Los Papas y el ‘sueño’ de Martin Luther King: el Evangelio, mejor arma contra el racismo
Las lecciones tras la trágica muerte de George Floyd en Minneapolis
Pablo VI: “Desde el corazón del pueblo sano crece el deseo y el compromiso de sacar de la muerte inicua de Martin Luther King una superación efectiva de las luchas raciales y de establecer leyes y métodos de convivencia más conformes con la civilización moderna y con la hermandad cristiana”
Juan Pablo II: “Frente a la historia se levanta la respuesta de la no violencia en la memoria de esta nación como monumento que honra a la comunidad negra de los Estados Unidos”
Francisco: “Una Nación es considerada grande cuando defiende la libertad, como hizo Abraham Lincoln; cuando genera una cultura que permita a sus hombres «soñar» con plenitud de derechos para sus hermanos y hermanas, como intentó hacer Martin Luther King”
| Alessandro Gisotti
(Vatican News).- La trágica muerte de George Floyd ha demostrado dramáticamente que el sueño de Martin Luther King aún está lejos de hacerse realidad. Sin embargo, el histórico discurso, I have a dream, pronunciado por el líder del movimiento por los derechos civiles el 28 de agosto de hace 57 años, sigue resonando, incluso en estos días, en la boca de quienes exigen justicia y dignidad para la comunidad afroamericana y con ella para todas las minorías de todos los tiempos.
Aquel “sueño”, que tiene sus raíces en el Evangelio y en el poder liberador del amor de Dios, ha encontrado en los Papas que se sucedieron unos grandes aliados comenzando por San Pablo VI que recibió al pastor bautista en el Vaticano el 18 de septiembre de 1964 y lo alentó a continuar su compromiso pacífico contra la discriminación racial.
Cuatro años más tarde, el Papa Montini recibió con consternación la noticia del asesinato de Martin Luther King el 4 de abril de 1968 en Memphis, Tennessee. Pasan tres días: el Domingo de Ramos, Pablo VI recuerda la figura del Premio Nobel de la Paz con palabras de extraordinaria actualidad.
El Papa reza para que este crimen pueda tomar el “valor del sacrificio“. “Que no se profundice el odio, ni la venganza, ni un nuevo abismo entre los ciudadanos de la misma gran y noble tierra, sino que un nuevo propósito común de perdón, paz, reconciliación en la igualdad de derechos libres y justos se imponga a las injustas discriminaciones y a las luchas presentes.
Nuestro dolor se hace más grande y más temeroso debido a las reacciones violentas y desordenadas que el triste hecho ha provocado; pero nuestra esperanza también crece al ver que en cada lado responsable y desde el corazón del pueblo sano crece el deseo y el compromiso de sacar de la muerte inicua de Martin Luther King una superación efectiva de las luchas raciales y de establecer leyes y métodos de convivencia más conformes con la civilización moderna y con la hermandad cristiana”.
A esta visión también se refiere Benedicto XVI que, en la ceremonia de bienvenida celebrada en Washington el 16 de abril de 2008, subrayó que la fe en Dios ha sido “una constante inspiración y una fuerza orientadora” en la lucha dirigida por Martin Luther King “en la lucha contra la esclavitud y en el movimiento en favor de los derechos civiles”. Palabras reforzadas icásticamente dos días después por el encuentro del Papa Ratzinger con la hija del Reverendo King, Bernice Albertine, al margen de una celebración ecuménica en Nueva York. Pasaron siete años: por primera vez en la historia, un Pontífice se dirigió al Congreso de los Estados Unidos en una sesión conjunta. En el Capitolio, el 24 de septiembre de 2015, Francisco pronunció un discurso sobre el espíritu de los Estados Unidos, señalando que “Una Nación es considerada grande cuando defiende la libertad, como hizo Abraham Lincoln; cuando genera una cultura que permita a sus hombres «soñar» con plenitud de derechos para sus hermanos y hermanas, como intentó hacer Martin Luther King”. Para el Papa, ese “sueño continúa inspirándonos” porque despierta “lo que de más profundo y auténtico hay en los pueblos”. Y, como en muchas otras ocasiones, quiere subrayar que este tipo de sueños no son fines en sí mismos, sino que “movilizan a la acción, a la participación, al compromiso”.
Fuente Religión Digital
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