La gloria de su rostro
Concordia, solidaridad y ayuda mutua son los medios más importantes que permiten sobrevivir a los animales (Christian Lous Lange)
8 de marzo. DOMINGO II DE CUARESMA
Mt.17, 1-9
Delante de ellos se transfiguró: su rostro resplandeció como el sol, sus vestidos se volvieron blancos como la luz
Su transfiguración nos ofrece un mensaje de esperanza porque nos invita a encontrar a Jesús para estar al servicio de los demás, palabras que podría haber añadido Mateo al capítulo 17 de su Evangelio.
Al escucharlas me puse los prismáticos en los ojos del alma, y empecé a ver el mundo de distinta manera: la transfiguración de la historia, se volvieron mis vestidos blancos.
Miré a Jesús con mis prismáticos, y luego se los presté a él para que me mirara; me miró atentamente unos segundos recorriendo toda mi geografía, y al devolverme los me dijo, después de darme las gracias: “¿Te has dado cuenta de que somos bastante parecidos?”.
Ahora, con los prismáticos enfocados sobre mi mismo, pude ver que mis vestidos eran un poco menos blancos que los suyos.
Y pude ver también una leyenda que decía que la transfiguración tiene el sentido de que hay que dejarse iluminar, para que la iluminación que nos llega de rostro y las vestiduras de Jesús, sirva para que iluminemos a los cuantos se nos acerquen y nos miren.
Este es un verdadero milagro: que ese ahora sol luciente delegado, nos impulse a ser nosotros mismos hasta hacernos más y más humanos, haciendo más humanos a los otros.
Y en donde no hay lugar para “El silencio de los corderos”, de la película de Jodie Foster y Anthony Hopkins, ni tampoco hay lugar para pulverizar a quienes ni piensan ni sienten de la misma manera que nosotros, pues como señala uno de sus protagonistas:
“Si la ve como una persona no como un objeto, es más difícil hacerla añicos”.
Christian Lous Lange, historiador y periodista noruego, galardonado con el premio Nobel de la Paz en 1921, dijo en cierta ocasión que “Concordia, solidaridad y ayuda mutua son los medios más importantes que permiten sobrevivir a los animales”, y por supuesto que, si esta ley rige el mundo de los animales, ¡con cuanta mayor razón debiera estar vigente en el de las personas!
TRANSFIGURACIÓN
Domingo a mediodía.
Vi a Jesús transfigurado sobre un monte elevado,
y me pareció tan hermoso aquello,
que me arrebaté con él en un instante.
Era domingo a mediodía,
y el sol circunvalaba el cielo brillando como nunca.
María Magdalena,
que también estaba vestida de blanco como la luz,
observaba la escena arrobada
y me di cuenta de que sobre los labios de Jesús
se posaba un beso que había volado de unos a otros labios.
En ese momento me hubiera apetecido decirle al Maestro:
“¿Te das cuenta de que sois casi iguales?”,
pero cuando quise hacerlo,
habían emprendido el ascenso.
Una nube luminosa les hizo sombra, y nuestros ojos se apagaron.
Yo me quedé en el monte elevado
con Pedro, Juan y Santiago:
Elías y Moisés habían ascendido con ellos.
Y Pedro, impetuoso como siempre, nos dijo:
“¡¡Qué bien se está en este lugar!!”,
y comenzó a armar cuatro tiendas.
Era domingo a mediodía.
Vicente Martínez
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