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Dom 26 TO. Mt 21, 28-32. Evangelio escandaloso, consolador. Publicanos y prostitutas os preceden (guían) al Reino de Dios

Domingo, 27 de septiembre de 2020

22089859_863339983843195_3322836024810394500_nDel blog de Xabier Pikaza:

El curso 1974‒1975, bajo la dirección de X. Zubiri, en el Palacio de las Siete Chimeneas (Banco Urquijo) de Madrid, O. G. de Cardedal, el Cardenal R. Blázquez, J. M. Velasco y un servidor hicimos un Seminario sobre este pasaje, siguiendo el libro de J. Klausner, Jesús de Nazaret (original hebreo 1907, con docenas de traducciones hasta el día de hoy, donde el gran político‒pensador judío defendía las siguientes tesis:

Estas palabras de Jesús (con el testimonio de su vida) son lo más excelso del judaísmo, pero no pueden cumplirse. Por eso, los judíos, las mantenemos ahí, como ideal, pero regulamos el mundo y la ciudad según ley: Hacemos justicia a publicanos y prostitutas, pero no dejamos que guíen no la política ni la religión, que son cosas serias de “sacerdotes”, senadores y juristas.

Los cristianos han puesto esas palabras en el centro de su evangelio, como si pudieran cumplirse. Pero no las han cumplido, ni antes ni ahora. Hablan de publicanos y prostitutas para el Reino, pero no les hacen ni justicia: Siguen marginando y expulsado a las prostitutas (en el fondo a todas las mujeres), han hecho una iglesia de malos publicanos (de poderes políticos y económicos injusto).

Hoy, pasados más de 45 años, quiero recoger las reflexiones de entonces y enriquecerlas con nuevas propuestas. Como decía J. Klausner el año 1907, aquí se juega el futuro y esencia de judaísmo, cristianismo y humanidad.

| X Pikaza

TEXTO

En aquel tiempo, dijo Jesús a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo: “¿Qué os parece? Un hombre tenía dos hijos. Se acercó al primero y le dijo: “Hijo, ve hoy a trabajar en la viña.” Él le contestó: “No quiero.” Pero después recapacitó y fue. Se acercó al segundo y le dijo lo mismo. Él le contestó: “Voy, señor.” Pero no fue. ¿Quién de los dos hizo lo que quería el padre?” Contestaron: “El primero.” Jesús les dijo: “Os aseguro que los publicanos y las prostitutas os llevan la delantera en el reino de Dios. Porque vino Juan a vosotros enseñándoos el camino de la justicia, y no le creísteis; en cambio, los publicanos y prostitutas le creyeron. Y, aun después de ver esto, vosotros no recapacitasteis ni le creísteis. (Mt 21, 28-32)

REFLEXIÓN GENERAL

Publicanos y prostitutas forman parte de un mismo pecado, pro de un pecado que no no es básicamente de ellos, sino del conjunto de la sociedad que prostituye a un tipo de mujeres, y después les echa la culpa, que utiliza a un tipo de publicanos (para realizar los negocios económicos “sucios”) y después le condena.

‒ Puede haber publicanos y prostitutas que son pecadores, pero en un sentido posterior de pecado (de tipo sexual e incluso social), pero, en sentido estricto, tal como formula Jesús esta palabra y la sitúa en el centro de su evangelio, el gran pecado no es de ellos y ellas, sino del conjunto de la sociedad, que les utiliza, les expulsa y les condena. Publicanos y prostitutas son víctimas de una sociedad que les utiliza como chivo expiatorio, les explora social y sexualmente, para luego condenarles.

san-mateo-leviEl pecado de fondo  de unos y otras es el mismo, como he dicho: Tener que venderse o, mejor dicho, estar vendidos de antemano, ser objeto de venta de la sociedad de los que se llaman a sí mismos “hijos de Dios” (como dice Gen 6).En sentido general, en aquel contexto “patriarcalista” a la mujer se la vende (y para vivir ella tiene que dejarse vender) como sexo, como “saco de culpas”, como mala “carne”. De manera convergente, a un tipo de varones se les vende (y ellos tienen que venderse) para sobrevivir. Pero más que pecado de publicanos  y prostitutas éste es el pecado de aquellos que prostituyen a las mujeres y “publicanizan” a los hombres, los esclavizan por dinero.

 Jesús no comienza su camino de reino con los que se presentan como Buenos (y condenan a otros a la prostitución del cuerpo o del dinero), sino con los publicanos y prostitutas, de los que no se dice que “os precederán al final”, sino que os están precediendo ya, ahora…  No dice dice “os precederán” (en el cielo futuro), sino que os están precediendo (en este mundo), ellos están abriendo con Jesús el camino del Reino. Ellos son los “guías” (pro‒agousin). Hay que fijarse muy bien en esto. Según la carta a los Hebreos, el “prodomos” (el explorador y pionero) del reino de Dios es Jesús. Pues bien, según este pasaje del Q (¡que es, sin duda, de Jesús!) los pioneros o guías del reino no son los sacerdotes y escribas judíos, ni los doce de Jesús, como Pedro (los Doce y Pedro vienen después), sino los publicanos y las prostitutas.

— Jesús no dice esta palabra a la gente en general sino a los “sumos sacerdotes y ancianos/senadores”(Mt 21, 23), es decir a las autoridades religiosas y civiles.  Ellos, los que crean un mundo de prostitución y venta económica, creyéndose buenos y pensando que tienen la razón, no pueden “convertirse”, no pueden cambiar, en cambio los publicanos y prostitutas pueden cambiar, pueden iniciar un camino de reino.

— Conforme a este  evangelio (Mt 21, 23) Jesús viene de “discutir” con sacerdotes y políticos (senadores), y ha visto que no cambian, no pueden cambiar, de manera que en esa línea les ve irrecuperables…a no ser que publicanos y prostitutas abran para ellos un camino.

Jesus-de-Nazaret-i1n287327On line: https://mercaba.org/ARTICULOS/J/klausner,%20joseph%20-%20jesus%20de%20nazaret.pdf),

‒‒ Ciertamente, hay otros poderes importantes, civiles y/o religiosos, de jueces, agricultores o soldados…  pero Jesús ha visto como “pecado original”  y principio de todos los pecados (en una línea que comienza ya en Gen 6) con los buenos, los llamados “hijos de Dios” que se apoderan de las mujeres, las violan, las prostituyen,  poniendo así en riesgo la vida de la tierra (el signo del diluvio).

COMENTARIO (de X. Pikaza, Evangelio de Mateo)

Tras la disputa sobre el origen del poder de Jesús, con la referencia a Juan Bautista, Mateo introduce este pasaje que interpreta y completa lo anterior, presentando la opinión de Jesús sobre Juan Bautista. Posiblemente era en principio un texto independiente y formaba parte del Q (cf. Lc 7, 29-30), pero ha sido muy reformado por Mateo, en su línea de conjunto, y también por Lucas, que le ha dado un contenido y sentido más doctrinal.

Éste es un texto históricamente muy significativo, pues sigue vinculando a Jesús con Juan Bautista, para indicar que ambos recorren un mismo camino, en oposición a los sumos sacerdotes y ancianos del texto anterior (21, 23-27). Este pasaje sirve a Mateo para ilustrar su mensaje, pero al mismo tiempo recoge tradiciones de disputas anteriores de Jesús y sus discípulos con las autoridades sacerdotales y sociales. Es un pasaje escandaloso, siendo muy consolador, pues no dice que los publicanos y las prostitutas “os precederán” (en futuro), sino que os preceden (21, 31: pro‒agousin), ahora mismo (en este mundo), como Jesús que precede a los suyos en el camino de vuelta a Galilea (26, 32; 28, 6)[1].

      El primer hijo, que primero dice “no”, pero después se ·”convierte” y cambia, podría referirse a los gentiles, pero, en sentido más preciso representa a los publicanos y prostitutas, que han empezado rechazando la voluntad del padre, pero al final se arrepienten y van a la viña. Por el contexto, el segundo representa a los sacerdotes y ancianos, que han dicho a Dios que “sí”, pero después no van. Desde ese fondo debemos unir este pasaje con 11, 19, donde a Jesús le acusaban de amigo de publicanos y pecadores:

Juan y Jesús, dos estilos (11, 16-19). Muchos habían tomado a Juan Bautista como un “loco”, pues no comía ni bebía, dando la impresión de que no le importaba la necesidad de los hombres concretos, sino sólo la protesta de los austeros penitentes, elitistas, separados del mundo. Jesús, en cambio, se mostraba como un comilón y bebedor, amigo de publicanos y pecadores/as (telwnw/n fi,loj kai. a`martwlw/n), esto es, como alguien que formaba parte del submundo de los excluidos (publicanos, prostitutas….) fuera del buen pueblo de la alianza (presidido por los sacerdotes, y ancianos).

‒ Jesús apela a Juan. Pues bien, a pesar de la austeridad de Juan, Jesús afirma que los publicanos y prostitutas (21, 32) creyeron en él, aceptando su camino de justicia, “mientras que vosotros (sacerdotes-ancianos) no creísteis en él”. Eso significa que, siendo tan distintos (11, 16-19), Juan y Jesús tenían una misma meta, de forma que el camino de penitencia para conversión de Juan Bautista había culminado en el mensaje de Reino de Jesús. De esa manera, los publicanos y los pecadores/prostitutas, que habían creído en Juan, aparecen vinculados al mismo tiempo con Jesús (aceptan su camino), en contra de los sacerdotes y ancianos importantes del pueblo.

 Jesús contesta así a los sacerdotes y ancianos de 21, 23 diciéndoles, por un lado, que Juan y su Bautismo venían de Dios, y acusándoles por otro de no haber respondido a su llamada, a diferencia de publicanos y prostitutas, que aparecen así unidos en línea de conversión. De los primeros he tratado ya al ocuparme de 9, 9-12. De las prostitutas, en el comentario a 19, 9, de manera que ahora puedo retomar lo ya dicho en perspectiva de conjunto[2].

 ‒ Publicanos y prostitutas creyeron en Juan Bautista (21, 28.31). Ellos habían empezado diciendo al padre que “no”, pero después fueron. En esa línea se dice que han escuchado y acogido la palabra de Dios, convirtiéndose, como quería Juan Bautista, y/o aceptando el camino de la comunidad mesiánica de Jesús (cf. 11, 19). Publicanos y prostitutas “acudían” a la escuela de Juan, en la que estuvo Jesús, por lo menos hasta su bautismo (cf. Mt 3), de manera que cuando dice que creyeron en Juan podría estar evocando un recuerdo histórico.

En esa línea, al haber formado parte de la comunidad de Juan Bautista, Jesús debe haberse relacionado con esos “pecadores” (publicanos y prostitutas). Ciertamente, no todos los publicanos y prostitutas fueron donde Juan Bautista, pero algunos lo hicieron, los suficientes para descubrir que Dios les ofrecía un camino de salvación, y para que Jesús se relacionara con ellos.

 ‒ Os preceden  en el Reino de Dios (21, 31). Han aceptado el camino de Juan y han buscado a Jesús, a diferencia de los sacerdotes y ancianos que no creen más que en sí mismos y sólo buscan el mantenimiento de su poder (cf. 21, 23-27), rechazando así el camino del Reino de Dios. Evidentemente, Jesús no habla de la conversión de todos los publicanos y prostitutas, sino de algunos, que asumieron el camino del Reino. ¿Qué ha significado para ellos creer e iniciar ese nuevo camino? ¿Cómo han empezado a comportarse? Mateo no lo dice. Pero es indudable que sabe que algunos han empezado portarse de un modo distinto, encontrando un espacio de vida y comunión en la Iglesia.

La palabra “os preceden”   parece suponer que Jesús va delante de (con) ellos, abriendo camino, como un “pionero”, explorador del Reino, adelantado de la Nueva Humanidad (del Hijo del Hombre), mientras que sacerdotes y ancianos no le siguen. Esta palabra de seguimiento no habla de algo que sucederá en el futuro, sino de algo que está sucediendo ya (os preceden, en presente). En esa perspectiva se podría suponer que los que debían preceder a los demás con Jesús son los Doce. Pero este pasaje afirma que los adelantados (exploradores) del Reino de Dios son las prostitutas y publicanos, iniciando un camino abierto para otros. Donde ellos entren podrán entrar otros, pues ello no cierran la puerta, no se cierran en sí mismos[3].

‒ En ese contexto vuelve a plantearse de algún modo el tema de la prostitución (porneia) que Mateo había relacionado con el matrimonio (cf. 5, 32; 19, 9). Por un lado, Jesús condena las porneias o prostituciones (15,19), que manchan al hombre, pero poniendo de relieven que la prostitución destructora no es la que queda fijada y cerrada en lo externo, sino aquella que brota del mal corazón, como destaca 15, 1-20. La prostitución pecaminosa es un mal propio del corazón y no una simple impureza externa; es una actitud interior, y no un comportamiento puramente corporal. En esa línea condena Jesús las prostituciones, que son el “cuarto pecado”, entre los adulterios y los robos (15, 19), pero sin condenar sin más a las prostitutas concretas, cuya circunstancia vital ha de tomarse en cuenta en cada caso[4].

NOTAS FINALES

La prostitución aparece en la Biblia desde los tiempos más antiguos tanto en Israel como en los países del entorno (Gen 28, 15), como en los países del entorno (Jc 16, 1; Prov 2, 16; 29, 3).   En muchos casos, la prostitución se utiliza en su sentido literal. Pero, como suele suceder en otros pueblos, las palabras vinculadas con la prostitución han tomado pronto un carácter simbólico, de tipo casi siempre religioso y negativo…, echando la culpa a las mujeres, en contra de lo que hará Jesús.

En este contexto debemos poner de relieve el hecho de que, por contaminación patriarcalista, el Antiguo Testamento presenta como prostitutas a mujeres que no lo son en, sino que poseen y ejercen una independencia social que las hace autónomas ante la sociedad o ante su misma familia. Los casos más famosos son los de Rajab, la «hospedera» de Jericó, que recibe a los espías de Israel (Jos 2, 1-3; 6, 17-25), y la «concubina» del Levita de Jc 19, 1-3. Ellas no son prostitutas en el sentido normal del término, sino mujeres que gozan de una libertad especial, sea en contexto social, sea en contexto matrimonial.

  Las prostitutas os precederán en el Reino de los cielos.

El Nuevo Testamento conserva los diversos sentidos de la palabra. Así, dentro de la retórica moral del tiempo, hallamos algunas condenas generales de la prostitución, como la que aparece la crítica del hermano mayor de Lc 15, 30 o de 1 Cor 6, 15-16. Pero la novedad mayor del evangelio aparece allí donde Jesús viene presentarse como el Mesías o cristo de las prostitutas, a las que se acerca sin condenarlas (cf. Mt 21, 32; cf. Lc 7, 34), diciendo que ellas, con los publicanos, son los que “preceden” a los otros en el (camino del) Reino de Dios. Ellas son las primeras, las adelantadas de la gracia de Dios, son constructoras del Reino, es decir, de la nueva humanidad, ya aquí, en un sentido “social”, personal.

¿Por qué dice Jesús que las prostitutas os precederán…?

1. PORQUE DIOS ES DIOS, Y ELLAS (Y ELLOS) SON SUS HIJOS

Está el hijo mayor que dice cumplir, pero no cumple; que dice que va, pero no va. Es como el hijo mayor de la parábola del hijo pródigo… ¡Qué pena de Dios Padre con estos hijos! Pero Dios tiene otros hijos… que dicen que no van… pero en el fondo van. Éstos son como el hijo pródigo: son los capaces de escuchar al Padre… Son los que pueden hacer camino de Reino, porque dejan que el Padre les alumbre con su amor. PORQUE FUERON CON JESÚS DONDE JUAN BAUTISTA Jesús no habla de oídas… Él conoce bien a los publicanos y prostituías, porque ha compartido con ellos la escuela de Juan Bautista. Ciertamente, no todos los publicanos y prostitutas fueron… pero fueron algunas, las suficientes para descubrir que Dios abre con ellas un camino de salvación. Ellas formaron parte de “la escuela” de Jesús, es decir, de la escuela donde Jesús escuchó la voz de Dios, con pecadores y prostitutas. Jesús no vino a aprender a un “seminario de santos” (para que le dieran un buen Master de Buen Reino) sino a una escuela donde se juntaban publicanos y prostitutas, para dejarse cambiar por la gracia de Dios, por el Reino.

2. PUBLICANOS Y PROSTITUTAS LE CREYERON Creyeron a Juan, creyeron en Dios… creyeron en una humanidad distinta, fraterna, amorosa, sin prostituir a los demás para vivir a costa de ellos y condenarles… Muchos de los “grandes” constructores del Templo Oficial, es decir, de una religión de poder sólo quieren construirse a sí mismos, construir su templo. No creen en Dios, no creen en la gracia, creen en sí mismos… Por el contrario, muchos publicanos y prostitutas “creyeron”, es decir, aceptaron la existencia de un misterio de gracia… No buscaban “su” salvación, se dejaron encontrar por “la salvación de Dios” (como dirá San Pablo, en el centro de todo su mensaje). Evidentemente, Jesús no dice que “todos/todos los publicanos y prostitutas” se dejaron amar por el Dios del Reino… pero asegura que algunos lo hicieron. Su mismo “oficio” fue para ellas y para ellos “seminario” de gracia, noviciado de amor, del amor más alto, el de Dios, no el de ellas mismas… Es evidente que al “creer” ellas han empezada a cambiar, aunque el texto no dice cómo. ¿Han seguido siendo prostitutas pero creyentes? No se dice. Sólo se dice que “han creído” y que la fe es para ellas un cambio de vida radical. Ellas, las prostitutas que creen, pueden ser y son pioneras de un mundo nuevo, ministros/as de una nueva forma de vida, de una salvación en fe-amor.

3. OS LLEVAN LA DELANTERA (=OS PRECEDEN) EN EL REINO DE DIOS La palabra griega aquí empleada (proagousin) alude casi siempre a Jesús que precede a los suyos, que les abre camino, como un “pionero”, como un explorador del Reino, como un adelantado de la Nueva Humanidad (del Hijo del Hombre). Pues bien, oficialmente los que debían preceder a los demás con Jesús son los Doce, según todo el evangelio… y en algún sentido lo hacen… Pero estrictamente hablando, los verdaderos pioneros del Reino son las prostitutas y lop publicanos… Ellos son los primeros… en el camino del Reino. Por eso, porque ellos inician el camino… los otros pueden seguir. Ellas no hacen un camino para ellas solas, lo hacen para todos… Donde ellas vayan, donde ellas entren podrán entrar todos: no cierran la puerta, no hacen un “sistema sagrado de buenas prostitutas”, sólo para ellas.

4. EN EL REINO DE LOS CIELOS, ES DECIR, EN LA IGLESIA (EN LA SOCIEDAD…) El pasaje no habla de la salvación eterna (de lo que pasará después de la muerte), aunque en el fondo lo que se dice de “aquí” se aplica al cielo… El pasaje habla directamente de lo que ha pasado en el camino de Jesús, un camino que él hace con publicanos y prostitutas… El pasaje habla de lo que está sucediendo en este mundo: En la historia del Reino de Dios los primeros no son jerarcas y jefes, sino publicanos y prostitutas. Ellos, en especial las prostitutas, son los auténticos representantes de nuestra sociedad.

5. PROSTITUTAS Y SOCIEDAD, PROSTITUTAS E IGLESIA El texto, como digo, es fuerte. Sólo podía ser de Jesús, que entiende mucho de esto, por eso dejaré que el texto diga lo que dice: ¿Qué significa que los publicanos y prostitutas preceden al conjunto de la iglesia (y de la sociedad), como los “pro-agontes”, es decir, como la verdadera “autoridad”?.

  1. Significa que, según Jesús y según todo el evangelio, la Iglesia se funda en ellos y ellas. Las prostitutas no reciben la caridad de la gran iglesia que las ama, sino que son ellas las que inician el camino de la Gran Iglesia, que es para todos… No están ahí para recibir lecciones de los sabios y grandes, sino que ofrecen su lección, lección de fe. Vino Juan, vino Jesús… y los primeros en creer han sido publicanos y prostitutas. Ellos abren un camino de fe, ellos y ellas son los “dirigentes/pastores” de la iglesia (los pre-ceptores, los adelantados)
  2. Las prostitutas han creído… El texto no dice que se han “convertido” en sentido penitencial, sino solamente que han “creído” (la iglesia es espacio de fe en el don de la vida, en el perdón y en la gracia…). Pues bien, en esa línea, el texto dice que los otros (los hermanos mayores) no han “re-capacitado” para creer. Lo diré con el griego: “oude metemelêthête hysteron tou pisteusai”: ni “habéis cambiado de sentimiento para al fin creer”… Lo que busca Jesús (desde Juan Baautsta) es un cambio de sentimientos. Metemelêthête viene del griego “meta-meleomai”, cambiar de “sentimientos”, más que pensamientos (más en la línea de meta-noeô). Es como si los grandes no tuvieran sentimientos… y sólo prostitutas y publicanos pudieran tenerlos de verdad y creer de verdad, trasformando los sentimientos desde la llamada de gracia, en la gracia.
  3. ¿Quién convierte a quién? La tradición cristiana ha sentido casi siempre dificultades ante este pasaje. A las prostitutas en general se las ha seguido utilizando o, en el mejor de los casos, se las ha metido en casas de arrepentimiento y conversión. En muchos lugares de Castilla se recuerdan las “casas de arrecogías” para convertir a prostitutas… Pues bien, parece que Jesús no quiere convertirlas de esa forma, sino descubrir “su fe” (con la fe de los publicanos), para iniciar desde ahí (con ellas) su camino. No son los buenos “hijos mayores” los que tienen que convertir a las prostitutas, para “meterlas de nuevo en su sistema”. Son los hijos mayores los que deben descubrir la fe que hay en muchas prostituías y publicanos, para dejarse cambiar desde ellos y por ellos (desde ellas y por ellas). No es el buen sistema el que debe convertir (encerrar) a las prostitutas, sino que debe dejarse iluminar por ellas.

 Notras.

[1] El Reino de los cielos no lo empiezan construyendo sacerdotes y ancianos de Jerusalén (ni rabinos judíos, ni soldados del imperio), sino publicanos y las prostitutas, que parecían oponerse en principio a Dios (diciéndole que no), pero que después han creído, aceptando a Juan Bautista, en contra de sacerdotes y ancianos de Jerusalén.

[2] Jesús alude a las prostitutas sin condenarlas de antemano (cf. Mt 21, 32; cf. Lc 7, 34), añadiendo que ellas y los publicanos preceden (proa,gousin) a sacerdotes y escribas en el Reino. Para entender mejor ese dato, debemos recordar que la prostitución aparece en la Biblia desde antiguos (cf. Gen 28, 15; Jc 16, 1; Prov 2, 16; 29, 3), a veces en sentido literal y otras simbólico, casi siempre de manera negativa. En esa línea, por contaminación patriarcalista, el Antiguo Testamento presenta como prostitutas a mujeres que, estrictamente hablando no lo son, sólo porque ellas rechazan o rompen el orden patriarcal de la sociedad establecida, como puede suceder con Rajab, la «hospedera» de Jericó (cf. Mt 1, 5), que recibe a los espías de Israel (Jos 2, 1-3; 6, 17-25), y con la «concubina» del Levita de Jc 19, 1-3. Por otra parte, un tipo de prostitución se ha vinculado de un modo especial con el culto a los ídolos que, al menos desde el tiempo del profeta Oseas, aparecen como amantes falsos (vinculados a veces con prácticas sexuales que Yahvé condena como inmorales).

Entendida así la prostitución se presenta como pecado nacional de Israel en Os 2, 1; Is 1, 21; Jer 13 27, en especial, en el largo capítulo de Ez 16, dedicado a la perversión de Israel y Judá. El Antiguo Testamento ha condenado especialmente a los prostitutos sagrados (se les llama perros, o santos, de la raíz qds), vinculados al culto de algunos templos cananeos o de otras ciudades del entorno. En este fondo se sitúa la famosa ley del Deuteronomio: «No traerás la paga de una prostituta ni el precio de un perro [=prostituto sagrado] a la casa de Yahvé tu Dios… porque es abominación para Yahvé tu Dios» (Dt 23, 18). Puede suponerse que en algún momento ha existido algún tipo de prostitución sagrada en el mismo templo de Yahvé. He desarrollado extensamente el tema en La familia en la Biblia, Verbo Divino, Estella 2017. Cf. también “Gran diccionario de la biblia”, Verbo Divino, Estella 2017m Prostitución en GDB. Desde ese fondo ha de entenderse el gesto de Jesús, que acoge en su camino de Reino a publicanos y prostitutas, diciendo que ellas preceden a sacerdotes y ancianos dirigentes del pueblo.

[3] Significativamente, en contra de su costumbre, Mateo habla aquí del Reino de Dios, no de los cielos…, indicando quizá que él ha tomado este pasaje de una fuente anterior y no ha querido cambiar su terminología.

[4] En otro contexto, Jesús mantiene la indisolubilidad del matrimonio, que no puede romperse, a no ser en caso de porneia, es decir, de prostitución (como he puesto de relieve en 5, 32 y 19, 9). Eso significa que la unión de porneia o prostitución puede romperse (¡está rota!), mientras que en sí mismo el matrimonio es indisoluble. En esa línea, parece evidente que Jesús no ha querido que las prostitutas se mantengan en aquello que son, sino que avancen en un camino de Reino (abierto a la comunión de cien madres, hermanas, hermanos e hijos: 19, 28-29), un camino en el que de hecho ellas están precediendo a sacerdotes y ancianos. Jesús sabe por experiencia que las prostitutas pueden hacer ese camino de Reino, igual que los publicanos, mientras que para sacerdotes y anciano del pueblo resulta prácticamente imposible.

Entendido así, este pasaje (prostitutas y publicanos os preceden…) no habla de aquello que vendrá tras la muerte, sino de aquello que ha pasado (está pasando) en el camino de Reino que Jesús recorre con publicanos y prostitutas, como hermanos mayores que preceden (=deben preceder) a los otros, a los que han dicho sí, pero luego no van. Publicanos y prostitutas no tienen necesidad de la caridad bondadosa de una iglesia que estaría por encima de ellos, sino que son ellos los que inician esa travesía de Dios que es la iglesia. El texto no dice que ellos se han “convertido” en un sentido penitencial, sino sólo que han “creído”, asumiendo de esa forma el camino de Juan y de Jesús. En contra de eso, el texto añade que los otros (sacerdotes y ancianos de Israel) no han “re-capacitado” para creer (21,32:ouvde. metemelh,qhte tou/ pisteu/sai), ni se han dejado transformar por el Reino. Tratamiento básico del tema en Sanders, Jesús.

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