará al pródigo que ha vuelto).

Entendida así, esta parábola más breve (Mt 21, 33-37) tendría pleno sentido y podría interpretarse como una expresión narrativa y simbólica del destino de Jesús: la historia sigue abierta, el hijo viene, el desenlace pertenece a los actores (renteros y Jesús), pues son ellos los que deben cumplir lo narrado y terminar este relato con su gesto de acogida o con un asesinato, concretando así el sentido de la trama, de manera que sepamos si los renteros seguirán siendo envidiosos y violentos hasta el fin, o si descubrirán que ellos son hijos con el Hijo querido del Amo.

 Discusión sobre la parábola, un final abierto…

21 40 Pues bien, cuando vuelva el dueño de la viña ¿qué hará con aquellos agricultores? 41 Le contestaron: Hará morir de mala muerte a esos malvados y arrendará la viña a otros agricultores, que le entreguen los frutos a sus tiempos. 42 Y Jesús les dice: ¿No habéis leído nunca en la Escritura: La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular. Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente?

1. Un final de talión… El Señor matará a los asesinos…  Este mundo acabará con la muerte de todos… Tras haber matado a los pobres, los sacerdotes y senadores se matarán a sí mismos…La respuesta de los interlocutores de Jesús indica que ellos han entendido la parábola así, en en clave de talión- En esa línea se sitúa un tipo de legalidad punitiva, que sigue condenando (aplastando) a los hombres bajo el dictado de una espiral de violencia infinita. Tras la muerte de los pobres vendrá la muerte inexorable de sacerdotes y ricos… El que a hierro mata a hierro muere… El mundo terminará en las llamas del incendio de los pobres…

2. Un final de gracia… Pero Dios puede salvar incluso a los ricos asesinos, por amor a los pobres. Esta es la apuesta del evangelio… La piedra desechada que es Jesús, la piedra de los pobres, puede ser principio y  garantía de vida para la humanidad… Pero ese final exige una conversión radical de las iglesia, de las iglesias de Jesús, del auténtico judaísmo, de una humanidad distinta, que nace y surge desde los asesinados y pobres como Jesús.

 Reflexión final

Jesús no habla para condenar sin más a los sacerdotes y fariseos (como ellos supondrán: 21, 45), sino para que reflexionen y respondan (=cambien de actitud), y lo hace con ese salmo, que cuenta la historia de un hombre que da gracias a Dios porque le ha liberado de una gran crisis o prueba, de manera que aquellos que le acompañan en la oración proclaman “la piedra que desecharon los arquitectos…”. Le habían expulsado, le daban por muerto, pero Dios le ha convertido, de forma maravillosa, en piedra angular del edificio, cimiento o quizá piedra de cierre central del arco[8].

21 43 Por eso os digo que se os quitará a vosotros el reino de Dios y se dará a un pueblo que produzca sus frutos. (44 Y el que caiga sobre esta piedra será hecho pedazos; y aquel sobre el que caiga esta piedra quedará desmenuzado). 45 Y los sumos sacerdotes y los fariseos, oyendo sus parábolas, comprendieron que estaba refiriéndose a ellos. 46 Y trataban de apresarle, pero tuvieron miedo de la gente porque le tenían por profeta.

     Jesús no dice “os hará morir” (como sentenciaba la gente: 21, 41), sino se os quitará al Reino de Dios, que había sido confiado a las autoridades de Jerusalén, que no han respondido, ni aceptado a su Mesías, como indicaba ya la perícopa del templo y de la higuera (21, 12-22). Por eso, para bien de todos, y especialmente de los sacerdotes y fariseos, ellos (sacerdotes y ancianos) han de ser privados de la autoridad sobre el Reino, pues si quedara en sus manos se condenarían y destruirían a los otros.

 Esta sentencia no dice que las autoridades de Jerusalén (sacerdotes, ancianos, fariseos…) serán ajusticiadas (que morirán en este mundo, o que se condenarán después para siempre), sino sólo que se les quitará su autoridad (reconocida todavía por los cristianos de Mateo para los escribas y fariseos en 23), de manera que ya no serán representantes y portadores de la obra de Dios, sino que perderán su privilegio (el don de dirigir a los demás, como pueblo elegido) y no serán ya portadores de la promesa del reino. Leída así, esta sentencia no implica ninguna novedad respecto a lo anterior, sino que lo ratifica: Las autoridades de Jerusalén no son ya, en cuanto tales, representantes y portadoras privilegiadas del Reino de Dios[9].

  (a) Según la visión de la gente, todo seguiría igual, pues lo único que cambiaba era el grupo o pueblo al que se arrendaba la viña;seguiríamos así en un nivel de arrendamiento de ley, no de gratuidad, según el evangelio.

(b) Jesús en cambio no se habla de arrendar la viña, sino de darla esto es, de regalar gratuitamente el Reino, pasando de un régimen de arriendo salarial al de la donación. Más aún, ese Reino no será dado para unos agricultores   asalariados, con deseos de vencer y de imponerse sobre otros, sino a un pueblo  distinto.

     Conforme a la visión de Mateo, este nuevo pueblo es la Iglesia mesiánica, que no se opone a Israel en cuanto tal (Mateo supone que los judíos pueden formar y forman parte de ese pueblo), sino a sus autoridades (sacerdotes, ancianos…), es decir, a su forma de entender los frutos como posesión que ellos pueden y deben defender incluso con violencia (matando al heredero, para convertirse en dueños impositivos de la viña). Jesús no condena a Israel, ni quiere su destrucción, sino al contrario: que triunfe y se extienda el verdadero Israel del Reino, y por eso se opone a los sacerdotes y escribas (fariseos) de Jerusalén. Desde aquí se entiende la posible interpolación del verso 21, 44: Y el que caiga sobre esta piedra será hecho pedazos…[10]:

  ‒ Una piedra de muerte. Ese texto (el que caiga…) proviene de Is 8, 14-15, aunque puede y debe compararse con otros pasajes, que han debido preocupar a la comunidad de Mateo (y no sólo a ella, como muestra Lc 1, 8). Is 8, 14-15 dice que el Señor (Yahvé), que actúa desde el templo, será una piedra de tropiezo para Israel, una roca de escándalo para el morador de Jerusalén, de manera que muchos tropezarán, caerán y serán quebrantados. En el fondo de esa imagen está el motivo de la piedra que cae y destruye: El mismo Dios que debía ser principio de estabilidad, de confianza y vida, se convierte para aquellos que le rechazan en piedra de muerte (como ha repetido la tradición cristiana: cf. Rom 9, 22; 1 Ped 2, 7).

Notas

[1] A ellos, sacerdotes y ancianos del pueblo (21, 23) se dirige esta parábola, que comienza con akousate (escuchad, en general), aunque al fin se diga que, al oír la parábola, los sumos sacerdotes con los fariseos (que aparecen aquí en lugar de los ancianos) pensaron que se dirigía a ellos, queriendo “apresar” a Jesús, pero tuvieron miedo de la gente.

[2] He desarrollado el tema en Antropología 320-328. Cf. J. D. Crossan, La Parabole of the Husbandmen:JBL 90 (1971) 451-465; J. D. M. Derrett, Allegoryand theWickedVinedressers: JTS 25 (1974) 426-32; TheParable of the Wicked Husbandmen: JBL 90 (1971) 451-465; M. Hubaut, La parabole des vignerons homicides, CahRB 16, Gabalda, Paris 1976; M. S.-H. Lee, Jesus und die jüdische Autorität. Eine exegetische Untersuchung zu Mk 11, 27-12, 12 (FB 56), Würzburg 1986; X. LéonDufour, La parabole des vignerons homicides: ScEccl 17 (1965) 365-396; B. Lindars, New Testament Apologetics, SCM, London 1973, 169-186; J. G. M. Mbâ Mundla, Jesus und die Führer Israels (NTAb 11), Münster 1984, 5-40; J. A. T. Robinson, The Parable of the Wicked Husbandmen: A Test of Synoptic Relationships: NTS 21 (1974/5) 443-461;R. Silva Costoyas, La parábola de los renteros homicidas: Compost. 15 (1970) 319-354. K. R. Snodgrass, The Parable of the WickedTenants. An Inquiry into Parable Interpretation, WUNT 27, Tübingen 1983; H. Weder, Metafore del Regno, Paideia, Bescia 1991, 182-199.

[3] La palabra griega es geôrgós (de gh/, tierra, y wrge,w, trabajar) alguien que labra los campos, como en los idiomas latinos el agri-cultor (que cultiva el agro). Puede aplicarse de un modo especial al viñador (que trabaja la viña, como en nuestro caso). Estrictamente hablando, estos gewrgoi/ o trabajadores de la tierra no son unos renteros asalariados en el sentido moderno, pues conforme a la visión bíblica más honda toda la tierra es de Dios (Lev 25, 23), de manera que no se puede poseer ni trabajar como propiedad exclusiva de algunos, sino al servicio del bien común, como he destacado en Fiesta del Pan, fiesta del vino, Verbo Divino, Estella 2005.

[4] La parábola expone así un momento central de la historia humana, la tragedia de unos administradores que quieren hacerse propietarios de la tierra y que para ello matan a los enviados/servidores del dueño (los profetas). Así lo había puesto de relieve Steck, Israel; W. U. Popkes, Christus traditus. Eine Untersuchung zum Begriff der Dahingabe im Neuen Testament, ATANT, Zürich 1967.

[5] La “historia” de este Hijo Desarmado, que no  ha venido a imponer su Reino por la fuerza, sino a dar la vida por los mismos renteros y por todos (para bien de la viña), retoma el motivo básico de 20, 28, donde Jesús (Hijo del Hombre) afirma que no ha venido para que le sirvan, sino para dar su vida por todos.

[6] Este motivo de la muerte del Hijo retoma, como he dicho, la experiencia básica de 20, 28, donde se dice que el Hijo del Hombre ha venido a dar su vida por todos, y anticipa el gran “juicio” por la sangre derramada de todos los justos, desde Abel hasta Zacarías (que es, sin duda, un signo de Jesús).

[7] Así lo he puesto de relieve en Antropología¸ interpretando esta parábola desde una respuesta supra-judicial de Dios, en clave de superación de toda violencia. Entendida así, ésta no es una parábola más en la línea de las anteriores (cf. Mt 13), sino una revelación “nueva”, que recoge y reinterpreta (desde un nivel más alto) las parábolas ya comentadas. Los agricultores homicidas actúan en un nivel “sacrificial”: Matan al “hijo” del dueño, para hacerse de esa forma herederos de su tierra, iniciando una espiral de violencias que se suceden unas a las otras. Pues bien, esta nueva revelación de la viña rompe desde Dios ese esquema sacrificial,  desenmascarando y superando la historia y trama de violencia de los hombres, como ha mostrado J. Alison, Traversing hostility: The sine qua nonof any Christian talk about Atonement, http://www.jamesalison.co.uk/texts/eng75.html, siguiendo básicamente la visión anti-sacrificial de R. Girard (La violencia y lo sagrado, Anagrama, Barcelona 1982). Cf. también R. Schwager, Brauchen wir einen Sündenbock?, Kösel, München 1978.

[8] Este salmo ha sido citado no sólo en este contexto (Mt 21,42 par), sino en otros muy significativos (Hch 4,11; Ef 2, 20 y 1 Ped 2,7), y en todos se evoca de algún modo la resurrección de Jesús que, habiendo sido condenado a muerte y rechazado, se ha convertido por obra de Dios, en piedra fundacional del nuevo templo mesiánico, no por venganza, sino por gracia más alta. Eso significa ante todo que Dios no ha querido matar a los homicidas, sino abrir un camino distinto (más alto) de humanidad para todos, incluidos los viñadores perversos, por la resurrección de Jesús, pasando así del talión a la gracia creadora. Cf. H.-J. Kraus, Los Salmos I-II, Sígueme Salamanca 1993; L. Alonso Schökel, Salmos I-II, Verbo Divino, Estella 1992.

[9] Esta es, en el fondo, la misma “sentencia” de Pablo en Rom 9-11: Israel sigue siendo la raíz santa del “olivo” en el que Dios ha injertado por Cristo a los gentiles (Rom 11, 16-24).

[10] Muchos exegetas opinan que este verso no formaba parte del original de Mateo (cf. NTG pag 61; Metzger, Textual 58). Pero las razones que aducen no son del todo convincentes: dicen que este pasaje rompe el argumento de Mateo, culminado ya en 21, 43; y así añaden que habría sido incluido en un momento posterior, a partir de Lc 11, 18, donde esa cita, tomada libremente de Is 8,14, se insertaba de un modo lógico a continuación de Sal 118, 22-23, ofreciendo un único pensamiento, desde la perspectiva de Jesús, entendido como piedra de rechazo y escándalo. Pero en ese caso Mt 21, 44 debería ir tras 21, 42, como en Lucas. Por otra parte, las dos formas de la cita (en Mt y Lc) no concuerdan al pie de la letra, como se esperaría si Mt la hubiera tomado de Lucas. Por eso, con las cautelas pertinentes, me inclino a pensar que Mateo ha querido introducir aquí este pasaje, para ofrecer una versión distinta del tema de Jesús como piedra. Omiten ese verso P 104vid, D, 33, it (a, b, d, e, ff1, ff2, r1), Sy-S, Or, EusSyr, mae-2, Tis, Gre, Bois, Bal. Lo mantienen: 01, B, C, L, W, X, Z, Q, 0102, f1, f13, 372, 579, 700, 892, 2737, Maj, Lat (aur, c, f, g1, h, l, q, vg), Sy-C, Sy-P, Sy-H, Co, arm, geo, DiatessArabic. Por argumentos textuales, resulta difícil inclinarse por una postura o por otra. Cf. Wilker, Textual.

[11] Mateo toma la cita de los LXX, pero la adapta a su contexto, a partir de la imagen de la piedra desechada de Sal 118, 22-23. Es evidente que ese tema evoca otros motivos poderosos de la tradición bíblica, como Dan 2, 34-35. 44-45 (la piedra desprendida del monte de Dios que destruye los reinos del mundo), pero aquí se vincula de un modo especial con la piedra desechada y convertida en cabeza de ángulo de la cita anterior. Aquellos que no quieren aceptar esa piedra de Jesús corren el riesgo de quedar destruidos.

[12] Entendido así, éste es un pasaje de fundamentación y discernimiento, de edificación y posible caída/destrucción. Mateo nos sitúa de esa forma ante el misterio de la gracia que puede convertirse en signo de desgracia para aquellos que no la aceptan, como indican los versos finales (21, 45-56) donde se dice que lo sacerdotes y fariseos reaccionaron con violencia ante esa palabra de Jesús (que suponen dirigida a ellos), y así quieren matarle, como seguirá mostrando el evangelio. La misma gracia, cuando es total, puede convertirse en abismo de condena para aquellos que no la aceptan, una condena que no viene de Dios, sino de la elección equivocada y mentirosa de los hombres, a pesar (en contra) de la gracia universal de Dios en Cristo. Sin posibilidad de condena tampoco se podría hablar de salvación gratuita de Dios.

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