Despertar.
“Pasamos un tercio de nuestras vidas dormidos y puede que sea el tiempo en que nos sentimos más libres” (Amy Adams)
29 de marzo. DOMINGO V DE CUARESMA
Jn 11,1-45
Contestaron los discípulos: Señor, si está dormido sanará
Y aunque yo creo en Dios como los cipreses de Gironella, mi alma, dormida a veces, espera despertarse para ser explorada por mis ojos despiertos y contemplar el evangélico milagro de ver resucitado a Lázaro.
Pues, como afirma el poeta mexicano Elías Nandino: “Cada mañana, al despertar, resucitamos; porque al dormir morimos unas horas en que, libres del cuerpo, recobramos la vida espiritual que antes tuvimos cuando aún no habitábamos la carne que en estos momentos nos define y nos limita, y éramos, sin ser, misterio puro en el ritmo total del Universo”.
Quizás María y Marta, que tanto querían a su hermano, esperaban de Jesús este prodigio. Me quedé toda aquella tarde sentado esperando la salida de Lázaro gritando en hebreo:
תודה, ישו, תודה רבה
Que quiere decir ¡¡Gracias, Jesús, muchas gracias!! pero yo no le vi salir ni escuché nada.
El capítulo de la resurrección de Lázaro constituye un significativo relato en la estructura narrativa del evangelio, significando el desencadenamiento de la muerte de Jesús.
Y como dice Schökel, un denso suspense debido a la labor teológica de Juan, dotado de excepcional atracción y belleza, y donde confirma con fuerza las reveladoras palabras de Jesús en Jn 11, 25-26: “Yo soy la resurrección y la vida, y quien vive y cree en mí, no morirá para siempre”.
Nos encontramos ante un territorio inexplorado, en el que reina un relativo desconcierto en el que la flecha, disparada del arco, llega hasta una encrucijada, se detiene, y no sabe por cuál de los cuatro caminos continuar avanzando.
Descendí del arco, y preguntarle a Jesús cuál de los cuatro caminos de aquella dubitativa rotonda era el mejor para alcanzar mi destino; y abriendo el evangelio me señaló un versículo que yo leí muy sorprendido: “Yo soy el camino, la verdad y la vida, nadie va al Padre si no es por mí”.
Y acto seguido cerró el libro y yo me quedé dentro con mi arco, mi flecha, mi rotonda, y mi camino elegido.
En la película Her, del director Adam Spiegel, Amy Adams dijo: “Pasamos un tercio de nuestras vidas dormidos y puede que sea el tiempo en que nos sentimos más libres”.
Yo me quedé dormido entre las sábanas del Evangelio de Juan, y mientras soñaba, escribí en mi libro Yo amo el Planeta, este Poema que las sábanas y Juan me susurraron muy suave y despacio para no desertarme y que siguiera escribiendo poemas:
“¡¡Nos ha gustado!!”
Y ya me diréis, amabilísimos lectores, si también o no a vosotros, aunque, como dice Amy Adams pasemos “un tercio de nuestras vidas dormidos”.
Este fue el Poema que escribí mientras soñaba aquella noche, pensando en los habitantes todos del Planeta.
DEDICATORIA
A todos mis amigos los seres del Planeta,
con quienes vivo y muero.
Sois para mí:
tierra fértil que nutre,
naturaleza de inefable hermosura,
amores que besan y que abrazan,
música de todos los colores,
ilusiones del alma,
criaturas que hacen soñar con dioses,
madre que mima y ama,
oraciones con las que rezo,
silencio que lleva a mí mismo,
adioses que me despiden cuando muero.
Vicente Martínez
Fuente Fe Adulta
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