La via es la vida, cuidémosla. “Yo soy la resurrección y la Vida”
Del blog de Tomás Muro La Verdad es libre:
- Algunas notas para la lectura de Lázaro.
El relato de Lázaro, Marta y María.
El relato de la resurrección de Lázaro nos pilla en esta difícil situación de pandemia que estamos viviendo y atravesando .
Perderíamos el tiempo y la comprensión del texto del evangelio de hoy si lo leyéramos al pie de la letra como un hecho histórico.
No tiene mucho interés que Jesús le regalara unos años de propina a su amigo Lázaro. Si ha muerto, pues déjalo en paz a él y a su familia (comunidad cristiana), que ya han pasado por ese trance de tinieblas oscuras. ¿Volver a esta vida para vivir diez, quince años y otra vez a morirse? Mejor, no.
Además están los agravios comparativos que podrían surgir del texto. ¿O una madre / padre que mueren dejando hijos pequeños no habrían necesitado unos años para sacar la familia adelante? ¿Por qué Dios no nos libra a todos de es “corona-virus?
Este relato de la resurrección de Lázaro plantea el problema de la muerte de todo ser humano. Se trata de una, de toda comunidad cristiana representada en aquella comunidad de Marta, María y Lázaro (y de toda comunidad humana) en la que se hace presente la muerte y el Hijo del Hombre no llegaba (Parusía / segunda venida). ¿Quedarán muertos para siempre?[1]
¿Qué nos cabe esperar para nuestros difuntos y para nosotros mismos?
Este texto lo podemos leer con la actitud que tiene y siente un buen párroco (como el mismo evangelista: san Juan) que están viviendo la muerte de un ser querido, de un cristiano o no. Tratan de infundir un poco de esperanza, de pensar en la vida en Cristo: Yo soy la resurrección y la vida.
Los cristianos no olvidamos a nuestros difuntos, Marta y María, toda familia eclesial recuerda y hace presentes a sus muertos: están en nuestra Eucaristía
- Lázaro, el hombre sin rostro.
Lázaro, El pobre hombre está callado, no tiene rostro, ni perfil. Solamente se nos dice que enfermó y murió.
Y es que “Lázaros” somos todos.
Bueno, también se nos dice que Jesús era su amigo, que se conmovió y lloró. Como nos pasa a nosotros. El Señor nos quiere como a su amigo Lázaro, lo mismo que al Discípulo Amado, que tampoco tiene dni, mejor dicho, discípulos amados, somos también todos.
O3. Jesús se conmueve y llora.
Resulta extraño que Jesús, sabiendo que Lázaro iba a volver a la vida en un “plis plas”, se conmoviera y llorara. ¿Por qué se emocionó Jesús? Pues porque le quería a su amigo y a aquella familia (comunidad eclesial). Jesús lloró porque era creyente y buen amigo, como una madre creyente, que sabe de la resurrección, llora sin consuelo la muerte de su hijo. Los cristianos tenemos sentimientos y lloramos como todo el mundo porque no somos de piedra.
JesuCristo nos ama. Una vez más volvamos al Cristo del amor. En el amor no se muere.
- Quitad la losa. sal afuera. quitadles las vendas
Son tres pasos que se dan en la muerte y en la vida.
La losa
Cuando vamos al cementerio, vemos las losas que muestran lo definitivo de la separación de los dos mundos: los muertos y los que seguimos viviendo.
Quitad la losa: no os dejéis aplastar por el peso del miedo a la muerte. La muerte tiene la salida de Cristo: Yo soy la resurrección y la vida.
No perdáis la calma, creed, confiad, (Jn 14). En esta cuarentena o confinamiento puede brotar la angustia, una preocupación difusa. No tengamos miedo, confiemos.
sal afuera.
El “sal afuera” se refiere a los difuntos: salir de la muerte a la vida, pero tiene que ver con quitar las losas de nuestras vidas y “salir afuera”, a la luz del día, de muchas situaciones de muerte. Como en los evangelios sinópticos los malos espíritus nos llevan a vivir en la muerte, en sepulcros. ¡Anda que no hay losas que pesan toneladas de muerte: odios, racismos, poder, capitalismo, etc.!
desatadle las vendas
Recuerda un poco los relatos de la resurrección de Cristo.
Como Lázaro, también nosotros vivimos atados de pies y manos por el peso de la muerte, por las ligazones a ideologías, a situaciones eclesiásticas, por el dinero.
No veamos siempre y en todo solamente las vendas y el sudario de muerte. Veamos la vida y al que es la vida.
- Yo soy la resurrección y la vida.
¿Qué pensar de Dios ante esta pandemia de muerte que nos invade? Podemos rebelarnos contra Dios, lo mismo que Job se rebeló y emplazó a Dios a una especie de careo. Si Dios existe nos debe una explicación. ¿Dónde está Dios?
Allá por la segunda guerra mundial, en el campo de concentración de Auschwitz -en cierta ocasión- los guardianes de la Gestapo diezmaron por fusilamiento a la población del campo. Entre los ejecutados había un niño de apenas 10 años. Entre los judíos que habían sido obligados a “contemplar” el fusilamiento alguien, en voz baja, preguntó: Dios, ¿dónde está Dios? Alguien, también judío, le contestó: ahí en ese niño de 10 años muerto.
Dice el teólogo Víctor Codina: “Dios está en las víctimas de la pandemia, Dios está en los médicos y sanitarios que los atienden, está en los científicos que buscan vacunas antivirus, está en todos los que estos días colaboran y ayudan para solucionar el problema, está en los que rezan por los demás, en los que difunden esperanza”.
Dios está en cada semilla de esperanza que sembramos.
Como Job, podemos ponernos ante el misterio, el misterio de la vida, de la muerte, ante el misterio del “más allá” y del “más acá”. Estamos ante el misterio de Dios de Jesús que es bueno, no castigador, sino un Dios de misericordia y que nos dice por medio de Jesús: no temáis, confiad.
Yo soy la resurrección y la vida.
[1] Es el mismo problema que se plantea San Pablo en 1Tesalonicenses.
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