“No fiestas”, pero una gran celebración: La Asunción
Del blog de Tomás Muro La Verdad es libre:
- nota previa: el dogma de la asunción.
La tradición de venerar a la Virgen proviene desde el comienzo de la Iglesia. El Concilio de Éfeso (año 431) proclamó que María era theo-tokos: madre de Dios (la que ha dado a luz a Dios).
Sin embargo la definición del dogma de la Asunción es muy reciente. Fue el papa Pío XII, quien proclamó el 1 de noviembre de 1950, que María, la madre del Señor fue llevada a los cielos en cuerpo y alma. María, la persona de María está en Dios.
¡Cómo no vamos a creer que María terminó con su Hijo, Jesús, en la casa del Padre, en el cielo!
- “no fiestas”
Debido a la pandemia que nos asola y, por desgracia, parece que rebrota, este año no se celebran fiestas en nuestros pueblos y ciudades. De ahí que los medios de comunicación e instituciones repitan como un “sonsonete”: “no fiestas”. Probablemente sea una buena medida sanitaria, pero la Asunción es una fiesta llena de vida, de gozo y esperanza.
Celebremos con gozo la Asunción.
El relato evangélico de hoy está lleno de vida: la Asunción está llena de gozo y esperanza.
Dos mujeres que están creando vida, de qué van a hablar si no es de la misma vida, llenas de alegría, esperanza y, quizás, algo de preocupación.
- El encuentro de dos familias, dos mujeres que están gestando dos nuevas vidas: María e Isabel, Jesús y Juan.
- Bendita entre las mujeres
- La criatura salta de alegría en el seno materno de Isabel
- María canta a Dios: Proclama mi alma
- Se alegra mi espíritu en Dios.
- Le felicitarán todas las generaciones.
Sabemos que la vida tiene dificultades, pero la existencia humana es encuentro, es crear vida, es bendición, es alegría, es felicitarse por las pequeñas -y las grandes- cosas que el ser humano hace.
- FIESTA DE ESPERANZA.
La fiesta de la Asunción, como todo el cristianismo es esperanza. Nuestro futuro absoluto está “allá”, en el cielo.
Pensando en voz alta: nuestra civilización ha sustituido la esperanza por el progreso y la ciencia. Confiamos en el progreso pero no tenemos esperanza. Los más interesados confían en la vida política. Sin embargo ni el progreso, ni la ciencia, ni la política terminan de dar razón a nuestras vidas, ni a nuestro horizonte y, menos, a nuestra muerte. El progreso es lo que es y da lo que da de sí. Pero no se puede decir que, porque un caníbal o el hombre de la cueva de Santimamiñe utilice microondas, plato, cuchillo, tenedor y servilleta, haya progresado mucho la humanidad.
El futuro y la plenitud absolutas está en el “más allá”, o si no, no hay un futuro dotado de sentido.
La existencia llena de esperanza absoluta vive no fácil, pero sí serenamente las cuestiones de la vida: la libertad, la culpa, la gratuidad, la familia, el sufrimiento, el pueblo, el futuro.
Nuestra meta está en el cielo de la Ascensión de Cristo y de la Asunción de María.
- vacaciones.
Este año la cosa está más difícil, pero el mes de agosto, el verano suele ser el tiempo clásico de vacaciones.[1]
Cuando las cosas están “en su sitio”, es bueno celebrar los contenidos de la vida: el cumpleaños, un aniversario, un nacimiento en la familia, un éxito, etc. Se celebran contenidos
Hoy en día celebrar, lo que se dice celebrar, celebramos poco o nada. Tenemos más vacaciones y más días libres que nunca, pero celebramos poco. El “botellón” de San Fermín es lo mismo que la zafiedad de los carnavales o del turismo sexual, pero eso no es celebrar, eso es una explosión de dionisios.
Y lo que es más grave, hoy podríamos aplicarnos aquello de que: para qué queremos canciones, si no tenemos nada que cantar
La fiesta de la Asunción es el contenido del día de hoy. Los cristianos disfrutamos de la vida y de la fiesta con el gozo profundo de que nuestra esperanza y nuestro futuro están en Dios.
- La Asunción.
La Virgen María, Jesús completaron su existencia en Dios. Algo de eso es lo que significan las fiestas de la Ascensión (Jesús) y la Asunción (María). Habremos de acallar nuestra curiosidad de cómo sea ese final, el cielo. Podemos tener dificultades sobre el cómo será, dónde, cuándo, etc., pero mantengamos firme la esperanza de que “será”. Confiemos en que será.
Nuestro final es el mismo de Jesús y de María: el cielo. También para nosotros se abrió en el cielo la casa de Dios. (Apocalipsis).
[1] La palabra vacaciones bien del latín: vacuo: vacío.
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