Estar bien acompañados.
Una mente lúcida y un buen corazón acompañados por sentimientos cálidos son las cosas más importantes (Dalai Lama)
24 de mayo. ASCENSIÓN DEL SEÑOR
Mt 28, 16-20
Enseñadles a cumplir cuanto os he mandado, estaré siempre con vosotros (v 20)
A veces nos encontramos con personas desconocidas y, a partir de ese momento compartimos camino, conversación, pasos y comida y momentos que parecen no ser nada, pero que al final lo son todo, para ellos y para nosotros.
Y normalmente ocurre lo que sucedió en aquel camino y, entonces nos viene a la memoria aquel pasaje de Lucas 24, 27-33:
“Se acercaban a la aldea a donde se dirigían, y él fingió seguir adelante, pero ellos le insistieron: Quédate con nosotros, que se hace tarde y el día va de caída. Entró para quedarse con ellos a la mesa, tomó el pan, lo bendijo, lo partió y se lo dio (…) Se dijeron uno al otro: ¿No se abrasaba nuestro corazón mientras nos hablaba por el camino”?
Y entonces nos percatamos las personas desconocidas, que se estaba repitiendo la historia acaecida en Judea hace ya más de veinte siglos.
¿Haríamos nosotros otro tanto?
Pienso que nos encantaría sentarnos con todos ellos y compartir el pan partido y repartido entre todos nosotros; luego continuaríamos en silencio, escuchando atentamente cuanto Jesús nos contara, no ya de las escrituras sino de su misma vida: de su padre José y de la carpintería y de María, que le enseñó las Escrituras que explicó a los de Emaús por el camino.
“Una mente lúcida y un buen corazón acompañados por sentimientos cálidos son las cosas más importantes, ha dicho el Dalai Lama.
Nos contó, como si fueran cuentos, aunque él las llamaría posteriormente parábolas:
La del sembrador, que sembró en una tierra fértil, la del trigo y la cizaña, que hubo que dejar crecer ambos hasta la siega, la de la semilla de mostaza, que se hizo un árbol grande donde anidaron las aves, la de la viuda que perdió una moneda de plata y se pasó el día barriendo hasta encontrarla.
Otro capítulo fue el de las bienaventuranzas, las tres negaciones de Pedro mientras se calentaba en una hoguera, la historia de la mujer sorprendida en adulterio, y su ternura -y aquí levantó la voz emocionado- con María Magdalena a la que dijo ¡Nollime tangere!, porque tenía que subir antes al cielo.
TANGO DE AMOR
En el tango, como en la vida,
si no escucho, presupongo
lo que me van a decir
y no contestaré
a lo que el otro me dijo.
Responderé, si acaso, a mis suposiciones,
pero jamás al otro.
Así el diálogo real muere de infarto,
esculpido en monólogo de piedra.
Pero esto no es bailar el tango, que es de dos,
una danza en la que cada cual inventa
e improvisa,
de acuerdo al movimiento que el otro le sugiere.
Bailar y conversar, dos situaciones
donde los cuerpos de los protagonistas
tienen que armar
un circuito de tensiones encontradas.
Con un brazo se rodean la cintura,
mientras que con el otro se mantienen
suficientemente alejados,
al compás del calor y del deseo.
En este baile el equilibrio
no está en cada uno, sino en el centro de los dos.
No entenderse conduce a la desestabilización.
-“No está bien que el hombre esté solo”,
dijo Yahveh besando el barro.
Adán y Eva se escucharon,
y el tango terminó en entendimiento
Vicente Martínez
Fuente Fe Adulta
Comentarios recientes