Sin preocuparse por nada.
Los ojos de los demás son nuestras cárceles, sus pensamientos nuestras jaulas (Virginia Woolf)
21 de junio. DOMINGO XII DEL TO
Mt 10, 16-23
Cuando os entreguen, no os preocupéis por lo vais a decir
“Donde hay poca justicia es un peligro tener razón”, decía Francisco de Quevedo recordando su injusto encarcelamiento en el convento Real de San Marcos de León por el Conde Duque de Olivares sin motivo alguno.
La verdad está reñida con un entorno injusto, y entonces sí que hay que preocuparse porque, en este caso, si la justicia nos persigue y amenaza con la cárcel, lo mejor es sacudirse las sandalias y evadirse a otra parte, como aconseja Jesús a sus discípulos.
El rey Herodes temía mucho a Juan Bautista, y preocupado, le temía, pero Herodías le sujetó más firmemente en sus redes y se vengó de Juan, induciendo a Herodes a encarcelarle.
Después, durante una macabra escena en la que Salomé danza ante Herodes, le ruega que le ejecute. Herodías le quiso demostrar que la orden había sido cumplida, enarbolando una bandeja de plata, en la que estaba sangrando la cabeza del Bautista.
Tres años más tarde, también otro murió Crucificado, así como en el siglo XIX fueron también asesinados, Thomas Moro, Jonh Fitzgerald Kennedy, Luther King, Arnulfo Romero, Ignacio Ellacura y tantos otros.
A ninguno de ellos les permitieron sacudirse el polvo de las sandalias y marcharse a otra ciudad cualquiera.
En el cielo, Dios rechinó los dientes, y en la Capilla Sixtina, el Cristo de Miguel Ángel hubiera condenado a tan inicuos jueces al infierno de Dante.
Virginia Woolf, dijo que “Los ojos de los demás son nuestras cárceles, sus pensamientos nuestras jaulas, que a lo largo de su vida se vio igualmente acosada por los periódicos, de cambios de humor y enfermedades asociadas.
Y para Solón, uno de los Siete Sabios de Grecia:
“Las leyes son semejantes a las telas de araña; detienen a lo débil y ligero y son deshechas por lo fuerte y poderoso”, lo que por otra parte confirma el aforismo latino del Summum ius summa iniuria.
Y lo mejor de todo, no estar preocupados por nada: Como el cínico Diógenes, que habitaba en un tonel, y que no tenía más bienes que una capa, un bastón y una bolsa de pan. Una vez en que estaba sentado tomando el sol delante de su tonel, le visitó Alejandro Magno, el cual se colocó delante del sabio y le dijo que, si deseaba alguna cosa, él se la daría. Diógenes contestó: “Sí, que te apartes un poco y no me tapes el sol”.
Francisco de Quevedo calificó de esta manera todos los hechos mencionados:
Las leyes con que juzgas, ¡oh Batino!,
menos bien las estudias que las vendes;
lo que te compran solamente entiendes;
más que Jasón te agrada el Vellocino.
El humano derecho y el divino,
cuando los interpretas, los ofendes,
y al compás que la encoges o la extiendes,
tu mano para el fallo se previno.
No sabes escuchar ruegos baratos,
y sólo quien te da te quita dudas;
no te gobiernan textos, sino tratos.
Pues que de intento y de interés no mudas,
o lávate las manos con Pilatos,
o, con la bolsa, ahórcate con Judas.
Vicente Martínez
Fuente Fe Adulta
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